martes, 30 de octubre de 2012

Huracanes y cambio climático

El huracán Sandy hace 6 horas, encima ya de Washington
y Nueva York.

Nueva York , en muchos aspectos la capital del mundo, vive en estos momentos horas dramáticas a medida que el huracán Sandy se le acerca. Acordándose quizá de la catastrófica destrucción de Nueva Orleans hace siete años por el huracán Katrina, las autoridades norteamericanas están tomando medidas preventivas extraordinarias para que la tragedia no se repita. Quizá la más espectacular es que en cuestión de horas se están evacuando unas 350.000 personas de las zonas bajas de Nueva York. Pero el Sandy afectará con sus vientos y lluvias, destrucciones e inundaciones, hasta una tercera parte de los EEUU, y las compañías de seguros estiman ya unos daños de decenas de miles de millones de dólares.

El huracan Katrina el 28 de agosto del 2005,
acercándose a Nueva Orleans, a la que
terminó destruyendo.
¿Son estos huracanes, Sandy, Katrina, una consecuencia del cambio climático? Los científicos no se atreven a establecer una relación directa, pero por razones que en su fondo no son científicas, sino semánticas. El cambio climático es un fenómeno que se desarrolla a una escala temporal de decenas y hasta centenas de años, mientras que un huracán es algo que transcurre en pocas semanas.

Pero esos mismos científicos sí se atreven a afirmar que el cambio climático trae consigo un calentamiento general de la atmósfera, que resulta a su vez en un calentamiento de los mares, es decir, una acumulación creciente de energía en las aguas marinas, energía que alimenta mediante la evaporación de estas aguas el desarrollo de grandes tormentas, entre las que destacan los huracanes. Resumiendo, los científicos sí afirman que a largo plazo, estadísticamente, podrá probarse una correlación significativa entre el calentamiento global resultante del cambio climático y el aumento en la frecuencia de grandes huracanes, así como de otras grandes catástrofes: olas de calor, sequías, lluvias torrenciales, inundaciones, etc.

Además, los científicos también se atreven a advertir a la sociedad en general y a los políticos en particular que tienen que tomarse en serio este asunto del calentamiento global , limitando por todos los medios posibles el aumento en la concentración del CO2 atmosférico.

Pero la sociedad esconde la cabeza como dicen que hacen los avestruces para no ver el peligro, y los políticos no hacen nada por neutralizarlo.

El semanario New Yorker se escandaliza en su último número de esta situación, haciendo notar que ni Obama ni Romney han hablado del cambio climático en sus campañas electorales .

Yo me hago la siguiente reflexión: las predicciones electorales son que los dos candidatos, Obama y Romney, van a estar en una situación de casi empate, lo mismo le pasó por cierto a Bush y Gore, como viene pasando cada vez con más frecuencia  en los procesos electorales de los grandes países democráticos, donde el candidato que gana suele hacerlo por una diferencia mínima. 

Ayer, un papá con su hijo en brazos veían llegar las olas producidas por el huracán Sandy, todavía lejano, a una playa de South Carolina.  Pasado, presente y futuro.

Lo que para mí significa que los políticos que se enfrentan en un proceso electoral lo hacen diciendo más o menos lo mismo y ofreciendo soluciones muy parecidas, quizá porque no tienen el poder suficiente para afrontar con valor y franqueza los problemas de fondo que amenazan a los ciudadanos, o las oportunidades que los ilusionan. Esto genera estupefacción y escepticismo en los electores. La consecuencia probabilística es el casi empate, los electores no saben a quién elegir, porque ninguno de los candidatos les inspira suficiente confianza, y votan como si jugaran al cara o cruz, influidos por el mismo marketing de guapo y bueno frente a feo y malo que se utiliza para vender automóviles o detergentes.

Es bien trágico que la cosa política funcione así, como lo es que pasen los años y ningún político eminente sepa cómo afrontar de una vez los problemas del cambio climático, la crisis financiera global, la desigualdad, las enfermedades de los pobres, el envejecimiento demográfico, el terrorismo o la guerra, que entre todos afligen al mundo. Quizá sea porque la mayoría de estos problemas son globales y exigen soluciones globales, imposibles de aplicar por políticos inevitablemente locales.

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