sábado, 7 de julio de 2012

¿Qué está pasando? En España, Europa, el mundo...

Pues eso. ¿Qué está pasando?


Uno tiene la sensación de que está viviendo en un viejo edificio que muestra signos más y más inequívocos de derrumbarse. Estás sentado, leyendo en tu salón, y oyes crujir las vigas del techo, pero enseguida pasa. O una mañana, cuando cruzas el pasillo que va al cuarto de baño, te parece que esa grieta que se ha abierto en la pared ha crecido en anchura y extensión, pero en unos segundos estás delante del espejo, lavándote los dientes y mirándote a los ojos, de modo que te olvidas de todo lo que no sea tú mismo. O cuando te sientas frente a tu mesa de trabajo notas que sus patas cojean desniveladas, lo que nunca antes había pasado, y presientes que el suelo de tu estudio se está moviendo. O cada vez son más las puertas de tu casa que una vez que se cierran cuesta mucho volverlas a abrir, o cuando están abiertas cerrarlas, como si un levísimo desequilibrio en el conjunto de tu casa, que no percibes con tus ojos, las estuviera desencajando. 

Diablos, diablos, diablos, ¿qué está pasando? Una noche sueñas en que tu casa, tras exhalar unos bramidos sordos, empieza a derrumbarse. Ves cómo el techo de tu dormitorio se te está cayendo encima, pero como el suelo también se hunde bajo tus pies, las vigas de arriba nunca llegan a alcanzarte. Caéis todos, empujados por la gravitación universal, hacia el abismo. Tú te despiertas asustado, sudoroso, pero enseguida te das cuenta de que solo era una pesadilla y vuelves a dormirte.

No consigues hacerte una idea de conjunto, lo que te asusta no son sino detalles inconexos, todos justificables por separado, pero cada día que pasa intuyes con más fuerza que detrás de ellos hay una amenaza real. Sentados sobre un barril de pólvora, como lo escribían las viejas novelas, así estamos hoy los ciudadanos del mundo, de eso te van quedando menos y menos dudas.

¿Cuáles son algunos de esos detalles amenazantes e inconexos?

1).- Las finanzas mundiales se han globalizado y al hacerlo se han liberado del control de los estados. Además se han informatizado, con lo que realizan sus transacciones a la velocidad de la luz, haciendo imposible prevenir una estafa a tiempo. Para complicar las cosas, se guían en sus acciones por una hiperracionalidad que como tal es amoral, con lo que las estafas ya no se ven sino como simples negocios. Es la primera vez en la historia de la humanidad en que las finanzas se han liberado del control de los estados. Ahora corren como caballos locos por el ancho mundo y donde pisan, como el caballo de Atila, no vuelve a crecer la hierba.

2).- Las ideologías están corrompidas. Ejemplo señero es el de China, un régimen que mezcla el comunismo político con el capitalismo económico, alcanzando así una competitividad inigualable e invadiendo el mundo. Esta corrupción es compartida por el mundo occidental, que perdona el desprecio a los derechos humanos de China y corre a instalar sus factorías allí, porque le son más rentables.

3).- Europa envejece, pero es incapaz de abrir sus puertas a los jóvenes de todo el mundo, para que la fertilicen. Su vejez la hace ser más y más timorata, y ya sabemos que detrás del temor viene el fascismo, del que empiezan a verse algunos indicios en ese racismo que divide a la Unión Europea entre las hormigas del Norte y las cigarras del Sur.

4).- USA se debilita, no puede seguir costeando su papel de gendarme del mundo, con lo que éste va quedando otra vez como cuando cayó el imperio romano, al arbitrio de docenas de bárbaros con gafas de miope. Uno se acuerda con cierta nostalgia de aquella frase escandalosa de Goethe: “Prefiero la injusticia al desorden”.

5).- La dialéctica mujer-hombre va desapareciendo en el mundo occidental, y con ella todo lo de vitalizante que tenía. Algunas consecuencas, como la erradicación creciente del machismo, son justas y deseables. Otras son nefastas.

6).- La agresión a la naturaleza por parte de los humanos, su destrucción, sigue sin descanso. La presión a la que estamos sometiendo a la naturaleza puede verse con claridad en el Sur de Chile, una de las pocas regiones prístinas que nos van quedando, y que si lo son todavía no es por nuestros méritos humanos, sino por la fuerza que la naturaleza, con sus vientos y tempestades, sus terremotos y volcanes, sus fríos antárticos, tiene allí.

¿Para qué seguir, acaso no es bastante? Aunque la lista sería inacabable. ¿Hay junto a todo esto alguna señal positiva? Pues sí, la mayoría de los humanos sigue siendo inocente, capaz de enamorarse y de soñar, deseosa de un mundo mejor, es decir, más justo y seguro, para sus hijos, donde sea posible experimentar esa cosa tan efímera y quebradiza, pero a la vez tan maravillosa, que es la felicidad.

Lo malo es que los desajustes lleguen a ser tan profundos, haciendo el nudo tan gordiano, que solo pueda deshacerse éste con la fuerza bruta de una guerra. La nueva edición de la permanente guerra mundial, la gran guerra ¿salvadora?... ¿aniquiladora?... del siglo XXI.

O quizá todo esto que he escrito no son sino los malos sueños de un viejo. Ya se sabe que los viejos suelen ser pesimistas. Además, cuentan poco en el mundo de hoy, ya no son sabios, como lo eran los viejos antiguos.

¿Para qué seguir?



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