miércoles, 28 de enero de 2015

La mêlée europea

Diez días ya en España, dejada por fin atrás la gripe. Notando la distancia enorme a la que queda Chiloé de aquí, no física sino psicológica, geográfica, antropológica. Con estas distancias me llega, inevitablemente, la nostalgia.

Aquí todo es mucho más político que allí. La gran noticia ha sido el triunfo de Syriza en Grecia, que no ha sorprendido a nadie. Muy significativa la casi coincidencia con las medidas anunciadas por el BCE para comprar, ¡por fin!, deuda de países de la Unión Europea. ¿Por qué ahora sí y antes no, porqué Alemania ahora consiente? Si hubieran llegado antes estas medidas del BCE, desde que empezaron a pedirse con insistencia, habrían evitado muchos sufrimientos en toda la Europa del Sur. La inevitable sensación de que en esta Europa tan aparentemente democrática y abierta nunca se nos cuenta la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Quizá por eso lo que yo percibo en Europa como un sentimiento predominante es el desánimo generalizado, a un paso del aburrimiento. Y el aburrimiento, lo dice un viejo como yo que tiene que saber obligatoriamente de estas cosas, no es sino un preludio de la muerte.

En España, tan romana siempre y por eso tan aficionada a los toros y el circo, está de moda Podemos, que pretende ser el Syriza español. Pero mucho me temo que Podemos nunca llegará a ser la gran esperanza de salvación de la izquierda española. Es un grupito demasiado pequeño, políticamente anticuado desde su leninismo, económicamente incapaz de gobernar por falta de preparación y financieramente apoyado por fuerzas oscuras que no buscan precisamente el bien de España, entre las que está Irán. Aun así, si no mete demasiado la pata de aquí a las elecciones, Podemos puede tener un gran triunfo electoral. Lo votará mucha gente como con frecuencia se vota en España, a la contra, para que le den caña al PP y sobre todo para que castiguen al PSOE. Todo esto, en muchos aspectos, quizá sea hasta oportuno.

Pero una solución suficientemente duradera de la crisis política española, una nueva Transición como la que se hizo en 1976, solo puede venir de la consolidación de un centroderecha (PP) y un centroizquierda (PSOE) que sean de una vez capaces de coaligarse sin complejos en gobiernos de concentración fuertes, como saben hacerlo los alemanes, cuando las circunstancias lo requieran.

Y antes o después lo van a requerir, para enfrentar de una vez por todas el verdadero problema político de España: reformar la Constitución para poner orden en el estado autonómico antes de que España se desmorone. Sacar de una vez a España del siglo XIX en que dejó de ser un imperio, dando un salto por encima del XX en que nunca llegó a saber lo que era, para aterrizarla en el XXI como una gran nación europea, desterrando definitivamente de nuestro mapa político todos los carlismos.

Claro que siempre hay un pero, o varios. Para culminar esa difícil tarea España necesitaría del firme apoyo de la Unión Europea, que a su vez requiere la reconstrucción de un claro liderazgo francoalemán y quizá la salida definitiva del Reino Unido, que nunca se sintió cómodo en una Unión tan continental.

¿Difícil? No, ¡dificilísimo!


Pero posible, y sobre todo necesario.

viernes, 23 de enero de 2015

En España

Nada más llegar a España agarré la gripe, que se me combinó con un jetlag que yo creía erradicado pero solo estaba oculto, para crearme un estado de cierta confusión mental. Mis días transcurrían en Sevilla, pero durante las largas noches de fiebre estaba todavía en Chiloé. Soñaba mucho y eran uno sueños extraños, distorsionados, que sin embargo todavía recuerdo. Me acompañaban a veces, con toda lógica, mis hijos y nietos que estuvieron allí conmigo hasta el momento de la partida, pero otras veces, sin lógica alguna, mi madre o mi hermana, que jamás estuvieron en Chiloé y murieron hace ya algunos años. Estos sueños tenían una doble cara, por un lado eran estrictamente textuales, yo intentaba memorizar largas y complejas sentencias surgidas de mis sentimientos hacia Chiloé, por el otro eran audiovisuales, largos paseos vespertinos por unos bosques espesos y jóvenes que recorríamos a la altura de las copas de sus árboles más altos. Y siempre con la sensación de que la partida hacia Europa era inminente pero yo había olvidado cuándo, desde dónde y cómo.

A los dos o tres días de estar así me llegó la fiebre y empecé a tomar antibióticos. Hoy viernes por la tarde me acerco rápidamente hacia la normalidad.


¿Qué normalidad? Lo mire por donde lo mire, recorra el camino dialéctico que quiera recorrer, siempre llego al mismo final de etapa: nadie se hace aquí planes con más de dos años de recorrido, hay una enorme incertidumbre respecto a lo que nos depara el futuro. La situación macroeconómica de España ha mejorado mucho, pero la gente común sigue sufriendo las consecuencias de un paro atroz, que se ceba en todos los grupos de edad. Las fuerzas dominantes son económicas, una suerte de tardocapitalismo al que le gustaría definirse como el capitalismo de la innovación pero que es el capitalismo de los inventos, chispas de ingenio y rentabilidad que son hijas del caos. Un espectáculo permanente de fuegos de artificio. Sus luces nos deslumbran, no nos dejan percibir el rumbo de las corrientes de fondo. 

Es lo que hay.

Chagall.- El Paseo

domingo, 18 de enero de 2015

Mi nieto Bo y el futuro de la lectura

Bo es mi nieto de dos años, que junto a sus padres y su hermanito de ocho meses me han acompañado durante mis últimos quince días en Chiloé. Desde muy pequeño ha sido un bebé singular. La relación con el mundo de las cosas de un bebé lo es a través de los juguetes y los juegos. Como todos los bebés, Bo atravesó una primera fase en la que aprendió a intuir el espaciotiempo. Existen hoy juguetes maravillosos que facilitan esta tarea, llenos de complejos, divertidos y sorprendentes mecanismos. Bo, que vive en California, los tenía y se concentraba en entenderlos y manejarlos con la seriedad de un ingeniero. A mí me divertía verlo en los vídeos que su madre le hacía y me enviaba, totalmente concentrado en la pura expresión física de los mecanismos de esos juguetes suyos.

Cuando llegó a Duhatao, Bo había pasado a la fase de asomarse al inmenso mundo de lo simbólico, accesible solamente, de entre todos los animales, a los humanos.

El juguete preferido de Bo es ahora un conjunto de 36 figuritas de plástico coloreado que representan las 26 letras del alfabeto y los 10 números. Los recita perfectamente en inglés, ei, bi, ci, di, ….uan, tu,ziri, for…, y sus juegos consisten en ordenar y reordenar letras y números de mil maneras distintas y en relacionar las letras con los nombres que arrancan de ellas para distintas imágenes u objetos, como la A con Apple, la B con Banana, etc, y los números con agrupaciones de objetos de la misma naturaleza, como 1 apple, 3 apples, etc. Tiene también un conjunto de animalitos de plástico cuyos nombres empiezan por diferentes letras del alfabeto. La A por Alligator (cocodrilo); la B por Bear (oso), la C por Cow (vaca), la D por Dog (perro), la E por Elephant (elefante), la F por Fish (pez), la G por Goat (cabra) y la H por Horse (caballo). Y ya no puede seguir porque no han encontrado animales cuyos nombres empiecen por I, J o K. Juega con estos animalitos de que dispone como si fueran letras, y con las letras como si fueran los correspondientes animales. El caso es que jugando aprende a establecer relaciones entre símbolos abstractos y objetos concretos, y que con el sistema que tiene montado se entretiene y hasta divierte mucho.


Antes de encontrarme con él en Duhatao hacía algún tiempo que no lo veía, tanto como los dos meses y medio que yo llevaba ya allí con malísima cobertura de Internet, que me impedía interaccionar con él a través de  FaceTime o Skype. Pero dos meses y medio, para un bebé, es una eternidad, tan lleno está su tiempo de acontecimientos y novedades. Así que cuando lo saludaba por la mañana con un “buenos días Bo”, ya fuera en español o inglés, me miraba con cierta indiferencia y no reaccionaba.

Uno de sus juegos consistía en cantar las letras del alfabeto en inglés con la melodía de "Estrellita dónde estás", con la que las agrupaba en las cuatro estrofas siguientes:

a  b  c  d  e  f  g,
h  i  j  k  l  m  n,
o  p  q  r  s  t  u,
v  w  x  y  z 

Así que un día se me ocurrió saludarlo cantándole simplemente “ei…bi…si…di…i…ef…gi”. El efecto fue mágico. Me miró sonriente, como puede mirar un bebé a alguien que le es muy familiar, y me contestó cantando a su vez, con la misma melodía, “eich…ai…yei…kei…el…em…en”.

Francamente, aquello me resultó emocionante. Desde entonces nuestra relación ha mejorado espectacularmente, quizá me ha reconocido como uno de los suyos. Y nos transmitimos nuestros buenos estados de ánimo cantándonos partes del alfabeto inglés con la música de “Estrellita dónde estás”.

Estando en Duhatao, Bo perdió dos de las letras de su alfabeto de plástico, la A y la O. Estaba disgustado, pues no podía completar muchas de las series de letras con las que jugaba, todas las que contenían alguna de las dos letras perdidas. Lloraba sin resignarse a aceptar esta pérdida, que rompía sus esquemas. Como uno de los muchos juegos que tiene en una tableta iPad es el de relacionar las letras con conceptos o cosas que le sean familiares, su madre le propuso sustituir la A perdida por una manzana pequeña (A de Apple) y la O por una naranjita (O de Orange), y Bo lo aceptó con entusiasmo. De modo que ahora no solo juega sin problemas con este alfabeto modificado, sino que se presenta orgulloso apretando entre sus manos las nuevas A y O reencontradas, una manzanita y una naranjita.

En los últimos días de nuestra estancia en Duhatao Bo dio un paso más en su relación con
el mundo exterior. No dejó su alfabeto, pero aprendió a tirar piedras sin que nadie se lo enseñara, a lo que dedicaba mucho del tiempo que estaba al aire libre. Aquello tenía sin duda un significado para él que a mí se me escapaba. Hacer volar, por su voluntad, algo que había lanzado con su mano… qué sé yo… el mundo maravilloso y misterioso de los niños.



 Volviendo a mi tema inicial, en el encuentro que mi nieto Bo está teniendo con lo simbólico recibe una ayuda muy eficaz de la cantidad creciente de software escrito específicamente con estos fines. De hecho Bo maneja el iPad de su madre con toda soltura, y es capaz de pasar mucho tiempo interaccionando con sus juegos de ordenador a través de sus ojos, sus oídos y ese travieso dedito índice de los bebés con el que Bo toca la pantalla de su iPad precisamente donde debe tocarla.

Creo que lo que Bo intenta conseguir sin ser consciente de ello es aprender simultáneamente a hablar y a leer. También está aprendiendo simultáneamente, al ser sus padres bilingües, a hacerlo en inglés y español.

La reflexión sobre todo esto me lleva a dos conclusiones:

1).- La enorme plasticidad de los cerebros infantiles, me refiero a los bebés, que todavía no han ido ni siquiera a la guardería. Y cómo es ésta una etapa de la vida con inmensas posibilidades desde la perspectiva del aprendizaje, las cuales habitualmente son desaprovechadas. Y conste que los bebés pueden divertirse apasionadamente aprendiendo a la vez que juegan.

2).- La enorme ayuda que para el aprendizaje infantil está prestando la informática.

Quiero terminar esta entrada haciéndome una pregunta que para mí, como escritor que soy, es esencial: ¿qué leerán y cómo lo harán niños como Bo cuando sean mayores? 

El futuro de la literatura está en la respuesta que el tiempo dé a esta pregunta. Evidentemente yo no estoy capacitado para contestarla, pero sí me haré algunas consideraciones respecto a ella.

Los medios audiovisuales (cine, televisión, informática, Internet) dominan ya el escenario de la relación intelectual de los humanos con el mundo exterior. En todos ellos hay textos escritos que soportan la comunicación efectuada, pero su papel es secundario.

Creo que a pesar de todo, en el futuro, los conceptos y disgresiones muy abstractos o con un desarrollo atemporal solo podrán entenderse bien mediante la lectura de textos, ya sea sobre papel o en pantallas. Pero para asuntos más concretos y prácticos la lectura mediante textos puede llegar a ser una pérdida de tiempo.

La situación que vivimos en la literatura puede ser parecida a la que atravesó la pintura cuando apareció la fotografía. Lo que hasta entonces era la norma, la pintura figurativa, esa que representa las cosas tal y como las ven nuestros ojos, sufrió una profunda crisis pero no desapareció, sino que se transformó. Junto a lo figurativo, que ha continuado existiendo e incluso ha derivado en el hiperrealismo de pintores como Antonio López, han aparecido formas absolutamente nuevas de pintar: toda la pintura no figurativa o abstracta, con figuras insignes como Tapies o Miró, así como la pintura que me atrevería a llamar semifigurativa, en la que el realismo antropomórfico está desfigurado por el arte pero todavía pueden verse sus sombras, como lo muestran genios de la talla de Picasso, Klee y tantos otros.

Creo que con la literatura puede pasar algo parecido. Aparecerá una literatura mucho más abstracta que la actual, dirigida a lo más profundo del espíritu del hombre, así como diversas formas de literatura más apoyadas en lo audiovisual que la actual, pero no por ello menos merecedoras del calificativo de arte mayor.

Por poner un humilde ejemplo, lo que yo intento experimentar en mi blog es la conjunción, más todavía, la integración subliminal de textos con imágenes, que se complementen y enriquezcan mutuamente. Ya sé que esto no es nuevo, pero es un camino al que le queda todavía por delante mucho recorrido creativo.


Por todo esto opino que la literatura, la de siempre, está entrando en una época fascinante en la que se le abren posibilidades inmensas. ¿Crisis? También, el cambio es inconcebible sin ellas. En el fondo de lo temporal siempre está en marcha un proceso de destrucción creativa, que ahora y en el caso de la literatura, quizá esté empezando a ser rápido y turbulento, como un joven torrente de montaña.

miércoles, 14 de enero de 2015

De vuelta

A una hora de mi casa española, todavía en el tren, tras casi 24 horas de viaje.

Me esperan personas y animales que me quieren y saben que estoy llegando. Siento ese frenesí por  estrecharme con ellos en un abrazo que estoy seguro ellos sienten también hacia mí. "Estoy aquí, ya he vuelto, nunca os olvidé", eso es lo que mi alma les está gritando.

También siento el vacío de todos, personas y animales, a los que he dejado atrás. ¿Se puede querer a un vacío? Os aseguro que sí. Soy testigo. Se les puede querer desde lo más hondo de las raíces del alma, el mismo sitio y del mismo modo con que estás queriendo ya a los que te esperan aquí con el ansia de recobrarte.

domingo, 11 de enero de 2015

Fragmentos

Museo Británico.- Fragmentos pintados de
una pared del harén, Samarra.- Tomado de
Esa sensación... cuando partes de un sitio al que quieres en busca de otro al que también quieres... y los dos están muy lejanos y son muy distintos... sabiendo además, como sabes, que volverás y te marcharás de nuevo.

Inevitable que te preguntes quién diablos eres tú.

En el fondo de tu alma estás partido como mínimo en dos mitades. Esquizoo. No eres sino una colección de fragmentos, una taza rota en pedazos.

Que palpitan, si es que eso es posible.








jueves, 8 de enero de 2015

El centro de la soledad

Lucian Freud (1985) Doble retrato
Esa soledad feroz, rabiosa, incurable, que descubres alguna que otra vez en lo más hondo de tu paisaje interior, es como esas montañas lejanas que solo se ven a veces, en días con cielos particularmente limpios de polvos y humedades, pero que puede que estén allí, en el fondo de tu paisaje exterior, desde siempre.

De ese sentimiento radical de soledad solo puede librarte la cercanía de los que de verdad te quieren, que nunca serán muchos, o el desarrollo de acontecimientos que te distraigan de tu inevitable paseo permanente por el interior de ti mismo. Por eso mucha gente busca una y otra vez, a pesar de los batacazos, amores de verdad, y otra mucha se entrega a las aventuras más peligrosas y emocionantes. Unos y otros huyen de esa soledad que aspira siempre a reinar en el centro de ti mismo y que termina siempre, queriendo o sin querer, asustándote como antesala de la muerte.

Pero los intentos de salvación desde el exterior, ya sea el amor o la aventura, nunca te librarán de la angustia de vivir con esa soledad interior a cuestas. Heidegger el filósofo fue un testigo de esta circunstancia; para él era el futuro el tiempo fundamental, el más importante; pero en realidad, pienso yo, el futuro no representaba más que un camino de huida.

Creo que no te queda otra salida que enfrentarte tú con tu soledad interior, plantarle cara, atreverte a decirle “aquí me tienes, ¿qué pasa?” con un poco de arrogancia, sin miedo. Quizá descubras entonces que esa soledad interior que te aterraba no es sino lo central de ti mismo, el núcleo de tu personalidad. Y que más que un vacío es un pozo sin fondo, tu pozo metafísico, que más que un pozo es un puente, una misteriosa puerta que se abre a un ámbito en el que te encuentras con todo lo que existe pero fuera del espaciotiempo. Incluso con Dios, si crees en Él y lo reconoces como tal, o con una misteriosa Trascendencia Absoluta, si no crees.

¿Sospechas que desvarío? Tengo que reconocer que yo nunca he llegado a estar tan dentro de mi soledad interior, pero muchos místicos sí lo han hecho (mi entrada en este blog “El pozo metafísico” 3 febrero2007). Teresa de Jesús nos describió el camino que ella siguió para llegar hasta allí, en “Las Moradas”, quizá la más profunda de sus obras. Atrévete a leerla.

Pero si, como yo, tú te sientes incapaz de llegar hasta allí, reconoce al menos que tu soledad interior es una puerta, un puente, una llamada, y no te asustes de ella.

Acepta tu soledad interior, cuando te invada tal que una mala niebla, como una compañera. 

No te angusties ni te turbes, no tengas miedo. 

Escucha tu silencio.

martes, 6 de enero de 2015

Emerge una gran bestia

Vivimos en un mundo cada día más basado en lo tecnológico. Nuestras vidas están absolutamente mediatizadas por Internet y sus derivados. Puede afirmarse que Internet es hoy el motor del mundo y la electricidad su combustible. Si Internet dejara súbitamente de funcionar, el mundo se pararía en todos sus aspectos esenciales.

De ahí a convertirnos los humanos en simples terminales de esa megamáquina hay solo un paso, que nunca deberíamos dar. Este es uno de los desafíos más interesantes del mundo en que vivimos: domesticar definitivamente a Internet, asegurar que se pone al servicio de los hombres y no los hombres al servicio de Internet.

Diablos, a poco que se piense cae uno en la cuenta de que esa domesticación es algo endiabladamente difícil. Porque Internet, como toda megamáquina, carece de malas intenciones pero tampoco las tiene buenas. Es sencillamente amoral. No nos avisará de los peligros que pueda traer consigo porque los ignora, carece del sentido del peligro, de la visión a largo plazo, de la intuición. Es nada más que una maravillosa y poderosísima bestia inanimada. ¿Quién la controla, cómo, dónde, cuándo?

El peligro es doble: que no la controle nadie o que acaben controlándola los Grandes Hermanos, que como siempre ha sido se sentirán llamados a sojuzgar al resto de la gran familia humana.

¿Cómo conseguir que Internet, esa gran oportunidad, siga siendo, sea más cada día, un instrumento al servicio de la libertad y el bienestar de TODOS los humanos y finalmente del entero mundo? Recordemos lo que ha pasado con la Televisión, convertida ya en el opio del pueblo de nuestra época. ¿Permitiremos que pase lo mismo con Internet? 

¿Pero dónde están, quiénes serán los valientes que lo eviten?