sábado, 4 de julio de 2015

Europa en crisis

Κρίσις es una hermosa palabra griega que define bien la situación que se vive actualmente en Europa.  Una crisis es un momento de ruptura de una trayectoria, la cual se escinde en alternativas contrarias y obliga por tanto a decidirse por alguna de ellas. La crisis, por su propia naturaleza, es efímera y tiene finalmente que resolverse. Es ruptura pero también es decisión, elección final. Es guerra que inevitablemente termina en paz, a no ser que se configure como el primer capítulo de una guerra más grande.

Los movimientos de Europa no son sino una parte de los movimientos del Mundo. Éste es el mar, Europa nada más que una zona del mismo, un conjunto de olas. Esta crisis europea se veía venir. Empezó siendo una crisis USA,  consecuencia directa de la catástrofe financiera que explotó el año 2008 en Wall Street. Lehman Brothers cayó entonces con estruendos paquidérmicos, pero muchos grandes bancos europeos (alemanes, franceses, ingleses) se quedaron, literalmente, con el culo al aire. Teniendo grandes sobrantes de capital desde años anteriores, habían venido invirtiendo  mucho en activos tóxicos (subprime, etc) cocinados en Wall Street, que de la noche a la mañana quedaron convertidos en caca. Las pérdidas fueron enormes. Estos mismos grandes bancos europeos estaban invirtiendo también en la Eurozona, donde la existencia del Euro, moneda común exenta de riesgos de cambio, ofrecía oportunidades de negocio que parecían seguras. Excedentes de capital de  los países más ricos, empezando por Alemania, se habían venido ofreciendo como crédito a los países más necesitados de la Eurozona, que eran casi todos mediterráneos. Se trataba de  créditos de bancos a bancos, no ayuda de estados a estados, de manera que antes o después habría que devolverlos. En España esta catarata de créditos baratos había activado extraordinariamente la construcción y el negocio inmobiliario. Pero cuando llegó la crisis financiera global, lo que era un boom se convirtió en una burbuja, que finalmente estalló. Muchas empresas grandes y pequeñas del sector inmobiliario quebraron, el paro aumentó notablemente, una parte del sector financiero, la banca pública, formada por las Cajas de Ahorro, controladas y mal administradas por los políticos, no podía devolver sus préstamos a los bancos extranjeros y corría serio riesgo de quebrar. La otra parte del sector financiero, la banca privada, que también había participado en la locura inmobiliaria, aunque con mejor gestión, estaba asimismo tocada. Diablos, había que hacer algo, y pronto.

Ante la magnitud de la crisis financiera global, los bancos centrales empezaron a tomar decisiones. Los de USA y Gran Bretaña eligieron una política de crear dinero e inyectarlo en sus sistemas financieros. De este modo empezaron a salir de la crisis, aunque la Libra experimentó una devaluación profunda.

Pero la Eurozona tuvo miedo. El Banco Central Europeo adoptó una política timorata. Creo que la causa fundamental  estuvo en que los alemanes, asustados, la impusieron. Se tomó la decisión de que “cada palo aguante su vela”, lo que significa que cada país deudor tendría que resolver por su cuenta sus propios problemas de deuda. Mutualizando (convirtiendo en pública) la deuda privada de sus bancos, y emitiendo su propia deuda soberana que ofrecería a unos mercados financieros globales donde, por la propia lógica de éstos, no encontraría ni un ápice de solidaridad. El resultado fue una tremenda crisis financiera en los países más débiles de la Eurozona: Irlanda y los países mediterráneos.

En los durísimos momentos iniciales la única solución disponible por estos países endeudados fue lo que se ha llamado “devaluación interna”, que consiste en apretarse el cinturón, o mejor, apretarle el cinturón a las clases trabajadoras mediante reducción de salarios y a las clases medias mediante aumento de impuestos. Esto fue lo que se hizo mediante el rescate por el FMI en Irlanda y Portugal y mediante unas medidas de austeridad que no llegaron a ser rescate en España.  Grecia también fue sometida a un rescate, pero su situación financiera y social era tan débil que se quebraba la capacidad de resistencia de las clases medias y trabajadoras afectadas. Y esto fue lo que pasó: Grecia no pudo resistir el envite, hubo elecciones y un gobierno de izquierdas se negó a aceptar las condiciones que quería imponer la troika:  la crisis del Euro apareció. En ella estamos.

¿Es justo echarle a Alemania toda la culpa de lo que está pasando?

Sin duda que no. Llevamos muchos más años de construcción de la Unión Europea (desde 1957, España desde 1986) que de la Eurozona (desde 2002). Protagonista principal de aquélla ha sido la generosidad de Alemania. Por poner un ejemplo cercano, España ha sufrido una profundísima transformación socioeconómica gracias a la solidaridad de la Unión Europea, y dentro de ella, a la generosidad financiera de los alemanes.

A lo que se han negado después los alemanes es a cargar también con los riesgos y dificultades sobrevenidos como consecuencia de la crisis financiera global en su repercusión en la Eurozona.  ¿Podrían haber sido algo más flexibles? Seguro que sí. De hecho se han ido flexibilizando poco a poco, permitiendo que el Banco Central Europeo prestara primero generosamente a la banca privada de los países endeudados, y pusiera después en práctica la compra de bonos soberanos de éstos.

En cuanto a sus dimensiones financieras, Grecia no representa casi nada respecto al conjunto de la Unión Europea. Hubiera sido fácil encontrar soluciones de compromiso, de hecho todavía lo es.

Creo por ello que la causa principal de esta crisis de la Eurozona (crisis del Euro, Grexit) está en la torpeza de los políticos y tecnócratas que la han venido manejando. Tanto los que lo han hecho desde el lado de la Unión Europea como desde el griego. Aquélla no debería haber permitido que la negociación la llevara a cabo una troika en la que estaban demasiado abiertamente representados los poderes financieros (FMI y BCE), también debería haber mostrado más liderazgo, evitándole (quizá prohibiéndole) a los alemanes exponerse delante del marrón. Los griegos deberían haber evitado radicalizarse en posiciones numantinas, probablemente  les faltaba experiencia y eran demasiado de izquierdas.


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Pero no debemos aislar la crisis griega del contexto global en el que está teniendo lugar. Todo lo que está sucediendo allí será en su día parte de una historia mucho más compleja, la historia de Europa, de Eurasia y del Mundo, que empezaron mucho antes de que saltara la chispa entre Atenas y la Eurozona, y terminarán mucho después.

De la Prensa internacional que yo he seguido, la que mejor cobertura le ha dado al tema ha sido el Guardian británico. Su editor económico,  Larry Elliot, publicó el 28 de junio un artículo al que tituló “La crisis griega podría ser un momento Sarajevo para la Eurozona”. Recordemos que el asesinato de los archiduques austríacos Francisco José y su esposa Sofía el 28 de junio de 1914 en Sarajevo fue el disparador de la I Guerra Mundial, la cual consistió en el choque entre imperios que se estorbaban geográficamente: el Británico de alcance planetario, el Francés en Africa, el Alemán en Centroeuropa, el Austrohúngaro en los Balcanes, el Turco en el Mediterráneo y el Ruso en el Báltico y Asia Central. Una guerra terrible que fue ganada finalmente por el Imperio Británico y de la que emergieron como potencias con vocación planetaria USA y la URSS.

28 junio 1914.- El anarquista Gavrilo Princip dispara contra los archiduques en Sarajevo
(Tomado de www.infovilag.hu)


Después, a lo largo del siglo XX, han venido encadenándose muchos procesos.  La Gran Depresión de 1929 fue la primera crisis capitalista que no se derivó de desequilibrios entre oferta y demanda, sino de la pura especulación financiera. Trajo como consecuencias el hundimiento socioeconómico alemán y la consolidación del comunismo estalinista. Enseguida llegó el nazismo, responsable directo de la II Guerra Mundial, la cual no acabó con la derrota del Eje en 1945, sino que se continuó en una Guerra Fría que lo fue tal por la amenaza nuclear omnipresente, pero que floreció en muchas guerras calientes menos globales, como el conflicto israelopalestino, la guerra de Corea, la de Vietnam, etc.

El final del siglo XX vino marcado por un acontecimiento de naturaleza casi tectónica, la implosión y hundimiento del Comunismo Soviético, que trajo como consecuencia la liberación de toda la Europa Oriental y con ella la reunificación de Alemania, el crecimiento casi imparable de la Unión Europea por el Este (Eslovenia, Eslovaquia, Chequia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Bulgaria, Rumanía) y el desplazamiento de los intereses de una Gran Alemania desde el Mediterráneo hacia esta Mitteleurope que constituye su hinterland natural.

Quizá como consecuencia de todo ello, el viejo proyecto de Unión Paneuropea sufrió un parón y se quedó en el Proyecto Euro, ante cuyo riesgo de fracaso, anunciado por muchos, estamos ahora.

¿Qué más puede venir, qué otro cataclismo puede caérsenos encima?

Si Grecia sale finalmente del Euro, será éste mismo quien se verá gravemente herido. No por el peso de Grecia en sí, sino porque se habrá abierto una puerta por la que podrán ir saliendo otros, empezando por España, pero llegando hasta Italia e incluso Francia, lo que sería la muerte de la Unión Europea.

Y Europa, sin una firme Unión Europea, podría terminar balcanizada, no mañana o pasado, sino a lo largo del siglo XXI.

Quizá el problema más acuciante de esta Europa del futuro es el demográfico. Europa envejece, pero para sobrevivir como tal tiene que ser capaz de estabilizar su población, una población de europeos, no de inmigrantes con culturas totalmente extrañas, en todo caso con inmigrantes plenamente asimilados a los ideales y modos de vida europeos. 

Una Europa decadente nacida de su fracaso político y demográfico estaría probablemente dividida a su vez en dos: la Europa nórdica, liderada por Alemania, envejecida y queriendo permanecer neutral ante los nuevos imperios del mundo; y la Europa mediterránea, liderada por Francia y empeñada en largas guerras contra un islamismo belicista que la ataca desde el Sur.

Todo esto en un marco global  en el que los problemas serían el calentamiento global y sus efectos sobre unas economías gestionadas por un tardocapitalismo corto de miras.

¡Diablos, menudo panorama! Bien posible, por cierto, no creo haber abusado de lo imaginativo.

Es por todo ello que, finalmente, me siento optimista. Creo que la crisis griega será el comienzo de una nueva etapa de construcción y consolidación del sueño paneuropeo. Necesitamos para ello menos mandarines y más líderes, menos financieros y más poetas, menos viejos y más jóvenes. Y más, muchísima más Europa.

Pues Europa, toda entera, sigue siendo una parte del mundo maravillosa y  a todos los europeos nos valdrá muchísimo la pena de seguir luchando por ella.

Vaso griego del 480 AC que representa el rapto (la seducción) de Europa por Zeus convertido en un hermoso toro blanco (Museo de Tarquinia)

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