domingo, 27 de febrero de 2011

¡Uf!... ¡terminé!

Dostoyevsky

Terminé, en efecto, las 108.000 palabras que componen el texto, ya casi definitivo, de la novela que he escrito en Duhatao. Ahora me siento como un mueblista chilote de los de verdad, que hay muchos, como don Manuel Alvárez, por ejemplo, satisfecho con mi obra terminada, porque es hija mía. Aunque quizá no acabe siendo tan guapa, buena y admirada como a mí me gustaría, pero eso es lo de menos, uno alcanza hasta donde puede, y basta.

Kafka
El tamaño de una novela es una medida de su condición de tal, como lo es el de una mesa de comedor o el de un sillón, aunque en la novela los márgenes son muy amplios. El Quijote, con 376.800 palabras, sigue siendo una de las novelas más largas que se han escrito, y eso que Cervantes era un manco que escribía con plumas de ganso. Quizá la novela más corta entre las famosas fue la genial “Metamorfosis”, de Franz Kafka, con 20.400 palabras, y una de las más largas los “Hermanos Karamazov”, de Fedor Dostoyevsky, con 301.500. Pío Baroja andaba por las 100.000 palabras por novela, aunque escribió muchas. He calculado la longitud media de 19 novelas famosas, elegidas entre las que tengo en mi biblioteca electrónica, escritas por gente como Balzac, Baroja, Camus, Clarke, Conrad, Defoe, Dostoyevsky, Eco, Flaubert, García Marquez, Goethe,  Huxley, Kafka, London y Orwell. La longitud media es de 98.300 palabras, así que estoy claramente dentro de márgenes, aunque seguro que con los pulidos y barnizados que todavía tengo que darle, se me puede poner por encima de las 120.000. Hoy hay que tener cuidado con este asunto del tamaño. La gente lee más que nunca, pero las novelas muy largas rara vez se terminan de leer, quizá porque  nuestros tiempos de vida son apresurados y movedizos.

Baroja
La lectura de novelas siempre fue cosa de jóvenes, no solamente en edad, también en espíritu, porque una novela es un juguete para que se haga con él lo que hacen los niños, que aprenden a vivir a la vez que se  entretienen. Los novelistas son artistas, y como tales gente de condición y vida muy diversas. De los tres que más admiro, y que he puesto en esta entrada como iconos de santos que me acompañen hoy, Dostoyevsky estudió para ingeniero militar, Kafka fue un oscuro abogado de Praga, Baroja un médico que jamás ejerció la medicina. Todos los novelistas son constructores de mundos posibles, y todos los lectores de novelas reconstruyen a su vez estos nuevos mundos que leen, los hacen suyos. Esta es una de las compensaciones que justifican los esfuerzos del novelista. La otra es ver nacer y crecer a sus personajes, que terminan por su parte apoderándose de la novela, haciéndola suya, porque suya es. De manera que, finalmente, un novelista es un creador de decenas de miles de palabras cuya ilusión fundamental y destino en la vida es que, entre sus lectores y sus personajes, se las roben todas, lo expropien de ellas. Dejándolo así vagabundo y pobre como una rata en el borde del camino, al estilo del gran Molloy de Samuel Beckett, otro novelista insigne, al que también rezo a veces. Una forma admirable de terminar, por cierto, esta de Molloy.
Beckett

sábado, 26 de febrero de 2011

Una pudú y la belleza



Cuando se terminó de construir mi cabaña hubo que arrancar muchas quilas (especie de caña muy vigorosa e invasora) que llegaban hasta la casa, para prevenir riesgos de incendios. En estos espacios desbrozados ha crecido la hierba, y ahora forman pequeñas praderas verdes en las que crece un pasto fresco que gusta a muchos animales, entre ellos a los pudúes. Estos cérvidos pequeños, muy parecidos al corzo español, tímidos como éste,  se acercan a los pastos al anochecer. Ya he visto hace unos días a un precioso machito, pero ayer me visitó una hembra. Estaba ya  bastante  oscuro y no domino todavía mi cámara, pero pude sacar algunas fotos de la hembrita pastando, que muestro en esta entrada.


A mí este animalito me parece bellísimo, y estoy seguro de que la mayoría de los que vean las fotos compartirán este sentimiento. Pero ¿por qué es bella, cuáles son las razones de su belleza? Vemos la armonía y la gracia de sus formas, tan equilibradas. Eso por un lado. Por el otro su fragilidad y su inocencia, patentes. Pero intentar disecar la naturaleza de esta belleza, fragmentándola en partes, puede ser un disparate tan grande como romper una obra de arte en pedazos para entenderla mejor. Propio de mentalidades científicas y reduccionistas, quizá como la mía.


La belleza de la hembrita pudú está sencillamente ahí, delante de nuestros ojos, íntegra, misteriosa, intocable, completa. Adecuada solamente para admirarla.

viernes, 25 de febrero de 2011

Ballenas azules



Ayer pude fotografiar por fin bastantes soplos de ballenas azules razonablemente cerca de la orilla. Publico tres fotos características, y las dedico a mi hermana Ele, a la que tanto las ballenas como yo estamos esperando aquí en Duhatao.

Un soplo recién formado, y
debajo,
 el lomo negro de la ballena
Hasta tres soplos de tres
 animales distintos, uno de
 ellos algo retrasado
respecto a los dos
primeros,que están
ya disgregándose.
Las cifras relacionadas con las ballenas azules son todas espectaculares. El animal más grande actualmente existente, con hasta 30 ms de longitud y 150 toneladas de peso, con un cerebro de 6 a 7 kg, cinco veces más grande que el nuestro, etc. Pero todo esto no son más que números.

 El tamaño de las ballenas azules tiene bastante sentido biológico. Al ser animales que se alimentan de pequeños crustáceos, el krill, que filtran pasivamente a través de sus barbas, no necesitan quebrar sus movimientos con rapidez como otros cetáceos cazadores, tales el delfín o la orca, por eso pueden ser muy grandes y pesados. Esto facilita su vida en los mares fríos, porque a más grande el animal menor es la relación superficie/volumen de su cuerpo, y por lo tanto menos se enfría.

Pero el tamaño les hace respirar con enormes soplos verticales de aire y agua, y sus inmensos lomos negros nos parecen arrecifes cuando los vemos desde un barco. Ante nuestros ojos humanos ese gran tamaño las dota de una indudable majestad, que nos impresiona. Eso es lo admirable de las ballenas azules, así como el hecho de que, después de llevarse 20 millones de años evolucionando hasta convertirse en mamíferos terrestres parecidos al hipopótamo, decidieron volver a los océanos, y emplearon otros 20 millones de años en transformarse en inteligentes, sociables y bellas ballenas azules, no ya las reinas del mar, que quizá lo sean las orcas, pero sí sus emperatrices.

Son por todo ello un ejemplo insigne y manifiesto de la escala del tiempo evolutivo, así como de lo que es la voluntad biológica de vivir, que las ha llevado a dominar un medio absolutamente adverso para un mamífero, como son los océanos.



El ciclo de respiración de la ballena es siempre el mismo.
 Navegando como va a una velocidad que puede llegar hasta
los 10-12 nudos, la ballena emerge, vacía sus pulmones en un soplo,
aspira aire fresco y vuelve a sumergirse.
Aquí vemos cómo una ballena azul ha dejado atrás su soplo y se prepara
probablemente para arquear su cuerpo y sumergirse de nuevo
Con un poco de buena voluntad puede verse también, casi en el extremo derecho del lomo
 negro, la aleta dorsal, que en las ballenas azules es pequeña, poco más que una protuberancia.



P.S. Para ver las fotos de los soplos algo más grandes y con más detalles, basta con picar sobre ellas con el botón izquierdo del ratón.








jueves, 24 de febrero de 2011

Mientras que los Ulmos florecen en Chiloé


Mientras que los ulmos empiezan a florecer en Duhatao, anunciando la proximidad del otoño, Gadaffi vive su ocaso en Tripoli, rodeado de mercenarios y matando a todo inocente que se le ponga por delante.

Hace muchos años que supe quién era Gadaffi, cuando en 1981 anduve por el Sahara y vi la crueldad con que trataba a los subsaharianos que iban a Libia a trabajar. Luego aquel malvado fue yendo a peor, cada día más loco y sanguinario, hasta que Reagan le metió el miedo en el cuerpo una noche en que por un pelo no lo mató una bomba yanqui . Entonces empezó a cambiar, demostrando que también era un cobarde, y hasta espió para la CIA.

Esta es también la historia de una vergüenza para Europa, que sabiendo cómo era lo consintió porque claro, el petróleo es el petróleo, y los intereses son los intereses. Ahora a lo peor nos toca pagar nuestra falta de principios, pero dudo que aprendamos, porque somos ya viejos y estamos cansados. En la foto, Gadaffi aparece con Berlusconi, como podría haberlo hecho con Aznar, Blair o cualquier otro líder europeo, que con casi todos se vio, a Aznar hasta le regaló un caballo árabe. Su figura es grotesca, pero en realidad creo que se está burlando de nosotros. Detrás de él, una de las cincuenta vírgenes de su guardia personal, con las que viajaba al extranjero, además de con su camello y su jaima. Otra burla.

Ojalá dure poco. Ojalá. Inchallah.


miércoles, 23 de febrero de 2011

Lagartijas

Ayer tuve suerte y pude fotografiar por fin a una de las muchísimas lagartijas que pueblan en verano los bosques, pampas y playas de Duhatao, como de todo Chiloé. Normalmente huyen, pero en una sucesión de decisiones rápidas: “corro”…”me quedo inmóvil”…”corro otra vez”…”me paro”, y esto, para un fotógrafo novato como yo, hace imposible una foto medio decente. Ésta de hoy debió encontrarse en una situación de difícil escape, y decidió estarse quieta, confiada en su mimetismo, con lo que pude dispararle a placer.
Resulta que estas lagartijitas pertenecen a una familia de lagartos muy ramificada, extendida por toda Sudamérica y con géneros y especies de muchos tamaños distintos. La de la foto es posiblemente Liolaemus pictus, que mientras en el Continente se alimenta de insectos, en Chiloé lo hace de pequeños frutos del espeso sotobosque, sobre todo del coralito, Nertera granadiensis, también llamado rocachucao (casa del chucao en mapudungun, la lengua de los mapuches o araucanos),  y del relbún, Relbunium hypocarpium, dos plantitas que reptan por el suelo del bosque e incluso trepan por los troncos y tienen unos frutos en baya preciosos, de color anaranjado o rojizo, muy frecuentes de ver.

He añadido un detalle de la cara y una pata anterior, y otro del tronco. Su rostro recuerda muchísimo al del ET de Spielberg y al del Gollum del Señor de los Anillos, igual que sus dedos. En cuanto a la piel del tronco, es preciosa, con esa pigmentación tan variada y su disposición en pequeños rombos.

Mi vecina la Sra Marta le tiene terror a las lagartijas. Y eso que es una mujer de campo, de las más de campo que yo he conocido, que se integra con la naturaleza como parte de ella. Todo proviene, como casi siempre en estos terrores, de un trauma infantil: pisó una lagartija en la playa y su tacto blandengue le pareció repugnante, desde entonces no las soporta. A mí me pasa algo parecido con los murciélagos, afortunadamente no abundan en Chiloé.

Traumas infantiles, pequeñas o grandes alergias del alma. ¿Quién no tiene alguno?

martes, 22 de febrero de 2011

Mis libros



Haciendo guardia contra la oscuridad, como lámparas permanentemente encendidas, mis libros aparecen en la foto bajo mis barcos, en mi pequeña biblioteca personal de Duhatao. Doscientos kilos, casi quinientos títulos, que han hecho un largo viaje exclusivamente para darme compañía.

Casi todos llevan conmigo muchos años, los más viejos están subrayados por mí con entusiasmo. Repasar ahora estos subrayados me revela cómo era yo entonces, en qué creía y qué me entusiasmaba, y descubro que casi como sigo siendo ahora, solo que mucho más joven.

La elección de los que han venido no ha sido sencilla. Tres criterios básicos: pequeño tamaño (poco peso); libros que quiero releer; y libros que todavía no he leído.

Convertidos a un formato electrónico, estos quinientos libros cabrían hoy sobradamente en un DVD. Pero no sería lo mismo. A un viejo como yo el libro lo acompaña como jamás lo hará un archivo electrónico; lo sé bien, también tengo un Ereader y miles de libros en formato pdf. Seguramente es una cuestión generacional, lo mismo debió pasarle a los viejos apegados a sus manuscritos en pergamino cuando Gutemberg inventó la imprenta.

 Hoy ni siquiera se necesita una biblioteca electrónica, Google y Wikipedia nos han hecho a todos cibersabios, solo hace falta saber inglés. Pero hay algo más. El exceso de información la infravalora, la facilidad de acceso a la misma la degrada. Hoy todo lo que necesitas y mucho más lo tienes almacenado en Internet o en tu disco duro y es gratuito. No tienes por qué aprender o internalizar lo que deberías saber. Aquí hay un problema.

 El otro problema está en que cada día se acumula más información. Quizá por eso cada día hay menos sabios en el mundo. El paradigma más claro de esta situación está en las ciencias. Kant pudo escribir la "Crítica de la Razón Pura" porque dominaba las Matemáticas, la Física Newtoniana y la Astronomía de su tiempo, además, por supuesto, de toda la Filosofía. Einstein dominaba toda la Física de su tiempo, incluso aquella parte en la que no acababa de creer, como la Mecánica Cuántica, a la que hizo importantes contribuciones. Hoy es difícil encontrar a un científico que esté siquiera informado de todos los conocimientos englobados en la rama particular de la Física o la Biología en la que él trabaja.

Por todo eso he hecho el esfuerzo de traer estos libros desde muy lejos.  Están aquí como mis compañeros de toda una vida, para recordarme lo que verdaderamente sé, que en cierta medida es lo que soy. Los he invitado como viejos amigos queridos, y desde que están conmigo me siento muchísimo más acompañado. Eso es todo.

lunes, 21 de febrero de 2011

No solo se vive de pan

El pan es una bendición, no solo para los humanos y su caterva animal, también para los animales salvajes.

Yo he hecho un pacto con mis vecinos tiuques (pequeños falcónidos parecidos a  los aguilillos españoles). Todas las mañanas, cuando está amaneciendo, y todas las tardes cuando ya anochece, les pongo tres pedacitos de pan en mi terraza, que ellos se comen. Ellos son una pareja de tiuques y quizá alguno de los pollos que hayan criado este año. En las relaciones entre humanos y animales, la rutina es una base importante para la consolidación de la amistad posible. La nuestra avanza. Por las mañanas, si no salgo enseguida con el pan, mis tiuques revolotean ya por la ventana de mi estudio, llegando casi a rozarla con las alas. Luego cantan, como lo hacen los tiuques, sin mucha armonía pero dejando claro que están ahí. Y fiel a nuestro pacto, en cuanto cantan yo salgo con el pan si me he retrasado, tan deprisa que un día voy a caerme por las escaleras. Nuestro lenguaje común es el de la relación estímulo/respuesta, el que descubrió el gran Pavlov. A él me atengo.

Pero la naturaleza es un complicado coro en el que todas las criaturas juegan su papel. Muchos días los tiuques se dejan atrás algún trocito de pan o cortecilla, y entonces surge rauda una Cometocino que debe vivir enfrente de mi terraza, muy cerca (los cometocinos son una suerte de gorriones multicolores que abundan en Chiloé y visten como los príncipes de los cuentos). Esta hembrita, y pienso que es una y la misma  porque siempre viene sola y se esconde siempre cuando hay alarma en los mismos matorrales próximos, salta con gracia a las tablas de mi terraza y mordisquea el trocito de pan con glotonería. Tiene esos movimientos rápidos y sincopados propios de los pájaros pequeños. ¿Cuál será su pulso, Dios mío, cuál su intensidad metabólica? Comprendo que siempre  tenga hambre.

Ella también se asusta cada día un poco menos de mí. Anteayer me permitió hacerle unas fotos mientras estaba liada con su desayuno. Las publico hoy, en homenaje a su belleza y a su gracia. Por el aspecto de sus pies no debe ser muy joven. Mamá cometocino llega, mira, avanza a saltitos, da bocados al pan con su fuerte pico polivalente, mira alrededor, salta otra vez, aletea de vez en cuando quizá mostrando su satisfacción.

Vive en definitiva, más o menos como lo hacen los tiuques y  como lo hago yo.

P.S.(28feb2011) Debo hacer notar que el aleteo que se ve en las instantáneas nº 4 y 9 es prácticamente indetectable en un vídeo o en la observación directa, por su extraordinaria rapidez. Un pajarillo como el cometocino ejecuta continuamente un sinfín de movimientos que no llegamos a detectar visualmente, aunque sean amplios, por su rapidísimo hacerse y deshacerse. Los percibimos como una suerte de temblor nervioso que recorre continuamente al animal desde el pico a la punta de la cola. Moraleja: en animales muy rápidos, las fotos instantáneas pueden ayudarnos a comprender mejor su realidad que los vídeos.

Puesta de Sol en Duhatao



Mágica y excepcional puesta de Sol la de ayer en Duahato, al NW de Chiloé, dando al Pacífico abierto. La foto se tomó a las 8:55 PM, y la puesta del Sol tras el horizonte, según las efemérides astronómicas, tendría lugar allí a las 8:57 PM. De manera que puede afirmarse que esta puesta, en contraposición a muchas otras puestas de Sol, es auténtica, vemos al Sol exactamente donde está, sin trampas.

¿Por qué digo esto? Pocas cosas hay más románticas que una puesta de Sol en el mar. El cielo se enciende en colores de la familia del rojo, el mar se vuelve plomizo, la tierra, por el efecto contraluz, negra de tinieblas. Todo es puro allí.

Sin embargo, muchas puestas de Sol son falsas. En ellas, el Sol que vemos cortando la línea del horizonte hace algunos minutos que se puso por completo, es decir, en realidad ya no está allí, sino por debajo del horizonte. Si todavía lo vemos es por efecto de la refracción de sus rayos en la atmósfera, que hace que estos rayos lleguen hasta nuestro ojos describiendo desde el Sol una curva. Lo cual sucede sobre todo en estaciones y climas cálidos. Son esos Soles crepusculares, grandes y rojos, a los que podemos mirar en directo sin cegarnos, esta es precisamente la prueba de su falsedad. Bellísimos y románticos, nos hacen percibir la magia del paso del tiempo, pero falsos son.


El Sol chilote de la foto no se oculta tras ninguna mentira. Está a punto de ponerse totalmente y todavía nos cegaríamos si quisiéramos mirarlo directamente. Muere sin debilidad alguna, sin trampas, con toda su fuerza. No es romántico, pero tiene toda la belleza de lo verdadero.


Lo que no desmerece en nada a los Soles románticos y falsos. Si bien lo verdadero es casi siempre bello, también puede serlo lo engañoso. Más aún, una parte importante de la belleza que vemos en el mundo es solamente imaginada. Sale, en efecto, de nuestros ojos, que son capaces de iluminar lo que miran con la luz purísima de su fantasía.

viernes, 18 de febrero de 2011

Computocracia

Si la burocracia ocupó el poder administrativo en los siglos XIX y XX, inspirando a literatos tan grandes como Orwell o Kafka, en el siglo XXI quien manda es la computocracia. Grandes redes de computadores, pertenecientes a grandes empresas o a los estados, gestionan y controlan todo lo relativo a la administración de los países.
Los consumidores de a pie no nos damos cuenta de la magnitud del poder computocrático, Lo controla y organiza casi todo. No todo todavía, afortunadamente. Aquí en Chiloé yo sigo comprando los huevos y el queso a campesinos que son vecinos míos.  Veo corretear delante de mí en busca de lombrices a las gallinas que los han puesto, y las vacas de las que salió la leche se me cruzan con frecuencia en el camino, cuando voy a Ancud, de modo que me es imposible ignorarlas. Pero hay dos áreas de la administración de los asuntos del ciudadano donde la computocracia domina ya hasta las regiones más recónditas. Una es la de los bancos. La otra la de los teléfonos móviles, o celulares. Debo aclarar que los computócratas no son seres humanos, sino computadores y su variada flora de terminales. El computócrata más conocido del área de los bancos es el cajero automático. El del área de la telefonía el propio celular.
La computocracia no ha avanzado todavía lo suficiente técnicamente como para prescindir de algunos empleados humanos. Cuando un consumidor de a pie abre una cuenta corriente, alguien humano tiene que explicarle como se usa la chequera, o el mecanismo de seguridad para hacer una transferencia a través de Internet. Y cuando quiere contratar un celular, alguien humano tiene también que ayudarlo a elegir entre la enormidad de tarifas y opciones posibles. 
Pero todo esto es una mínima parte del total de operaciones que una organización computocrática realiza. El verdadero poder de una organización computocrática no está ni en su consejo de administración ni en su director gerente. Reside totalmente en el sistema informático, el software, que la hace funcionar. Al que se le llama con veneración “sistema” a secas.  La tendencia natural de un “sistema” es evolucionar hacia una complejidad creciente y, como consecuencia, una creciente rigidez. La complejidad hace que casi todos los casos particulares que los ciudadanos de carne y hueso puedan presentar estén automáticamente resueltos. Pero no todos lo están, eso es un imposible matemático. Y pobre de ti, consumidor de a pie, si tu caso no tiene una solución automática prevista por el “sistema”. Entonces la rigidez te pilla entre sus mandíbulas de silicio y te machaca.

En teoría, los servicios de asistencia al cliente, tripulados por humanos de carne y hueso como tú, deberían ser capaces de encontrar la solución particular para tu problema. Pero en la práctica es imposible. El “sistema” no reconoce esas excepciones, no las acepta, te expulsa a ti y al empleado que ha intentado ayudarte fuera de su entorno computocrático, a las tinieblas exteriores.
Esto, para el empleado humano que lo sufre una y otra vez, es una tremenda frustración. Poco a poco se va dando cuenta de la inutilidad casi absoluta de lo que intenta hacer y esto lo lleva, a través de esa ley de Peter que es de aplicación universal, a alcanzar su nivel de incompetencia. ¿Qué forma adopta éste? Los empleados serán amables y educados contigo, nunca te dirán que no hay una solución a tu problema. Te ofrecerán todas las veces que sea necesario algo que no te servirá, tu volverás y te dirán que vuelvas otra vez, y cuando vuelvas te harán volver de nuevo. Hasta que te rindas.
Sin darse cuenta, los empleados han terminado convirtiéndose en terminales ciegos del computador central, aquél en el que descansa el “sistema”. Ellos te hacen ver, sin decírtelo, que tú tienes que ser como ellos, que tienes que someterte al “sistema”, que en el mundo tecnológico y computocrático en el que vives no hay sitio para las excepciones.
Lo malo es que, en esta dirección de sometimiento, lo que ya nos ha llegado no es sino una mínima parte de lo que nos va a llegar. Y la cosa tiene difícil remedio. Alcanzaremos una uniformidad de hábitos y comportamientos que nos convertirá de hecho en clónicos. Pobre del que no quiera aceptar este destino.


P.S. Entrada dedicada a todos los empleados de organizaciones computocráticas que, a pesar de las dificultades, no se rinden ante la ley de Peter y siguen intentando resolver las excepciones. Que los hay y merecen nuestro agradecimiento. ¡Animo! La torpeza dinosaúrica de un gran “sistema” jamás podrá vencer al ingenio humano. 

miércoles, 16 de febrero de 2011

Esperando a los picaflores

Flores maduras de chilco
Los chilcos y yo estamos esperando con muchas ganas a los colibríes. Ellos los necesitan para que fertilicen los estigmas de unas flores con el polen de otras, que los colibríes llevan pegado a sus picos golosos. Yo necesito la compañía de su belleza.

No hay pájaros como los colibríes. Su estilo de vuelo es el más complicado de entre todas las aves, casi un milagro. Además son los más pequeños pero también los más valientes. He visto a los colibríes enfrentarse con chunchos y pitíos, varias veces mayores que ellos. Y cuando digo enfrentarse significo plantarse cara a cara frente a los gigantones,  con ese vuelo de abejorro impertinente que los colibríes saben tener, hasta que los han obligado a irse. Porque los colibríes son muy territoriales, y cuando dicen aquí estoy yo significan que aquí no va estar nadie que pueda molestarme, sencillamente. Admiro tanta valentía encerrada en una cosita tan pequeña y frágil. Luego está la iridiscencia de los machos, ese milagro difícil de ver por el que, en un instante, su frente se convierte en una corona de rubíes como las que  llenaban los cofres en las cuevas de Alí Babá. Y la evolución de sus vuelos acrobáticos: un colibrí puede flotar en el espacio delante tuya, a no más de diez centímetros de la punta de tu nariz, para expresarte simplemente: “aquí estoy yo, ¿tú quién eres, a qué has venido?”

Este año los colibríes van a llegar a Duhatao más tarde que nunca. La gente de tierra adentro me dice que ya los está viendo desde hace tiempo, pero en estos barrancos encrespados y ventosos todavía no quieren mostrarse. Claro que también la floración de los chilcos está aquí todavía en sus comienzos. ¿Será la Niña culpable, o yo impaciente? Mejor dejar a la naturaleza que siga sus ritmos.

¿Pero llegarán los picaflores algún día? Seguro que sí, y pronto. En eso confío.

Las bandurrias y sus hipotálamos


Vuelo elegante y potente, perfecta sincronía en los movimientos. Así son mis vecinas las bandurrias, seguramente una de las aves más parlanchinas que existe, especie de Pato Donald con plumas y cuerpo de ibis.

Buscan su comida tierra adentro, en las pampas y charcas donde cazan con sus fuertes picos curvos todo tipo de bichejos. Pese a tener cuerpos de pavo y buenas pechugas como buenas voladoras que son, los campesinos no osan comerlas, dicen que “saben a rano”. Duermen y nidifican en los acantilados de la costa, entre los poes, muy cerca de donde lo hacen las gaviotas, allí donde es difícil que lleguen sus enemigos.

En las tardes de verano soleadas se reúnen en el cielo poco antes del crepúsculo y vuelan incansables frente a sus barrancos y sobre el mar, haciendo toda clase de piruetas y graznando ruidosamente. Estoy seguro de que expresan así su alegría de vivir, su satisfacción casi burguesa por la magnífica tarde que tienen por delante. También estoy convencido de que la mayoría de los animales salvajes, las bandurrias sin duda alguna, son sensibles a la belleza de la naturaleza. En el caso de las bandurrias la clave puede estar en sus hipotálamos, mucho más desarrollados en las aves que en los humanos y centro de la vida instintiva. Es decir, de la subconsciencia, el monstruo verde, las emociones, el asombro. Todo eso.

lunes, 14 de febrero de 2011

Dos formas de no caer en el vacío

En estas costas de Chiloé abiertas al Pacífico, dos aves predominan en los cielos: jotes y gaviotas.

Los jotes planean, la superficie de sus alas es muy grande en relación con su cuerpo. Están hechos para sostenerse sobre un viento vertical, esas corrientes ascendentes de aire que trepan por los acantilados y barrancos de la costa. Se dejan empujar por el viento.

Las gaviotas navegan contra el viento. Sus alas son largas y gráciles. Están hechas para hender el viento horizontal que suele barrer la superficie de la mar. Ciñen este viento como lo haría un barco velero, como él son capaces de avanzar en su contra.

Los humanos enfrentamos los vientos de nuestra vida a veces como jotes, dejándonos llevar. Otras, como gaviotas, nos oponemos a esos vientos si es preciso, y utilizamos su fuerza para avanzar, ciñéndolos, hacia donde queremos ir.

sábado, 12 de febrero de 2011

Contra los terrores de la noche, calcetines de lana.


Casi siempre he vivido en países cálidos, por lo que casi nunca he tenido los pies fríos durante el sueño. Ahora, en el campo de Chiloé, las cosas son distintas, las noches son frescas y hay que arroparse bien. Los pies están en el extremo más apartado de nuestro sistema circulatorio, y los primeros elementos del cuerpo que se enfrían son ellos.
Cuando me vine a vivir a mi cabaña en Duhatao empecé a sufrir horribles pesadillas nocturnas. Todas las pesadillas están llenas de malignidad y espanto, pero éstas eran particularmente viciosas, y en muchos aspectos nuevas para mí. No me quedaba otro remedio que acostumbrarme a ellas, así que eso hice. Aquellas eran noches de otoño, y a medida que fue entrando el invierno y aumentando el frio fui arropando mi cama más y más. Las pesadillas persistían, asombrándome cada noche y haciéndome ver el extraordinario guionista de películas de terror que se escondía en mi cerebro. Llegó por fin una noche en que por primera vez sentí frio en los pies, así que me puse unos calcetines de lana para dormir. A partir de ese momento, ¡oh maravilla!, mis pesadillas desaparecieron.
Después lo he venido comprobando exhaustivamente. La relación entre los calcetines de lana y mis pesadillas tiene la capacidad predictiva de una ley natural. En cuanto que la noche está un poco fresca, si no me calzo los calcetines de lana, ¡pesadilla que te crió! Y la correlación es tan fina que a veces, cuando las noches son ligeramente frescas, mis pies desnudos inducen pesadillas mucho más benignas y suaves que cuando las noches son algo más frías. Supongo que el colmo del terror debe estar en dormir con los pies fuera de las coberturas de la cama, pero todavía no me he atrevido a experimentarlo.
¿Qué recónditos circuitos cerebrales ligarán el grupito de neuronas que siente el frio de los pies con el otro grupito que imagina lo más terrorífico? Algún día lo averiguarán los neurobiólogos. Mientras tanto, los remedios caseros muestran una eficacia absoluta: calcetines de lana, o las botellas de agua caliente que nos metía mi madre en la cama cuando éramos pequeños, remedios seguros contra los terrores de la noche.

viernes, 11 de febrero de 2011

Plaza Tahrir, El Cairo

Aún estando volcado en Chiloé tengo que hacer hoy una referencia a lo que está pasando en la plaza Tahrir de El Cairo, un acontecimiento casi tan significativo como la caída del muro del Berlín en 1989 y de la misma envergadura que la toma de la plaza de Tian An Men por los manifestantes chinos, también en 1989. La caída del muro acabó con el comunismo de estado y con la división del mundo en dos bloques enfrentados. Y la toma de Tian An Men, aunque derivó en una represión sangrienta, abrió paso en China a esta curiosa etapa de transición en la que conviven un capitalismo de mercado con un comunismo burocrático, empujando entre ambos un “Made in China” que se está comiendo al mundo.
Pase lo que pase a partir de ahora, la toma de la plaza Tahrir, cuyo detonante fueron los acontecimientos de Túnez, marca el final de las dictaduras corruptas árabes, más propias de los Cuentos de las Mil y Una Noches que de los tiempos que vivimos. A Mubarak ya no lo sucederá su hijo, eso seguro. Y todos los sátrapas que aún perviven en muchos países del Oriente Medio se tentarán la ropa y harán lo posible por derivar pacíficamente hacia regímenes más constitucionales y democráticos.
El fundamentalismo islámico también ha perdido en El Cairo una importante batalla. Porque la gente que uno ve en las muchas fotos publicadas estos días de la plaza Tahrir no son Hermanos Musulmanes barbudos e iracundos, sino ciberrevolucionarios, gente joven ciberconectada y procedente de una amplísima clase media urbana, que al manejar Internet tiene una idea bastante clara de lo que pasa en el mundo y se siente ciudadana del planeta Tierra. Que lo que quiere es que su país funcione, sencillamente, que dé trabajo y una prosperidad razonable a todos. Que en su mayoría cree en Dios y es practicante de esa religión tan flexible y tolerante como fue siempre el Islam, pero que no quiere Guerras Santas ni bombas ni mártires, sino libre comercio e igualdad de oportunidades para todos. También democracia, aunque esta no sea muchas veces sino el menos malo de los gobiernos posibles, que ya es bastante.
No se puede predecir lo que pasará en los próximos años en el Oriente Medio, incluyendo Iran, pero lo que puede afirmarse es que las cosas ya no volverán a ser como han venido siendo. Se ha pasado la página inmensa de un gigantesco libro. Creo que para bien.
Así que eso, unos días bonitos los que transcurren en Tahrir, que demuestran que en el mundo todavía hay muchísimo espacio para la esperanza. 


jueves, 10 de febrero de 2011

Invasión, fecundación, vida, muerte


Anteayer, el día más caluroso del verano, empezó a anochecer y los alrededores de mi cabaña se llenaron de pequeños insectos voladores que nunca antes había visto. Cerré bien puertas y ventanas, pero siempre quedan rendijas. El caso es que ya por la noche empecé a ver en las cortinas de mi estudio los juegos de cortejo entre machos alados y hembras ápteras. Los dejé hacer, incluso los fotografié.

Hoy, dos días después, todavía estoy recogiendo  en los rincones pequeños cadáveres quitinosos que murieron en aquella batalla por la fecundación.
Visto desde mi perspectiva humana, tiene que haber sido tremendo. Estoy seguro que solo algunas hembras fecundadas han podido salir de mi casa y empezar a preparar un sitio donde depositar sus huevos. Fuera habrá sido incluso peor, pues pájaros, lagartijas y otros insectos se habrán dado el gran banquete a costa del tropel de enamorados.
Muchas especies animales, quizá la mayoría, utilizan para sobrevivir la táctica de engendrar un número inmenso de hijos. A los ojos de la especie, la muerte masiva de los individuos no es ni siquiera una anécdota, sino una manifestación más del orden natural de las cosas.
Me parece a mí que solo para la especie humana es el hecho de morir absolutamente inaceptable. Dicho de otra forma, que solamente la especie humana ha descubierto la realidad tremenda e intolerable de la muerte, y se ha rebelado contra ella. Quizá fue esto lo que nos expulsó del Paraíso.

Nota añadida el 12 feb 2011.
Por fin he sabido que los bichejos en cuestión se llaman en Chiloé chalilos, y se corresponden con el isóptero  (termita)  Porotermes quadricollis. El dramático vuelo nupcial de los chalilos tiene lugar siempre en febrero. Por cierto, no se trata de machos alados y hembras ápteras, ambos sexos son inicialmente alados y quedan pronto ápteros. Un interesante estudio de Ramon Bahamonde acerca de la etimología de la palabra en  http://hurgapalabras.blogspot.com/2009/08/chalilos-carnavaleros.html y un completo estudio biológico del animalejo en http://www.miptermitas.cl/htm/especies_03.htm

miércoles, 9 de febrero de 2011

Amistad



Casi nunca en la vida llegas a darte cuenta de lo que tienes hasta que te falta. Esto es así con todo, desde la electricidad hasta el amor más romántico y apasionado que hayas tenido la suerte de vivir.  También afecta a la amistad: no te das cuenta de lo que es hasta que te faltan tus amigos, bien porque ellos se han ido o porque tú lo has hecho. Entonces tienes todo el tiempo del mundo para ti, solo para ti, y no te queda otro remedio que reflexionar.

¿Qué es la amistad?
No es simplemente solidaridad entre vecinos, camaradería entre compañeros de trabajo o familiaridad entre personas que las circunstancias de la vida han puesto juntas. Es algo más. Pero tampoco llega a ser amor, que quiere la fusión con la persona amada. ¿Qué es entonces? Al estar situada entre dos ámbitos de relación entre personas, la camaradería y el amor, la amistad se desdibuja, una y otro le comen su terreno, la hacen difícil de delimitar.
  
La ciencia ha recurrido muchas veces a modelos animales para investigar asuntos relacionados con la propia naturaleza humana. Voy a usar ese abordaje, preguntándome  si es posible la amistad entre un humano y un animal. Con el recurso a los animales se eliminan de entrada las ambigüedades que se presentan en el lado de la amistad que limita con el amor, ya que, salvo en el caso muy poco frecuente de zoofilias, el amor entre humano y animal es imposible.
Por eso la pregunta puede concretarse más, con la siguiente formulación: en las relaciones entre un humano y un animal, ¿puede haber algo más que el interés o la costumbre de estar juntos?

Nuestro perro Paco
En el caso de los perros, creo rotundamente que sí. He tenido perros toda mi vida, y cualquiera con esta experiencia coincidirá conmigo. Algo parecido sucede con los gatos, aunque en estos últimos la anatomía de los músculos del rostro es más simple, lo que les hace más difícil que a los perros expresar con gestos sus emociones. Pero no en balde a unos y otros se les llama animales de compañía. Transmiten a sus dueños, en los gatos a través de la mirada, en los perros además mediante un  rostro muy expresivo y todo un cuerpo hecho lenguaje, afecto y la satisfacción que les produce estar con ellos.

Recuerdo a mi perro Remo. Se pasaba las tardes de invierno echado junto a mí, dormitando, mientras que yo escribía o estudiaba en mi mesa de trabajo. De vez en cuando yo lo miraba, como podía mirar por la ventana. Casi siempre me encontraba con sus ojos fijos en mí, y lo que expresaban era afecto y gusto de estar allí, conmigo. Sospecho que él abría los ojos precisamente cuando yo lo miraba. ¿Transmisión telepática? Quizá.
Mi perro Remo

Pero perros y gatos son animales cuya especialidad evolutiva es vivir al amparo de los humanos. ¿Qué sucede con los animales salvajes, que no tienen habitualmente relación con nosotros?
Mi amigo Pudú
En Chiloé vivo en un territorio bastante apartado. Abundan los pudúes y hay zorritos y gatos salvajes (uiñas). En una zona por la que paso habitualmente vive un machito pudú al que hace ya meses encontré por primera vez y pude fotografiar mientras huía. Hace unas semanas tuve un segundo encuentro con él, que casi fue un encontronazo, pues él salía de una huella entre las quilas que venía a confluir con el sendero por el que yo caminaba. El caso es que los dos nos paramos y quedamos mirándonos a pocos metros de distancia, primera cosa extraña en un pudú, que habitualmente huye cuando te encuentra y se esconde en el matorral o en el bosque. Allí permanecimos durante varios minutos mientras que yo, con movimientos lentos, lo fotografiaba cuanto quería. Nos mirábamos y yo tenía la sensación de que nos estábamos comunicando de alguna forma misteriosa. Hasta que me cansé, y nada más reiniciar yo mi camino, él  salió huyendo.

Los chivos cimarrones de Duhatao
En esa misma zona vive un par de chivos que se han asalvajado. Formaban parte de una piara que pastaba allí, entre barrancos, en el mismo borde del mar. Cuando el dueño la vendió, ellos dos no se dejaron coger, y allí permanecen. Las primeras veces que los encontré huían cuando me veían de lejos, escondiéndose entre los matorrales. Ya no lo hacen. Cuando me ven, guardan una distancia prudente, pero se quedan parados, mirándome con curiosidad, y hasta puedo levantar el brazo bruscamente o gritarles “buenas tardes” sin que se asusten. A este ritmo llegará un momento en que podré acariciarle los cuernos al más viejo, que parece todo un Mefistófeles.

¿Qué conclusiones saco de estas experiencias en relación con la naturaleza de la amistad?
Pues que una nota de la amistad, quizá la más básica, es la capacidad de estar junto a tu amigo y compartir con él, desinteresadamente, sentimientos, vivencias, puntos de vista, discrepancias, simple presencia silenciosa. Tiempo de vida, en definitiva, sin otra pretensión que la de compartirlo. Vivir junto al amigo el transcurrir, sin más, y sentirte a gusto haciéndolo, sentirte acompañado. Esto, aunque parezca sencillo, es difícil, tanto más cuanto más introvertido eres, o por el otro lado, cuanto más dominante. Y hace de la amistad algo que vas entendiendo y apreciando más a medida que te vas haciendo viejo.
Ese transcurrir del tiempo que compartes en la amistad es el mismo transcurrir que sentirías si tus sentidos te permitieran percibir que das vueltas por el espacio en un tiovivo llamado Tierra, y que por las noches sin nubes tienes una ventana abierta a todo el firmamento, al que vas dejando atrás a medida que avanzas veloz hacia el Este. También es el mismo que descubres cuando te despiertas por la mañana y te percatas de lo lejos que ha quedado ya la noche anterior. Y el que te sobrecoge cuando intentas recordar con precisión pequeños detalles de tu infancia. Transcurrir del tiempo, de tu tiempo, desgrane de tu vida, que va cayendo suavemente desde el lado de arriba al de abajo del reloj de arena de tu existencia.
En definitiva, como los humanos somos sobre todo tiempo de vida, memoria del pasado y anticipación del futuro, más que masa o espacio, cuando tú compartes este tiempo tuyo pacíficamente en la amistad con otra persona, estás abriéndole al amigo una puerta desinteresada a lo más esencial de ti mismo. La misma que él te está abriendo a ti, porque no puede haber amistad sin reciprocidad. Lo hacéis generosamente, sin propósitos previos. En este desprendimiento mutuo radica la fuerza suave y subterránea de la amistad.

sábado, 5 de febrero de 2011

Nostalgias


No todos los días son iguales. Los hay en que se te aparece la nostalgia como un fantasma llegado de otro mundo. Echas de menos a la gente que quieres, notas su ausencia como un vacío dentro de ti. Entonces te pones a recordar, y cuando lo haces en este estado nostálgico de ánimo, te das cuenta de que el gran engaño de la vida  es hacerte creer que el presente existe; solo lo hace en las fotografías instantáneas, y entonces es ya un artefacto que puede llegar a obra de arte pero no forma parte de ti. En tu tiempo de este mundo no hay otra cosa que pasado y futuro. El ahora no es más que un fue que empieza a ser, disfrazados para tí de nostalgia y esperanza.

jueves, 3 de febrero de 2011

Chiloé y Santiago

He tenido que volar precipitadamente desde Chiloé a Santiago para resolver unos asuntos urgentes. Llego a Santiago al atardecer de un día veraniego. Aterrizando puedo observar con nitidez el smog que cubre la ciudad, pero luego, ya camino del  aeropuerto al centro, en un minibús que tarda una hora en dejarme en la puerta de mi hotel, disfruto culebreando calles y más calles, viendo pasar la belleza y la vitalidad de esta gran ciudad.

Ahora bien: ¡qué diferencia astronómica con Chiloé!  Chiloé es tranquilo, rural, silencioso, bello, lluvioso, apacible. Santiago es agitado, megaurbano, ruidoso, bello, caluroso, violento.

Decirlo parece una obviedad, pero no lo es. Tan distintos son Chiloé y Santiago que quizá estén más  próximos de lo que a primera vista parece. Porque se complementan.  Chiloé necesita a Santiago, pero sobre todo, me parece a mí, Santiago necesita desesperadamente a Chiloé. Para lo cual, y no es paradoja, tiene que mantenerlo muy lejano, ignorar su existencia, de manera que solo sea tabla de salvación para los santiaguinos que de verdad se estén ahogando. Esos, como hacen estos días de verano muchos jóvenes mochileros chilenos en sus escapadas iniciáticas, corriendo para Chiloé, a perderse en sus bosques mágicos y en sus playas encantadas. Por poco tiempo, el estrictamente necesario para salvar la vida. De modo que Chiloé pueda recobrar pronto su calma, tan indispensable.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Arrepentimiento y perdón

Algunas veces veo a Chiloé y mi presencia aquí como español desde una perspectiva histórica. Aunque como persona no me considero responsable de lo que pudo pasarle a las culturas amerindias prehispánicas como consecuencia de la conquista, si me siento español y quiero seguir sintiéndome así, tengo que asumir las posibles responsabilidades históricas de España.

Conocí a un fiscal de la iglesia católica en Queilen, al Sur de la isla grande de Chiloé, que me dijo que la lengua williche estaba en las puertas de su extinción total, que solo la hablaban ya dos o tres ancianos.Esto es bien triste. Siendo él amerindio y sabiendo que yo era español,  me lo dijo sin ningún rencor. Y es fácil ver en Chiloé una gradación de rasgos raciales casi continua, desde el amerindio más puro hasta el europeo más arquetípico. De manera que el mestizaje ha sido aquí intenso y fecundo ; esto, después de la desgracia inicial, ha sido una gloria compartida por todos o casi todos los hispanoamericanos,  porque entre todos crearon esa “raza cósmica” que nombró el mexicano Vasconcelos, de la que pueden sentirse orgullosos.

Pese a ello, creo que la irrupción de los españoles en Amerindia fue una tragedia histórica, una colisión casi tectónica que generó mucho sufrimiento entre los sometidos. La propia España y Europa han sido víctimas de este tipo de tragedias desde que el tiempo es tiempo. España, entonces Iberia, fue violentamente conquistada e intensamente romanizada por los romanos, hasta el punto de que llegó a darle a Roma dos emperadores. Luego, a la Hispania romana la machacaron los bárbaros, y a la España visigoda la machacaron a su vez los árabes, que crearon una espléndida cultura hispanoárabe,Al Andalus, que trajo a Europa la sabiduría de la antigüedad, en una arabización que persistió en España durante siete siglos. De manera que la historia europea es tanto o más violenta y trágica que la americana, llena de luces y sombras como ésta. Siempre ha sido así y posiblemente lo seguirá siendo, esta es la maldita condición humana.

Ahora está de moda pedir perdón por los errores históricos cometidos. Yo creo que no es suficiente. La petición de perdón equivale casi a una exigencia de perdón, por muy humildemente que se haga. Yo creo que el que ha ofendido tiene que limitarse a arrepentirse, y el que ha sido ofendido, perdonar si quiere, sin ser presionado a hacerlo. Porque arrepentimiento y perdón son las dos caras de una misma moneda, y como tales nunca pueden verse una a la otra. 

Esto es así en todos los casos. Y en el particular de la historia de América, lo que tenemos que hacer los que queremos seguir considerándonos españoles, no es pedirle perdón a los amerindios, sino mostrarle con hechos nuestro arrepentimiento. Aunque no quieran perdonarnos, si es que no quieren.

martes, 1 de febrero de 2011

¡Llegaron!



Una imagen mala, tomada a unas cinco millas naúticas, con el teleobjetivo y la poca luz del crepúsculo ya cercano. En el centro de la foto se ve el soplo de una ballena azul. No hace más de tres días que empezó a ver estos soplos gente que sale diariamente a la mar. Esta tarde los he visto yo desde mi punto de observación en la costa de Duhatao, al NW de Chiloé.Era un grupo de tres, pero solo esta foto me ha salido medianamente presentable.

¡Llegaron! Y este acontecimiento cíclico, que se repite todos los veranos desde quién sabe cuántos miles de años, no puede sino llenarnos de alegría. Más de doscientas ballenas azules permanecen en estas costas de Chiloé desde mediados de enero hasta fines de marzo o abril, alimentándose de un krill local, que no es el krill antártico, y cuya razón de existir tiene que ver con las fuertes corrientes de marea que se entablan en todo el mar interior de Chiloé, y vienen y van por el canal de Chacao, provocando turbulencias que levantan el barro del fondo de la mar, que es alimento mineral para el plankton y va creando vida a través de una cadena trófica que termina en la ballena azul, el más grande de los animales que pueblan la Tierra.

¡Llegaron! Eso es sencillamente todo, un suspiro de alivio y un calor de satisfacción en el centro del pecho. Bienvenidas seáis a Chiloé.