domingo, 28 de octubre de 2012

¡¡¡ESTIC FINS ALS COLLONS DE TOTS NOSALTRES!!!


La frase la pronunció así, en su lengua materna y el 9 de junio de 1873 , el catalán D. Estanislao Figueras, presidente de la I República Española. Reunido con su Consejo de Ministros, el buen hombre no podía soportar más la ingobernabilidad de una España que, incluyendo a su Cataluña natal, se había vuelto loca. Lo que dijo, o mejor gritó, en catalán, se traduce así  al castellano:

<<Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡ESTOY HASTA LOS COJONES DE TODOS NOSOTROS!>>

Y dicho esto dejó una carta de dimisión en su despacho, se fue a dar un paseo al parque, cogió el tren y no paró hasta llegar a Paris.

D. Estanislao Figueras, presidente de la 
I República Española

Un mes después el cantonalismo triunfaba en España, que de esta forma se deshacía en pedazos.  El 30 de junio el Ayuntamiento de Sevilla se transformaba en República Social, el 9 de julio la pequeña ciudad alicantina de Alcoy se declaraba independiente, a continuación muchos municipios a lo ancho de todo el país se proclamaron como cantones, de los que el más famoso  fue el de Cartagena.

La borrachera no duró mucho tiempo. En enero de 1874 el general Pavía entró con sus tropas en el Congreso, ominoso precedente de lo que también hizo el teniente coronel Tejero en 1981. Y en diciembre de 1874 el general Martínez Campos se levantó en armas e impuso la restauración de la monarquía borbónica. De este modo, el primer intento republicano en España se dio por terminado.



En noviembre del 2012 España se encuentra en una situación que presenta analogías preocupantes con la que tuvieron que soportar don Estanislao Figueras y los españoles de su tiempo. Como entonces, hay una profunda crisis económica que al empobrecernos hace cada vez más difíciles las soluciones políticas. Y empiezan a brotar los independentismos, destacando estos días el propuesto por Arturo Mas respecto a Cataluña, pero empezando a asomar las orejas, gracias a la presencia en el parlamento vasco de los que apoyaron el terrorismo de ETA durante treinta años, el de las Vascongadas.

¿Por qué todo esto? ¿Cuál es la naturaleza de la maldición que parece afectar a España, amenazándola periódicamente, poniéndola en cuestión cada treinta o cuarenta años, dándole así la mala fama en el mundo entero de ser una nación inmersa en un proceso irreversible de decadencia?

Don José Ortega y Gasset desarrolló en su “España Invertebrada”, allá por los años 1920, el siguiente modelo de los ciclos de vida de las naciones:

1).- Las naciones no se forman como consecuencia de las conquistas que un núcleo fundador va agregando por la fuerza, mediante el sometimiento de los conquistados, sino por la integración de intereses y metas de una serie de tribus, feudos o pueblos, que convergen y van así amalgamándose en lo que termina siendo esa nación.

2).- Las corrientes integradoras, formadoras de naciones, no son permanentes. Antes o después, las fuerzas de la historia cambian de signo y las metas comunes que justificaron la existencia de una nación dejan de ser válidas. Sucede entonces que a lo que fue un movimiento de integración le sigue otro de disgregación, que puede llevar a la segregación de alguna de sus partes o hasta la disgregación total  de la entera nación afectada.

Pasa pues en la historia lo mismo que en la naturaleza, donde la mayoría de las fuerzas puestas en juego tienen cinéticas ondulatorias. Los reinos nacen y mueren, las naciones se integran y disgregan, los imperios emergen y se hunden. La historia está tejida como una sucesión de mareas que hacen y deshacen, construyen y destruyen, de manera que por debajo de guerras y revoluciones, son estas fuerzas básicas, estas mareas, las que explican y fundamentan el devenir histórico.

España es una de las naciones y uno de los reinos más antiguos de Europa, a la vez que construyó uno de los imperios más longevos del Mundo. Tan vieja es España que ha sufrido a lo largo de su historia varias de estas mareas integradoras/disgregadoras. Haciendo un repaso que tiene que ser rápido y por ello superficial:

.- La primera marea creciente de integración se la dio a España Roma, que fue capaz de crear una Hispania todavía romana, sí, pero ya española. La cual fue mucho más que una simple colonia, pues parió dos emperadores, Trajano y Adriano, y muchos romanos ilustres, como Columela y Séneca. Cabe añadir que en aquellos tiempos, lejanos pero no tanto, toda la Europa del Norte, esa misma que hoy mira a los europeos mediterráneos por encima del hombro, era tierra de bárbaros semisalvajes.

.- La primera marea vaciante de disgregación nos llegó con la monarquía visigoda. Estos visigodos, bárbaros recientes al fin y al cabo, aunque fueron capaces de crear un reino de España que poco tenía ya que ver con Roma, perdieron la fe en esta su España visigoda a la que abandonaron en manos de los árabes del califato Omeya de Damasco.

.- La segunda marea creciente de integración nació de estos mismos árabes y duró cuatro siglos del VIII al XI, en los que los hispanoárabes fueron capaces de crear su propio califato en Al Andalus, abarcando la mayoría de la España actual y con capital en Córdoba. Fue una época de esplendor cultural y económico, en la que el saber griego fue transmitido por Al Andalus al Occidente cristiano.

.- La segunda marea vaciante de disgregación empezó con la ruptura del califato en reinos de taifas y culminó con las  invasiones de bárbaros procedentes del Sahara o del Atlas, los almorávides y almohades, fundamentalistas en lo religioso y sin más cualidades que las guerreras.

.- La tercera creciente de integración se inició en un pequeño reino cristiano del Norte, Asturias, que nunca se incorporó al califato cordobés y que aprovechando las debilidades de los Taifas y la falta de capacidad integradora de Almorávides y Almohades, inició la Reconquista cristiana de España, culminada en el S.XVI con la unión de todos los reinos cristianos de España en uno solo, el de los Reyes Católicos.

.- La tercera vaciante de desagregación empieza como una continuación de la pleamar de integración que une a España bajo los Reyes Católicos. Ahora dos nuevos procesos de integración, en los que España intenta formar parte de una unidad superior, transcurren simultáneamente. Por una parte, la aspiración del César Carlos a formar un imperio multinacional europeo, que tras un par de siglos de guerras terribles entre católicos y protestantes, fracasa. Por otra, la construcción del imperio hispanoamericano, un largo y difícil proceso en el que España gasta buena parte de sus energías vitales. Para comprender hasta qué punto la España europea pone todos sus recursos humanos en la conversión de las Indias en la España de Ultramar basta considerar el caso bien estudiado de la familia de Santa Teresa de Jesús. Fueron once hermanos, tres hembras y ocho varones. Las tres hembras vivieron y murieron en España. De los ocho varones, uno fue militar en España y murió en las guerras de Africa. Los otros siete emigraron a América, de los cuales solo dos volvieron a España, los otros cinco murieron allí.

El caso es que la España que llega a finales del S. XVIII está agotada y apenas ha participado en la revolución intelectual que en otros paises europeos ha dado paso a la Ilustración. En estas circunstancias, la invasión de España por Napoleón lleva la tercera vaciante de desagregación a su punto más bajo. España queda deshecha, el pueblo por un lado y la clase ilustrada por otro, tachada de profrancesa. La España del Ultramar continental se independiza, perdiéndose para siempre el imperio.

A partir de aquí, las mareas integradoras y desagregadoras ya no tienen la magnitud de las anteriores, España será, en lo sucesivo, un pais mediano más, sin grandes oportunidades por delante. Pero estas mareas siguen existiendo y sucediéndose unas a otras.  Una bajamar desagregadora clara es la de la I República con su cantonalismo, esa que hizo desesperarse al presidente Figueras según describía yo al comienzo de esta entrada. Otra bajamar desagregadora, quizá la más dolorosa para los españoles, coincide con la Guerra Civil, tras la cual solo puede mantener a España integrada una dictadura militar, la de Franco.
Una pleamar integradora tiene lugar a comienzos de los 1980, con la muerte de Franco y la vuelta de España a la democracia bajo una monarquía constitucional. Toda España está unida, quizá con la excepción de las Vascongadas que viven sometidas al terrorismo de ETA, y vibra llena de esperanza en el futuro, porque además se sube al carro de otra marea creciente integradora, la de la consolidación de la Unión Europea, de la que entra a formar parte.

Pero las cosas son como son, la cinética ondulatoria de la historia no perdona. A la espléndida pleamar que se ha venido prolongando durante diez años la ha seguido una marea vaciante de inusitada intensidad, que nos ha llevado a donde hoy estamos. Han concurrido las siguientes circunstancias:

.- Una clase política española inexperta y mal preparada, falta de una tradición democrática suficientemente larga, que ha sido incapaz de construir, proponer e implementar estrategias a largo plazo para España y, todavía peor, de unirse en gobiernos de concentración para enfrentar las crisis más graves.

.- Una clase política europea que, en sus componentes más decisivos como puede ser Alemania, ha dejado de creer en el proyecto europeo tal y como lo configuraron sus fundadores y no desempeña el liderazgo común que sería imprescindible.

.- Una crisis financiera global nacida en USA que ha puesto de manifiesto las debilidades del Euro como moneda común de un conjunto de países con circunstancias macroeconómicas muy diferentes, lo que está resultando en dificultades económicas sin precedentes, inciadas en los países más débiles de la eurozona pero que terminarán afectando al conjunto.

Artur Mas, Presidente de la
Comunidad Autónoma de
Cataluña
En estas difíciles circunstancias, otro presidente catalán, no de España como lo fue Figueras, sino de la Comunidad Autonómica de Cataluña, Arturo Mas, ha repetido aquel grito pero significativamente modificado, pues ha venido a decir ESTOY HASTA LOS COJONES DE TODOS VOSOTROS, y ha cogido el tren para la tierra de "nadie sabe dónde", pero que él pretende que sea Europa,  queriendo llevarse con él a toda esa parte de España que hoy y desde hace muchos siglos es Cataluña.

Lo que Mas pretende es conducirnos a todos los españoles, catalanes o no, a otra bajamar disgregadora. Puede que lo consiga o puede que no, en cualquier caso espero que lo que termine sucediendo sea respetando las leyes y el espíritu democrático.

Lo que está claro para mí es que el significado real de la propuesta de Mas no es liberar a Cataluña de la opresión española, sino disgregar España, arrancándole una parte muy importante de ella misma. Y que de esta disgregación, si finalmente acontece, saldrán una España y una Cataluña mucho más débiles y menos capaces de navegar con seguridad por los mares procelosos que las rodean.

Por eso lo que yo espero es que la propuesta disgregadora de Mas no sea sino el punto de arranque de una nueva corriente de marea integradora, de la que salgan una España con Cataluña mucho más centrada en sí misma y confiada en sus propias fuerzas. 

Claro que esto depende de la voluntad de todos los españoles, catalanes o no.

No hay comentarios: