sábado, 29 de octubre de 2011

Gente de la mar (0).- Introducción


Inicio hoy, sin haber terminado todavía mi serie sobre “El imperio de las máquinas”, una nueva sobre la “Gente de la mar”.

Quizá mi ilusión literaria más grande ha sido la de escribir sobre temas marineros. Lo he hecho en una novela gigantesca que se llamó “Hacia las Antillas”, publicada con moderado éxito, también en un libro de narraciones cortas que quiso llamarse “Historias de gente de la mar”, pero que nunca ha encontrado, hasta ahora, un editor que se atreva a publicarlo. Y en algunos otros libros.

A estas historias les dediqué mucho de mí durante al menos cinco años de mi vida. Quise empezar conociendo de cerca a los pescadores andaluces de altura, esos que iban a pescar a lo largo de las costas saharianas, hasta el Senegal por el Sur y casi la mitad del Atlántico por el Oeste, en busca de merluzas, tiburones y peces espada. Son gente que se pasa casi toda su vida en la mar, parca en palabras  y desconfiada de los de tierra adentro. Me costó trabajo hacer amigos entre ellos, pero al fin los conseguí, y están entre los mejores que he tenido. Les pedí que me contaran los acontecimientos e historias de sus vidas que les parecieran más interesantes o memorables, pero esto no fue de una vez, sino a lo largo de años de vernos cuando la ocasión lo permitía. Seleccioné así unas cien historias, de las que luego mi agente literario reseleccionó cincuenta, que constituyeron el libro.

En esta nueva serie del blog voy a publicar algunas de las que más me gustan. Lo mejor que puedo decir de ellas es que son auténticas, reflejando con la mayor exactitud posible lo que pasó y cómo era la gente que lo vivió. Las historias cubren el período comprendido entre los 1930s y los 2000s.

Quiero terminar esta introducción con una afirmación. Habiendo leído casi todo lo que se ha escrito sobre esta querida gente de la mar, desde Melville y Jack London en USA hasta Joseph Conrad en Inglaterra, pasando por Coloane en Chile, Baroja en España y muchos más, y tras mi experiencia con los pescadores andaluces, creo que la gente de la mar es muy parecida antropológicamente en todas las orillas del mundo. Porque son eso, gente de la mar, y la mar, con sus olas, sus vientos, sus peces y su soledad, es la misma en todos los océanos. Gente dura, auténtica, tanto ellos como sus mujeres que los esperan en tierra, hoy ricos y mañana pobres, lo que los hace desinteresados y aventureros.  Empapados de naturaleza verdadera como solo pueden estarlo los leñadores de bosques nativos como los de Chiloé y los pastores nómadas. Gente, tristemente, en proceso de extinción. Lo que he querido con mis textos es contribuir a la conservación de sus recuerdos, que son su cultura.

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