Hablando en términos muy generales, el camino de los humanos
por la vida lo es desde lo más concreto hasta lo más abstracto. El niño vibra
con el sinfín de sensaciones que el mundo le ofrece, el adulto se esfuerza por
convertir sus ilusiones en realidades, el viejo escucha los murmullos de su
cerebro cansado, hechos de recuerdos lejanos.
Pero este camino hacia la abstracción no lo recorren solo
los individuos, también lo hacen las agrupaciones de humanos y sus instituciones. Pondré
el ejemplo de las empresas. Una empresa nace con la invención de un producto,
crece con la venta de este producto y envejece con los beneficios obtenidos de
esta venta. Quiero decir que en una empresa cuando es joven dominan los
técnicos, cuando va madurando lo hace la fuerza de ventas, cuando empieza a envejecer
el departamento de marketing y cuando está vieja la dirección financiera.
En contraposición a lo que sucede con los estados, que
suelen durar siglos, las empresas tienen ciclos de vida cortos, en la inmensa
mayoría de los casos muy inferiores a cien años. Pero hay algunas empresas que parecen haber
bebido el elixir de la inmortalidad, un elixir que en su caso consiste en integrar lo
técnico con lo comercial con lo financiero en un equilibrio armonioso, sin que
ninguna de estas partes domine sobre las otras. Este puede ser el caso de
algunas grandes multinacionales, como Unilever o Nestlé o Shell, marcas bajo
cuya predominancia nacimos y probablemente moriremos yo, mis hijos y mis nietos.
A Shell me la definieron una vez en plan jocoso como “una empresa formada por
contables escoceses e ingenieros holandeses”; era una definición certera, que
mostraba el equilibrio entre el poder financiero y el técnico como el punto más
fuerte del gigante petroquímico.
Con los estados pasa también algo parecido. Un estado suele
nacer como consecuencia de una revolución o un acontecimiento militar, no hay
nada más material que la sangre y el fuego. Luego crece gracias a la fuerza de
la política, es decir, mediante la construcción de un cuerpo de leyes nacido
del acuerdo entre los humanos que lo
pueblan. Finalmente, envejece cuando se produce un divorcio entre lo legislado
y la realidad subyacente, que convierte a las leyes en inaceptables para
muchos, obsoletas o incluso letales para la propia supervivencia de ese estado.
Cabe mostrar lo anterior con algunos ejemplos.
La Unión Europea está vieja porque el cuerpo legal que la
ordena dificulta muchísimo el proceso de integración de los 27 países que la
forman. El imperio USA envejece porque con todo su poder material no tiene el
poder legal y político que le permitiría liderar al mundo, y al no tenerlo, se
va haciendo cada vez más aislacionista y menos imperial. España envejece porque
sus leyes le impiden reformar con profundidad y rapidez ese
estado autonómico que se dio hace treinta años y que hoy es difícilmente
sostenible.
Latinoamérica es joven porque tiene todavía muchas leyes que
promulgar para alcanzar el nivel deseado de equidad y muchos procesos de
integración supranacional que llevar a cabo. Asia es joven porque, a pesar de
lo muy ancestral de sus culturas, tiene una mayoría de población joven que
necesita hacerse, es decir, construirse, fabricarse, su sitio en el mundo. Con
mayor razón y por lo mismo es joven Africa.
Un estado será tanto más longevo cuanto más capaz de retornar desde sus decadencias seniles a la fuerza y el empuje de su juventud, combinando lo ya acumulado con lo que espera su oportunidad de expresarse.
Dicho lo cual, me quedo con la sensación de que en este
mundo en que vivimos, Occidente no podrá resistir el empuje de Oriente si no
hace por rejuvenecerse. Este rejuvenecimiento tiene que ser demográfico y
cultural y está sometido a un condicionamiento geográfico, porque transcurrirá entre
el Sur y el Norte. Como en una partida de ajedrez próxima ya a terminarse, solo
le quedan a Occidente dos movimientos posibles: la integración de Suramérica
con Norteamérica, que ya se ha iniciado por cierto, como demuestra el peso decisivo
del voto latino en la elección del presidente Obama. Y la integración de Africa
con Europa, a la que los europeos nos resistimos con una obstinación que podría
llegar a ser suicida.
¿Dejaremos que se nos acabe el tiempo?
Lucas Cranach el Viejo (1547).- Fuente de la Eterna Juventud A la izquierda, mujeres viejas, casi en el límite de sus fuerzas, son llevadas por hombres viejos hasta una fuente presidida por Venus y Cupido y de la que, tras bañarse, salen por la derecha completamente rejuvenecidas, para ser acompañadas por jóvenes caballeros a vestirse de fiesta y a disfrutar del placer de la juventud. Para mí, con el hecho de que solo las mujeres viejas de la izquierda se bañen y no lo hagan los hombres viejos que las acompañan, Lucas Cranach quiere sugerirnos que la eterna juventud no se lleva en el cuerpo sino en el alma, y que es sobre todo una cuestión de cómo ve uno al mundo y se trata con él. |
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