domingo, 31 de julio de 2011

Reencuentro

Me he pasado la vida comprando libros, ya lo he dicho en otras entradas, los libros han sido para mí una segunda vida, he buscado en ellos lo que no encontraba en mi vida real, muchas veces con éxito. Mi casa está llena de libros, que ocupan ya casi todos los rincones posibles y algunos de los imposibles. A todos los tengo en la memoria, pero el desorden de mi biblioteca es grande y muchas veces no sé dónde encontrarlos. Así perdí mi viejo ejemplar de las “Estampas Cartujanas”. Sé que está por aquí pero no doy con él, aunque estoy seguro de que el día más inesperado aparecerá en un sitio sorprendente.

Hoy he reencontrado un libro que había dado ya por perdido. Por eso me siento feliz. Apareció dónde y cuándo menos lo esperaba, reconocí en seguida  su tamaño, su cubierta, sus páginas. En tiempos este libro me llenó mucho. Lo abrí y lo ojeé.  Allí estaba todo lo que yo recordaba. A un libro al que quieres no lo reconoces por la literalidad de su texto sino, aunque parezca paradójico, por su música, que no está hecha de sonidos, sino de sentimientos. Lo reconoces por su forma de sentir y presentar el mundo. Hoy lo tendré cerca de mí, feliz de su presencia y confiado en que no vuelva a desaparecer. Porque los libros, a veces, no es que se pierdan, sino que se esconden, quizá porque se asustan o se aburren de ti, a causa de la forma en que los estás leyendo. Y yo a éste no volveré a perderle el respeto. 

sábado, 30 de julio de 2011

El equilibrista

Aquel hombre se había quedado solo. Cuando repasaba su vida, caía en la cuenta de la mucha gente que había ido decepcionando a su paso. Para cada caso particular encontró una justificación que lo dejaba a salvo. Pero ahora que tenía tiempo para pensar, porque nadie lo importunaba, comprendía que tantas decepciones apuntaban a una causa común, que no podía ser otra que él mismo. “Tienes lo que mereces”, le decía una molesta voz interior. “Uno no llega nunca a conocerse del todo”, concluía él. Sabía que ya era tarde para intentarlo otra vez, por eso se limitaba a ir combinando mucha imaginación con mucho método y organizaba así su día a día. No era tarea fácil.
Pensó en comprarse un perro, “me hará compañía”, se dijo. Pero pasaban los meses y no acababa de decidirse a hacerlo. Con ello ponía de manifiesto su prudencia, exquisita, equidistante, lejana, fría. Sin reparar en que era ella, esta prudencia maldita, una forma de cobardía, su compañera fiel, capaz de llenar y soportar su vida.

viernes, 29 de julio de 2011

Monjes y ermitaños (1).- Las razones de esta serie

Ya anuncié en mi entrada del 29 de junio mi intención de iniciar una serie sobre los monjes Cartujos. Pero ¿a quién puede interesarle hoy, en el mundo trepidante en que vivimos, algo así?  Yo creo que a mucha gente, quizá a todo el mundo, porque se trata de una interesantísima aventura humana. La cuestión está en escribirla bien, sin espantar a los lectores. Eso será lo que intente.

La década de los 1960 estuvo llena de acontecimientos extraordinarios, difíciles de olvidar. Yo recuerdo el día en que el astronauta Amstrong pisó la Luna, y aquel otro, tan trágico como el 11S, en que mataron a Kennedy. También el terremoto que asoló a Chile, lo cerca que se estuvo de una guerra mundial con la crisis de los mísiles en Cuba, la guerra del Vietnam y la primera reacción pacifista de alcance mundial que provocó, el movimiento hippy. Tampoco he olvidado al estrangulador de Boston, que mató a 13 mujeres, en un caso singular de doble personalidad. Ni el asesinato de Martin Luther King o la muerte en Bolivia del Ché. Aunque pasaron muchas cosas más de primera importancia.

Para mi desenvolvimiento personal fue también una época decisiva. Transcurrieron en los 60 mis años de universidad, en Madrid, muy lejos de mis padres y de todo lo que había sido mi vida hasta entonces. Me enamoré de verdad por primera vez, un amor platónico, irremediable e irresistible, correspondido por una mujer maravillosa y que culminó en una separación forzada por los que manejaban la voluntad de ella, tan trágica como la que se intentó con Romeo y Julieta, aunque en nuestro caso solo murieron las almas, que afortunadamente siempre son capaces de resucitar. Quizá como consecuencia de todo esto me salió a la luz una vena mística que me había acompañado, de modo más o menos subterráneo, desde mi infancia, cuando los jesuitas me enseñaron a experimentar lo que llamaban “la presencia de Dios”, siempre inesperada y sobrecogedora. Durante toda mi vida he buscado en los libros las soluciones a mis problemas, siendo ésta una limitación fundamental de mi carácter. De manera que, lleno de nostalgias amorosas, empecé a ratonear en textos que trataban lo místico; la literatura española no solo no está falta de ellos, sino que tiene a cumbres planetarias como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, a los que empecé a leer por entonces. Tardé muchos más años en conocer al gran Miguel de Molinos.

En tales circunstancias tuvo lugar por casualidad, como siempre sucede, un acontecimiento decisivo: cayó en mis manos un ejemplar de un libro extraño y hermoso que se llamaba “Estampas cartujanas”, escrito por un periodista de Bilbao, Antonio González, en el que trataba de la vida de los monjes cartujos del Monasterio de Santa María de Miraflores, en Burgos. Lo leí de un tirón y me fascinó. Sentí el deseo de conocer mejor a los cartujos, casi sentí, ¿por qué no?, una inclinación a considerar la posibilidad de hacerme monje. De manera que le escribí al padre prior de la Cartuja de Burgos, exponiéndole mis inquietudes y pidiéndole que me permitiera hacer vida con ellos durante algunas semanas. Me contestó enseguida, una carta amable en la que me indicaba que los cartujos tenían como norma no aceptar más visitantes que los que quisieran conocer mejor la orden ante la posibilidad de integrarse en ella, y que si estas eran mis circunstancias me esperaban tal día a tal hora para pasar dos semanas en la Cartuja.

Eso hice. Una tarde cogí el tren en la estación del Norte de Madrid con dirección a Burgos. Iba un poco asustado y conmovido. Era ya de noche cuando en mitad de la estepa castellana, en una pequeña estación sin nombre, subió al tren un pastor que se sentó a mi lado. El hombre se durmió enseguida con la cabeza apoyada en mi hombro, olía a ovejas y a romero y a sierra, yo no me atreví a despertarlo. Poco después llegamos a Burgos, me bajé del tren y el pastor siguió su rumbo hacia ninguna parte. Un taxi me llevó hasta el monasterio, en las soledades del campo, entre pinares. Me dejó en la puerta oscurísima de aquella noche sin luna. Todo era silencio. Toqué la campana de la entrada y el que tenía que abrirme tardó mucho tiempo en llegar.
Puerta de la Cartuja de Miraflores, con la iglesia al fondo

En esta serie contaré toda mi experiencia en la Cartuja, que me marcó para siempre. Reflexionaré también sobre esa gente que decide huir del ruido del mundo en busca de un silencio que le facilite encontrar a Dios, o en el caso de un agnóstico, a ese misterio inefable, sin respuestas prefabricadas, que todos los humanos necesitamos, en algún momento de nuestras vidas, con una urgencia inextinguible. 

jueves, 28 de julio de 2011

Posesión

En los años 40 del S.XX tuvo lugar una posesión del espíritu humano por el espíritu de la guerra. Hace unos días se han descubierto unas fotos del alemán Franz Krieger sobre este asunto terrible. Las buenas fotografías tienen una enorme capacidad de sugestión y revelación. Este es el caso de Krieger, que hizo un viaje al frente recién abierto por Hitler en Rusia, donde tomó muchas fotos de soldados alemanes y prisioneros rusos o judíos; también coincidió con el mismo Hitler en una estación de tren. De este conjunto de fotos impresionantes, he seleccionado tres que quiero comentar.



Hitler espera con su séquito en el andén de la estación de Mariemburg (entonces alemana, actualmente Malbork, en Polonia) al dictador húngaro, mariscal Miklos Horthy. Quiere convencer a Horthy de que meta a Hungría en la guerra, al lado de Alemania. 
La inmensa mayoría de los militares nazis que lo acompañan están vueltos hacia Hitler, en una señal corporal de subordinación. Hitler protege sus joyas de la corona, quizá porque no está seguro del final de esta reunión.
La sociedad alemana está ya, en ese momento, totalmente militarizada, el país convertido en una máquina de guerra. La obsesión de Hitler, el sumo sacerdote de ese espíritu malvado que ha poseído a Alemania, es vengarse de todo el que se ponga por delante de su rencor, ya sea el comunismo, los judíos, el capitalismo o las razas inferiores. Ira y soberbia, esos son sus dos vectores fuerza.



Mientras tanto, el fotógrafo Krieger recorre Bielorrusia en un autobús de los servicios de propaganda nazis, visitando el frente ruso y la retaguardia cercana. Ha tomado esta instantánea de un grupo de suboficiales alemanes que contemplaban, quizá desde lo alto de un castillo, el paisaje bucólico de un pueblecito frente a su lago. Me impresionan los rostros de estos hombres. Reflejan seguridad en sí mismos, agresividad contenida, una cierta sorpresa. Hombres en guerra, mucho más peligrosos que una manada de lobos, unidos por una camaradería disciplinada, lejísimos del calor de sus mujeres y sus niños.



Estos son tres soldados alemanes. Para verlos bien hay que concentrar primero la mirada en sus rostros: son hombres, gente humana como tú y como yo. Luego hay que examinar el entorno. Primero los cascos: encierran cerebros humanos bajo un designio malvado, el de matar, que les ha sido impuesto. Luego los correajes que ciñen sus cuerpos y que parecen los amarres que los mantienen prisioneros. Finalmente el águila-símbolo del ejército alemán, que es, en sus circunstancias, la única identidad, colectiva, que les está permitida.


Sería absurdo señalar a Alemania y los alemanes con un dedo acusador. Todos o casi todos somos Alemania, esa es la enseñanza que nunca deberíamos olvidar. Las fotos de guerra testimonian el acontecimiento que a lo largo de la historia ha sido capaz de unir más veces a los humanos en pos de un objetivo. Muestran la posesión de los hombres  por los espíritus del mal. Un endemoniado también es, a su manera, inocente.

 El único exorcismo posible es la enseñanza a los jóvenes de la noviolencia. Pero no mediante el adoctrinamiento en los colegios, sino con el ejemplo y la práctica. Como lo hicieron Jesús, el Buda, los cuáqueros, Gandhi, Martin Luther King, tantos otros desconocidos que han preferido tender la mano abierta antes que lanzar el puño cerrado. Poniendo su vida en ello.


Suprema ironía: la traducción al español del nombre del fotógrafo que nos hace pensar, Franz Krieger, es Pancho Guerrero.

martes, 26 de julio de 2011

Abusos y maltratos



Un amigo que se dedica al apoyo psicológico de niños con problemas me habla del síndrome de personalidad múltiple en adultos que han sido víctimas de abuso infantil. Lo que me refiere es su experiencia profesional. La mayoría de estos pacientes han desarrollado una doble personalidad, pero hay algunos que llegan a tener tres, cuatro o más personalidades distintas.
Se da este síndrome con más frecuencia en personas que cuando niños han sufrido abuso sexual profundo por parte de sus padres. A esos niños el mundo se les cae encima. Estaban preparados, como cualquier niño, para enfrentarse con las amenazas exteriores, pero contaban siempre para ello con una última barrera protectora, sus padres. Cuando esta barrera se convierte en la amenaza, al niño, que tiene una personalidad en formación, se le hunde todo. La única salida de algunos frente a este terror es desarrollar una personalidad alternativa, o varias, nacidas de su imaginación. Estas alternativas salvadoras siguen vigentes en personas mayores, hasta en ancianos. De pronto, el abuelo que está a tu lado empieza a actuar como un niño inocente que está viviendo una infancia feliz. O la madre de varios hijos se transforma en una sombra vengadora y cruel que quiere redimirse de la tragedia pasada castigándose a sí misma.  O muchas otras alternativas imaginables.

Mi amigo siente una fuerte lealtad personal hacia estas víctimas. Pero además se maravilla, al conocerlas, de la complejidad de la mente humana. Lo que creemos que es el centro de nuestra individualidad, nuestra psique o nuestra alma, puede desdoblarse en varias si las circunstancias la fuerzan a ello.

Me ha hecho pensar. He derivado lo que me ha contado hacia circunstancias menos dramáticas. Cuántos niños no han sufrido alguna forma de abuso, no necesariamente sexual, sino simple maltrato, por parte de alguno de sus padres. No puede haber nada más terrorífico que esto para un niño. Quien tú esperas que te defienda de la injusticia exterior, te maltrata injustamente. Y tu salida para superar este terror es la fantasía. Desplazas tu alma hacia un mundo imaginario en el que no existe esta violencia. Ese mundo imaginario, aunque no llega ni de lejos a convertirse en una doble personalidad, no se separará de ti en toda tu vida, recurrirás a él en muchas ocasiones, lo reencontrarás una y otra vez como el viejo amigo salvador.

Tantas manías caprichosas de tanta gente, tantos impulsos inexplicables, muchas leves excentricidades sin consecuencias mayores, pueden tener su origen en tétricas experiencias de maltrato infantil. En el fondo está esa maravilla imprevisible y complejísima que es la mente humana, de cuya naturaleza profunda lo desconocemos todavía, quizá siempre, ojalá siempre, casi todo. 

sábado, 23 de julio de 2011

Reloj de péndulo


Las vacaciones se van quedando atrás. Estos acontecimientos de cadencia anual te dejan siempre un rastro de melancolía, son las campanadas del reloj de tu tiempo de vida. Siendo tú el abuelo, las vacaciones familiares te hacen ver que eres ya el primero de la fila, pero a la vez te permiten disfrutar de los últimos, tus nietos. Los ves jugando y llegas a pensar que la niñez es el estado perfecto, la culminación de un ser humano en belleza, alegría y arrojo. Llegas a sospechar que vivir es recorrer una cuesta abajo y nacer es empezar a morir. Pero te das cuenta enseguida de que te estás poniendo trágico, esa tendencia tan tuya que forma parte de lo grotesco de tu persona. Porque nacer es empezar a vivir y vivir es renacer continuamente, en una secuencia que se repite como el estribillo de una canción. Ni lo malo ni lo bueno que te va llegando en la vida te lo mereces casi nunca del todo. Pero por suerte para ti, los malos momentos se te olvidan pronto, mientras que los afectos, los buenos sueños y las alegrías se te van convirtiendo, a medida que pasan, en memoria imborrable.

viernes, 22 de julio de 2011

Lecturas de vacaciones

Estoy leyendo dos libros durante las vacaciones. Uno es sobre parapsicología, el otro sobre el  partido comunista chino y su modo capitalista de gestionar ese inmenso país.

Rupert Sheldrake
El autor del primero, Rupert Sheldrake, es un científico inglés que se tiró al monte hace muchos años y desde entonces se ha caracterizado por su provocativa heterodoxia. Lleva el concepto físico de campo de fuerzas (electromagnético, gravitatorio) a un extremo desgarrador. Se hizo heréticamente famoso cuando postuló la existencia de campos mórficos (morphic resonance) para explicar la evolución de los organismos. Su tesis en el libro que estoy leyendo es que la mente desborda al cerebro, extendiéndose fuera del cuerpo, tanto en el espacio (lo que daría razón de la telepatía) como en el tiempo (lo que explicaría la anticipación del futuro). Sheldrake no escribe disparatadamente. Se sitúa muy lejos de los paradigmas científicos actuales, pero lo hace de una forma razonable y escéptica, proponiendo hipótesis que, por exageradas que parezcan, tienen todo el derecho a la existencia. Él postula una suerte de “campos mentales” (la mente extendida) que, en lejana analogía con los magnéticos, mediarían algún tipo de relación mental entre individuos humanos muy alejados en el espacio o en el tiempo. No me disgusta leer de vez en cuando libros así, que ponen en cuestión todo lo establecido y escandalizan a las cabezas conservadoras. Creo que es sano hacerlo. Además, Sheldrake escribe bien y me interesan todos los aspectos puramente fenomenológicos de la telepatía, que el libro presenta exhaustivamente. Porque la telepatía sí es algo que me tomo en serio. Su existencia no está probada científicamente, pero tampoco lo estaba la existencia de los campos electromagnéticos en los tiempos de Newton, ni la de los campos gravitatorios en los de Galileo. La ciencia debería tener siempre una ventana semiabierta a lo misterioso, a través de la cual los científicos puedan mirarlo, siquiera sea de reojo. A mí me basta con ver volar un bando de palomas, sus evoluciones tan precisas, su coordinación instantánea, para empezar a soñar despierto.

Miembros del Comité Permanente del Politburó en el XVII
Congreso del Partido Comunista Chino (2007).
Forma parte de la uniformidad que todos los que lo tengan
cano se tiñan el pelo.
El libro sobre la China de hoy está escrito por un buen periodista, Richard McGregor. Pone de manifiesto muy claramente cómo, en aquellos años 1990 en que el comunismo se derrumbaba por todas partes, los chinos, con mucha inteligencia y sangre fría, consiguieron salvarlo. Lo que han montado es un partido comunista que mantiene un control férreo de toda la complejidad económica china, plenamente abierta al capitalismo más ortodoxo.  ¡Quién lo hubiera pensado!, la combinación de un comunismo político con un capitalismo económico, sin duda la amenaza más seria con la que se enfrentan las democracias liberales al viejo estilo occidental. Menos mal que los chinos, siempre bajo la influencia del sabio Confucio y una vez olvidado Mao Ze Dong, son gente moderada, capaz de distinguir entre todas las muchas modalidades del color gris, cuyos extremos son, precisamente, el blanco y el negro de los intolerantes.

jueves, 21 de julio de 2011

Machis de Chiloé (y 6).- Cuestiones de género

El universo chamánico está lleno de realidades espirituales. Animales, plantas, ríos, montañas, todos los componentes de nuestro entorno físico, del plano central del universo en el que vivimos, tienen su espíritu. El plano inferior de este universo, el inframundo, también está lleno de realidades espirituales, las más de entre ellas con tendencia a la malevolencia. Como lo está el plano superior, el del supramundo, donde además de los dioses hay muchas realidades espirituales  benevolentes. Los espíritus de los muertos vagan a su vez por todos estos entornos.

En un universo así, un individuo humano puede tener múltiples almas, es decir, albergar múltiples realidades espirituales. Además del alma por antonomasia, esa que es el asiento de la conciencia, se han propuesto en distintas culturas chamánicas  categorías de alma adicionales, algunas de ellas con gran contenido poético, como el alma-sombra, que se revela por la fuerza de la luz del Sol, o el alma-reflejo, a la que, como Narciso, vemos cuando nos asomamos a una laguna escondida; las dos nos muestran algo de nuestra condición de personas, que sin su ayuda seríamos incapaces de ver.

La concepción de que el alma o las almas acompañan al cuerpo pero no tienen una ligazón indestructible con él, resulta en la creencia en la inmortalidad, una vida espiritual después de la muerte. También está en la base de la transformación que el candidato a chamán tiene que experimentar para llegar a convertirse en chamán. Tiene que morir, incluso en su cuerpo de alguna manera incomprensible, para renacer como chamán, y en este renacimiento su espíritu o su conjunto de almas han experimentado una profunda transformación y ya no son lo que habían sido antes.

Dentro de esta cosmovisión chamánica, en la que lo espiritual, que no lo material, es el asiento último de la realidad, el género al que un individuo humano pertenece también tiene su interpretación. El chamanismo diferencia el género del sexo. El sexo es una condición material, que viene determinada por la presencia en el individuo de órganos sexuales que tienen que ser masculinos o femeninos, salvo en los rarísimos casos de hermafroditismo. El género es una condición espiritual; hay cuatro géneros fundamentales: masculino, nomasculino, femenino y nofemenino. El género nomasculino se correspondería, en nuestro lenguaje actual, con la homosexualidad masculina, el nofemenino con la femenina, aunque ambas condiciones van, en el chamanismo, mucho más allá de lo que es una simple inclinación sexual.

Pareja de berdaches Navajos, una etnia amerindia
 del SW de USA
Llego por fin al núcleo de lo que quiere ser la entrada que hoy escribo. ¿Qué relación hay entre el género a que se pertenece y la posibilidad de llegar a ser un chamán? Cualquier género puede devenir en  chamán. En el chamanismo siberiano abunda los chamanes tanto masculinos como femeninos, también en el chamanismo mapuche de los/las machis, al menos en el de los tiempos antiguos. Pero hay una característica singular, presente en la mayoría de las culturas chamánicas, desde luego en la mapuche, que consiste en la predilección del género nomasculino para ser chamanizado. No voy a entrar en ofrecer explicaciones razonables para este fenómeno, que desbordarían mis escasos conocimientos. Pero en lo que conocemos del chamanismo mapuche más reciente, los chamanes más abundantes son nomasculinos o femeninos. En las culturas chamánicas de Norteamérica , el sesgo hacia los chamanes nomasculinos es todavía más pronunciado. Y en la inmensa mayoría de las culturas chamánicas siberianas están presentes los chamanes nomasculinos. Tan universal es el fenómeno que los antropólogos han dado a los chamanes nomasculinos el nombre de variante de género (gender variant), también el de Berdache, derivado del español Bardaje, que significa sodomita paciente, y que fue el apelativo que inicialmente les dieron los conquistadores españoles.

Me remito al interesante trabajo de la antropóloga chilena Ana Mariella Bacigalupo para un conocimiento más completo de este tema.

En los tiempos antiguos, los/las machis salvaguardaban totalmente a las comunidades mapuches a las que servían. Para ello desempeñaban múltiples roles, de los que dos más importantes eran defenderlas de sus enemigos y sanarlas. De ellos se derivaban dos especialidades, el chamán guerrero y el chamán sanador. El primero acompañaba a los hombres en expediciones militares, un papel que desempeñaban bien los machis nomasculinos. El chaman sanador solía pertenecer al género femenino, era una machi. Cuando en el S. XVII los españoles desistieron de doblegar a los mapuches, todavía abundaban los machis nomasculinos, de cuya presencia también es testigo, en el S. XIX, Tomás Guevara, que describe la situación de los mapuches cuando acaban de ser doblegados militarmente por el ejército chileno. Después y hasta el día de hoy, solo hay referencias de machis femeninas, quizá porque la actividad guerrera ha cesado, o porque una cierta intolerancia contra el berdache va apareciendo en una sociedad mapuche que no puede evitar cristianizarse, siquiera parcialmente. Son las machis quienes desempeñan actualmente  un rol, no solo de sanadoras, sino también de conservadoras y protectoras de la cultura mapuche. Larga vida y mucho éxito tengan en estas tareas.

Termino aquí la serie de entradas que he llamado “Machis de Chiloé”, centrada fundamentalmente en los orígenes y las características básicas del chamanismo mapuche, una de las muestras mejor conservadas del chamanismo planetario, ese importante movimiento espiritual que está en el origen de lo religioso. No he hablado nada de las machis de Chiloé, porque no las conozco, pero sí creo haber hecho la introducción que necesito para, el día que esté frente a alguna de ellas,  comprenderla mejor y respetarla.

martes, 19 de julio de 2011

La felicidad

Pasando unos días de vacaciones con hijos y nietos. Estos, tan fascinantes…

 Los niños aspiran a ser felices, creen que se puede ser feliz y lo experimentan continuamente en sus juegos y fantasías. Esto es lo que más los diferencia de los adultos, que creemos que la felicidad no es un estado de ánimo, sino una aspiración nunca alcanzable del todo.

Cuando la felicidad, como los niños nos demuestran, está hecha de chispas en la noche, efímeras, inextinguibles, sencillas, asequibles.

sábado, 16 de julio de 2011

Apariciones

Hay un momento cada día en que no puedes evitar ponerte frente a ti mismo. Por la mañana, cuando te lavas los dientes ante el espejo del cuarto de baño, te ves, te observas y muchas veces hasta te enjuicias. Casi siempre que lo haces tu veredicto es favorable: te gustas, al menos te comprendes, justificas tus comportamientos, para los que siempre tienes tus motivos íntimos, secretos. Algunas veces pueden llegar a preocuparte los levísimos, pero significativos, signos sobre tu rostro del paso de tu tiempo de vida. Pero sabes que eso no es culpa tuya, de modo que lo asumes sin turbarte.

Pero esta mañana me he tropezado con un acontecimiento excepcional. Por unas décimas, quizá centésimas, de segundo, he visto sobre mi hombro izquierdo, que aparenta ser el derecho en mi imagen especular, una especie de mono pequeño que me miraba con sus ojillos brillantes.

¿Lo he visto o lo he imaginado? Es igual. Enseguida he comprendido que el monito en cuestión era uno de mis demonios particulares, uno de esos diez o doce que integran la parte mala o malvada o maligna de mí mismo. Temo que se haya dejado ver para burlarse de mí y, a la vez, hacerme comprender que nunca podré librarme de su presencia.

He reflexionado. Lo peor de ti mismo está tan íntimamente encarnado en tu persona que te es casi imposible verlo, ¿quién puede verse su propio ojo? Solo lo consigues cuando, como esta mañana, decide demostrarte su autoridad.

Eso malo de ti mismo adquiere muchas formas distintas, aprovecha muchas oportunidades insospechadas, te tiende trampas, te sorprende o te engaña. No se atiene a reglas fijas.

Pero puede afirmarse que hay un componente que siempre está presente en su forma de actuar, que es la tuya, no lo olvides. Cuando tienes que elegir, lo general siempre toma precedencia sobre lo particular, lo abstracto sobre lo concreto. Al menos en tu caso, cualquier maldad necesita para justificarse de una generalización.

Aunque no sea nada más que por esto, ten muchísimo cuidado con las abstracciones, piénsatelo bien antes de dejarte llevar por ellas.


jueves, 14 de julio de 2011

Machis de Chiloé (5).- Las machis como sanadoras

A partir de esta entrada en mi serie sobre las machis, empezaré a escribir más específicamente sobre ellas. Ya advertí al principio que jamás he conocido ni visto a una machi de cerca. Sin embargo, es mucho lo que puede leerse sobre las machis y yo, desde la distancia que separa a España de Chiloé, me comprometí a hacer este trabajo previo de digestión de la literatura. También se puede discutir y elucubrar  sobre los aspectos universales de lo que las machis hacen y representan.

Empezaré hoy con el tema de la sanación. Una machi es, por encima de todo, sanadora. La gente acude a las machis, principalmente, para ser curada de sus dolencias. Que lo son a su vez casi siempre del cuerpo, pero que también pueden serlo del alma, o la psique. Que incluso a veces las que aparentan ser solo somáticas son también psicológicas.

Sanación es, según el diccionario, la acción de sanar, y sanar es restituir a alguien la salud que había perdido. Para conseguir esto una machi utiliza las siguientes herramientas:

1).- Sus capacidades premonitorias (telepáticas), que le permiten hacer un diagnóstico del mal que afecta al paciente. Muchas veces le basta un examen organoléptico de la orina, pero esto puede ser, en parte, simple apariencia. Algo parecido al caso de una mujer que conocí en España, de oficio similar al de las machis, que aquí se nombra como curandera o adivina, de la cual ya he escrito en entradas anteriores. Cuando iniciaba una sesión con un paciente, le echaba las cartas; me confesó que ella no creía en las potencias adivinatorias del Tarot, y que simplemente lo utilizaba como un puente que le permitía iniciar un diálogo con el paciente en el curso del cual, con las capacidades psicoanalíticas y telepáticas que ella tenía, podía ir averiguando muchas cosas necesarias para poder ayudarlo.

2).- Sus conocimientos de medicina natural, en particular de curación mediante los principios activos con poder terapeútico que contienen las plantas.

3).- Sus capacidades de sugestión, de influencia directa sobre la psique del paciente. Una machi, como cualquier otro chamán, suele tener una fuerte personalidad. Para llegar a ser machi tiene que aceptar, como consecuencia de una enfermedad o de sueños terribles, que los espíritus la llaman a esa condición, y ponerse en camino hacia ella, lo que implica una transformación interior (un morir y un renacer) que puede ser muy dolorosa. Luego tiene que encontrar a una machi sabia y prestigiosa que le enseñe todos los conocimientos ocultos de su oficio, que invertir un dinero que muchas veces no tiene en esta educación y en su propia consagración como machi, que correr el riesgo de que la comunidad a la que quiere servir no confíe en ella, etc. Todo esto implica mucha fuerza de voluntad y mucha fe en sí misma y en esos espíritus que la han elegido. Lo que se traduce en una alta capacidad de sugestión y de convicción, que cuando aplicada a sus pacientes puede tener, por sí misma, efectos sanadores.

Emplearé el resto del espacio de esta entrada en aportar argumentos que ayuden a comprender lo que quiero decir respecto a las capacidades psicológicas que pueden tener las machis para sanar a los enfermos.

La medicina científica, una de las mayores construcciones intelectuales de la civilización occidental, cura enfermedades. La medicina chamánica, como otras medicinas tradicionales, sana enfermos. La diferencia de enfoque entre ambas es enorme, aunque hay médicos científicos que cuidan el aspecto sanador de su profesión, lo mismo que hay médicos chamánicos capaces de descubrir, mediante la experimentacón, nuevos principios terapeúticos de las plantas. Gregorio Marañón dejó acuñada una frase que define a los médicos científicos con talante de sanadores : “No hay enfermedades, sino enfermos”.
De manera que la lucha contra la enfermedad y la sanación del enfermo, no solo no están reñidas, sino que muchas veces deben ir juntas. Viajando yo en los 1980’s por Mali, me enteré de que el gobierno chino había enviado muchos médicos a este país africano, que trabajaban en “la brousse”, es decir, en la sabana sahariana o saheliana, con una gran carencia de medios técnicos y hospitalarios. Estos médicos tenían un alto prestigio entre la población porque, según me decían, practicaban tanto la medicina china natural (acupuntura, hierbas, etc) como la medicina científica, lo que les daba una gran potencia de sanación.

La conexión entre mente y cuerpo es sin duda muy íntima, aunque no se haya avanzado apenas en su conocimiento científico. Tengo un amigo que es médico anatomopatólogo en un hospital español. La medicina que él practica es 100% científica, ya que en su especialidad, que consiste en examinar cortes histológicos y cadáveres, no existe relación directa con el enfermo, es decir, no cabe la sanación. La mentalidad de mi amigo es absolutamente científica, tampoco cree en nada trascendente. Sin embargo, él me ha manifestado su sorpresa por un hecho que se da a veces en las autopsias que tiene que realizar a los cadáveres de pacientes que han muerto en el hospital. Algunos que ingresaron afectados por tumores muy avanzados o por una enfermedad cardiovascular irreversible  o cualquier otro proceso patológico incurable, y que han muerto, cuando examinados en una autopsia no muestran ninguna causa anatómica que justifique esta muerte: el corazón no está infartado, hígado, pulmones y otros órganos vitales mantienen su funcionalidad, etc. Posiblemente han muerto por un paro cardíaco para el que es imposible encontrar una causa fisiológica. Todo acontece como si estos pacientes hubieran decidido morirse, quizá inducidos a ello desde unas mentes que habían  perdido la esperanza, y con ella la voluntad de vivir. La recíproca podría ser cierta: la voluntad de vivir es capaz de ayudar al cuerpo en su lucha puramente somática contra la enfermedad.

Un organismo es un todo. La medicina científica ha abordado este todo con una aproximación reduccionista, la misma que se ha aplicado en toda la ciencia experimental, desde Descartes. Este abordaje ha tenido un tremendo éxito, pero el todo orgánico del individuo humano sigue estando ahí, todavía incomprendido aunque vivo y sano gracias al buen funcionamiento de sus homeostasis y sus sofisticados mecanismos de defensa. El cerebro, o la mente, participan naturalmente de estas autorregulaciones. Un cuerpo sano coexiste con una mente optimista, un cuerpo enfermo con una mente angustiada, estableciéndose así una conversación permanente, en las dos direcciones, entre el soma y la psique.

Muchos tumores se producen por mutación en un gen determinado. Las frecuencias de mutación en sitios específicos del DNA de un gen tienen una frecuencia espontánea del orden de 10-8, lo que significa que en una población de 108 células, una suele ser mutante, por tanto, en el ejemplo que estoy poniendo, cancerosa. Pero en el cuerpo humano hay 1014 células. De acuerdo con las cifras anteriores, hasta 106 células de un  cuerpo humano podrían estar mutadas a cancerosas en un momento determinado. Aun aceptando que esta estimación pueda ser exagerada, la conclusión inescapable es que a lo largo de la vida de cualquier individuo humano, miles de células se convierten una a una, en distintos momentos y órganos del cuerpo, en cancerosas. Si no terminan derivando en tumores es porque los mecanismos internos de defensa del organismo, el sistema inmunitario y otros, neutralizan a las células cancerosas antes de que los microtumores incipientes alcancen un tamaño que convierta su crecimiento en irreversible. Pero la eficacia de estos mecanismos de defensa puede depender del tono vital del organismo, un concepto vago que hace referencia a la eficacia de sus mecanismos internos de homeostasis y autorregulación. Tono vital que sin lugar a dudas está sometido a influencias tanto somáticas como psicológicas: un resfriado “baja tus defensas”, como se suele decir, pero también lo hace una depresión o un estado de angustia.


La medicina científica lleva años investigando las conexiones entre el sistema inmunitario y el cerebro, habiendo cristalizado estos esfuerzos en una disciplina a la que se ha dado el nombre de Psiconeuroinmunología

Es al nivel psicológico donde una machi, con su fuerza mental, suficiente para influir sobre la voluntad de su paciente, estimulándolo, sugestionándolo y quizá hasta subyugándolo, puede ejercer una acción sanadora. No cura la enfermedad, pero contribuye a la sanación del enfermo, convenciéndolo de que es él, con la ayuda de los espíritus hasta los que la machi ha viajado, quien puede sanarse.


Una célula cancerosa (la masa de forma irregular y muy espiculada  señalada con la flecha celeste) ha sido identificada por dos macrófagos (células blancas más pequeñas, señaladas por las flechas amarillas). Los macrófagos, que forman parte del sistema inmunitario, inyectan toxinas en la célula cancerosa y la matan.
Las células todavía más pequeñas con forma lenticular son glóbulos rojos. Tomada de ref 

martes, 12 de julio de 2011

Tormenta sobre el Euro



Una tormenta estremece a Europa. Gira alrededor de la compraventa en los mercados financieros de deuda emitida por algunos estados de la Unión Europea (España e Italia ayer, Irlanda, Grecia y Portugal antes). Los países en cuestión se ven obligados a pagar el dinero que piden prestado en estos mercados, el cual  necesitan para cubrir sus déficits presupuestarios, a unas tasas de interés muy altas, difícilmente soportables. El Banco Central Europeo ha intentado ayudar a los países afectados, pero la presión de los mercados es muy fuerte, los recursos del BCE no son infinitos y, suprema ironía, compradores importantes en estos mercados de capitales proceden de otros países de la Zona Euro, como Alemania y Francia, o de la Unión Europea, como Gran Bretaña. Se ha dicho siempre que el dinero no tiene patria ni corazón, pero sí tiene dueños.  Por eso la crisis que está teniendo lugar no lo es solo de los países afectados, ni siquiera del Euro. Es una crisis de la Unión Europea, por lo tanto de Europa y por elevación del Occidente democrático que practica en sus negocios el libre mercado. Su alcance es considerable y por ello preocupa, o debería preocupar, al mundo entero.

¿Qué factores la han originado? Por lo menos hay tres más importantes:

1).- Lo que se ha llamado la codicia de los mercados, con razón, porque los mercados no solo quieren ganar un interés razonable, también quieren reducir a cero los riesgos de perder y quieren ganar, cuando la ocasión llega, muchísimo más de lo razonable, entrando de lleno en el terreno de la usura. Pero los mercados no son solamente codiciosos. Además son racionales y fríos como el hielo. Castigan a los que de una forma u otra lo merecen, jamás se ensañarán con un pobre pobrísimo, eso no les interesa, pero sí con el que tiene algo que perder y no ha sabido, en la guerra implacable de las finanzas, defenderlo adecuadamente. Desde una perspectiva evolutiva, este castigo de los torpes eleva la eficiencia del conjunto, por muy despiadado que resulte. Visto así, los mercados hacen justicia. Por poner un ejemplo, ayudan a los chinos a salir de su miseria a la vez que obligan a los europeos a enfrentarse con su decadencia.

2).- Porque Europa pierde competitividad frente a China y otros muchos países emergentes, ahora que las reglas del juego económico son las mismas para todos. La globalización de las finanzas y del comercio iguala. En la medida en que Europa se encoge y ve amenazado su ejemplar Estado del Bienestar, India, China, Brasil, otros muchos países, ven aumentar sus niveles de vida. No cabe duda de que hay mucha injusticia detrás de todo esto, sobre todo en lo político y lo social, donde las reglas del juego no son las mismas para todos. Pero no debemos engañarnos; siguiendo con el ejemplo anterior, a pesar de que China es, sabiamente camuflada, una dictadura leninista, los chinos han aumentado mucho su libertad y su bienestar. Esta es una lección que debería aprender rápidamente la izquierda europea de siempre, y en especial la izquierda joven. Hoy no es lícito ni razonable ni siquiera posible ser de izquierdas si no es de un modo internacionalista. Solo sobrevivirá la izquierda europea que vea más allá de las fronteras de los viejos países caducos en los que se ha nacido. Aunque cada uno quiera a su país como a una madre.

3).- La Unión Europea, que de Unión tiene poco más que el Euro y un cuerpo de funcionarios en Bruselas, está sumida en una grave crisis política. Faltan políticos con talla de hombres de estado, que sean capaces de decir la verdad a sus ciudadanos sin miedo a perder las elecciones, y de liderarlos por caminos nuevos hacia esperanzas nuevas. Falta también una nueva idea de Europa, que recoja todo lo mucho salvable que hay en la vieja, pero que sea capaz de abrazarse con África y con Latinoamérica en un abrazo de sangre, no de negocios,  que abra las puertas de Europa para rejuvenecerla, dándose así un paso más hacia la raza cósmica, superadora de tantas diferencias injustas.  

¿Cómo me atrevo a hacer esta crítica? Yo, que vivo bien, sin grandes problemas, habiendo además agotado muchas de mis posibilidades de hacer algo.
Pues me atrevo porque en realidad no es una crítica lo que estoy haciendo, sino un examen de conciencia, una confesión, una acusación y una provocación. Todo eso junto.

sábado, 9 de julio de 2011

Machis de Chiloé (4).- Chamanismo

Arqueología y genética han probado que el poblamiento de América se hizo desde el NE de Asia, probablemente en dos etapas: en los máximos de la última glaciación, hace entre 25.000 y 30.000 años, un grupo de humanos del Paleolítico siberiano quedó atrapado por los hielos en Beringia, donde sobrevivió durante varios miles de años, sin poder volver a Asia o penetrar en América; hace unos 20.000 años, cuando la glaciación empezó a declinar pero el deshielo no había sido todavía suficiente para que el mar invadiera el estrecho de Bering, estos beringios emigraron rápidamente hacia el Sur, a lo largo de las costas americanas, llegando hasta la latitud de Chiloé en menos de 5.000 años.

Este parentesco genético e histórico entre asiáticos y americanos, ¿ha dejado algún rastro cultural en América, capaz de persistir hasta nuestros días? Sí. Este rastro es el chamanismo, una forma muy antigua de religión que a pesar de todas las vueltas y revueltas que ha dado la historia en los 15.000 años transcurridos, se sigue practicando por amerindios y siberianos en pleno siglo XXI.


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Chaman siberiano dibujado en el S. XVII por el explorador holandés Witsen

Durante casi 2.000.000 de años, desde que, separándose de los grandes simios, emergió el género Homo, hasta que hace 200.000 años éste cristalizó en la especie Homo sapiens, tuvo lugar un largo proceso de evolución biológica: bipedalismo, cambios en la estructura de la mano, con oposición del dedo pulgar a los otros cuatro, desarrollo del neocortex cerebral, cambios anatómicos en la laringe que hacen posible la emisión de sonidos complejos, etc. Culminadas  todas estas innovaciones anatómicas, se dispara en el Homo sapiens un rapidísimo proceso de evolución cultural, en el que estamos todavía inmersos: el cerebro humano es capaz de idear símbolos abstractos correlacionados con objetos reales, la laringe humana permite que algunos de estos símbolos se expresen en sonidos complejos, de este modo nace el lenguaje, haciendo posible la acumulación y transmisión de conocimientos que se concretan en culturas. A partir de este momento, se establece una separación neta entre los humanos y el resto de los animales, más aún, el conjunto de la naturaleza. Los humanos, simbolizados por la Biblia en Adán y Eva, se convierten en reyes de la Creación y terminan siendo expulsados del Paraíso, es decir, perdiendo la inocencia que hasta entonces los había mantenido unidos al resto de los animales.
Enterraniento de un Homo neanderthalensis
  en la cueva de Kebara, Israel.
Homo sapiens aplica desde muy pronto su capacidad de idear símbolos y conceptos abstractos a la investigación de un problema que lo obsesiona, el de la muerte. El humano sufre con la muerte de sus seres queridos, particularmente cuando estos son niños, que por ley biológica no deberían morir. La muerte se le hace intolerable y este hecho, unido a la pérdida de la inocencia ya citada, es lo que define la condición humana. Para mantener viva la memoria de los que han muerto, el humano los entierra haciendo uso de un ceremonial funerario. Este enterrar a los muertos es posiblemente el primer rito que los humanos inventan, mucho antes que la magia. La prueba está en que, proporcionalmente,  hay más vestigios de enterramientos en los yacimientos prehistóricos del Paleolítico que en los del Neolítico, siendo este último un período más avanzado en el proceso de humanización. También algunos hallazgos arqueológicos sugieren que no solo Homo sapiens, sino también Homo neanderthalensis, enterraba ya a sus muertos. Y por cierto, muchos de estos primeros  enterramientos lo son de niños o jóvenes, casi nunca de viejos.
Como la muerte le es intolerable y para mantener viva su esperanza, el humano se convence de que tiene que haber algo más allá de la muerte. A esto le ayuda también la realidad de su mundo onírico, la existencia, en ese reino de la fantasía que son los sueños, de figuraciones, premoniciones , revelaciones y sentimientos, muchas veces más intensos que los que se tienen cuando bien despierto. De aquí al descubrimiento de las realidades espirituales hay un solo paso. La construcción de un mundo de espíritus es, junto con la del lenguaje, las dos columnas sobre las que se basa el extraordinario progreso cultural del humano primitivo.

Enterramiento de un Homo sapiens en el yacimiento paleo-
lítico de Lepenskivir. Lo acompañan algunos grandes huesos
 de bisonte, quizá formando parte de un ceremonial funerario.
Los humanos descubren la religión. La primera construcción religiosa es el animismo, que impera todavía hoy en las sociedades más primitivas. El mundo y un más allá del mundo están llenos de espíritus. Todo lo que el humano percibe con sus sentidos tiene un espíritu: los animales que caza, los ríos en los que pesca, los arroyos de los que bebe, las rocas, los montes que a veces revientan airados en volcanes, los océanos, el cielo estrellado, yo, tú, él y ella, todo, absolutamente todo, tiene su contrapartida espiritual. También los muertos. Los espíritus de los muertos salen de sus enterramientos cuando se hace de noche, lo que aterroriza a los vivos, que no osan salir de sus chozas y poblados, protegidos por empalizadas y barreras de espinos. Estos sentimientos animistas, tal y como siguen vivos en el África de hoy, los ha descrito magistralmente el gran periodista polaco Kapuscinski en su libro “Ébano”: ese blanco de los ojos africanos que empieza a llenarse de nubes de terror cuando la noche los coge en despoblado.

Habría mucho que escribir sobre todo esto, pero tengo que limitarme a lo que me parece imprescindible.

El siguiente paso esencial en el desarrollo religioso de la humanidad es el chamanismo. Un paso gigantesco,  una tremenda aventura espiritual. Poniendo a toda máquina su capacidad de abstracción, los chamanistas desarrollan una cosmovisión que les permite trazar un mapamundi de los espíritus, apoyada en una idea de Dios, aunque la presencia de éste sigue siendo todavía secundaria, lejana.  La figura del chamán, que puede ser varón, mujer  o varón trocado en mujer, es esencial en el chamanismo. El chamán es simplemente el intermediario necesario entre los humanos y los espíritus. No es un sacerdote, sino un compañero de viaje, un embajador, un mediador. El mundo de finales del Pleistoceno, ése en el que impera el Paleolítico y donde los precursores de los amerindios están ya prisioneros de los hielos en Beringia, es un mundo chamanista.

Rewe ceremonial usado por las machis mapuches para aislar-
se del plano del mundo real, elevándose al eje del mundo. A
su derecha, un retoño de canelo, el árbol sagrado.
Mircea Eliade es el gran historiador de las religiones que nos revela la importancia central del chamanismo en la evolución religiosa de los humanos. La cosmovisión chamánica divide el universo en tres capas o planos, engarzados por un eje central, el Axis mundi. El plano superior es el de los dioses y los espíritus benevolentes, el intermedio el de nuestro mundo, el inferior el de los espíritus malevolentes, aunque esto es una simplificación que tiene sus matices, pues benevolencia y malevolencia son en la mayoría de los espíritus relativas, y como en los humanos, pueden coexistir. El chamán es un elegido por espíritus poderosos para llegar a serlo, pero su aceptación tiene que ser voluntaria, y pasa por una transformación profunda y dolorosa, que termina en un renacimiento, ya como chamán. La comunicación del chamán con los espíritus tiene lugar en lo que Eliade llama un “estado alterado de conciencia”, una suerte de éxtasis, facilitado por los elementos ceremoniales de la intervención chamánica. Entre estos pueden estar sustancias alucinógenas de origen vegetal, también estímulos musicales, producidos típicamente con el tambor ceremonial, y un relativo aislamiento físico (el chamán cubre sus ojos o se sube a una especie de escalera empinada que simboliza al árbol cósmico o eje del mundo). Una vez situado en este trance, el chamán viaja por los diferentes planos cósmicos al encuentro de los espíritus, particularmente de los relacionados con la encomienda que le han dado los humanos que, confiando en sus poderes, buscan una curación o una iluminación particular (adivinación). Valga esta síntesis apretadísima de lo que el chamanismo significa, pues en un blog no se debe llegar más allá, aunque en próximas entradas desarrollaré más algunos de estos temas.

Todo lo escrito hasta ahora en esta entrada ha sido una introducción necesaria a la afirmación fundamental que la entrada contiene: hay una proximidad asombrosa entre la fenomenología del chamanismo siberiano y la del chamanismo mapuche, es decir, entre cómo se comportan los chamanes siberianos y cómo lo hacen las machis mapuches o williches, también entre las cosmovisiones y cuerpos doctrinales correspondientes. Esta proximidad habla  a gritos no solo de un origen común, también de un parentesco estrecho.
Izquierda: mujer chamán siberiana. Centro: hombre chamán siberiano. Derecha: mujeres machi mapuches.

Los datos arqueológicos sugieren que en los finales del Pleistoceno, que se corresponden culturalmente con el Paleolítico, el Chamanismo se extendía como religión predominante por todos los territorios ocupados por Homo sapiens. Pero la evolución cultural de éste continuaba a un ritmo trepidante. Acabada la era glacial, el Paleolítico dio paso al Neolítico, que trajo en los valles de los grandes ríos de latitudes medias (Tigris, Eufrates, Indo) la revolución agrícola y el nacimiento de la vida urbana. En el mundo neolítico el chamanismo va siendo desplazado por formas religiosas más estructuradas; aparece la figura del sacerdote, intermediario de los dioses, que desplaza al chamán, intermediario de espíritus mucho más próximos.
Pero amplias regiones situadas en la periferia de los grandes centros neolíticos, como pudieron ser Europa Occidental y desde luego toda el Asia continental, la de las inmensas estepas, taigas y tundras, así como la América de los paleoindios, se mantienen en una cultura cazadora/recolectora cuyo soporte religioso sigue siendo el chamanismo. Los beringios que pueblan América a lo largo de la costa pacífica son chamanistas, y este chamanismo llega con toda su fuerza hasta el extremo Sur, el de los pueblos mapuches y williches, donde ha perdurado hasta hoy, así como en Siberia, con todas sus esencias originales.
Ello a pesar de muchas dificultades. En particular, de la neutralización ideológica aplicada en Siberia y China por el budismo y el comunismo, y en América por el cristianismo.

Este chamanismo mapuche/williche nos trae aquí, en el Sur de Chile y hasta nuestros días, unos valores religiosos que en buena parte del mundo se han perdido. Podemos oler su perfume y captar sus contenidos de Verdad, particularmente potentes en lo que se refiere a la relación fraternal de los humanos con el resto de la naturaleza. Pero de esto, que es tan importante, seguiremos tratando en próximas entradas.

Machi mapuche y chamán siberiano de nuestros días.

viernes, 8 de julio de 2011

La ironía de Miguel Brieva

Miguel Brieva es un dibujante de cómics pero no un fabricante de chistes. Las dos viñetas que presento hoy, procedentes de su “Enciclopedia Universal Clismón”, no provocan la risa, mucho menos desatan la carcajada. Necesitan una reflexión, de la que se deriva como mucho una sonrisa, que quizá llegue a tener un tinte de tristeza. 





La pareja de la primera viñeta ve cómo el suelo está a punto de hundirse bajo sus pies. Hasta ve el instrumento de este desplome, un serrucho. Pero en tanto el suelo permanezca firme, ellos solo sienten curiosidad. Confían en que la televisión terminará aclarándoles, en el telediario de la noche,  lo que está pasando.




El ejecutivo comercial que intenta venderle planchas a los clanes escoceses enfrentados en una batalla inminente, solo piensa en la tarea que debe llevar a cabo y en el mercado potencial que tiene por delante (y por detrás). Lleva su particular idea del mundo incorporada antes sus ojos y en su cerebro. La realidad de los escoceses en lucha es para él accidental, irrelevante. Es incapaz de verla.

Todo esto no pasa porque la gente sea tonta. Sino porque en lo hondo, muy en lo hondo de sus conciencias, están convencidos de que ellos no pueden organizar, mucho menos arreglar, el mundo

jueves, 7 de julio de 2011

Más sobre Nafisatu Diallo

Una enviada especial del diario Le Monde, Marion Van Renterghem, entrevista en Nueva York a  Susan Xenarios, directora del Crime Victims Treatment Center, del hospital St Luke’s-Rooselvet, en Harlem, Manhattan. Fue Xenarios quien primero examinó a Nafisatu Diallo, llevada hasta el hospital el sábado 5 de mayo por policías del NYPD, algunas horas después de que Nafisatu denunciara a Strauss-Kahn por intento de violación.

Hace cuarenta años que me dedico a esto y nunca, nunca, he visto una historia parecida”, dice Xenarios, “el frenesí mediático, las filtraciones a la prensa, la investigación en sí misma… todo es una insensatez”.
La Sra Diallo llegó aquí en estado de shock, muy conmovida, muy afectada”, dice Xenarios, “estaba claro que, cuando llegó a nuestra sala de urgencias, no sabía quién era la persona que la había agredido . Era capaz de hablar y se mostraba dispuesta a cooperar”.

La directora del CTVC, un centro que acoge esencialmente a víctimas de delitos sexuales y violencias domésticas, rehúsa dar más detalles, pero añade:
No he puesto en duda su testimonio. Y nuestro equipo está constituido por personas formadas y muy experimentadas en escuchar a personas que han sido violentadas. El veredicto final de los procesos que tienen lugar se corresponde generalmente con nuestros diagnósticos”.

 A Xenarios le parece normal que Nafisatu Diallo entrara en otra habitación, la 2820, inmediatamente después de su presunta violación en la 2806, porque en momentos así la persona recién violada experimenta una tremenda confusión y está aterrorizada, literalmente no sabe qué hacer ni dónde meterse. Opina también que el modo en que la fiscalía de Nueva York está llevando todo este asunto hará mucho daño a otras víctimas actuales y futuras de delitos sexuales.
Venir aquí para ser examinada, testificar, pedir ayuda después de una agresión sexual, es un proceso difícil, doloroso, humillante. La mayor parte de las víctimas vive su traumatismo en silencio. La imagen sobremediatizada de una mujer violada que habría mentido y sería de hecho una prostituta es extremadamente dañina”, termina la Sra Xenarios.


 (Leído en Le Monde electrónico, edición de abonados, del 6 julio 2011, 11:30 AM,  y traducido del francés)

miércoles, 6 de julio de 2011

Hulk el estrangulador



Ocurrió hace muchos años, pero todavía no he podido olvidarlo. Era época de exámenes, hacía mucho calor durante el día y yo estudiaba la mayor parte de la noche. Me había acostado a las cinco de la madrugada. Ya con luz del Sol, me despertó un ruido extraño: todavía con los ojos semicerrados pude ver cómo alguien muy grande, casi un gigante, saltaba por la ventana de mi habitación, corría hacia mí, se me echaba encima y empezaba a estrangularme.

¡Diablos!, a nadie le deseo una experiencia así. Empecé a debatirme bajo aquélla masa, a la vez que me iba espabilando. Pensé enseguida que tenía que tratarse de una pesadilla, hice un esfuerzo por despertarme completamente, cuando lo conseguí estaba tendido en la cama, con la cabeza echada hacia atrás, viendo solamente el techo de la habitación, pero las  manazas seguían  aferrando mi cuello y apretando. ¡No podía ser un sueño! Casi inmovilizado por el peso de aquélla bestia, me debatí hacia uno y otro lado, luchando por mi vida. Así hasta que recobré completamente la lucidez. Entonces pude darme cuenta de que eran mis propias manos las que intentaban estrangularme. No había nadie en la habitación y yo era víctima, afortunadamente, de una estúpida pesadilla.

Reconstruí lo que había pasado. Aquel verano me había dado por dormir bocabajo. Seguramente mis manos estaban cerca de mi cuello y el peso de mi cuerpo hizo que mis brazos se durmieran. Cuando sintió el roce de mis manos en mi cuello, mi cerebro dormido imaginó enseguida la terrorífica pesadilla del gigante estrangulador. Pero lo peor fue que ya despierto, como mis brazos seguían dormidos, no sentía yo conexión alguna entre las manos (mías) que apretaban mi cuello y el resto de mi cuerpo. ¡Hulk estaba sobre mí y a punto de matarme!

Así son los sueños, capaces de hacerte experimentar las aventuras más insólitas, con un grado de realismo que ya quisiera tener la realidad. No hay aventura  carnal más libidinosa que un sueño erótico, ni sentimientos más desoladores que los que te llegan con una pesadilla. Adoro el mar y me he pasado muchas horas de mi vida contemplando su belleza, que siempre es distinta, pero jamás he visto un mar tan bello como el que a veces he soñado.

Según los científicos, soñamos al menos durante dos horas todas las noches, lo que significa que pasamos soñando casi un 10% de nuestro tiempo de vida, la tercera parte del que pasamos durmiendo. Es mucho tiempo, tiene que significar muchísimo para nosotros.
Sin embargo, tristemente, a medida que nos vamos haciendo viejos nos va costando más recordar, al despertarnos, nuestros sueños. Yo hago gimnasia mental para mantener en forma esta capacidad de recordar, sin mucho éxito. Quizá es que la conexión entre el subconsciente y la conciencia se va endureciendo con la edad.

Pero no importa. Basta con que, a veces, sea uno capaz de recordar un sueño para constatar que Hulk, tu monstruo verde, sigue ahí dentro, en el fondo de su mazmorra cerrada ahora con muchas llaves, debatiéndose, conspirando, bramando, imaginando. Vivo en definitiva, como tú mismo.