domingo, 27 de marzo de 2016

Ciencia y Religión

En el marco cultural en que hoy vivimos los países occidentales, no debería haber conflicto entre Ciencia y Religión. Pertenecen una y otra a ámbitos completamente diferentes, la Ciencia se ocupa de la Naturaleza, la Religión de Dios.

La Religión (intento referirme a todas las religiones en su conjunto) ve a Dios como el origen, el fundamento y el fin de todo lo que existe. La Ciencia está interesada en comprender todo lo que existe en sí mismo: la concatenación de causas que han llevado a lo que existe ahora, las leyes naturales que definen como funciona todo lo que existe, la concatenación de efectos que llevará a lo que exista en el futuro. La Religión cree en una comunicación de Dios con el Hombre a través de distintas formas de revelación. La Ciencia cree en una comunicación del Hombre con la Naturaleza a través del método científico.  Tanto la revelación como el método científico son lenguajes que establecen una relación entre el Hombre y dos ámbitos completamente distintos, Dios y la Naturaleza.

Aún así, tanto la Ciencia como la Religión son obra de los Hombres y por eso es inevitable que interaccionen y entren en conflicto. Las dos están en la Historia, y como ambas son poderosas las dos participan en la construcción de la Cultura y en el ejercicio del Poder.

Como ámbitos culturales, las dos han venido compitiendo por dar una explicación (en el caso de la Ciencia) o una justificación (en el de la Religión) a la pregunta del “quienes somos – de dónde venimos – adónde vamos”.

Como ámbitos de poder, las dos aspiran, a través de sus brazos armados, la Tecnología (en el caso de la Ciencia) o las Iglesias (en el de la Religión) a domesticar a los humanos y así organizar el Mundo.

Ambas hacen lo que hacen de buena fe. Desde los principios shamanistas de la historia de los hombres, Ciencia (hierbas con poderes curativos) y Religión (conexión con lo espiritual) han estado en la doble tarea de ayudar a los humanos a enfrentarse con el problema de la muerte y domesticarlos para que dejen de ser unos hambrientos y congelados caníbales, capaces de las mayores barbaridades.

En esta difícil tarea ambas han cometido errores importantes, partícipes como son, inevitablemente, de la falibilidad humana. Guerras religiosas feroces (caza de herejes, infieles y brujas), pero también guerras tecnológicas terribles (bomba atómica, cambio climático, ecocidios diversos, efectos colaterales de las armas modernas sobre poblaciones inocentes).


Y ambas, mientras que los humanos sean humanos, tendrán que seguir caminando, juntas si es posible. Incluso cogidas de la mano, como dos hermanas que miran la belleza de todo lo que existe y del misterio que lo rodea con sus ojos puestos en direcciones bien diferentes. Hijas, ambas, del Hombre, entendido éste en su sentido más natural pero también en su sentido más sagrado.

El Partenón es un soberbio símbolo del inextricable parentesco entre Ciencia y Religión. Sus formas bellísimas son un exponente de la aspiración de los hombres a encontrar la Belleza a través de la Razón y la Armonía. Nació como un templo dedicado a una diosa, Atenea, en agradecimiento a su ayuda en la victoria de los griegos sobre los persas. Atenea fue, según la creencia griega, hija partenogenética de Zeus y ella misma virgen. Considerada por los griegos como Diosa de la Razón. ¡Nada menos que eso!



viernes, 25 de marzo de 2016

Viernes Santo en Barajas


Se acabó la paz de Chiloé. El vuelo de Iberia entre Santiago y Madrid se retrasa por avería cuatro horas, lo que me hace perder mi enlace con un vuelo a Sevilla. Ahora, a las 7:15 chilenas, 11:15 españolas, espero en la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas un enlace que no saldrá hasta las 18:00 españolas. Dispongo pues de mucho tiempo para pensar y observar a un público que está de paso, los aeropuertos son siempre así, sitios de paso fugaz, de tiempo que se cuenta en minutos u horas en vez de días, meses o años, porque es un tiempo mecanizado, inhumano.

Durante el largo vuelo transoceánico he tenido sentada junto a mí una joven oriental, absorta durante la mayor parte de la noche en la pantalla de su smartphono, al que desde aquella cabina de pasajeros sumergida en la estratosfera puede conectar por el wifi de que dispone la aeronave con el mundo entero. Ella no para de teclear y hablar hasta que ya por la mañana, muy cerca de Madrid, cae rendida por fin al sueño. Me llama la atención, observándola de reojo, que la pantalla de su smartphono está ocupada por una enorme foto de ella misma, sobre la que se van superponiendo los distintos textos. Como iluminado por esta observación, comprendo que los smartphonos son instrumentos peligrosamente solipsistas. Puesto que, dando la impresión de que nos comunican instantáneamente con todos los seres queridos, los amigos y conocidos, el mundo entero, lo que en verdad hacen es encerrarnos dentro de nosotros mismos. Porque la comunicación a través del smartphono es absolutamente abstracta y virtual. Nos comunicamos con algo en dos dimensiones que no huele y a lo que no podemos tocar ni sentir como un todo. Esto es muy útil cuando algún ser querido o amigo está obligadamente lejos. El problema está en que quizá algunos jóvenes se estén acostumbrando a que la pantalla del smartphono sea la parte más importante del mundo. Ello puede suponer un cambio radical de situación, del estar-en-el-mundo, cuyas consecuencias sobre los valores humanos que dan consistencia a la sociedad son imprevisibles.

Cuando volamos es ya habitual que la tripulación nos advierta una y otra vez, cuando se acercan el despegue y el aterrizaje, que apaguemos nuestros celulares porque si les dejamos emitir sus señales radioeléctricas éstas pueden interferir con los sistemas de navegación de la aeronave. Oyendo esto caigo en la cuenta, una vez más, de que nuestros aparentemente inocentes celulares son potentes transceptores que emiten y reciben continuamente ondas radioeléctricas. Mi cerebro se plantea enseguida una pregunta absolutamente lógica: si tenemos que proteger de las ondas radioeléctricas que emiten nuestros celulares a los instrumentos de las aeronaves que nos transportan, ¿qué pasa con nuestros cerebros, mucho más sutiles, poderosos y delicados que aquéllos? ¿Qué efecto puede tener en los cerebros de nuestros jóvenes la contaminación radioeléctrica que emiten continuamente sus celulares?

Como para todas las tecnologías que en el mundo han sido, para ésta de los celulares también se han publicado estudios tranquilizantes que sugieren la inexistencia de efectos patológicos detectables sobre los cerebros humanos sometidos a emisiones radioeléctricas  como las de los celulares. Pero ¿qué pasará a largo plazo? ¿Cómo se verán afectados los cerebros que van a estar sometidos durante toda su vida a estas radiaciones? Temo que se producirán efectos, difícilmente detectables porque nuestro conocimiento de las complejidades del cerebro humano es todavía incipiente.

¿Quiero significar con esto que deberíamos renunciar a las poderosísimas tecnologías de comunicación que ahora tenemos? No, de ninguna manera. Lo mismo que los humanos empezaron a perder los pelos del cuerpo cuando aprendieron a abrigarse con pieles, hasta que se quedaron casi totalmente lampiños, y lo mismo que perdieron olfato, vista y tacto a medida que mejoraban sus armas y se desarrollaban sus cerebros, ahora las ondas radioeléctricas los cambiarán también.

¿En qué dirección? Yo no lo sé. Solo sé que, de modo parecido a los espartanos, deberíamos intentar educar a los jóvenes en la templanza en el uso de todo lo que tienen a su alcance, y en el valor de lo real: lo visto, oído, palpado, gustado, amado o razonado por uno mismo, sin necesidad de intermediarios radioeléctricos o de terminales capaces de darle a uno, de modo inmediato, toda la información que aparentemente necesita.

Aunque hago esta recomendación, me siento bastante pesimista respecto a que los humanos seamos capaces de parar voluntariamente nuestra propia evolución, que ha sido, es, será y seguirá siendo darwiniana.

Pero no solo darwiniana. Aquí está la esperanza. Los humanos hemos sido capaces de evolucionar culturalmente a mucho mayor velocidad que lo hace el simple ímpetu darwiniano. Tenemos lenguaje, pensamiento, conciencia, libertad, memoria. Todo esto se integra en la palabra cultura. Nuestra evolución cultural deberá ayudarnos a corregir el rumbo ciego a que nos lleva el destino.


P.S. Un breve recuerdo de la festividad que celebran hoy los cristianos, la muerte de Jesús en la Cruz, preludio necesario de una vida eterna para todos. Ése es el misterio, largamente anunciado y prometido.

jueves, 24 de marzo de 2016

El mundo del archipiélago

Mapa de Chiloé con la ruta que hemos seguido marcada en negro
Navegando a bordo de la Dalmacia III de mi amigo Miro Yurac, desde Castro hasta Mechuque, en las islas Chauques. 

Primero atravesamos el fiordo de Castro, luego bordeamos la isla de Lemuy por el Norte y la Península de Rilán por el Este para pasar frente a Dalcahue, desde donde arrumbamos a Tenaun por un mar abierto ya a las olas que llegan del Golfo de Corcovado. Desde Tenaun, finalmente, saltamos hasta Mechuque, en las islas Chauques, donde dormimos en un excelente fondeadero. El viaje de vuelta, al día siguiente, reproduce a la inversa el de ida. 

Presento a continuación algunas fotos comentadas en las que intento decir algo sobre la vida en las islas menores del archipiélago. 

El poblamiento inicial de Chiloé se centró en ellas, porque la isla grande estaba principalmente ocupada por bosques impenetrables. Este poblamiento mantuvo las mismas formas de vida que habían traído los aborígenes siberianos que hace entre diez y quince mil años atravesaron a pie el estrecho de Bering, para llegar en poco más de cinco mil años hasta Chiloé como fin de etapa. Vivían estos pobladores originales del continente americano en el borde del mar, donde obtenían lo mejor de los dos mundos que allí se encontraban: de la tierra leña para calentarse, madera para construir sus rukas y sus dalkas y algunos desbroces hechos pampas para que sus ovejas pastaran; de la mar mariscos, algas y peces con que alimentarse. Esta ha sido y sigue siendo la cultura que en Chile se ha llamado del bordemar .  Y como la longitud de bordemar disponible por unidad de superficie habitable era máxima en las islas menores del archipiélago de Chiloé, en ellas fue donde se acumuló la población. El perímetro de la isla grande vecino a las islas pequeñas formaba también parte, naturalmente, del bordemar. Las poblaciones asentadas en las orillas de la isla grande estaban incomunicadas por tierra y funcionaban, a todos los efectos, como pequeñas islas. Hasta hace poco más de un siglo el único eje de comunicación terrestre permanente era el que unía Ancud con Castro. Pueblos relativamente cercanos en la isla grande, como Castro y Dalcahue, estaban mejor comunicados por mar que por tierra.

La población de Mechuque en las islas Chauques
Mechuque es la aglomeración urbana más grande de las islas Chauques. Pero se reduce a unas pocas casas, de las que la más importante, con tejados rojos en dos alas perpendiculares que ocupan el centro de la foto, es la escuela. A la izquierda de la foto se ve la sombra de una rampa, por la que desde barcazas con proa abatible pueden desembarcar en la isla camionetas y otros vehículos. La parte derecha de la foto muestra una acumulación de cabañas y lanchas varadas y es la zona donde se reparan y mantienen listas las embarcaciones, necesarias para relacionarse con esa mar que es para el habitante de estas islas una compañera mucho más íntima que el bosque. Aunque muchos años de presencia humana han hecho que el bosque vaya retrocediendo, los alrededores de Mechuque siguen estando bien forestados, y la población extrae de estos árboles su fuente de energía fundamental, la leña que arde continuamente, día y noche, invierno y verano, en las cocinas.
De manera que Mechuque y las Chauques podrían seguir viviendo ahora el mismo tipo de vida que han mantenido durante siglos. Pero aunque la cultura del bordemar sigue bien viva allí, las cosas están cambiando, particularmente en el sentir y el entender de la gente más joven. Léase como testimonio de lo que digo algo que ya escribí en este mismo blog hace años, "Tradicion frente a progreso en las islas Chauques", en la entrada "Un parque eólico en Mar Brava (II).- Los efectos sobre el paisaje", publicada el 23 de enero de 2.011.

Entre Dalcahue (a la izquierda) y la isla de Quinchao (a la derecha)
Este es el paisaje permanente de las pequeñas islas del mar interior. Solo se presenta ante los ojos en días claros y soleados, los isleños lo saben, pero nunca olvidan que la gran cordillera cubierta de nieves blancas está al fondo, inconmovible, confortante a la vez que amenazante. El agua marina profundamente azul contrasta con los verdes y dorados de las islas cercanas, los azules de las lejanas, los penachos blancos, retorcidos como llamas frías,  de las altísimas montañas de los Andes y el cielo protector, celeste, suave, compasivo. Aquí el paisaje, cargado de belleza y de tragedia, se hace cultura. 

Tenaun con su bellísima iglesia visto desde el mar
Mientras que Mechuque tiene un origen relativamente reciente, Tenaun es lo suficientemente antiguo para adornarse con una de las más bellas iglesias que pueblan el archipiélago. Frente a él, en la mar, dos de los tipos más básicos de lanchas que surcan los mares chilotes. En primer plano, pintada en blanco y negro, la Teresa de Jesús es una lancha para el transporte de pasajeros, desde Tenaun hasta Mechuque por un lado o Dalcahue y Castro por el otro. Delante de la cabina de mando hay un pequeño camarote donde se acumula el pasaje.  Por detrás, pintada en blanco y amarillo, la típica lancha de faena, usada para la pesca o la atención a las múltiples estaciones de cultivo de mejillón o salmón que existen aquí.


Los barcos de pesca bullen en estas aguas preñadas de peces y de lobos marinos que compiten con los pescadores en la captura de aquéllos. En el fondeadero donde pasamos la noche nos encontramos con el Matitiahu, un barco de Castro que pescaba la merluza con redes de enmalle de fondo por aquellas aguas. La vida de estos hombres es dura, pasan semanas en la mar hasta que tienen la nevera de su barco llena de pescado. Uno de ellos, el que se inclina junto a la borda mirando hacia nosotros, era además de marinero buzo y pudo liberar el eje de la hélice de la Dalmacia III de un cabo de amarre que se le había enredado insidiosamente. La profesión de buzo abunda entre los chilotes del bordemar, que cuidan de sus mariscos y sus peces como si de ganado se tratase. Podría decirse que la mitad de los hombres que trabajan en la mar, que son casi todos, además de marineros son buzos. Y es que, para los chilotes, la mar y la tierra firme se funden en el bordemar de una forma tan íntima que con la misma soltura caminan ellos por sobre las calles y campos de sus pueblos que nadan por sobre el fondo de sus mares.  



jueves, 17 de marzo de 2016

Chiloé desde su mar interior


De excursión por la orilla del mar interior de Chiloé, ése donde se abrazan con calma la isla grande y el océano Pacífico, entre una multitud de pequeñas islas, el archipiélago, dormidas en la paz de sus sueños.

Desde Quemchi hasta Dalcahue, hemos pasado por Aucar, Quicaví, Tenaún y San Juan. El día es espléndido, luce el Sol dando un calor tibio y llenándolo todo de brillos fugaces.  El Pacífico interior está hoy enmarcado por la Cordillera, libre totalmente de brumas y nubes, un rosario de grandes picos nevados que separan dos azules, el profundo y marino del océano y el otro azul celeste del cielo. Ante nuestros ojos se destacan de la Cordillera, acercándose como para saludarnos, el volcán Chaiten, macizo y muy nevado, y el Corcovado, que remata en un pico tan agudo como una aguja que señala al cielo, como si quisiera advertirnos de algo.

El volcán Chaitén desde la costanera de Tenaun
Recuerdo ahora cómo, cuando llegué por primera vez a Chiloé, el volcán Chaitén acababa de entrar en una erupción explosiva que destruyó el pueblo que con su mismo nombre se asentaba en sus faldas, llevándose para siempre por delante casas, ganados y esperanzas. Estaba yo aquel día en el estero de Compu, frente al Corcovado,  y veía hacia el Este, sobrepasando las islas, la gigantesca fumarola del gran Chaitén dominando el cielo. Me acompañaba un chilote que había vuelto a su tierra tras muchos años de trabajo en Argentina. Era un hombre un tanto especial, lucía una barbita muy cuidada y calaba un gorro redondo de cuero, insólito en este paisaje chilote, que había traído como un recuerdo de sus años en la otra Patagonia. Oficiaba ahora de fiscal en una parroquia chilota, una institución que data de los tiempos remotos en que unos pocos misioneros jesuitas tenían que recorrer la inmensidad de las islas y delegaban en los fiscales el cuidado cotidiano de las iglesias. Mirando hacia la fumarola del gran Chaiten, este hombre me dijo: “¿La ves? Es un aviso, la madre Tierra quiere advertirnos de que está empezando a cansarse de nosotros los hombres”.

Iglesia de Tenaun
Cuando vamos cruzando los pueblos nos sorprende su tranquilidad, que es su silencio. En realidad, lo que llamo pueblos son pequeñas aglomeraciones de casas alrededor de una iglesia, una costanera ante la que fondean lanchas de pesca y transporte y en algunos casos, como en San Juan, una capintería de ribera donde todavía se construyen hermosas lanchas de madera. La mayoría de los habitantes vive en el campo o está en la mar o ha emigrado hacia el Sur. Siempre fue así y lo sigue siendo.

Ahora muchos hombres trabajan en el cuidado de jaulas salmoneras esparcidas por toda la inacabable terra incognita que se extiende entre Chiloé y Punta Arenas: el archipiélago de las Guaitecas, el de los Chonos, el de las Guanatecas, el Golfo de Penas, las innumerables islas y los profundos esteros que se extienden a lo largo del estrecho de Magallanes… todo eso, no en balde Chile es, después de Noruega, el segundo productor de salmón cultivado del mundo.

El Chiloé de siempre sigue volcado en el Sur, dueño de éste, al menos en lo que se refiere a los trabajos y los sueños de los hombres.


El pueblo de San Juan

miércoles, 9 de marzo de 2016

¿Qué está pasando en España?

Han pasado casi tres meses desde que el 20 de diciembre de 2015 se celebraron elecciones generales en España. Los partidos políticos, de los que ninguno obtuvo mayoría suficiente para gobernar en solitario, siguen sin ponerse de acuerdo para formar una coalición de gobierno.

En la imagen los lideres de los cuatro partidos que representan en conjunto el 92% del Congreso de los Diputados. Junto al nombre de cada líder, coloreado en rojo si de izquierdas y en azul si de derechas, figura el nombre del partido y el % de diputados que ha conseguido en el Congreso.


¿Qué está pasando?

Lo más sencillo habría sido que PP y PSOE, los dos partidos dominantes, que se han venido sucediendo en el gobierno durante casi cuarenta años de democracia, hubieran formado ahora un gobierno de coalición, con una aplastante mayoría del 61% en el Congreso de los Diputados.

Pero el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se ha negado rotundamente a ni siquiera hablar con el presidente del PP, Mariano Rajoy. En contraposición, ha intentado formar una coalición con Podemos (izquierda radical) y Ciudadanos (centro derecha), que habría alcanzado una mayoría del 57%. Ha fracasado porque ni Podemos ni Ciudadanos quieren integrarse en una misma coalición, dadas sus profundas diferencias ideológicas. De este modo España se ve abocada a otras elecciones generales que no podrán celebrarse hasta junio y que pueden dar resultados muy parecidos a los de Diciembre 2015, reproduciendo el problema ahora planteado. Permaneciendo entre tanto el país en manos de un gobierno en funciones que no tiene la potestad de aplicar las enérgicas  políticas de reforma que España sigue necesitando.

Menudo lío. Aunque detrás de lo que podría parecer un reñidero de políticos que piensan más en sus intereses personales o de partido que en los de la nación, hay razones de fondo que pueden explicar la situación. Para entenderlas conviene sustraerse del torrente de acontecimientos cotidianos, de modo que “los árboles no nos impidan ver el bosque”.

El “bosque” que hay que ver es el de la izquierda española en su conjunto, dividida hoy en dos mitades de las que una (Podemos) intenta comerse a la otra (PSOE), siguiendo una cinética parecida a la que en Grecia hizo que Syriza (el Podemos griego) se comiera al Pasok (el PSOE griego). Sánchez y la dirigencia del PSOE temen que en España pueda repetirse este fenómeno y por eso se niegan a coaligarse con el PP, entendiendo que esto podría suponer un desgaste irreparable para su imagen ante los votantes de izquierda.

Pero ¿por qué teme el PSOE a Podemos? El motivo no es ideológico; el PSOE es un partido socialdemócrata integrado en el socialismo europeo; Podemos es todavía un movimiento magmático, pero sus dirigentes proceden de un comunismo leninista salido de las aulas universitarias, sin experiencia de gobierno. El PSOE arrastra el cansancio de muchos años de poder con luces y sombras, y en sus últimos ocho años de mandato la pésima gobernanza de su líder de entonces, Rodriguez Zapatero; mientras que Podemos es joven, no está desgastado y ofrece a muchos españoles bastante agobiados y cabreados grandes promesas de cambio.

Podemos, en definitiva, representa la versión española de un populismo que, tras la crisis financiera del 2008, está presente en muchas democracias occidentales. En unos países este populismo tiene un disfraz de derechas, como en Francia con Marine Le Pen o en USA con el republicano Trump, en otros de izquierdas, como en Grecia con Syriza o en España con Podemos,  y en otros es un populismo soberanista, como en Gran Bretaña y también en España con los casos catalán y vasco.

Aunque en su fondo los populismos son todos iguales: aspiran a satisfacer las demandas de una sociedad que reclama un reparto más justo de la riqueza aplicando para ello políticas destinadas al fracaso, porque no hay suficiente  riqueza que repartir. Caso paradigmático de populismo es la Venezuela de Chaves y Maduro, donde ha conducido al empobrecimiento absoluto de la población, precisamente lo contrario de lo que aspiraba.

¿Por qué aflora el populismo ahora en Europa? Por el negro futuro que tienen a la vista unas clases medias que eran mayoritarias y ven cómo van disminuyendo sus ingresos netos, sus posibilidades de trabajo, su bienestar social (sanidad pública, educación gratuita y pensiones dignas) y el porvenir de sus hijos y nietos. La globalización económica y financiera se ha llevado mucho del dinero para invertir y de los puestos de trabajo a países lejanos. La globalización social atrae inmigrantes procedentes de países todavía en peor situación que compiten con las poblaciones locales. Y lo que termina de agravar la situación es que no hay una correspondiente globalización política, es decir, una voluntad de los países más ricos por reducir sus diferencias con sus vecinos más pobres, así como un control político suficiente sobre los movimientos financieros o migratorios.

Todo esto hace que los pueblos europeos sientan miedo y rabia. Poniendo sus esperanzas mezcladas con su cólera en manos de unos populismos que no son, en definitiva, sino una forma de fascismo. Lamento tenerlo que decir así pero así lo temo y lo creo.

La coyuntura que vive Europa en esta primera mitad del siglo XXI tiene muchas analogías con la que vivió en la primera mitad del siglo XX. La democracia vuelve a estar en crisis, en cuanto a que puede ser de nuevo amenazada y hasta capturada por distintas formas de fascismo. Europa en su conjunto y España en particular tienen que ser capaces de mirar serenamente a su futuro y determinar qué es lo que tienen que hacer para que llegue a ser precisamente eso, todo un futuro garantizado y digno. Conseguir ese futuro nos obligará a renunciar a muchas cosas superfluas, pero encontrando a la vez compensaciones que merezcan la pena. Para eso hacen falta líderes encuadrados en partidos honrados y con experiencia, junto con ciudadanos que voten con la cabeza antes que con el corazón. Nada menos que todo eso. Pero creo que en España podemos tenerlo.

Yo quisiera que antes de llegar a unas nuevas elecciones, Ciudadanos, PP y PSOE se pongan de acuerdo para formar un gobierno de coalición, que tendría una mayoría parlamentaria de nada menos que el 72% y podría emprender un programa no ya reformista, sino capaz de definir con claridad un futuro para España, aplicando no ya las políticas, sino las estrategias necesarias para ello.

En cuanto a Podemos, que tengan paciencia y adquieran experiencia de gobierno a los niveles locales y regionales en que ahora están situados, demostrándoles allí a los ciudadanos qué es lo que van a ser capaces de ofrecerles.

lunes, 7 de marzo de 2016

Carancas

Ayer bajé a la playita de Elefante y me encontré con una pareja de Carancas (Chloephaga hybrida). Su nombre en inglés es Kelp Goose, que se puede traducir  por ganso del kelp o de las grandes algas pardas que crecen cerca de la costa, laminarias a las que también se llaman sargazos y que en las costas chilenas están representadas por el espléndido Cochayuyo.



Las Carancas viven en playas solitarias muy rocosas, donde se alimentan de las diversas algas que crecen en las superficies intermareales de las rocas. La playita del Elefante representa, como puede verse en la foto, un hábitat ideal para ellas.

Suelen encontrarse en parejas, el macho blanco inmaculado, la hembra, cuando en reposo y con las alas plegadas, casi negra. A veces con algún pollo o en grupos familiares pequeños, nunca en grandes bandos. Son tranquilas, te dejan acercarte mucho, aunque yo no lo hice porque me daba pena romper su paz. Por eso la foto que pude sacarles con mi celular es de mala calidad, pero refleja muy bien el hábitat donde las Carancas se encuentran. En la playita del Elefante estábamos solos ellas dos y yo, porque en estas fechas las gaviotas, que suelen animar mucho la costa, han criado ya a sus pollos y vuelto a la mar. He reproducido también un grabado de la magnífica guía Birds of Chile (con textos de Jaramillo y dibujos de Burke y Beadle), para mostrar bien la belleza del plumaje de estas aves.




Pero si he traido hoy aquí a las Carancas es porque nadie mejor que ellas representa ese Sur patagónico y magallánico al que Chiloé pertenece. Las Carancas viven solamente en la franja costera que empieza precisamente en Chiloé y termina en las islas Malvinas, pasando por los canales y las encrucijadas de Magallanes. Mi homenaje con ellas a estas tierras y costas tan singulares y bellas.

Pudúes y zorritos amenazados por los perros

Mis queridos pudúes están siendo diezmados por los perros. Es una historia que ya empieza a ser vieja sin que se le haya conseguido poner remedio. Los perros están extinguiendo a dos bellísimas especies autóctonas del Sur de Chile, el zorrito de Darwin y el pudú, que carecen de los mecanismos de defensa adecuados y pueden terminar desapareciendo.

Se trata de perros que son abandonados en el campo por gente de la ciudad, también a veces de perros cuyos amos campesinos no les echan de comer y los dejan sueltos para que se busquen la vida. En el primer caso, los perros abandonados se asalvajan, convirtiéndose en perros cimarrones que pueden llegar a ser más voraces que los lobos.
Siendo estos perros cimarrones animales que fueron domésticos, somos los humanos los últimos responsables del ecocidio que está teniendo lugar, por tanto los obligados a ponerle remedio.

La solución no es fácil. La captura y hasta el sacrificio de los perros cimarrones es la medida más directa, relativamente fácil de implementar con un sistema de recompensas. Pero las leyes de Chile prohíben el sacrificio de perros. Yendo más al fondo del problema, habría que perseguir el abandono de perros mascota por sus dueños humanos, que tiene todas las características de un crimen.  Para ello, los perros de las ciudades deberían estar dotados obligatoriamente de chips, de modo que los perros cimarrones capturados en el campo pudieran conducir a las autoridades hasta los dueños que los abandonaron, que serían sancionados con severidad. Todo esto exige ideas claras y  resolución, además de tiempo.


¿Terminarán siendo pudúes y zorritos de Darwin dos casos más de extinción provocada por la indiferencia de los humanos hacia la naturaleza?

Zorrito de Darwin, perro y pudú, los tres protagonistas de esta triste historia. El collar del perro muestra su condición de animal doméstico, con derecho a tener un amo que lo cuide y lo quiera.



Majestad del Aconcagua

Presento ahora dos fotos de entre las muchas que tomé hace pocos días, cuando cruzaba la Cordillera en el avión de Madrid a Santiago, camino de Chiloé.



En ambas se ve en el centro, destacando con su masa de otras montañas que lo rodean, el que me parece que es el Aconcagua, el pico más alto de todo el continente americano. Las dos fotos son impresionantes, a pesar de las manchitas de la ventanilla del avión que se ponen de manifiesto en una de ellas, como consecuencia de mi torpeza al no haber pegado el objetivo de mi iPhone al mismo cristal de esa ventanilla.

La Cordillera es de una grandiosidad extrema. Me atrevo a decir que el espectáculo natural más impresionante que he visto en mi vida, más que las profundidades del cielo nocturno del Sahara o la majestad de una tempestad en medio del Océano Atlántico, ha sido la cordillera de los Andes contemplada desde las calles de Santiago.

Y la cordillera explica en buena medida lo que mi querido Chile es. Su extrema inestabilidad telúrica, que se corresponde con la extrema capacidad de su gente para afrontar la desgracia con valor y solidaridad. Su condición de barrera difícilmente franqueable, que hace del Valle Central un vergel libre de muchísimas plagas que asolan el mundo. Sus desesperadas quiebras geológicas, que convierten a Chile en una potencia minera. Su romántica y prístina belleza, que hace que en el corazón de muchos chilenos se esconda un poeta.


martes, 1 de marzo de 2016

La lucha por la vida

La naturaleza chilota. Las grandes rocas testimonian un pasado
geologicamente tormentoso, pero a la escala de los miles de
años todo es apacible para la Naturaleza no humana. Incluso los
frecuentes terremotos la dejan indiferente.
La visión popular del darwinismo me parece profundamente inexacta.

En Chiloé va a empezar pronto el otoño. Estamos ahora en la plenitud tranquila del verano, la vida bulle por todas partes y a todos sus niveles, abundan todavía las flores, los insectos de muchas especies  liban sus néctares y a su vez son devorados por unas cuantas especies de pájaros insectívoros, entre las que destaca aquí, con la belleza de sus ojos rojos y sus elegantes picados tras los dípteros, el diucón. También liba a su manera rápida y elegante los néctares florales el rey de la naturaleza chilota, el magnífico y minúsculo colibrí, que en Chile llaman atinadamente picaflor. Otros pájaros, como los tordos o los zorzales, comen con glotonería las muchas semillas de gramíneas silvestres que se acumulan en el suelo, bajo las altas hierbas ya secas. Y aves mayores como las bandurrias y los tiuques, rebuscan por el suelo los gordos gusanos, las gelatinosas babosas y los escarabajos que corretean entre yerbajos que para ellos posiblemente sean una gran selva virgen. A veces, cuando un zorzal vuela, el halcón peregrino, vigilante desde lo alto de los cielos, se lanza sobre él y lo mata de un zarpazo implacable. Pero esos pequeños y lindos venados a los que llamamos pudúes y los preciosos zorritos a los que Darwin descubrió para la ciencia, no tienen aquí predadores naturales que los sometan a su cadena trófica, y sin embargo viven en perfecto equilibrio con el resto de la naturaleza. Claro que zorritos y pudúes se están extinguiendo poco a poco víctimas de nosotros los humanos y, más en particular, de nuestros perros.

El suelo que los humanos vemos desde alturas casi 
celestiales es para los pequeños insectos una selva
 profunda.

La sensación que yo tengo es que en los ecosistemas naturales como éste de Chiloé que están en equilibrio, es decir, que no se han visto sometidos a una gran catástrofe, como un invierno demasiado frío o un persistente cambio climático, no hay lucha por la vida entre las distintas especies que los pueblan, en ese sentido angustioso, escatológico, que los humanos damos a la expresión “lucha por la vida”. Lo que existe es una convivencia armoniosa, en la que, por supuesto, siempre está presente la muerte. Plantas y animales viven un ciclo imperturbable de eterno retorno en el que la muerte no es sino la continuación natural de la vida. Y no se trata de una situación bucólica: la naturaleza es dura, sus leyes son implacables. Pero todo ello transcurre en el marco de una profunda inocencia, donde la angustia y eso que los humanos llamaríamos el pecado, no existen.

Lo mismo sucede con las ramas y hojas del Canelo. 
Como los altos de las grandes selvas amazónicas 
para los pequeños insectos
Bajo estas perspectivas me explico yo la narración que el mito bíblico nos hace del pecado de Adán y Eva y su consiguiente expulsión del Paraíso. Lo que sucedió fue que Homo sapiens, como consecuencia de una evolución darwiniana estricta, sufrió una serie de cambios anatómicos que lo transformaron en la bestia tan inteligente como angustiada que los humanos somos. El desarrollo casi canceroso del córtex cerebral, que trajo consigo una inteligencia nunca antes vista, las adaptaciones de la laringe que permitieron los sonidos sofisticados de un habla, los cambios cervicales que facilitaron el aumento del tamaño cerebral  y el andar de pie, sin tener que arrastrarse sobre la tierra con la mirada baja, todo esto hizo un humano que perdió la inocencia y como corolario inmediato, rechazó la inevitabilidad natural de la muerte. A partir de ese momento no había sitio para él en el Jardín del Edén, ese Paraíso que es la Naturaleza sin humanos. Por eso Dios no tuvo más remedio que expulsarlo de allí, de manera que desde entonces los humanos empezamos a “vivir peligrosamente”.

Este es para mí el centro de la Historia Natural. Lo que nos ha permitido a los humanos ver a la Naturaleza como algo distinto a nosotros, hecha para que la explotemos. Lo que nos ha llevado a irla destruyendo para ponernos así en el mayor de los peligros a nosotros mismos.


¿Cuándo, llevados por nuestra inteligencia casi angélica, empezaremos a corregirnos?

Me relaciono con mis amigos Tiuques dándoles pan todos los días. Quizá sería mejor para ellos que yo los dejara en paz.