martes, 26 de mayo de 2015

Elecciones en España: el laberinto

(Fuente: archivo de ABC)

Intento eludir en mi blog los temas políticos, pero no siempre me es posible. Ahora, los resultados de las elecciones municipales y autonómicas que acaban de tener lugar en España me obligan a un extenso comentario. Daré esos resultados por conocidos, limitándome a considerar sus significados y consecuencias.

De las elecciones resurge, viva y palpitante, la España invertebrada de Ortega. Me explicaré: desde que a comienzos del S. XIX Napoleón y los ingleses le dieron la puntilla al viejo Imperio español, su parte europea que es España ha venido penduleando  violentamente entre acracia y autocracia. A escala histórica una y otra se han venido necesitando, complementándose y alternándose. Por poner un ejemplo: si los colocamos fuera del tiempo, Azaña y Franco se justifican mutuamente. Este penduleo trágico pareció romperse definitivamente con el régimen constitucional que siguió al dictador a finales de los 1970’s. Con el apoyo generoso e incondicional de la Unión Europea, que empezaba entonces a dar sus primeros pasos, y en ella, muy especialmente, de Alemania occidental, han seguido cuarenta años de estabilidad económica y política en el curso de los cuales España ha dado pasos gigantescos de prosperidad y progreso.

Pero la crisis económica mundial del 2008 ha puesto en grave aprieto este modelo. En España una burbuja inmobiliaria reventó por falta de crédito, lo que resultó en enormes dificultades sociales (desaparición de empresas, paro, créditos fallidos) y económicas (endeudamiento exterior de gobiernos y empresas). PSOE y PP, los dos partidos dominantes, perdieron la oportunidad histórica de haber formado un gobierno de concentración que enfrentara las peligrosas circunstancias. Y aunque el gobierno del PP ha salvado al estado español de la quiebra, la situación estratégica de España seguirá siendo difícil. Ya que en la Unión Europea se va implantando de facto un modelo que me atrevo a calificar de neocolonial: los países del Oeste y el Norte, más prósperos y desarrollados, explotan a los del Mediterráneo y el Este, más pobres y atrasados, mediante ciclos económicos de expansión/depresión en los que la estabilidad del Euro está garantizada pero la situación social de los países explotados hace que una parte importante de su población no logre salir de ciclos pobreza / miseria.

Las elecciones municipales y autonómicas, en las que los electores están siempre dispuestos a arriesgarse mucho más que en las elecciones estatales, han dado a esta situación difícil una respuesta que puede calificarse de muy dinámica y por lo tanto esperanzada. La abstención ha sido pequeña, lo que significa que los españoles han seguido apostando por su sistema político. Pero el PP y el PSOE, los dos representantes de un bipartidismo que se estaba quedando rancio, han sufrido tremendos varapalos y a la vez han surgido iniciativas políticas nuevas que me parecen interesantes.

Por el lado derecho del espectro político, pero no en el extremo sino hacia el centro, ha surgido un partido, Ciudadanos, que aspira a sustituir al PP a largo plazo y ayudarlo a corto a obtener mayorías de gobierno que no dependan de chantajes nacionalistas.

Mientras que por la izquierda ha emergido un montón heterogéneo de movimientos de raíz comunista o anarquista que tienen en común un populismo reivindicativo, congregados todos alrededor de un nuevo partido político, Podemos, que aspira a sustituir al PSOE a corto plazo. No obstante, parece difícil que este conglomerado izquierdopopulista termine integrándose en un Podemos que no puede ocultar sus raíces leninistas. Y juega el PSOE con fuego si pretende utilizar el apoyo de Podemos para alcanzar poder, pues corre el riesgo de destruirse en el empeño.

Mientras que todo esto pasa y lo hace vertiginosamente, los grandes problemas estratégicos de España ni siquiera se plantean. No lo hacen los viejos y todavía poderosos PP y PSOE pero tampoco lo hacen los nuevos partidos. De entre esos megaproblemas que permanecen en el limbo de los políticos me atrevería a destacar tres:

(1).- España no podrá consolidarse económica y socialmente sino a través de un esfuerzo sostenido de educación/formación de sus ciudadanos. Pero durante los últimos cuarenta años los dos grandes partidos han sido incapaces de ponerse de acuerdo en un proyecto educativo común.

(2).- El futuro social y económico de los españoles se ve amenazado por una crisis demográfica sin precedentes. España tendrá que alcanzar niveles de reposición de una población cuya pirámide sea mucho más cilíndrica que la de prisma invertido actual. Los roles de los distintos grupos de edad tendrán que cambiar. La jubilación laboral tendrá que retrasarse al mismo tiempo que mejora el estado de salud y aumenta la esperanza de vida. Las familias necesitarán leyes especiales de apoyo. Todos estos problemas demográficos ni siquiera se plantean, entretenidos como han estado nuestro políticos con temas como el matrimonio homosexual y la regulación del aborto.

(3).- España tiene que llegar a constituirse como una sociedad con igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades para todos sus ciudadanos, lo que significa también para todas sus regiones o autonomías. Se está lejísimos de esto, más aún, las distancias entre ricos y pobres así como entre las distintas autonomías no hacen sino aumentar.


Si los resultados de las elecciones municipales y regionales suponen el comienzo de una renovación de la clase política española, más aún, la destrucción de su condición de clase cerrada y una integración muchísimo más dinámica con la ciudadanía, sus problemas y sus intereses, bien venidos sean. España necesita un  nuevo patriotismo, acorde con los tiempos que se viven y se van a vivir. Construir y preservar esta nueva forma de patriotismo es, en mi opinión, la tarea fundamental de los jóvenes políticos españoles que empiezan a emerger. Sin ese patriotismo nuevo y distinto España, finalmente, perderá su razón de existir.

No hay comentarios: