Solo puede recordar el que olvida, solo olvidar el que recuerda. Olvido y recuerdo son como sueño y vigilia, inconcebibles el uno sin el otro. Olvidar para siempre es dejar de olvidar, lo mismo que es dejar de recordar el tener siempre presente ese recuerdo.
Este vaivén entre el recuerdo y el olvido es uno más de los muchos que nos hacen vivir. Como inspirar y espirar, comer y ayunar, adelantar y dejar atrás el pie derecho o el izquierdo a medida que andamos, expandir y contraer el corazón, llenar y vaciar los pulmones, tensar y relajar los músculos. Como salir y entrar, bajar y subir, ir y venir, reir y llorar, amar y desamar. Todas esas alternancias funcionan como péndulos de un mismo reloj, el nuestro, que marca el transcurrir de nuestra vida.
Somos como las pizarras en que se escribe y se borra, las playas sobre las que vienen y van las olas rotas, las mareas entrantes y vaciantes, el día y la noche, el calor y el frío, el pestañear, el sonreír.
Un columpio en el que viene y va el niño que llevamos dentro y los brazos fuertes que empujan y dejan de empujar a ese niño, todo eso junto es lo que somos. Envejecemos sin dejar de sentirnos jóvenes, llegamos por fin a nuestra meta sin terminar de alcanzarla nunca, buscamos alivio en el dolor, descanso en el esfuerzo, paz en la guerra. Como a Sísifo, lo que nos justifica es hacer para que lo que hacemos sea deshecho para rehacer lo que terminará deshaciéndose… una y otra vez… y eso puede hacernos hasta felices.
Un manojo de péndulos que vienen y van, eso es lo que cada uno de nosotros es.
Pendulum painting (2011) Tom es un profesor de prescolar que desarrolla este tipo de actividades con sus niños. Han colgado de un péndulo un vaso de plástico con un agujerito en el fondo, al que han llenado de pintura negra y han puesto a oscilar sobre un papel blanco. Al principio, los trazos de este péndulo son finamente ovalados. Luego, con el paso del tiempo, el movimiento pendular se va haciendo más rígido, hasta quedar confinado en un plano vertical. El ir y venir ha dejado de ser un paseo, pero se mantiene. Como la vida misma. |
2 comentarios:
Olvidar y recordar...imagenes dulces y frustrantes...
Nada satisface mas que un mal recuerdo olvidado o un dulce recuerdo guardado en la memoria como un tesoro.
A su vez, nada frustra mas cuando se olvida algo que se quiere recordar, o cuando no se puede olvidar algo de lo que no queremos acordarnos!
De acuerdo. La memoria no es selectiva, muchas veces no basta con la voluntad de querer recordar u olvidar.
Lo que nos contó J., ¿te acuerdas?, acerca de los niños maltratados, que la única forma que tienen de olvidar sus terrores es desarrollando una doble o triple o hasta cuadruple personalidad. No pueden echar fuera los recuerdos que los aterrorizan y son ellos quienes tienen que saltar, cuando ya no aguantan más, por la ventana de ellos mismos.
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