Hace pocas semanas, el huracán
Matthew recorría las costas orientales de Florida dejando caos y destrucción a
su paso, abatidos ya Haití y Cuba por los daños producidos. Se inició como una
ligera tormenta tropical que apenas alteraba la fuerza tranquila y sostenida de
los vientos alisios en el Atlántico central. Pero por delante de él, hacia el
Oeste, se extendía una amenaza terrible que no estaba en los cielos, sino en
las aguas: el calor que éstas albergaban, sus altas temperaturas, verdadero
polvorín termodinámico capaz de incendiar las suaves brisas de las tormentas
tropicales para tornarlas en furiosos y destructores huracanes. Un calor
explosivo que además era transportado hacia el Nordeste por la corriente del
Golfo, el mismo camino que los huracanes suelen seguir y que los hace capaces de
terminar embistiendo, como hizo Sandy en 2012, hasta a la lejana y
aparentemente segura Nueva York. De manera que ese Sol benigno gracias al cual
existe la vida sobre La Tierra tiene también efectos destructores. Y es que creación
y destrucción, luz y oscuridad, día y noche, paz y guerra, conforman el eterno
juego heracliteo de los opuestos, siempre en marcha.
Imagen del huracán Matthew impactando con la costa de Florida el 1 de Octubre de 2016 |
Pero lo que a mí me produce un
cierto abatimiento es la ingenuidad humana, nuestra ilimitada capacidad de
sorprendernos y volvernos a sorprender una y otra y otra vez, ante
acontecimientos que, si hubiéramos pensado en ellos, nos habrían parecido
posibles y hasta probables. Nuestra resistencia a prepararnos para lo peor, eso
que antes o después pero ineluctablemente, conforme con la ley de Murphy,
terminará llegándonos.
Esta resistencia a enfrentarnos
con lo que en definitiva no es sino el Mal, manifiesta un fatalismo que procede
de la impotencia que sentimos frente a unas fuerzas del Cosmos que nos
sobrepasan. “Lo que tenga que llegar llegará”, nos decimos, asumiendo que
cuando eso llegue, solo entonces, será el tiempo para el valor y la compasión.
Mientras tanto, como les sermoneaba, provocándolos, San Pablo a los Corintios, “vivamos
y comamos que mañana moriremos”.
La causa profunda de ese
fatalismo con ribetes hedonistas que nos domina está en que, a pesar de todos
nuestros avances científicos y tecnológicos, a pesar del inmenso poder de
construcción y destrucción que hemos acumulado los humanos, llegando así a
constituirnos en la amenaza de extinción y a la vez la esperanza de salvación
de la entera Biosfera, a pesar digo de todo ello, la mayoría de nosotros
seguimos siendo criaturas impresionables y asustadas, con una enorme
inseguridad en nosotros mismos. Es por eso que procuramos reflexionar lo menos
posible acerca del futuro, ayudados eficazmente en esto por la sociedad de
consumo que hemos construido y en la que impera el absolutismo de lo inmediato.
Siempre ha sido más o menos así.
Sir James Frazer |
Sir James Frazer (1854-1941) fue
un escocés, profesor en Cambridge, que contribuyó decisivamente a la creación
de la Antropología Cultural. Sin apenas moverse de Inglaterra estudió
minuciosamente muchas culturas primitivas, gracias a los informes que demandaba
de administradores coloniales del Imperio Británico, entonces en su cenit. Idea
central de Frazer fue que la primera creación cultural del hombre primitivo,
anterior incluso al Lenguaje, es la Magia, que con el tiempo histórico ha ido derivando
hacia sus dos grandes ramas, la Religión y la Ciencia. Una ley fundamental de los
magos y lo mágico es la de la Semejanza o la Correspondencia, que podría
formularse así: los distintos niveles de organización del Cosmos, desde lo subatómico
hasta lo galáctico pasando por lo vegetal,
lo animal y lo humano, operan ateniéndose a las mismas leyes fundamentales, que
son las que también rigen el mundo de lo espiritual.
Cueva de Lascaux (Francia) |
Lo importante para el mago
no es conocer estas leyes, una tarea que claramente lo desborda, sino reconocer
su existencia y su vigencia en todos los ámbitos de la realidad. Por eso el
shaman cree que, dotado de poderes que le han sido conferidos por los espíritus
que soportan el mundo, puede actuar sobre determinadas esferas de lo creado
para, en virtud de esa ley de la Correspondencia, obtener efectos sobre otras
esferas bien distintas. Así, el shaman paleolítico dibuja en lo más hondo de una
cueva, en el marco de rituales complicados, escenas de caza mediante las que
cree que va a favorecer las acciones
cinegéticas que van a llevar a cabo otros miembros de su clan. O la machi mapuche sube trabajosamente a lo
alto de su rewe, ese tronco de canela
tallado como los peldaños de una tosca escalera, a la vez que canta extrañas
canciones acompañadas por el batir del tambor y el tintineo de los cascabeles
rituales, para
conseguir así que, por correspondencia, su alma ascienda por el eje del mundo hasta el ultramundo donde moran los poderosos espíritus con los que quiere ponerse en contacto.
O el brujo africano clava puntas en sus
fetiches de madera, en una suerte de primitivo vudú, con el propósito de
alterar los estados físicos o mentales de personas a las que intenta
transformar, para bien o para mal, con su magia.
Salvando las distancias, yo mismo y en este blog (“Amor y Gravitación”, 27 abril 2013) establecí una suerte de correspondencia entre la gravitación de los cuerpos celestes y el amor de los seres humanos. Cabe aplicar esta dialéctica de la Correspondencia o Semejanza a muchos de los más importantes problemas prácticos con los que nos enfrentamos los humanos, considerando si podríamos comprender mejor estos problemas al compararlos con lo que conocemos de ámbitos muy distintos en la Naturaleza o en la Historia. Pondré algunos ejemplos, como simple ilustración en este espacio necesariamente corto que es una entrada de blog:
conseguir así que, por correspondencia, su alma ascienda por el eje del mundo hasta el ultramundo donde moran los poderosos espíritus con los que quiere ponerse en contacto.
Rewe mapuche |
Fetiche de los Bakongo |
Salvando las distancias, yo mismo y en este blog (“Amor y Gravitación”, 27 abril 2013) establecí una suerte de correspondencia entre la gravitación de los cuerpos celestes y el amor de los seres humanos. Cabe aplicar esta dialéctica de la Correspondencia o Semejanza a muchos de los más importantes problemas prácticos con los que nos enfrentamos los humanos, considerando si podríamos comprender mejor estos problemas al compararlos con lo que conocemos de ámbitos muy distintos en la Naturaleza o en la Historia. Pondré algunos ejemplos, como simple ilustración en este espacio necesariamente corto que es una entrada de blog:
1).- El problema de la viabilidad
de la Unión Europea: ¿pueden unos estados nación con largas historias de desencuentros
y con lenguajes y culturas diferentes integrarse de modo permanente en una unión
supranacional? La correspondencia aquí
podría ser con un ecosistema vegetal, tal como un bosque nativo de Chiloé. La
integración requiere un proceso de domesticación del bosque, de modo que se
convierta en una especie de jardín botánico. Eso exige un equipo de jardineros
(Bruselas), unas técnicas de gestión (organismos y leyes paneuropeos) y la
eliminación de mucha flora no deseable (renuncia por los países integrantes a señas de
identidad nacional muy queridas).
2).- El
problema identitario de España: ¿tiene una solución pacífica y duradera la
crisis del estado autonómico? Aquí
también serviría la correspondencia con la conversión del bosque silvestre en un jardín
botánico. Otra correspondencia sería con un ecosistema animal de predadores y
presas que comparten un territorio. Según esta última, la supervivencia del
estado autonómico exigiría que todas las autonomías pudieran ser a la vez
predadores y presas unas de otras. Que no existiera un pez más grande que los
demás, por lo menos no un pez que pudiera comerse a todos y al que no pudiera
comerse ningún otro. Aplicando la correspondencia, requeriría una
deslocalización geográfica de la administración del estado; es decir, una
“barcelonización” de Madrid (y nunca una “madridización” de Barcelona). Tampoco
podría haber un pez al que no pudiera comerse nadie, en correspondencia sería
necesaria una desaparición de los Conciertos con vascos y navarros, más aún,
una completa igualación fiscal de todos los territorios (mismas reglas del
juego). Cosas así.
Si tanto
la Religión como la Ciencia proceden, como quería Frazer, de una misma Magia
ancestral, podrían encontrarse en ambas vestigios de la ley mágica de las
Correspondencias. No tengo duda de que existen.
En las
Religiones pueden encontrarse muchos ejemplos. Así, en el Judaísmo, las
correspondencias cabalísticas entre el significado literal de los textos y uno
o varios significados secretos, esotéricos, de origen divino. En el
Cristianismo, la transustanciación del pan y el vino en carne y sangre de
Cristo, necesarias como alimento espiritual. Etcétera.
Y en la
Ciencia, pese a su explícito rechazo de lo mágico, también quedan muchos
vestigios de la ley de la Correspondencia. No en balde el mismo Isaac Newton, pilar fundamental de la Ciencia moderna, practicó también el alquimismo. Un vestigio muy generalizado es el de la
modelización. Así el método científico, en su intento de ir comprendiendo cada vez
mejor la realidad natural que estudia, opera frecuentemente con un sistema de modelos,
asumiendo que hay una Correspondencia entre el modelo y esa realidad natural a
la que intenta ir cercando. Otro gran ejemplo es el del lenguaje
matemático, según la idea de Galileo proponiendo que el libro de la Naturaleza
estaba escrito en un lenguaje matemático. La Correspondencia se establece en
cuanto a que el científico dialoga con la naturaleza utilizando un lenguaje tan
matemático como posible.
Finalmente el Arte, nacido en las cuevas paleolíticas como un componente de los rituales shamánicos, sigue mostrando innumerables Correspondencias mágicas. Así es en la Literatura, donde héroes como Don Quijote y Sancho o los de Dostoyevski, son transfigurados por el lector entusiasta en componentes importantes de su propia vida. O en esa gran Pintura que en un momento de contemplación iluminada nos emociona sin que sepamos por qué. O en la Música sublime, clásica o pop, que llega a ser para su oyente inspirado una astronave en la que viaja a través de espacios infinitos.
Y es que, en definitiva, nuestro mundo y nuestra vida siguen siendo mágicamente misteriosos. Quizá sea gracias a esta condición por lo que somos capaces de soportarlos.
Finalmente el Arte, nacido en las cuevas paleolíticas como un componente de los rituales shamánicos, sigue mostrando innumerables Correspondencias mágicas. Así es en la Literatura, donde héroes como Don Quijote y Sancho o los de Dostoyevski, son transfigurados por el lector entusiasta en componentes importantes de su propia vida. O en esa gran Pintura que en un momento de contemplación iluminada nos emociona sin que sepamos por qué. O en la Música sublime, clásica o pop, que llega a ser para su oyente inspirado una astronave en la que viaja a través de espacios infinitos.
Y es que, en definitiva, nuestro mundo y nuestra vida siguen siendo mágicamente misteriosos. Quizá sea gracias a esta condición por lo que somos capaces de soportarlos.
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