sábado, 30 de junio de 2012

La guerra de los sexos, ¿ha terminado?

Empezaré afirmando algo que a muchos les puede parecer una barbaridad: el enfrentamiento, la lucha, son a veces la manifestación de un amor escondido. ¿Dónde y cuándo se cumple este “a veces”? No en todas las circunstancias, hay que estudiar caso por caso cuidadosamente, porque en los asuntos del amor es fácil equivocarse. Pero me atreveré a hacer una generalización afirmando que se cumple con frecuencia en las relaciones entre hombre y mujer.

¿Qué clase de amor se manifiesta en unas relaciones violentas entre hombre y mujer? Pues para empezar el amor natural o biológico, que es la fuente de todos los demás amores. Ese amor biológico es un instinto de fusión, de integración con el otro. Una fusión que se produce para engendrar una nueva vida y tiene el significado evolutivo de conservación de la especie, la raza, la etnia, la tribu, la estirpe, la familia. El proceso se inicia con un choque violento, en el que el hombre penetra y la mujer recibe, y termina con una separación  dolorosa, en la que la mujer, despues de haberlo gestado, expulsa pariéndolo a un hombre nuevo al que deja así solo frente al mundo.

Este mapa cómico de las zonas sensibles de la
mujer y el hombre ilustra las diferencias biológicas
que están en la base de la guerra de los sexos.
 La receptividad al estímulo sexual está en ella mucho
más distribuida que en él, lo que no es sino un
reflejo de los roles tan diferentes que una y otro
juegan en la función reproductiva.
(Tomado del blog  Mr Blacwell)
Todo lo que acabo de decir parece obvio, pero no lo es. Ese doble drama, penetración violenta y expulsión dolorosa, lo llevamos marcado todos los humanos, ya seamos machos o hembras, en nuestro patrón instintivo y no deja nunca de operar desde nuestro subconsciente. En el macho humano se trata de penetrar para terminar siendo  expulsado, en la hembra humana de ser penetrada para terminar expulsando. Aquí hay una oposición dinámica entre los dos sexos que los une y los separa, alternativamente. Se manifiesta en la vida cotidiana en lo que se ha llamado “la guerra de los sexos”, la única guerra que, a pesar del dolor que produce, ha sido capaz de provocar muchos comentarios jocosos, quizá porque es una guerra, sí, pero frecuentemente entrañable y empapada de amor. “Te amo tanto que llego a odiarte”, esa frase, repetida en muchas poesías y canciones, expresa sentimientos  profundos y la constatación por el amante de esa dualidad, siempre agazapada en la relación hombre/mujer, del amor/odio, irreducible a nada más simple, porque el desamor cuando llega no es odio, sino indiferencia que termina en olvido.

Lo biológico de esta violencia se manifiesta en todos los animales, basta observar una escena de apareamiento entre perros, por ejemplo. Pero en los humanos la violencia intersexual se ha visto reforzada en el ámbito de lo cultural. Desde que el humano empezó a ser humano hasta hace menos de un siglo, hombre y  mujer han asumido roles culturales complementarios, con el único objetivo de construir entre los dos una familia. La mujer no solo gestaba y paría, sino que amamantaba y cuidaba a la cría, lo que terminaba extendiéndose a cuidar y mantener el hogar para toda la familia, hombre padre incluido. El hombre no solo eyaculaba, también protegía a la familia de la violencia exterior, primero con la fuerza bruta y después, cada vez más, con el trabajo. Esta diversificación de roles traía consigo una violencia íntima porque, en el límite, el hombre era el amo y la mujer la esclava, el hombre mandaba y la mujer obedecía, a eso, en los casos extremos, terminaba reduciéndose lo que empezó como proyecto enamorado de vida en común. Incluso en algunas culturas toda la fuerza de la religión establecida se concentró en resaltar el papel subordinado de la mujer respecto al hombre, casi como un mandato divino. Esto fue así durante siglos, pero también el macho humano estaba subordinado a poderes trascendentes, también, a su manera, el hombre era un esclavo.

Llegó el siglo XVIII, el de las Luces, y las cosas cambiaron. Se empezó afirmando que todos los hombres eran iguales, pero enseguida se vio que esto, inevitablemente, tenía que incluir a las mujeres. Las ideas cambian mucho más rápidamente que las estructuras económicas y sociales. Se inició en el siglo XIX un proceso ideológico de liberación de la mujer, concomitante al de la liberación del hombre, no habiendo terminado todavía ninguno de los dos. Las mujeres fueron conquistando derechos: los de votar, trabajar fuera de casa, elegir libremente a su pareja, divorciarse, disponer de sus bienes, etc. La dominancia abusiva del hombre sobre la mujer recibió un nombre, machismo, lo que permitió empezar a luchar contra él.

Después, ya a mediados del siglo XX, llegó la ciencia para dotar a la mujer de las armas más poderosas que necesitaba para terminar de liberarse. Me refiero a todas las técnicas de control de la fertilidad y la reproducción. La mujer dejó se ser un humano esclavizado por su biología, liberándose de los embarazos no deseados. Esto tuvo consecuencias muy profundas. Una mujer libre de sus limitaciones biológicas pudo cambiar significativamente sus relaciones con el hombre, tratándolo por fin, en lo sexual y lo reproductivo, de tú a tú. La mujer dejó de ser la esclava y portadora de un vientre fecundable, lo que llevó inmediatamente al hombre a liberarse también de su condición de eyaculador, obseso por sembrar sus gametos en un vientre femenino. Hombres y mujeres empezaron a ver sus relaciones mutuas de otra manera, quizá más descansada, menos angustiosa.

¿Significa todo lo anterior que la guerra de los sexos ha terminado? Con esta pregunta llego al corazón de lo que quería explorar aquí. La replanteo en otros términos que quieren decir lo mismo: ¿significa que el amor entre un hombre y una mujer es ya posible sin tener que venir mezclado con algo de odio?

Ahí dejo la pregunta para la reflexión, convencido de que plantear  un problema es a veces el paso decisivo para resolverlo.

¿Qué opino yo? Pues se me impone con fuerza intuitiva la conclusión de que ese amor intersexual del que estoy tratando es consustancial con un poco de odio, lo mismo que un buen guiso no puede prescindir de un poco de sal. Se trata de un odio que no es sino la espalda del amor, su cara oculta, pero que al serlo le da cuerpo, volumen, profundidad. Un odio que se manifiesta en los celos, la autocompasión, la decepción que inevitablemente nos provoca muchas veces el comportamiento de esa persona amada de la que habíamos esperado lo infinito.

Si el amor/odio existirá siempre entre una pareja de enamorados, ¿ha cambiado la guerra de los sexos? Por supuesto que sí, muy profundamente, la mujer y el hombre están hoy día, en las sociedades avanzadas, casi igualados en su situación social y económica. No tanto en lo que se refiere a las relaciones de cada uno con su propio cuerpo, porque la mujer ha conquistado la libertad de elegir, sí, pero no se ha librado de la necesidad de parir con dolor. Y el hombre se ha olvidado de la obsesión por eyacular, sí, pero jamás tendrá esa oportunidad de transformación profunda que a la mujer le da el gestar y ser madre. Son pues hombre y mujer animales profundamente distintos, que se sienten inevitablemente atraídos el uno por el otro desde lo más hondo de sus secuencias de DNA. Que por todo ello nunca podrán dejar de amarse odiándose, es decir, reconociendo y soportando el peso de esas diferencias que son precisamente las que los fuerzan a sentirse atraídos.

Tengo un amigo que está muy enamorado de su esposa, siendo muy dócil a los deseos y hasta mandatos de ella, y que la llama de broma, en la confianza de la amistad, su “máquina de reñir”. Así que te dice, por ejemplo, “ayer fuimos al cine y a mi máquina de reñir le gustó mucho la película”. No lo hace siempre, sino de vez en cuando. Creo que inconscientemente quiere poner de manifiesto que las banderas siguen en pie marcando el campo de batalla, que la guerra de los sexos continúa y no se acabará en tanto no lo haga el amor que la fundamenta.

Quiero terminar haciéndome una pregunta que no deja de obsesionarme. Si la guerra de los sexos se ha librado de sus componentes más reivindicativos, si hombre y mujer son hoy más iguales que nunca, ¿significa todo esto que también es hoy más posible que nunca la simple amistad entre un hombre y una mujer?

Quiero decir amistad profunda, no camaradería ni conocimiento superficial. Amistad íntima, leal, sin secretos, pero como tal liberada de las tensiones de odio que inevitablemente existen en el amor. Está probado que una amistad así puede darse entre dos humanos del mismo sexo. ¿Puede hacerlo también, con la misma intensidad y alcance pero con las mismas limitaciones, entre un hombre y una mujer?

Yo no lo sé. Pero supongo que si esta amistad intersexual fuera hoy posible, la guerra de los sexos podría darse por definitivamente terminada.

Este genial "Adan y Eva" de Fernando Botero, sorprendidos los dos en el momento en que Adan cae en la tentación de probar la manzana mientras que Eva está como hipnotizada por la serpiente, ilustra muy bien la relación ambivalente entre los dos sexos. Basta observar los brazos izquierdo de él y derecho de ella. Adan parece sostener a Eva, pero también resistirse a que Eva lo empuje hacia la perdición de los dos. Mientras que Eva parece apoyarse en Adan, pero también empujarlo  hacia la culminación de su deseo. Ambigüedad por todas partes. Oposición, contradicción... violencia. Pero también solidaridad, hermanamiento... amor.

miércoles, 20 de junio de 2012

Recuerdos

Dos de los cuatro pedazos en que se ha escindido ya el cometa 73P (Foto de la NASA)


Si hay algo estimulante en la vida es recordar aquellos buenos momentos que aunque pasaron también dejaron un rastro que persiste en tu memoria. Y si hay algo aburrido es darte cuenta de cómo esos buenos recuerdos se te van borrando poco a poco, porque tu memoria, aunque no lo quieras, es falible.

Te aferras a los más apreciados de esos recuerdos que se te van desvaneciendo. "No dejaré que se vayan", te dices, tensando tu cerebro como si fuera un músculo. Y a medida que inevitablemente se van esfumando,  tú vas rellenando los huecos que dejan con paletadas de tu fantasía.

Así, poco a poco, tus recuerdos más queridos se van convirtiendo en sueños que nunca fueron, aunque pudieron ser y por eso terminan siendo. Juegas con ellos casi a diario, aunque solo puedas hacerlo durante unos momentos fugaces.

Algunos de estos sueños, por una mezcla del azar que te envuelve y de tu constancia, terminan transfigurándose en bellísimos cuentos de hadas, que tú te cuentas una y otra vez y siempre son ligeramente distintos, lo suficiente como para que te parezcan nuevos.

Esto es todo lo que te va quedando de tu pasado. Nada menos. Quisieras ser un niño que llegara a viejo para volver a ser un niño que llegara a viejo…. así una y otra vez, para siempre. Eres consciente de que estás oyendo el tic tac de la eternidad.

Desde lo hondo de ti mismo te sube un murmullo de olas rompiendo sobre la playa que tú eres. Ese murmullo te relaja.  Cierras los ojos, los aprietas como hacen los niños y ves las chispitas  de esa pequeña y sumisa felicidad que estás sintiendo.

No es tan difícil.

viernes, 15 de junio de 2012

Vida y muerte en el Gran Hospital (4).- Médicos y enfermeros.

Escribo hoy acerca de los médicos(as) y enfermeros(as) que trabajan en los grandes hospitales En adelante, cuando no estén personalizados en alguien concreto, usaré estos sustantivos con género neutro (medicos y enfermeros), englobando así a hembras junto con varones.
Llevo tiempo luchando con esta entrada, y la razón principal es que se han venido entrechocando  dentro de mí el recuerdo reciente de algunos malos médicos con el de otros médicos excelentes. No quiero escribir estas líneas desde pasiones como el rencor o la gratitud, sino con objetividad. Por eso tengo que empezar acudiendo a mi admirado Heráclito, reconociendo con él que no podríamos apreciar en todo lo que vale la existencia de buenos médicos si no los hubiera también malos, como no apreciariamos el  acierto si no existiera también el error. Siempre habrá malos médicos, aunque sean pocos. Pero ¿qué es un mal médico? El que falla reiteradamente en la que es su misión fundamental, vencer a la muerte y a la enfermedad, restaurando la salud del paciente que ha confiado en él. Un buen médico también puede fallar en esta tarea tan difícil, pero el mal médico lo hará con muchísima más frecuencia. Aunque la diferencia entre un buen y un mal médico no es solo una cuestión estadística. La profesión médica es muy compleja, hay especialidades y circunstancias en las que el médico se enfrenta con enfermedades mucho más peligrosas que en otras, por eso la muerte está más cerca y los fallos se producen con más frecuencia. Un fallo, es decir, una derrota del médico en su lucha, se debe siempre a alguna de las tres causas siguientes: la fatalidad, es decir, el azar y todas las posibles circunstancias adversas que quedan fuera del alcance del medico, la cual fatalidad no queda otro remedio que asumir; el error médico, que es perdonable si no es frecuente; y finalmente la negligencia, que es imperdonable. Un mal médico o enfermero será el que muestre en su trabajo un comportamiento negligente. ¿Los hay? Sin duda que sí, como entre los soldados que guardan el castillo los hay cobardes o torpes. Pero creo que, afortunadamente, los malos médicos son los menos, y que es sobre todo por eso por lo que la lucha de los humanos contra la muerte ha venido obteniendo unos resultados tan brillantes.

De los médicos en general puedo hablar con cierta perspectiva, porque me he criado entre ellos. Mi padrino fue médico rural, alcalde de un pueblo durante la II República española, masón y sin embargo protector durante la guerra civil de las monjas de los dos conventos de clausura que allí había, cuyas vidas salvó.  De él y de los masones españoles escribiré algún día una entrada. Mi abuelo fue un médico urbano, que vivía de su consulta privada y colaboraba con la Universidad que entonces, a través de los hospitales de beneficiencia, se hacía cargo de la medicina pública. Este abuelo tenía una casa en la playa, y en los tiempos difíciles de la postguerra civil española, en plena II Guerra Mundial, cuando había en España mucha hambre y miseria, atendía allí la salud de los campesinos y pescadores de la zona sin cobrarles nada. La mayoría le pagaba en especie con lo que podía arañar de su pobreza, recuerdo de mi niñez la abigarrada colección de presentes que algunos días se acumulaban en la cocina de mi abuelo: un conejo, media docena de huevos, un cesto de higos chumbos, una corvina pescada la noche anterior, un racimo de uvas, tesoros así.  Mi padre vivió ya como médico el comienzo del sistema español de salud pública, que se llamó Seguro de Enfermedad, en el que ejerció como doctor en un consultorio, especialista en dermatología. Y mi hermano ha venido ejerciendo su profesión de patólogo en varios grandes hospitales.
En esta evolución de los médicos de mi  familia se manifiesta la que ha tenido la Medicina española, caminando en la dirección de una socialización creciente. Hoy el modelo sanitario predominante en España es el del Gran Hospital, que se corresponde con el de otros muchos países, piénsese en los gigantescos Medical Centers de USA. Del médico rural de una sociedad todavía campesina se ha pasado al médico especialista trabajando en el Gran Hospital. De un ejercicio privado de la medicina a su integración en el sistema público de la Seguridad Social, lo  que quizá haya sido el experimento socializante más hondo y con más éxito que ha tenido lugar en España. Es una ironía de la historia que fuera precisamente el dictador Franco quien puso en marcha y consolidó esta Seguridad Social, que ha terminado siendo el pilar más sólido del estado del bienestar y la redistribución de la riqueza en España. Ahora, por cierto, con la nueva austeridad que nos impone un mundo globalizado, peligra.

En el Gran Hospital se practica con una intensidad y una extensión inigualables la Medicina. Que, hay que dejarlo dicho bien claro desde el principio, no es una ciencia, aunque ha inspirado a muchas, en particular a las biológicas, apoyándose a su vez en otras muchas ciencias específicamente médicas, desde la Anatomía hasta la Neurología Cognitiva. Que ni siquiera es una técnica, aunque disponemos de un plantel espectacular de técnicas médicas. Sino que es, sobre todo, una práctica. La Medicina es una Praxis, lo que implica que también es un arte, como lo es el de guerrear de los soldados. Quienes en el Gran Hospital practican la Medicina son ese personal sanitario que está integrado por médicos y enfermeros. ¿En qué consiste su praxis? Va mucho más allá de la aplicación de sus conocimientos científicos y técnicos, por indispensables que sean estos. Médicos y enfermeros participan como protagonistas destacados en una lucha sin cuartel, implacable, entre la enfermedad y el enfermo, con el objetivo de separar al uno de la otra, liberarlo, rescatarlo, en definitiva sanarlo. Esta lucha es un arte, aunque tenga mucho también de técnica y de ciencia.

Buena parte de los médicos y enfermeros son por tanto, hoy día, los guerreros que protegen de la enfermedad a los enfermos dentro de sus castillos, los Grandes Hospitales. Pero ni tienen todo el poder ni son autosuficientes. Se integran en un ejército con muchas especializaciones y grados, esas megamáquinas que son los Grandes Hospitales de hoy, que están entre las más grandes y complejas de que disponen nuestras sociedades. La fuerza de una megamáquina, esa que la dota de su extraordinaria eficacia, está en la división del trabajo,  la especialización, la integración y complementación de los esfuerzos de muchos especialistas, entre los que se encuentran no solo los que luchan contra la muerte, sino también los que lo hacen por la vida, como los ginecólogos y pediatras. Las grandes victorias de la Medicina no son solamente consecuencias directas de avances científicos, sino que cada vez con más frecuencia resultan de la acción paciente de muchos médicos y enfermeros, organizados en esos ejércitos complejos de sus megamáquinas hospitalarias. La curación del cáncer es un ejemplo de lo que digo.

Esta especialización granhospitalaria ejerce inevitablemente sobre médicos y enfermeros una presión deshumanizadora. Pero hay algo importante, quizá su tesoro más preciado, que los salva de la alienación. Intentaré explicarme.

Hay dos Medicinas muy distintas, la científicotécnica y la que llamaré, no sé si correctamente, clínica. La primera es reduccionista, la segunda holista. La primera entiende que para salvar a un enfermo hay que dividir la enfermedad que padece en sus componentes elementales, en los desórdenes básicos que la constituyen. La segunda cree que la realidad última con la que se enfrenta la Medicina es el individuo humano enfermo, con todas sus complejidades y particularismos, sus homeostasis y desequilibrios. De modo que, sintetizando, lo científicotécnico esta ligado a la enfermedad, lo clínico al enfermo.

Asi sucede que la Medicina Clínica se mueve en dirección opuesta a la Científicotécnica. Sin dejar de ser tan Medicina como esta última, se interesa sobre todo por el enfermo. Su objetivo no es la erradicación de la enfermedad, sino la salvación del enfermo. Desde esta perspectiva,  lo clínico puede verse como la proyección de los conocimientos médicos científicotécnicos sobre el individuo humano enfermo. Implica observación, registro de datos, interacción, entendimiento del enfermo en su totalidad como individuo, compenetración  con él. En definitiva, implica mucha compasión por parte del médico o el enfermero hacia el enfermo, entendida esta compasión en su sentido mas amplio.  Y puedo asegurar que en ningún colectivo humano he visto aflorar la compasión de un modo tan intenso y a la vez tan sobrio como entre los médicos y enfermeros.

Finalmente, en ese permanente enfrentamiento dialéctico que tiene lugar en el Gran Hospital entre la enfermedad y el enfermo, el médico suele estar más cerca de la enfermedad y el enfermero del enfermo. Por eso uno y otro se complementan íntimamente. Pero un médico que, por muy científico que se sienta, no sea capaz de estar lo suficientemente cerca del enfermo, será un mal médico, y un enfermero que, por muy humanitario que se crea,  tampoco lo sea de familiarizarse lo suficiente con la enfermedad, será un mal enfermero.

Terminaré estas consideraciones citando lo que un buen médico y amigo, que trabaja en una Unidad de Cuidados Intensivos de un Gran Hospital, me decía respecto a las que él consideraba sus prioridades profesionales ante un enfermo:

.- Ante todo salvar su vida y, si esto no es posible a causa de la gravedad de su estado, acompañarlo en un camino digno hacia la muerte, no dejándolo solo.

.- Salvada la vida, erradicar totalmente la enfermedad que la ha puesto en peligro.

.- De modo que la sanación del enfermo le permita recuperar íntegramente lo que vino siendo su vida normal. Convirtiendo así, en definitiva, la enfermedad del enfermo en una pesadilla pasajera. Y venciendo simultáneamente a la muerte.

No quiero terminar esta entrada sin hacer referencia a un trazo vital de médicos y enfermeros que los distingue del resto de los humanos. Son, en efecto, los portadores de un extraño secreto, el del conocimiento en su integridad del cuerpo.

La mayoría de nosotros tiene un conocimiento de su cuerpo atrozmente limitado. Mi cuerpo es mi piel, mi peso, mi fuerza, el ruido de mis tripas, el latido de mi pulso, lo que veo, siento y pienso. Poco más. Pero lo fundamental de ese cuerpo mío, el conjunto de sus órganos y aparatos que actúa como un sistema maravillosamente integrado, simplemente está ahí dentro, funcionando sin problemas, sustentando mi psique, eso es todo y basta.
Los humanos solo nos tropezamos con la profundidad de nuestros cuerpos a través de la enfermedad, cuando algo dentro de nosotros que hasta entonces había permanecido oculto, duele o empieza a funcionar mal, produciendo sufrimiento.

Pues bien: médicos y enfermeros se distinguen del resto de los humanos en que han hecho un viaje de exploración, que termina siendo iniciático, al interior del cuerpo humano, familiarizándose así con su naturaleza. Y al hacerlo han adquirido la capacidad de exorcizar no solamente la enfermedad, sino el terror a lo desconocido que ésta produce en el enfermo. De este modo, además de ser capaces de curarnos, también pueden tranquilizarnos, desterrando nuestro miedo y alentando nuestra esperanza. Es por todo eso por lo que médicos y enfermeros nos serán siempre necesarios.

Para emprender ese viaje iniciático que ellos han hecho hace falta valor y curiosidad. No todo el mundo los tiene. Yo, por ejemplo, no los tuve, y si algo me apartó de la Medicina siendo mi estirpe de médicos fue mi terror por la asignatura de Anatomía, en lo que suponía de hacer prácticas de disección de cadáveres. Ese valor y esa curiosidad, que no son en definitiva sino los signos claros de una vocación, son los que refleja con trazos maestros el gran Rembrandt en dos de los cuadros que pintó sobre lecciones de anatomía, que expongo aquí para terminar esta entrada.

Rembrandt (1632).- Lección de anatomía del Dr. Tulp.


Rembrandt (1656).- Lección de anatomía del Dr. Deijman
En ambos cuadros, los cadáveres diseccionados son de criminales que acaban de ser ajusticiados. Me interesa llamar la atención sobre la intensidad de las miradas de los espectadores, que reflejan una mezcla de curiosidad y asombro. Casi todos ellos son cirujanos, que aprenden de la lección que el profesor médico les está dando. Sus ojos reflejan ese afán de descubrir tan profundamente humano, el mismo que nos expulsó del Paraíso, junto a la emoción de saberse traspasando una frontera sagrada, en este caso la de la integridad del cuerpo humano, aún muerto, porque existía todavía la creencia de que ese cuerpo tendrá que resucitar algún día y debe hacerlo entero.

Con esta mezcla de curiosidad y asombro traspasan médicos y enfermeros, cuando como estudiantes hurgan en las profundidades del cuerpo humano, una frontera que los mantendrá siempre separados del resto de nosotros, un poco por encima, listos para acompañarnos en nuestros viajes a través de la enfermedad y si es posible, hasta para salvarnos.

miércoles, 6 de junio de 2012

Los tuareg de Mali en lucha por un Azawad independiente y laico.

Jóvenes tuareg  de Mali. Las mujeres tuareg son una excepción en el Islam por la libertad de que gozan.   Los hombres son conocidos por el uso del Tagelmust, un enorme turbante que solo deja al descubierto los ojos. La razón de hacerlo es práctica: la extrema sequedad del desierto hace que las mucosas de nariz y boca se resequen al respirar, hasta llegar a sangrar. El velo crea un microclima húmedo que lo previene.  


El tema del que trato hoy parece muy alejado de nuestros intereses occidentales,  uno más de los conflictos que cubren la malherida piel del mundo. Para mí tiene importancia afectiva, porque pasé por Mali hace años y dejé allí un amigo con el que ahora la guerra me ha hecho perder todo contacto. Pero si lo traigo como la entrada de mi blog es porque ilustra muy bien la complejidad del mundo y la dificultad, casi la imposibilidad, de encontrar soluciones pacíficas a muchos de los problemas que lo afligen.

Localización de las principales
confederaciones tuareg
 en el Sahara y el Sahel. 
Los tuareg (singular targui) son una etnocultura nómada que vive en el Sahara central y el Sahel, ocupando regiones pertenecientes a tres países, Mali, Argelia,  y Níger. 
Sobrevivir en el desierto como pueblo no es nada fácil. Imposible hacerlo en las inmensas penillanuras saharianas, donde el paisaje, con la excepción de pequeños y raros oasis, es absolutamente mineral. Solo hay posibilidades de vida en las montañas, donde los erráticos vientos húmedos que llegan a veces pueden condensarse en lluvias, y donde las fracturas del terreno pueden abrirse en manantiales por los que afloren aguas profundas. En el corazón del Sahara hay cinco macizos montañosos, cuatro de los cuales están ocupados por los tuareg: el Hoggar y el Tassili en Argelia,  el Adrar de los Iforas en Mali y el Air en Níger. Además de en estas montañas, hay confederaciones tuareg que viven más al Sur, en el Sahel, donde el clima no tiene la aridez absoluta del Sahara central y es más fácil el pastoreo nómada que los tuareg practican. Particularmente importante en lo que se refiere al poblamiento tuareg es la región predesértica cruzada por el río Níger en una extraña excursión de ida y vuelta hacia el desierto, a la que se llama Bucle del Níger.  Alrededor de este bucle, tanto hacia el Sur como hacia el Norte, viven algunas confederaciones tuareg que nomadean con sus rebaños, aquí no solo de camellos,sino también de burros, cabras y hasta vacas.

Dos tuareg durante la celebración de una fiesta.
Obsérvese la espada en el cinto del más cercano. Es la
takuba, que junto con la lanza constituían su armamento
tradicional, con el que efectuaban cargas por sorpresa  al
galope de sus camellos. En combate, como es natural, los
tuareg iban a rostro descubierto, sin tagelmust.
Las confederaciones tuareg vivieron hasta finales del siglo XIX  sin rendirle vasallaje a nadie, el desierto era, sencillamente, suyo. Con una estructura feudal, la cúspide de cada confederación estaba ocupada por tribus de raza blanca que hacían la guerra y controlaban las caravanas que cruzaban el Sahara, bajo ellas había tribus mestizas de pastores soldados, libres aunque vasallos de los primeros, y en la base de la escala social tribus negras de pastores y agricultores, esclavos de los primeros y los segundos.
Los tuareg han sido siempre gente belicosa, que ha vivido no solo del pastoreo nómada,  sino de la imposición de peajes a las caravanas que cruzaban el Sahara y hasta del bandidaje. Muy temidos por su valor, consecuencia de que en su cultura los guerreros no tienen absolutamente ningún miedo a morir luchando, fueron convertidos al Islam hacia el siglo XII y han practicado su religión de un modo más laxo que los árabes.

A pesar de estos trazos duros, consecuencia de tener que vivir en un medio natural extremadamente difícil, la cultura tuareg es refinada. Su lengua hablada es el tamachak, pero también tienen una lengua escrita, el tifinagh, dominada sobre todo por las mujeres de las castas superiores y dedicada fundamentalmente a la poesía. Para confirmar la predominancia de la mujer en las sociedades tuareg, los linajes familiares se rigen por un sistema matrilineal, es decir, son las madres, no los padres, las que fundamentan las estirpes. Coherente con esto es el hecho de que, pese a la práctica de la religión islámica, la poligamia es prácticamente desconocida entre los tuareg. Además las mujeres tuareg pueden divorciarse con facilidad, lo que les da una gran independencia social.

Mapa de Mali.
El Azawad es toda la mitad superior, con una línea divisoria respecto al resto de Mali  situada en el estrechamiento central, un poco por encima de Mopti y corriendo de NW a SE. Las tres ciudades existentes en el Azawad son Gao (40.000 hab) y Tombuctú (25.000), situadas ambas en la orilla del bucle del Níger, más Kidal (25.000), mucho más  apartada, en plena montaña de los Iforas.













A finales del siglo XIX, casi toda el Africa Occidental situada al Norte del Ecuador fue colonizada por Francia, que sometió entre otros a las confederaciones tuareg. Ya en el siglo XX, cuando los imperios coloniales desaparecieron, Francia creó aquí un país de síntesis llamado Mali, que desde un punto de vista etnocultural estaba compuesto por dos mitades muy distintas: hacia el Norte, una inmensa región desértica poblada por  nómadas camelleros de raza blanca,  los moros de origen árabe y los tuareg de origen bereber,  más dos etnias de raza negra, los peul que nomadeaban sus rebaños de vacas por el Sahel y los songhay que ejercían más bien la agricultura en las orillas del río Niger. Hacia el Sur, sabanas de tipo saheliano y guineano pobladas por agricultores sedentarios de raza negra, con predominancia de los bambara, que eran con mucho la etnia mayoritaria en el conjunto de Mali. 

Said Ag Attaher, un tuareg Ifora, líder
de la revuelta de los 1960.
Las confederaciones tuareg de Mali, en particular sus castas aristocráticas, se opusieron siempre a esta tutela bambara que el colonizador francés quiso imponerles. Habiendo sido creado Mali en 1960, ya entonces hubo una sublevación tuareg, sin éxito, seguida de muchas escaramuzas y una segunda sublevación en los 1990's, también sin éxito, o con un éxito relativo, porque tras las sublevaciones se imponía una paz negociada en la que los tuareg conseguían una cierta autonomía y participación en el gobierno de Mali, principalmente en el Ejército, dadas sus inclinaciones guerreras. 
Pero la frustración tuareg se ha mantenido siempre viva. Las sequías terribles que se han sucedido en el Sahel desde los 1980 han dificultado mucho el nomadismo tradicional. Muchos jóvenes tuareg tuvieron que emigrar y lo hicieron con predominancia hacia Libia, donde se integraron como mercenarios en el ejército de Ghadafi, que siempre mantuvo aspiraciones de dominancia militar en el Sahara.

Iyad Ag Ghali, un tuareg Ifora, líder 
de la revuelta de los 1990.
Cuando, recientemente, Ghadafi fue depuesto y ajusticiado, estos militares tuareg  volvieron a su desierto en Mali, pero lo hicieron con armas y bagajes. También con una idea: liberar definitivamente lo que ellos llaman el Azawad, que viene a ser la mitad Norte de Mali, para convertirlo en una República laica en la que convivieran democráticamente las etnias dominantes en la zona: tuareg, moros, peules y songhais. Bajo la cobertura política del llamado Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA) se aliaron los guerreros procedentes de Libia con intelectuales tuareg que vivían en la diáspora francesa y con muchos notables de las castas aristocráticas de las confederaciones tuareg de Mali. Además unieron sus fuerzas con el líder histórico de la sublevación de los 1990, Iyad Ag Ghali, personaje con un gran predicamento entre los tuareg de la confederación de los Ifora, capaz de movilizar para la lucha independentista a muchos tuareg del interior. Con este montaje, en solo dos meses consiguieron expulsar al Ejército regular de Mali del Azawad, prácticamente sin derramamiento de sangre, y proclamar la independencia de la República Laica del Azawad en abril de este año.

Pero Iyad Ag Ghali está resultando tener una retorcida personalidad, que recuerda la de aquellos nobles de la Edad Media, capaces de intrigas y traiciones pero amados a la vez y seguidos hasta la muerte por sus vasallos. En la sublevación tuareg de 1990 jugó, con su Movimiento Popular del Azawad, un papel central, siendo reconocido entonces como el caudillo rebelde de la confederación tuareg de los Ifora. Acabada esta guerra con unas negociaciones que reforzaban la autonomía tuareg, Iyad rechazó un puesto destacado en el ejército de Mali y se dedicó a los negocios. Se inicia entonces la etapa oscura de su agitada vida, en la que se mueve por Libia, Argelia, Pakistan, donde parece sufrir una violenta conversión al islamismo radical y el Golfo Pérsico, donde en 2008 es nombrado consul de Mali en la ciudad saudí de Djeddah y en 2010 expulsado por los saudíes por sus presuntos lazos con Al Qaeda.

Cuando a comienzos de este año 2012 los militares tuareg que, procedentes del ejército libio, se integran en el MNLA e inician la liberación por las armas del Azawad, Iyad Ag Ghali se alía a ellos con unos 1000 guerreros a los que controla. Está entonces en Kidal, la ciudad  que hace de capital de la federación tuareg de los Iforas. Organiza a sus hombres en un movimiento al que llama Ansar Dine, que significa “Defensores de la Fé”, y colabora militarmente con el MNLA, jugando un papel destacado en la conquista de Kidal y la expulsión del ejército de Mali del Azawad.

Al comenzar esta guerra del desierto, las fuerzas del MNLA eran superiores a las de Ansar Dine. Ante el éxito militar, en abril del 2012 el MNLA proclama la independencia de la que llama “República Laica del Azawad”, una democracia que no estará mediatizada por la religión islámica y en la que podrán convivir en pie de igualdad las razas que pueblan el Azawad, moros, tuareg, peules y songhays. Ya entonces Iyad Ag Ghali se muestra reluctante con esta idea; él no aspira a la independencia del Azawad, sino a la imposición de la sharia, o ley islámica basada estrictamente en el Corán, en todo Mali. Ante las discrepancias, y habida cuenta de que los conquistadores del Azawad necesitan mostrar unidad frente al mundo, se inician de inmediato conversaciones entre el MNLA y Ansar Dine para poner en marcha una Constitución y un gobierno de la nueva república. Estas conversaciones tienen lugar en Gao, la ciudad más importante del Azawad, que está bajo control del MNLA, mientras que Tombuctú y Kidal son controladas por Ansar Dine.


Algo raro pasa en el mes que transcurre durante estas conversaciones. La posición del MNLA se va debilitando, muchos de sus soldados se pasan a las filas de Ansar Dine, que tiene el dinero para pagarles y los recursos y suministros que empiezan a faltarle al MNLA. Además Ansar Dine radicaliza sus posiciones: quiere una República Islámica acorde con la sharia, también  integra en sus filas de un modo ostensible a militantes destacados del grupo terrorista Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), una organización que perpetra secuestros de europeos y emboscadas terroristas desde su refugio en las montañas del Adrar de los Iforas, cerca de Kidal. Por fin, para sorpresa de muchos, el 25 de mayo terminan las conversaciones con un acuerdo entre el MNLA y Ansar Dine por el que se constituye la República Islámica del Azawad. ¿Islámica? ¿Cómo es posible, si el MNLA tenía un claro pronunciamiento laico? El significado de “Islámica” es que se rige por unas leyes que como mínimo son compatibles con la Sharia, el derecho basado en el Corán. Pero esto contraviene totalmente los principios laicos del MNLA. Se genera un gran escándalo y confusión, y el 5 de junio hay, finalmente,  una declaración del MNLA por la que se rechaza el acuerdo anterior.

En estos momentos la situación es muy confusa. ¿Qué está pasando?

El desierto es como el mar, un medio totalmente hostil al desenvolvimiento de la vida humana. Si en el mar hace falta un barco para piratear o hacer la guerra, en el Sahara, tradicionalmente, ha sido necesario el camello. Los tuareg han dominado durante siglos el Sahara central porque eran grandes nómadas camelleros. Hoy las cosas han cambiado. La guerra en el desierto es una guerra de guerrillas que exige gran movilidad y buena información. El camello ha sido sustituido por la camioneta pickup, siempre que es posible la Toyota Land Cruiser, con una ametralladora pesada montada en la plataforma de carga. La guerra se hace mediante golpes de mano o emboscadas por un grupo de camionetas armadas que han estado viajando durante toda la noche. Pero estas camionetas no sirven para nada si no está garantizado el suministro de combustible. La información, indispensable para obtener inteligencia de los objetivos y coordinar los ataques, se consigue a través del telefono satelital, que permite la comunicación instantánea por muy apartado que sea el lugar donde se esté.

Un grupo de soldados tuareg del MNLA durante su lucha reciente en el Azawad. Las camionetas tras ellos son Toyotas Land Cruiser. Los soldados van perfectamente uniformados y armados, como procedentes muy probablemente del ejército de Ghadaffi. Todos van cubiertos por el Tagelmust porque las condiciones climáticas locales así lo exigen.
Es fácil neutralizar a un ejército guerrillero en el Sahara si se le hace imposible el suministro de combustible y se le corta el acceso a la red de comunicación satelital. En cuanto al combustible, la ruta al Azawad más directa es a través de Argelia, ya que las comunicaciones con el Sur de Mali están cortadas, y las rutas desde Mauritania o Níger son muy dificultosas. Y el teléfono satelital de uso común en el Sahara es el Thuraya, gestionado por una Telecom que tiene su base en Abu Dhabi. Ella o sus filiales pueden cortar las comunicaciones de quien quieran y cuando quieran, además de que estos teléfonos, dotados todos de GPS, permiten a los que controlan la red satelital saber con precisión dónde están los que se están comunicando a través de los Thuraya.

Lo anterior significa que para tener alguna posibilidad de ganar esta guerra hay que contar con apoyo exterior. EL MNLA ha intentado desde el principio obtener el apoyo de Occidente, huyendo del islamismo radical con su propuesta de República Laica y comprometiéndose a exterminar el foco terrorista de AQMI que tiene su base en el Adrar de los Iforas. 
Iyad Ag Ghali parece contar con otros apoyos más inquietantes. ¿Quizá Argelia, o los grupos salafistas del Golfo Pérsico, cercanos a las monarquías fundamentalistas que gobiernan muchos de aquellos países? Nada está probado, pero el caso es que Occidente no apoya al MNLA y que Iyad Ag Ghali tiene ahora más dinero y recursos que nunca, convirtiéndose poco a poco en el grupo dominante de los que luchan en el Azawad.

La gran fortaleza potencial del MNLA está en su laicismo y su posición claramente antiterrorista. Pero no es ya que el laicismo sea su fuerza, sino que el fundamentalismo islámico es la gran debilidad de Ansar Dine. Ayer y hoy están teniendo lugar manifestaciones de mujeres tuareg en Kidal, que se oponen a la aplicación de la sharia por Ansar Dine en su ciudad, lo que las convertiría de libres en sometidas, obligándolas a llevar el burka y otras lindezas semejantes. Estas manifestaciones están siendo reprimidas a bastonazos. 

Puede que, finalmente, sean las mujeres tuareg quienes inclinen la balanza del apoyo popular en favor del MNLA. En cualquier caso, el futuro se presenta difícil para estos últimos. Ni los gobiernos vecinos (Niger, Mauritania, Argelia) ni las grandes potencias parecen querer un Azawad independiente, difícil de conseguir, por otra parte, sin que Tombuctú, Gao y Kidal reciban los recursos suficientes para mantener una vida urbana estable, lo que exige una paz consolidada, buenos vecinos y el apoyo de las grandes potencias.

En todo caso yo, hasta el momento, simpatizo con el MNLA. Recogen lo mejor de la cultura tuareg, quieren democracia, huyen del fundamentalismo y el terrorismo, responden a reivindicaciones muy antiguas no solo de los tuareg, sino de todos los saharianos, que quisieran poder gobernarse por ellos mismos, dado lo especial que es su modo de vida. Por último, no son conducidos por un líder carismático capaz de despeñarlos, sino que se gobiernan por un directorio.

Suerte para ellos y apoyo en todo lo que nos sea posible.


Algunas referencias (todas en francés):
Muy buenas referencias para seguir la marcha de este conflicto desde la perspectiva de los tuareg son: TamoudreToumast Press y Temoust.
Y desde el punto de vista de la prensa de Mali: Maliweb.net/