Un Sadhu es un monje hindú que practica la Ascesis como etapa final en su camino hacia la purificación. (Foto cortesía del Dr Sarkar) |
Nuestro mundo real, el de nuestra
carne y nuestra mente, carecería de dinamismo si no existiera el tiempo. Éste
es quien hace posibles las cadenas de causas y efectos que le dan consistencia
y explicación a nuestra existencia.
Más allá de nosotros mismos, todas las
dimensiones de la naturaleza tienen en el tiempo su causa primera. Así empieza
el Génesis: “en el principio, creó Dios los cielos y la tierra”, y ese “principio”
alude sin nombrarlo al tiempo, primer actor de la creación.
Recuerdo ahora aquella ecuación fundamental
de la Mecánica newtoniana que nos enseñaban en el colegio:
F x t = m x v
Fuerza x tiempo = masa x velocidad
Impulso mecánico = cantidad de movimiento
Así, en un terremoto, el impulso
mecánico es la fuerza gigantesca con que dos placas tectónicas se empujan una a
la otra durante un tiempo muy largo, igual a la cantidad de movimiento que se
libera cuando, como consecuencia de la quiebra de aquel empujarse, una masa
gigantesca de tierra y rocas empieza a vibrar y esta onda se transmite a gran
velocidad a lo ancho de toda la Tierra, provocando la destrucción a su paso. Y
en una tempestad, el impulso mecánico es la fuerza de un viento feroz sobre el
mar durante algunas horas, capaz de levantar grandes olas que se mueven veloces,
amenazando la vida de los barcos que encuentran.
Nuestras mentes humanas son
asiento de fenómenos análogos, aunque no se les pueda calificar, dada su naturaleza
inmaterial, de newtonianos. Así, nuestras decisiones importantes son
consecuencia de impulsos que nacen de la interacción, durante un cierto tiempo,
de nuestra voluntad con nuestra inteligencia y nuestro instinto. Fuerzas que se
esconden entre los pliegues más recónditos de nuestros cerebros, se despiertan un
día y empiezan a actuar en silencio. Generan así unos impulsos sostenidos que
terminan poniéndonos en marcha. Muchas veces se trata solamente de iniciar un
camino nuevo. Pero en otros casos nos tiramos desde lo alto a un abismo en cuyo
fondo terminaremos aplastados, o a unas aguas nadando a través de las cuales
alcanzaremos lo que anhelábamos. Motivados, al hacerlo así, para correr riesgos.
No debemos temerle a nuestros impulsos,
ni reprimir nuestros movimientos, siempre que pongamos nuestra atención en una introspección continua de las
fuerzas que vagan por nuestro interior. En esto consiste la Ascética, que está
presente en todas las culturas y todas las religiones. Cuyo objetivo es no tolerarnos
la coexistencia con fuerzas tenebrosas, esas que son capaces de llevarnos al
desastre. Por eso los ascetas intentan vivir, en la medida de lo posible, en un
estado de pureza interior.
Alguien le preguntó un día al
humorista italiano Pitigrilli en qué consistía la educación. “Pues se trata de
comportarse cuando estés delante de los demás como si estuvieras solo”,
contestó Pitigrilli. Y después de unos instantes de silencio continuó: …”Y cuando
estés solo como si estuvieras delante de los demás”.
Algo así podría ser el fundamento de una ascética para la gente corriente.
P.S. He publicado la misma frase
de Pitigrilli en este blog el 20 marzo 2011 y el 22 diciembre 2012. Cosas de la
edad, pero no puedo negar que se trata de una de mis frases preferidas (lo que,
lamentablemente, no significa que haya tenido mucho éxito al intentar ponerla en práctica, aunque no me doy por vencido).
2 comentarios:
Mira por dónde, la divisa de mi Consultora de ISO es
Quality means doing it right when no one is looking.
Me parece más acertada, porque se circunscribe a la calidad, a las acciones relacionadas con otros.
Salud
Jordi
“Doing it right when no one is looking” equivale a “ comportarte cuando estés solo como si estuvieras delante de los demás”. Le falta el equivalente a “comportarte delante de los demás como si estuvieras solo”, que podría traducirse por “doing what you think is right when everybody is looking”.
Lo fuerte de la doble recomendación de Pitigrilli es que explica, dividiéndola en dos partes, la más simple y fundamental recomendación ética: “sé íntegro, ten una sola cara, no aceptes dobleces en tu comportamiento”.
Éste de la INTEGRIDAD es quizá uno de los defícits mayores de nuestro tiempo. No somos íntegros; somos acomodaticios, relativistas, escépticos. En definitiva: cobardes de espíritu.
Yo lo pedía en mi entrada en este blog del 10agosto2015, “Mi FBI”. Me refería a las tres gracias que me gustaría tener: FUERZA, BONDAD… ¡e INTEGRIDAD!
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