Bo es mi nieto de dos años, que junto a sus padres y su
hermanito de ocho meses me han acompañado durante mis últimos quince días en
Chiloé. Desde muy pequeño ha sido un bebé singular. La relación con el mundo de
las cosas de un bebé lo es a través de los juguetes y los juegos. Como todos
los bebés, Bo atravesó una primera fase en la que aprendió a intuir el espaciotiempo.
Existen hoy juguetes maravillosos que facilitan esta tarea, llenos de
complejos, divertidos y sorprendentes mecanismos. Bo, que vive en California,
los tenía y se concentraba en entenderlos y manejarlos con la seriedad de un
ingeniero. A mí me divertía verlo en los vídeos que su madre le hacía y me
enviaba, totalmente concentrado en la pura expresión física de los mecanismos
de esos juguetes suyos.
Cuando llegó a Duhatao, Bo había pasado a la fase de
asomarse al inmenso mundo de lo simbólico, accesible solamente, de entre todos
los animales, a los humanos.
El juguete
preferido de Bo es ahora un conjunto de 36 figuritas de plástico coloreado que
representan las 26 letras del alfabeto y los 10 números. Los recita
perfectamente en inglés, ei, bi, ci, di, ….uan, tu,ziri, for…, y sus juegos
consisten en ordenar y reordenar letras y números de mil maneras distintas y en
relacionar las letras con los nombres que arrancan de ellas para distintas imágenes
u objetos, como la A con Apple, la B con Banana, etc, y los números con agrupaciones
de objetos de la misma naturaleza, como 1 apple, 3 apples, etc. Tiene también un conjunto de animalitos de plástico cuyos nombres empiezan por diferentes letras del alfabeto. La A por Alligator (cocodrilo); la B por Bear (oso), la C por Cow (vaca), la D por Dog (perro), la E por Elephant (elefante), la F por Fish (pez), la G por Goat (cabra) y la H por Horse (caballo). Y ya no puede seguir porque no han encontrado animales cuyos nombres empiecen por I, J o K. Juega con estos animalitos de que dispone como si fueran letras, y con las letras como si fueran los correspondientes animales. El caso es que jugando aprende a establecer relaciones entre símbolos abstractos y objetos concretos, y que con el sistema que tiene montado se entretiene y hasta divierte mucho.
Antes de encontrarme con él en Duhatao hacía algún tiempo que
no lo veía, tanto como los dos meses y medio que yo llevaba ya allí con malísima
cobertura de Internet, que me impedía interaccionar con él a través de FaceTime o Skype. Pero dos meses y medio, para
un bebé, es una eternidad, tan lleno está su tiempo de acontecimientos y
novedades. Así que cuando lo saludaba por la mañana con un “buenos días Bo”, ya
fuera en español o inglés, me miraba con cierta indiferencia y no reaccionaba.
Uno de sus juegos consistía en cantar las letras del
alfabeto en inglés con la melodía de "Estrellita dónde estás",
con la que las agrupaba en las cuatro estrofas siguientes:
a b c
d e f g,
h i j
k l m n,
o p
q r s
t u,
v w
x y z
Así que un día se me ocurrió
saludarlo cantándole simplemente “ei…bi…si…di…i…ef…gi”.
El efecto fue mágico. Me miró sonriente, como puede mirar un bebé a alguien que
le es muy familiar, y me contestó cantando a su vez, con la misma melodía, “eich…ai…yei…kei…el…em…en”.
Francamente, aquello me resultó
emocionante. Desde entonces nuestra relación ha mejorado espectacularmente,
quizá me ha reconocido como uno de los suyos. Y nos transmitimos nuestros
buenos estados de ánimo cantándonos partes del alfabeto inglés con la música de
“Estrellita dónde estás”.
Estando en Duhatao, Bo perdió dos
de las letras de su alfabeto de plástico, la A y la O. Estaba disgustado, pues
no podía completar muchas de las series de letras con las que jugaba, todas las
que contenían alguna de las dos letras perdidas. Lloraba sin resignarse a
aceptar esta pérdida, que rompía sus esquemas. Como uno de los muchos juegos
que tiene en una tableta iPad es el de relacionar las letras con conceptos o
cosas que le sean familiares, su madre le propuso sustituir la A perdida por
una manzana pequeña (A de Apple) y la O por una naranjita (O de Orange), y Bo lo aceptó con entusiasmo. De modo que ahora no solo
juega sin problemas con este alfabeto modificado, sino que se presenta
orgulloso apretando entre sus manos las nuevas A y O reencontradas, una
manzanita y una naranjita.
En los últimos días de nuestra
estancia en Duhatao Bo dio un paso más en su relación con
el mundo exterior. No
dejó su alfabeto, pero aprendió a tirar piedras sin que nadie se lo enseñara, a
lo que dedicaba mucho del tiempo que estaba al aire libre. Aquello tenía sin
duda un significado para él que a mí se me escapaba. Hacer volar, por su
voluntad, algo que había lanzado con su mano… qué sé yo… el mundo maravilloso y
misterioso de los niños.
Volviendo a mi tema inicial, en
el encuentro que mi nieto Bo está teniendo con lo simbólico recibe una ayuda
muy eficaz de la cantidad creciente de software escrito específicamente con
estos fines. De hecho Bo maneja el iPad de su madre con toda soltura, y es
capaz de pasar mucho tiempo interaccionando con sus juegos de ordenador a través
de sus ojos, sus oídos y ese travieso dedito índice de los bebés con el que Bo toca
la pantalla de su iPad precisamente donde debe tocarla.
Creo que lo que Bo intenta
conseguir sin ser consciente de ello es aprender simultáneamente a hablar y a
leer. También está aprendiendo simultáneamente,
al ser sus padres bilingües, a hacerlo en inglés y español.
La reflexión sobre todo esto me
lleva a dos conclusiones:
1).- La enorme plasticidad de los
cerebros infantiles, me refiero a los bebés, que todavía no han ido ni siquiera
a la guardería. Y cómo es ésta una etapa de la vida con inmensas posibilidades
desde la perspectiva del aprendizaje, las cuales habitualmente son
desaprovechadas. Y conste que los bebés pueden divertirse apasionadamente
aprendiendo a la vez que juegan.
2).- La enorme ayuda que para el
aprendizaje infantil está prestando la informática.
Quiero terminar esta entrada haciéndome
una pregunta que para mí, como escritor que soy, es esencial: ¿qué leerán y cómo
lo harán niños como Bo cuando sean mayores?
El futuro de la literatura está en la respuesta que el tiempo dé a esta pregunta.
Evidentemente yo no estoy capacitado para contestarla, pero sí me haré algunas
consideraciones respecto a ella.
Los medios audiovisuales (cine,
televisión, informática, Internet) dominan ya el escenario de la relación
intelectual de los humanos con el mundo exterior. En todos ellos hay textos
escritos que soportan la comunicación efectuada, pero su papel es secundario.
Creo que a pesar de todo, en el
futuro, los conceptos y disgresiones muy abstractos o con un desarrollo
atemporal solo podrán entenderse bien mediante la lectura de textos, ya sea
sobre papel o en pantallas. Pero para asuntos más concretos y prácticos la
lectura mediante textos puede llegar a ser una pérdida de tiempo.
La situación que vivimos en la
literatura puede ser parecida a la que atravesó la pintura cuando apareció la
fotografía. Lo que hasta entonces era la norma, la pintura figurativa, esa que
representa las cosas tal y como las ven nuestros ojos, sufrió una profunda
crisis pero no desapareció, sino que se transformó. Junto a lo figurativo, que
ha continuado existiendo e incluso ha derivado en el hiperrealismo de pintores
como Antonio López, han aparecido formas absolutamente nuevas de pintar: toda
la pintura no figurativa o abstracta, con figuras insignes como Tapies o Miró,
así como la pintura que me atrevería a llamar semifigurativa, en la que el realismo
antropomórfico está desfigurado por el arte pero todavía pueden verse sus
sombras, como lo muestran genios de la talla de Picasso, Klee y tantos otros.
Creo que con la literatura puede
pasar algo parecido. Aparecerá una literatura mucho más abstracta que la
actual, dirigida a lo más profundo del espíritu del hombre, así como diversas
formas de literatura más apoyadas en lo audiovisual que la actual, pero no por
ello menos merecedoras del calificativo de arte mayor.
Por poner un humilde ejemplo, lo
que yo intento experimentar en mi blog es la conjunción, más todavía, la
integración subliminal de textos con imágenes, que se complementen y
enriquezcan mutuamente. Ya sé que esto no es nuevo, pero es un camino al que le
queda todavía por delante mucho recorrido creativo.
Por todo esto opino que la
literatura, la de siempre, está entrando en una época fascinante en la que se
le abren posibilidades inmensas. ¿Crisis? También, el cambio es inconcebible
sin ellas. En el fondo de lo temporal siempre está en marcha un proceso de
destrucción creativa, que ahora y en el caso de la literatura, quizá esté empezando a ser rápido y turbulento, como un
joven torrente de montaña.