El huracán Sandy hace 6 horas, encima ya de Washington y Nueva York. |
Nueva York , en muchos aspectos la capital del mundo, vive
en estos momentos horas dramáticas a medida que el huracán Sandy se le acerca.
Acordándose quizá de la catastrófica destrucción de Nueva Orleans hace siete
años por el huracán Katrina, las autoridades norteamericanas están tomando
medidas preventivas extraordinarias para que la tragedia no se repita. Quizá la
más espectacular es que en cuestión de horas se están evacuando unas 350.000
personas de las zonas bajas de Nueva York. Pero el Sandy afectará con sus vientos
y lluvias, destrucciones e inundaciones, hasta una tercera parte de los EEUU, y
las compañías de seguros estiman ya unos daños de decenas de miles de millones
de dólares.
El huracan Katrina el 28 de agosto del 2005, acercándose a Nueva Orleans, a la que terminó destruyendo. |
¿Son estos huracanes, Sandy, Katrina, una consecuencia del
cambio climático? Los científicos no se atreven a establecer una relación
directa, pero por razones que en su fondo no son científicas, sino semánticas.
El cambio climático es un fenómeno que se desarrolla a una escala temporal de
decenas y hasta centenas de años, mientras que un huracán es algo que
transcurre en pocas semanas.
Pero esos mismos científicos sí se atreven a afirmar que el
cambio climático trae consigo un calentamiento general de la atmósfera, que
resulta a su vez en un calentamiento de los mares, es decir, una acumulación
creciente de energía en las aguas marinas, energía que alimenta mediante la
evaporación de estas aguas el desarrollo de grandes tormentas, entre las que
destacan los huracanes. Resumiendo, los científicos sí afirman que a largo
plazo, estadísticamente, podrá probarse una correlación significativa entre el
calentamiento global resultante del cambio climático y el aumento en la
frecuencia de grandes huracanes, así como de otras grandes catástrofes: olas de
calor, sequías, lluvias torrenciales, inundaciones, etc.
Además, los científicos también se atreven a advertir a la
sociedad en general y a los políticos en particular que tienen que tomarse en
serio este asunto del calentamiento global , limitando por todos los medios
posibles el aumento en la concentración del CO2 atmosférico.
Pero la sociedad esconde la cabeza como dicen que hacen los
avestruces para no ver el peligro, y los políticos no hacen nada por neutralizarlo.
El semanario New Yorker se escandaliza en su último número
de esta situación, haciendo notar que ni Obama ni Romney han hablado del cambio climático en sus
campañas electorales .
Yo me hago la siguiente reflexión: las predicciones electorales
son que los dos candidatos, Obama y Romney, van a estar en una situación de
casi empate, lo mismo le pasó por cierto a Bush y Gore, como viene pasando cada
vez con más frecuencia en los procesos
electorales de los grandes países democráticos, donde el candidato que gana suele
hacerlo por una diferencia mínima.
Ayer, un papá con su hijo en brazos veían llegar las olas producidas por el huracán Sandy, todavía lejano, a una playa de South Carolina. Pasado, presente y futuro. |
Lo que para mí significa que los políticos
que se enfrentan en un proceso electoral lo hacen diciendo más o menos lo mismo
y ofreciendo soluciones muy parecidas, quizá porque no tienen el poder
suficiente para afrontar con valor y franqueza los problemas de fondo que
amenazan a los ciudadanos, o las oportunidades que los ilusionan. Esto genera estupefacción y escepticismo en los
electores. La consecuencia probabilística es el casi empate, los electores no
saben a quién elegir, porque ninguno de los candidatos les inspira suficiente
confianza, y votan como si jugaran al cara o cruz, influidos por el mismo
marketing de guapo y bueno frente a feo y malo que se utiliza para vender
automóviles o detergentes.
Es bien trágico que la cosa política funcione así, como lo
es que pasen los años y ningún político eminente sepa cómo afrontar de una vez
los problemas del cambio climático, la crisis financiera global, la
desigualdad, las enfermedades de los pobres, el envejecimiento demográfico, el terrorismo o la
guerra, que entre todos afligen al mundo. Quizá sea porque la mayoría de estos problemas son globales y exigen soluciones globales, imposibles de aplicar por políticos inevitablemente locales.
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