Ayer al alba me desperté en mitad
de un extraño sueño. Tan extraño que todavía lo recuerdo. Fue así:
“Ratoneando por Internet,
encuentro un blog escrito por una mujer a la que conozco. Me sorprende, no
sospechaba que ella estuviera metida a bloguera. Empiezo a leer su última
entrada. Es larga, fraguada como una suerte de soliloquio filosófico que
entiendo sin problemas y que además puedo ir comprendiendo perfectamente. Su
lógica es perfecta y su contenido profundo, a veces hasta cargado de emoción”.
“Continúo la lectura con avidez, más y más
interesado, admirado, aprisionado por la fuerza de sus líneas. Tengo que leer
más y más deprisa, mi lectura sigue siendo correcta y lúcida, pero se me va
haciendo más y más complicada. Sigo entendiendo lo que mi amiga escribe, pero me
es más y más difícil de comprender. Sin embargo, sigo sintiendo en lo muy hondo
dentro de mí mismo que lo que escribe dice verdad.”
“La velocidad de lectura se me
hace vertiginosa, llega un momento en que ya no comprendo lo que escribe y muy
pronto empiezo hasta a no entenderlo. Siento como si me estuviera absorbiendo
una catarata de palabras mágicas."
"Finalmente me despierto, pero lo hago sereno,
satisfecho, hasta un poco maravillado.”
Esta es la vivencia que hoy todavía
tengo, pero el pormenor de sus
contenidos concretos, sus cuestiones, posicionamientos, argumentos, hallazgos,
rodeos, todo eso lo he olvidado completamente. Me queda, marcándome
como un hierro al ganado, esa vivencia de haber penetrado oníricamente en un cerebro humano.
Que forma parte del mismo barro con una mente y un espíritu.
Los cuales tres, probablemente,
no son sino los míos. Aunque me quedan dudas, de esas que son imposibles de
resolver.
Niagara |
No hay comentarios:
Publicar un comentario