domingo, 4 de junio de 2017

LA VOZ

He ejercitado a lo largo de mi vida mucho más mis ojos que mis oídos. He leído mucho y conversado poco, de una canción me ha gustado más la melodía que la letra, he amado el silencio. Aun así he hablado durante innumerables horas como profesor en la Universidad, pero era yo el único que lo hacía en el aula y además apenas me escuchaba, enfocados como estaban mi cerebro y mis sentidos sobre las ideas y argumentos que intentaba expresar.

Sin embargo conservo sonoramente vivo el recuerdo de las voces de las mujeres que amé, los amigos que quise, los niños que fueron mis hijos, unas hablando, otras  gritando o susurrando.

Todas esas voces añoradas, más aún, cualquier voz humana, son puertas por las que se derrama sobre ti el alma de la persona a la que escuchas, su inteligencia, su sensibilidad. Cada voz tiene una música, la suya. Siempre es así, sea cual sea el idioma y la cultura de quien la expresa. Incluso, tantas veces, en lo melódico de una voz hay un lenguaje secreto que solo entiendes tú porque va dirigido específicamente a ti.

Pero en realidad yo, que he hablado mucho hace pocos días gracias a que alguien me indujo a hacerlo, soy, ya lo he apuntado antes, un hombre taciturno, silencioso y solitario, más mirón que parlanchín, más observador que conversador, hasta más místico que retórico.

Quizá sea precisamente por esta forma de ser mía por lo que he podido darme cuenta cabal de la belleza y la fuerza, en definitiva la verdad, que se encierran en los tonos y las músicas de los que tienen la suerte de entablar una conversación amistosa y sincera.


¡Claro que sí! ahora lo entiendo. Eso es lo que, en mi juventud, hacían los novios cuando empezaban a quererse y los amigos cuando se daban compañía: asomarse juntos a paisajes mentales que eran nuevos y por eso únicos. Eso es lo que también pueden hacer los viejos.

2 comentarios:

Paola dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Siempre una belleza luminosa en sus palabras transparentes Olo!

Paola.