Al igual que uno siente casi siempre la necesidad de apagar su soledad con la palabra, también siente a veces la de avivar su fuego interior con el silencio. A mí me ha llegado ahora ese momento. Este blog dormirá durante los próximos días una pequeña siesta, que le conviene ya un poco de descanso.
Trazo una raya en la arena de la playa de Mar Brava, que también podría ser en la de Cucao. En ella detengo a mi querido blog. Dejo así de pintar dibujos imposibles, al fin y al cabo la primera pleamar de sicigias se los llevará a todos, para que descansen también ellos, junto a la Pincoya.
Me levanto y me voy a buscar una caracola grande en el rompeolas inacabable, quiero escuchar en ella los murmullos eternos del viento y el mar.
No creo que sea capaz de tardar mucho en volver, pero vaya ahora para todos los que me leen ese fuerte abrazo que se merecen. No los voy a olvidar.
Playa de Mar Brava, cerca de Duhatao, en Chiloé |