viernes, 23 de enero de 2015

En España

Nada más llegar a España agarré la gripe, que se me combinó con un jetlag que yo creía erradicado pero solo estaba oculto, para crearme un estado de cierta confusión mental. Mis días transcurrían en Sevilla, pero durante las largas noches de fiebre estaba todavía en Chiloé. Soñaba mucho y eran uno sueños extraños, distorsionados, que sin embargo todavía recuerdo. Me acompañaban a veces, con toda lógica, mis hijos y nietos que estuvieron allí conmigo hasta el momento de la partida, pero otras veces, sin lógica alguna, mi madre o mi hermana, que jamás estuvieron en Chiloé y murieron hace ya algunos años. Estos sueños tenían una doble cara, por un lado eran estrictamente textuales, yo intentaba memorizar largas y complejas sentencias surgidas de mis sentimientos hacia Chiloé, por el otro eran audiovisuales, largos paseos vespertinos por unos bosques espesos y jóvenes que recorríamos a la altura de las copas de sus árboles más altos. Y siempre con la sensación de que la partida hacia Europa era inminente pero yo había olvidado cuándo, desde dónde y cómo.

A los dos o tres días de estar así me llegó la fiebre y empecé a tomar antibióticos. Hoy viernes por la tarde me acerco rápidamente hacia la normalidad.


¿Qué normalidad? Lo mire por donde lo mire, recorra el camino dialéctico que quiera recorrer, siempre llego al mismo final de etapa: nadie se hace aquí planes con más de dos años de recorrido, hay una enorme incertidumbre respecto a lo que nos depara el futuro. La situación macroeconómica de España ha mejorado mucho, pero la gente común sigue sufriendo las consecuencias de un paro atroz, que se ceba en todos los grupos de edad. Las fuerzas dominantes son económicas, una suerte de tardocapitalismo al que le gustaría definirse como el capitalismo de la innovación pero que es el capitalismo de los inventos, chispas de ingenio y rentabilidad que son hijas del caos. Un espectáculo permanente de fuegos de artificio. Sus luces nos deslumbran, no nos dejan percibir el rumbo de las corrientes de fondo. 

Es lo que hay.

Chagall.- El Paseo

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