jueves, 6 de agosto de 2015

"Laudato si" y la lucha contra el cambio climático (2).

[Continúo aquí con la respuesta a la carta de mi amiga que he iniciado en el número (1) de esta serie de dos entradas].

Supongamos que la conferencia COP21 a celebrar en Paris en diciembre 2015 es un éxito, en cuanto a que al menos USA, China y la Unión Europea se comprometen a reducir drásticamente sus emisiones de CO2, de modo que para el año 2030, como muy tarde, se haya alcanzado el objetivo de que el sobrecalentamiento atmosférico no sobrepase los 2ºC. 
Así, gracias a una solución tecnológica (las energías renovables) y a una disposición política (los compromisos firmados por los estados en el COP21) se contienen los peligros que habría traído consigo un cambio climático antrópico sin control. 
Por lo demás, asumimos que el Mundo sigue funcionando bajo los mismos paradigmas actuales: capitalismo financiero globalizado en lo económico, innovaciones sin tregua en lo tecnológico, democracias (América, Europa) u oligocracias (China) en lo político, hiperconsumismo individualista en lo social, guerras fundamentalistas y terrorismo en lo militar.

La pregunta es: ¿bastará con el parón al cambio climático para que la Humanidad asuma con éxito el nuevo papel que le corresponde, de protectora de todo el complejísimo ecosistema Tierra, en el Antropoceno que ahora comienza y por los siglos de los siglos?

Yo creo que hace falta algo más. La Humanidad tiene que descubrir en qué ha cambiado su posición en el Mundo y asumir las consecuencias. Esta será la tarea intelectual más importante del siglo XXI, que deberá dar apoyo al cambio de época que indudablemente se avecina.

El mundo occidental de hoy es heredero del Siglo de las Luces, en el que brilló con fuerza Kant. Desde él hemos venido viviendo en la época del Progreso y la Razón.

Kant definió dos clases bien distintas de Razón:

a).- La Razón Pura, que es la de la Ciencia. Se sustenta sobre tres propiedades innatas de lo humano: Espacio, Tiempo y Causalidad. Y opera sobre las percepciones sensoriales generando Juicios y Leyes.

b).- La Razón Práctica, que es la de la Moral. Se sustenta sobre dos propiedades innatas de lo humano: Voluntad y Libertad. Genera Ideas e Imperativos, estos últimos Categóricos (que constituyen  lo Moral) o Hipotéticos (la base de lo Estético y lo Creativo).

La Razón Pura es un ámbito de necesidad. La Razón Práctica lo es de duda y responsabilidad. Ambas actuando conjuntamente constituyen el razonar humano. Queda fuera de este ámbito racional la Metafísica. También la Religión, que parte de una Revelación independiente de la Razón.

El desarrollo por los humanos de la Razón Pura en la época que está terminando ahora ha sido extraordinario, brillantísimo. Hemos vivido la gran época de la Ciencia y la Técnica, que empezó con Newton y llegó a cimas tan altas como Einstein, Darwin, Mendel, Pasteur, tantos otros.

Pero la Razón Práctica, la de la Moral y la Libertad, se ha quedado muy atrás. Pues la época de la Ciencia y la Técnica ha sido también la de  tremendas sinrazones morales: los Despotismos, los Imperialismos, las Guerras y Genocidios más terribles que la historia haya podido conocer.

Tanto así que el sociólogo Max Weber degradó la Razón Pura kantiana, buscadora del Conocimiento, a una Razón Instrumental que solo estaba interesada, de verdad, en el Poder, para la cual los fines siempre justificaban los medios. Hoy precisamente conmemoramos el 70º aniversario del lanzamiento de la primera bomba atómica, sobre Hiroshima, el 6 de agosto de 1945.

En la época de la Razón ha habido pues una descompensación entre la Pura y la Práctica. Por eso la primera se ha degradado a simplemente Instrumental y la segunda ha ocupado un lugar completamente secundario. Este desequilibrio condujo a los filósofos y humanistas, después de la II Guerra Mundial, a un Postomodernismo que no era sino una huida hacia delante del terror y la sinrazón del pasado. A pesar de todo los filósofos no han tirado la toalla. En la segunda mitad del siglo XX la escuela de Francfort ha trabajado en la reconstrucción del paradigma de la Razón, recogiendo lo mejor del marxismo y sintetizándolo con lo mejor del psicoanálisis. Su representante actual más destacado, Habermas, ha propuesto la Razón Comunicativa como una recuperación postmoderna de la Razón Práctica kantiana.

En definitiva: con la toma de conciencia del cambio climático antrópico, que significa que los humanos han alcanzado ya los límites de sí mismos y de la Tierra en que tienen que vivir, ha terminado la época de la Razón Instrumental, incapaz de liberar al hombre de sus limitaciones y al resto del Mundo del peligro cierto que el hombre es.

Estamos entrando en otra época con una visión muy distinta de esa Razón que está en la base de la condición humana. La nueva Razón tiene que adoptar una forma menos instrumental y más comunicativa, más propositiva, en definitiva más democrática. Menos pura y más práctica. Menos técnica y más moral. Capaz de alcanzar y liberar de las injusticias a todos los humanos que pueblan la Tierra, pero también de liberar al resto del Mundo del antropocentrismo que nos ha caracterizado y por ello capaz de proteger a toda la biosfera y al entero planeta de su enemigo más temible, el hombre mismo.


Ojalá sean esos los tiempos que vienen. 

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