Esta mañana he visto la película “Lo imposible”, una
coproducción España/USA basada en la historia real que vivió una familia
española durante el tsunami que afectó al sudeste asiático en el 2004.
Me ha parecido extraordinaria. Una persona medianamente sensible
y que haya pasado a lo largo de su vida por algunas situaciones críticas, ya
sea hombre o mujer, joven o viejo, llorará en esta película y revivirá con
desgarradora plenitud la emoción de algunos momentos que ha tenido la desgracia
y la suerte de experimentar en su propia vida. Algunos críticos han calificado
de sentimentaloides estos aspectos de la película, poniendo así de manifiesto
su incurable estupidez. Emoción y razón son las dos fuerzas básicas que
codeterminan nuestra condición humana. Llorar y reír son las dos expresiones
corporales básicas de la emoción. Desde muy antiguo, la intuición de los poetas
ha puesto la sede de la razón en el cerebro y la de la emoción en el corazón.
Por algo será, aunque ese algo no nos sea completamente comprensible. Quizá
tenga que ver con que muchas hormonas y otros efectores de lo emotivo los
distribuye el corazón por todo el cuerpo a través del torrente sanguíneo. De modo que el dolor que produce una pérdida no se manifiesta solamente en lágrimas,
también se contrae el diafragma, se eriza la piel, se tensan las cuerdas
vocales en sollozos, todo eso y más. Algo parecido pero en el otro extremo del
péndulo sucede con el abrazo o el beso cuando son de amor. El tono vital del
cuerpo propio aumenta, sus sensores térmicos, táctiles y olfativos se hacen más agudos, el corazón late
con más fuerza, a los pulmones, que se expanden más y más deprisa, les falta el
aire, todo eso y mucho más.
El arte en general es la forma más compleja de expresión y comunicación de
una emoción. El verdadero arte desafía a la razón, va mucho más allá,
adentrándose en territorios misteriosos. Como escritor que soy y después de
haber visto “Lo Imposible”, me he preguntado si la literatura sería capaz de
expresar las situaciones emotivas que muestra esta película con un nivel
parecido de realismo. Mi conclusión es que no, ni de lejos. Cada forma
artística tiene, dentro del territorio de lo humano, una parcela en la que
expresa mejor que ninguna otra lo que de emotivo hay en ella. Y el cine, como
demuestra la película “Lo Imposible”, expresa mejor que ningún otro arte la
emoción que está ligada al cuerpo, a lo próximo, lo familiar, lo inmediato, lo
entrañable. La emoción del abrazo, de la pérdida y el reencuentro, del peligro
compartido, del amor incondicional.
No se la pierdan.
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