domingo, 2 de noviembre de 2014

¿Nos hemos vuelto locos en España?

La permanente mêlée española. Aquí entre regionalistas
y caciques, en un  cartel electoral (presentación parcial)
de la II República
Desde la lejanía austral de Chiloé, leo la prensa española de hoy. Si bien es cierto que la prensa tiende siempre a dramatizar las noticias, no lo es menos que España parece en estos momentos absolutamente desmoñada.

La gente, el pueblo llano, está muy cabreada. Ese es el fondo de la cuestión, que los ciudadanos han perdido la fe y la esperanza en sus dirigentes políticos. Ven el futuro negro y piden de los que mandan más determinación. ¿Tan complicado de entender es esto? Yo me atrevería a puntualizar lo siguiente:

1).- El mayor escándalo de todos: que PP y PSOE, partidos mayoritarios y destinados a la gobernación alternante (eso que llevan siglos haciendo republicanos y demócratas en USA con bastante éxito político) de nuestro desgraciado país, no se han puesto de acuerdo para organizar de una vez un GOBIERNO DE CONCENTRACIÓN que afronte la crisis económica, ponga orden en las autonomías y en el sistema judicial y dibuje una estrategia a largo plazo en lo económico, lo demográfico y lo social  para esa vieja e ilustre nación que es España.
Muy al contrario, siguen tirándose chinitas y poniéndose palitos en las ruedas, siguen jugando al “a ver si te pillo, a ver si te cojo”, ajenos a la gravedad  de la situación.
El problema lo es de liderazgo. Nuestros políticos son buenos administradores, pero siguen teniendo, casi como en los tiempos de Larra, mentalidad de funcionarios. Y sí, los funcionarios son y seguirán siendo necesarios, pero un político no puede ser un funcionario.

2).- El segundo gran escándalo, la Justicia. Los jueces, faltos de medios que tampoco ellos han exigido con suficiente entusiasmo, han ido acumulando en instrucciones casi eternas procesos de corrupción que ahora tienen que materializarse en juicios y sentencias, todos de una vez. El sistema político puede romperse en pedazos, algo parecido a la explosión en masa de un polvorín pirotécnico, cuando los cohetes y las bengalas deben irse explosionando poco a poco. Lo que puede pasar no habría pasado si estos procesos judiciales se hubieran ido resolviendo uno a uno con la necesaria celeridad. De todo esto, el sistema judicial tiene una parte importante de responsabilidad, que no puede descargar en los políticos, aunque estos tengan muchísima culpa.  Y es que los Jueces, o el Poder Judicial que los representa, tampoco pueden tener mentalidad de funcionarios. Aunque lo sean por oposición.

3).- El tercer gran escándalo, el marasmo autonómico. Cataluña ha sido abandonada a su suerte por los poderes del  Estado desde hace muchísimo tiempo. Madrid no puede quejarse ahora de lo que está pasando en Barcelona, tampoco puede seguir mirando para otro lado. Y el trato especial, preferente, dado por la Constitución a regiones como Navarra y el País Vasco tampoco puede sostenerse por mucho tiempo. Una reforma constitucional es necesaria, sí, y no debe asustar. Pero es imposible hacerla ahora. A un enfermo que sufre una grave infección no se le puede operar para implantarle una prótesis de cadera, primero hay que corregir la infección.

4).- En fin, lo que está pasando en España es en buena medida un reflejo de la profunda crisis de la Unión Europea. Alemania, después de la reunificación, ha querido mirar hacia el Este, cuidar preferentemente de su hinterland, quizá otra vez pensando en una Gran Alemania. Aunque en Ucrania el oso ruso le ha enseñado las garras y quizá le haya parado los pies. En todo caso, el giro de Alemania ha sido malo para Europa, porque una Unión Europea es inviable sin un entusiasta y sostenido apoyo alemán.

Todavía se está a tiempo de salvar la situación. Sobre todo porque los ciudadanos españoles no creen ya en el poder salvador de las revoluciones, quieren simplemente que las cosas se arreglen. Pero el tiempo, como todo en este mundo, tiene sus límites.

En fin, la cosa tiene sus aspectos grotescos, que invitan al humor. Un partido como Podemos, que hasta hace unas semanas clamaba (la verdad es que con bastante razón) contra la casta política, se ve ahora en las encuestas como el partido más votado. Pienso que pueden estar aterrorizados, porque Podemos estaba planteado, de momento, como un partido para “dar caña”, no para administrar al Estado. Pero así son los tiempos de desmadre o desmoñe.

Yo, a pesar de todo, me siento esperanzado. Creo que el desmoñe puede abrir muchos caminos de solución, y que la nación española, en la que incluyo a catalanes y vascos, es capaz de reaccionar positivamente. Pero necesita líderes, no solo uno, sino por lo menos una docena.

Ah! y los españoles no son un pueblo de corruptos. Hay un fuerte espíritu de familia, sí, donde está lo mejor y lo peor que tenemos, pero eso no es corrupción, sino individualismo. Y cuando el dinero corre a espuertas, como ha corrido en España en los últimos veinte años, venido de Europa, siempre hay gente que  pierde la cabeza. Aquí, en Sajonia y en Beluchistán. En todas partes.Lo que hace falta para prevenir los desmadres es más rigor en el Estado. Ese es un problema técnico, por lo tanto resoluble. Aprendamos.

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