sábado, 12 de diciembre de 2015

Me voy

Se me acabó el mes y medio de libertad condicional. Vuelvo a mis oncólogos, pero sobre todo a mi familia, mis amigos españoles, mi casa de allí.  Como marinero que soy navegando entre dos mundos, dos hemisferios, no tengo una novia en cada puerto, pero sí unos animalitos que me echarán de menos aquí y me recibirán con alegría allí.

Los de aquí que notarán mi ausencia son los tiuques. Teníamos establecida una relación basada en el pan cotidiano que yo les iba dejando en mi terraza. Esta vez el queso ha destronado al pan. Un día no tenía pan y como ellos me reclamaban algo les dejé unos trozos de queso. Desde el día siguiente rechazaron rotundamente el pan y solo quieren queso, queso, queso. Y eso hago yo, darles queso por la mañana, a mediodía y por la tarde. Al menos vienen seis o siete, de distintos tamaños y edades, como si fueran miembros de una familia. Se han comido, más que yo, todo el maravilloso queso artesanal que le compré a la señora Rita cuando llegué. Me alegro de que no haya quedado ni rastro. Echarán de menos mi queso y estoy seguro de que me echarán de menos a mí, que les hablo, los llamo a voces, le doy una cierta alegría humana a la fiesta cotidiana del queso. Yo también los echaré de menos a ellos.

El de allí, mi perro Curro, me recibirá con una inmensa alegría, de eso estoy seguro. Segregará cantidades ingentes de oxitocina y me mirará con esos ojos fieles de amigo del alma que solo un perro tuyo es capaz de ponerte. Yo estoy deseando abrazarlo.

Escribo esto a primeras horas de la mañana, poco antes de partir. Es por eso una despedida en toda regla. Y como Chiloé es como es, quiero decir, único, me he encontrado con una despedida inesperada. Cuando he ido a cerrar el gas, en la hierba, junto a mi cabaña, una preciosa, amarilla como el oro, caca de Trauco.

Debo decir que es la segunda que veo en mi vida, en ambos casos cerca de mi cabaña. Por otra parte ayer llovió muchísimo, hoy la humedad ambiental es muy alta y mi caca puede ser un mixomiceto que necesita ser clasificado por un especialista.

Pero también tengo que decir que se trata de un acontecimiento muy singular, y que en la vida, en el mundo, en el tiempo, casualidades químicamente puras, es decir fenómenos verdaderamente aleatorios, estocásticos al 100%, hay muy pocos. La mayoría de lo que nos parece aleatorio es simplemente el efecto de unas causas complicadas que no podemos reconstruir.

Y si en general hay pocos fenómenos casuales, en Chiloé hay todavía menos. Por eso yo, que me voy ya, lo hago con el regusto de que el Trauco que vive en los bosques y matorrales impenetrables que me rodean, también ha venido a decirme adiós.


2 comentarios:

Paola Arciniegas dijo...

Permitame quejarme, apreciado Olo; pero es que esta vez hubo muy pocas fotos de los preciosos y curiosos pájaros de Chiloe...

Me alegra por su flia y por Curro. Pero sus tiuques van a estar tristes...

olo dijo...

Pude haber hecho fotos fantásticas de los tiuques, porque ellos y yo hemos estado más cerca que nunca gracias al queso, pero me dejé la cámara reflex en España. Tampoco he salido mucho esta vez, me capturó la escritura. Será la próxima.