Dos de los cuatro pedazos en que se ha escindido ya el cometa 73P (Foto de la NASA)
Si hay algo estimulante en la vida es recordar aquellos buenos momentos que aunque pasaron también dejaron un rastro que persiste en tu memoria. Y si hay algo aburrido es darte cuenta de cómo esos buenos recuerdos se te van borrando poco a poco, porque tu memoria, aunque no lo quieras, es falible.
Te aferras a los más apreciados de esos recuerdos que se te van desvaneciendo. "No dejaré que se vayan", te dices, tensando tu cerebro como si fuera un músculo. Y a medida que inevitablemente se van esfumando, tú vas rellenando los huecos que dejan con paletadas de tu fantasía.
Así, poco a poco, tus recuerdos más queridos se van convirtiendo en sueños que nunca fueron, aunque pudieron ser y por eso terminan siendo. Juegas con ellos casi a diario, aunque solo puedas hacerlo durante unos momentos fugaces.
Algunos de estos sueños, por una mezcla del azar que te envuelve y de tu constancia, terminan transfigurándose en bellísimos cuentos de hadas, que tú te cuentas una y otra vez y siempre son ligeramente distintos, lo suficiente como para que te parezcan nuevos.
Esto es todo lo que te va quedando de tu pasado. Nada menos. Quisieras ser un niño que llegara a viejo para volver a ser un niño que llegara a viejo…. así una y otra vez, para siempre. Eres consciente de que estás oyendo el tic tac de la eternidad.
Desde lo hondo de ti mismo te sube un murmullo de olas rompiendo sobre la playa que tú eres. Ese murmullo te relaja. Cierras los ojos, los aprietas como hacen los niños y ves las chispitas de esa pequeña y sumisa felicidad que estás sintiendo.
No es tan difícil.
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NATURALEZA y CULTURA. Observaciones sobre los intentos vanos del espacio por liberarse del tiempo
miércoles, 20 de junio de 2012
Recuerdos
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