domingo, 1 de febrero de 2015

Melancolía contra tristeza

1887.- Tolouse-Lautrec.- Retrato de Van Gogh
(Tomado de Wikipedia)
Gris invernal. Viento, frío, lluvia, soledad, los restos de una gripe, eso piensas, que se obstina en no rendirse, todo esto, tan propio del Enero español, trae consigo, inevitablemente, una cierta tristeza.

Reflexionas. Y concluyes que si quieres evitar que la tristeza te convierta en una estatua de sal no tienes más que un camino: intentar con todas tus fuerzas transmutarla en melancolía.

Porque la tristeza es absolutamente gris, ninguna otra cosa lo es tanto. El gris suele ser un compromiso temporal entre el negro y el blanco, pero en la tristeza hay una fusión irreversible de ambos colores y con ella su destrucción mutua.

La tristeza excluye siempre a la esperanza.

Convirtiéndola en melancolía, intentas engañar a la tristeza, desvirtuándola. Para ello diriges tu atención hacia el pasado y como estás triste evocas todo lo negativo, fracasado y malo que ha habido en ti. Pero la evocación melancólica te hace imaginar finales felices para aquéllo que terminó en fracasos estrepitosos. Entonces te das cuenta de que en muchas ocasiones estuviste casi tocando con las puntas de los dedos de tu alma esos finales felices, luminosos, llenos de amor y de vida.

“Diablos”, te dices, “ aquello no terminó bien pero estuvo a punto de hacerlo”. Y esto, que es melancolía en estado puro, te consuela, te hace olvidarte de la tristeza de verdad, esa que es solo presente, siempre presente, existencial, absoluta, implacable, diabólicamente presente.

Te ayuda a entender cuántas veces te pasaron muy cerca las flechas de los finales felices. Comprendes que la vida, dadas sus inevitables complejidades, siempre será un juego de azar.

Esta visión de la vida, bella y consoladora, te trae con ella a la esperanza.

“¿Quién sabe”, piensas, “quizá mañana todo cambie para mejor, ¿por qué no?”


Y te pones manos a la obra, siquiera sea para evitar que, si las cosas no salen mañana bien, sea por culpa tuya.

6 comentarios:

Paola Arciniegas dijo...

Es una buena especie de transmutación, Olo... Pero a veces lo mejor es no recordar tanto lo triste... No cree?

olo dijo...

En lo de recordar o no influye bastante la edad. Hay una frontera a partir de la cual tu propia biología te sienta en el tren de la vida en un asiento que mira hacia atrás. Si en estas circunstancias te llega la tristeza o la angustia, tienes que intentar zafarte cuanto antes de ellas. Como en las pesadillas peores: empiezas a despertarte pero sigues en la escena del horror, tienes que hacer un gran esfuerzo de voluntad para despertarte del todo. La melancolía es una vía de escape de la tristeza, en la melancolía te concentras en lo estético de la tristeza, que es periférico, porque lo central de la tristeza es ético, la supremacía del mal.

Mercedes Conde dijo...

Esta bien mirar atras..pero regodearse en los errores del pasado solo hace que se pierda el tiempo, y probablemente se vuelvan a cometer nuevos errores... Cuando uno se hace viejo, en vez de mirar atrás, quizás seria mas inteligente poner todo el empeño en disfrutar el presente, cada día, como si fuera el ultimo... el pasado ya no se puede cambiar, pero si se puede cambiar el presente... los días perdidos ya no vuelven, pero aun hay tiempo de acercarse a las personas que nos quieren...

Mercedes Conde dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
olo dijo...

Pues sí, ese es un camino interesante. Difícil para gente como yo, poco capaz de valorar el presente en sí mismo. Gracias por el consejo, voy a intentar practicarlo. Darle al presente su sitio, tan grande hacia dentro.

Mercedes Conde dijo...

Quizas el presente es lo que mas valor tiene, porque precisamente lo q hacemos en este mismo instante afecta a lo que dejamos atras y a lo que nos falta por llegar... No sirve de nada vivir anclado en el pasado ni soñando con un futuro q quizas nunca llegue... Mejor disfrutar el presente, valorarlo y saborearlo como si fuera lo unico q tenemos.