De pronto todo enmudece, solo te
llega el silencio. No sabes si se trata solamente de un castigo o es ya una
condena. O quizá, por el contrario, una tregua. O una forma de seguir hablando,
ahora a la manera de Heráclito, cuando el silencio es una manifestación de la
ausencia que es a su vez la señal más
clara, sumergido como estás en la oscuridad, de que la presencia existe, porque
sin ella la ausencia jamás podría ponerse de manifiesto.
Este es el infierno que acompaña
a todo individuo humano que busca seriamente algo, ya sea la inspiración
artística o el descubrimiento científico o la culminación de un viaje
espiritual o la superación de algún
fracaso o lo divino o el amor o simplemente la verdad, esa que está en el fondo
de todo lo que existe.
Ese silencio purificador, esa
noche oscura sin la cual jamás serías capaz de reconocer la luz.
Telarañas en la oscuridad |
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