De las muchas consecuencias que el Brexit puede tener, para
el Reino Unido, pero también para el conjunto de Europa, lo que más ha
descollado en la Prensa española hasta el momento ha sido lo que puede afectar
al futuro de Gibraltar. La Unión Europea ha anunciado su posición sobre este
asunto: “en las negociaciones de separación del Reino Unido, la Unión Europea
no aceptará ninguna proposición británica sobre Gibraltar que no cuente con el
acuerdo previo de España”. Esto ha hecho vociferar de indignación a algunos
viejos políticos británicos y a los tabloides, con The Sun a la cabeza.
Conviene aclarar las cosas.
Para empezar declararé que siempre he sido anglófilo, en el
sentido de que he admirado muchísimos aspectos del talante y la cultura
británicos, e incluyo aquí a la Irlanda que se les desgajó en 1924. Creo que
conozco a los británicos, no en balde he trabajado casi diez años de mi vida en
una gran empresa británica. En mi experiencia, son gente pragmática y puntual,
razonable y fiel a la palabra dada, respetuosa con las ideas y sentimientos de
los demás. Tienen un problema histórico parecido en muchos aspectos al que
antes tuvo España: que fueron un gran imperio hasta que dejaron de serlo. Esto
tiende a arrinconarlos en una pelea estéril entre la razón y el sentimiento.
Gibraltar es para muchos ingleses un gran símbolo sentimental, del imperio que
fue y de los héroes que hubo, como el insigne Nelson. Pero el Gibraltar de hoy
no tiene nada que ver con aquella Roca heroica que, junto al gran almirante que
murió en Trafalgar, cimentó lo que empezó entonces a ser el Imperio Británico.
Lo único que queda de todo aquello es un cierto calor en muchos corazones
patrióticos y la belleza caliza de la gran Roca, que sigue estando donde estuvo
desde muchos miles de años antes que el gran general africano, Tarik, el que conquistó España para siete siglos de poder árabe, le diera
nombre.
El futuro del Gibraltar de hoy sería mejor junto a España,
con España, en España, porque sería también junto, con y en la Unión Europea. El presente de este
Gibraltar no tiene nada que ver con el pasado de la Roca de Nelson. Para dejar
claro lo que quiero decir he traducido y copiado abajo un artículo que ha
publicado hoy en The Guardian un periodista y escritor británico, Oliver Bullough, colaborador habitual de
este gran periódico inglés.
<<¿Defender Gibraltar? Mejor
condenarlo como un tramposo paraíso fiscal>>
En 1999, Vladimir Putin estaba enredando para llegar a
ser presidente del gobierno, una difícil tarea si se tiene en cuenta la cantidad de dinero y
violencia que llenaba por entonces la política en Rusia. Necesitaba hablar con todos los
implicados en este juego y hacerlo sin estorbos, para lo que organizó una reunión en la villa mediterránea de un oligarca
ruso. Pero esto planteó un problema: ¿cómo viajar al Sur de España sin alertar
a los españoles, que controlarían las conversaciones para averiguar sus
contenidos?
Afortunadamente había una
solución: Gibraltar. El entonces jefe del FSB (contraespionaje ruso,
continuador del famoso KGB soviético), voló al territorio Británico desde donde
saltó a un bote para entrar ilegalmente en España, y lo hizo en al menos cinco
ocasiones. Los espías rusos no son la única mercancía que Gibraltar ha
contrabandeado a través de la frontera española. La prensa se ha referido a
investigaciones confidenciales de la Union Europea,
según las cuales la Roca importó 117 millones de cajetillas de cigarrillos en
2013, suficiente para que cada habitante de Gibraltar se fume más de 200
cigarrillos diarios. Claro que los cigarrillos no permanecieron allí, al igual
que Putin pasaron al otro lado de la frontera. Esta épica operación de
contrabando puede haberle costado a los países
de la Unión Europea 700 millones de Euros en impuestos perdidos a lo largo de
cuatro años.
Los británicos han respondido
a la demanda española de tener voz acerca de cómo afecte el Brexit a Gibraltar con
una furia casi universal, pero no deberían haberlo hecho. Imaginen ustedes que,
debido a un antiguo tratado, España tiene una base en Dover, desde la que el
jefe de los espías rusos se ha deslizado repetidamente en Kent, y los
contrabandistas han inundado el país con
pitillos baratos, socavando masivamente nuestras bases impositivas; no dudo de
que esto nos enfadaría mucho. Es admirable que España haya aguantado tanto
durante tanto tiempo.
Gibraltar no ha sido
siempre así. Fue una guarnición naval bloqueada por España y con apenas lazos
con sus vecinos. Los gastos navales suponían casi dos tercios de la economía de
Gibraltar en los 1980s, pero el dinero se acabó con el fin de la guerra fría y
la Roca tuvo que diversificarse. Como muchas otras de las colonias británicas
que todavía sobrevivían, lo hizo saltándose agresivamente las leyes y los
impuestos de sus vecinos. Encontró a tiempo un nicho confortable de negocios acogiendo
proyectos que eran demasiado deshonestos
para Jersey o la Isla de Man.
Hay más de 60.000 compañías
registradas en Gibraltar (dos por cada residente), entre las que muchas aparecen
habitualmente ligadas a escándalos de corrupción por todo el mundo. En 2005, el
gigante de las telecomunicaciones Vimpelcom quería expandirse en Uzbekistan, y
necesitando ganarse la aprobación del gobierno, traspasó a Takilant Ltd,
una compañía registrada en Gibraltar, decenas de
millones de libras.
Takilant era, en realidad,
una cobertura para Gulnara Karimova, la hija del dictador de Uzbekistan, Islam
Karimov, y aspirante a estrella pop a la que diplomáticos USA calificaban como “la
persona más odiada en el país”. Otros escándalos facilitados por la Roca han
afectado a Nigeria, Congo y Ghana, por citar solo unos cuantos.
Es mérito de los servicios
de relaciones públicas de Gibraltar que la mayoría de los británicos no se den
cuenta de lo que está pasando. Gibraltar no forma parte del Reino Unido, puede
establecer sus propios impuestos y ha venido usándolos agresivamente para
aprovecharse de nosotros tanto, si no más, que de otros. Un negocio que ha
crecido mucho en Gibraltar en los últimos años ha sido el de las apuestas, con
el traslado a la Roca de los grandes operadores británicos, William Hill,Ladbrokes, Bet365.
La Hacienda británica
intentó inicialmente mantener en casa el sector de negocios de las apuestas ofreciéndoles
incentivos fiscales, pero no fue suficiente para ellos y se trasladaron en masa
a Gibraltar. Donde hay ahora 30 empresas de apuestas, con los túneles usados
durante la II Guerra Mundial para la Operación Torch, albergando ahora los
servidores que estas empresas de apuestas necesitan para sus operaciones en la
web. No es difícil comprender por qué están allí: es mucho más rentable
gestionar las operaciones de apuestas del Reino Unido sin tener que pagar los
impuestos del Reino Unido, con el resultado de que la Hacienda británica ha
perdido millones de libras.
Pero nada de esto importa,
los muchos defensores de la Roca dicen: Gibraltar es leal, guarda las puertas
del Mediterráneo, ama a Britannia y a la Reina. Una curiosa forma de amar, por
cierto; como el niño que visita a su abuelo cada fin de semana, simplemente
para conseguir su propinita. No es una opinión que esté de moda ahora mismo,
pero cuando se trata de Gibraltar, los españoles tienen su punto de razón.