domingo, 30 de diciembre de 2012

En una noche oscura


De pronto todo enmudece, solo te llega el silencio. No sabes si se trata solamente de un castigo o es ya una condena. O quizá, por el contrario, una tregua. O una forma de seguir hablando, ahora a la manera de Heráclito, cuando el silencio es una manifestación de la ausencia que es a su vez la señal  más clara, sumergido como estás en la oscuridad, de que la presencia existe, porque sin ella la ausencia jamás podría ponerse de manifiesto.

Este es el infierno que acompaña a todo individuo humano que busca seriamente algo, ya sea la inspiración artística o el descubrimiento científico o la culminación de un viaje espiritual  o la superación de algún fracaso o lo divino o el amor o simplemente la verdad, esa que está en el fondo de todo lo que existe.

Ese silencio purificador, esa noche oscura sin la cual jamás serías capaz de reconocer la luz.

Telarañas en la oscuridad

sábado, 29 de diciembre de 2012

Lucidez de fin de año


<<¡Uf!... ¡terminé!>>... por segunda vez… quizá ahora la definitiva, ese libro, esa novela, que di por terminada en una entrada de este blog del domingo 27 de febrero de 2011.
Aquello resultó ser solo un primer borrador, en el que los personajes habían acudido ya todos a mi invocación, pero todavía eran figuras borrosas, tallas de papel y tinta sin terminar de esculpir.
Han pasado casi dos años, nada menos, y en el curso de ellos muchos otros acontecimientos insospechados e importantes han atravesado mi vida. Así es el transcurrir del tiempo, sí, pues de tiempo sobre todo estamos hechos los humanos, por mucha carne y hueso que vean nuestros ojos, palpen nuestras manos, huelan nuestras narices, por mucha inteligencia, amor, emoción o poesía que alberguen nuestros cerebros…tiempo somos, que fluye, que viene y se va, que solo en rarísimas ocasiones consigues que se quede quieto, siquiera por un instante, en un luminoso presente.
En escribiendo este libro yo he descubierto muchas cosas, escribir es ante todo un ejercicio de introspección, pero también una exploración de la inmensidad, real o imaginada, que te rodea.
De entre todo lo que he descubierto hay algo que se me apareció hace muy pocos días y que quiero entregar a los locos que todavía lean este blog como mi presente de fin de año. Se trata de lo siguiente:
Desde que los humanos empezamos a disponer de culturas suficientemente consistentes, establecimos una separación entre nosotros mismos y el resto de la naturaleza. Veíamos el mundo como radicalmente distinto de nosotros, pues éramos los hijos de Dios, los reyes de la Creación, los portadores de la razón, del “cogito ergo sum”, los que teníamos el derecho de usar todo lo que nos rodeaba para conseguir esa felicidad utópica que perseguíamos continuamente sin llegar a alcanzarla nunca. Éramos aquéllos para los que todo estaba permitido.


Lo que yo he descubierto es que eso que hemos venido creyendo es una falsedad. Pues nosotros somos tan naturaleza como la piedra, el mar, las hojas y flores de una planta, los pulmones de una lagartija, las branquias de un pez, el cerebro de una ballena o nuestro propio y despreciado culo. Somos más listos que una bacteria y quizá más ágiles que un elefante, también más astutos que un ciervo pero no más que un jaguar, más emotivos que un buitre pero no más que una ballena, más organizados que un abejorro pero no más que una abeja, más bellos y valientes que un buho pero no más que un colibrí.
Hasta en lo más malvado de nosotros no somos sino naturaleza, y como naturaleza que somos, sometida a una locura darwiniana por la supervivencia de nuestra especie, vamos camino de acabar con ese planeta Tierra que es nuestra casa común.
Siendo esto así, que lo es definitivamente, también albergamos los humanos, pero no solo los humanos sino con nosotros, como mínimo, la mayoría de los animales, un algo misterioso a lo que, sin saber bien de que se trata, algunos han llamado espíritu. Intuimos que en el espíritu  está la verdadera libertad, que es interior.  Una llamita débil que no acaba de prender y que se apaga muchas veces con facilidad. Pero está ahí, nosotros los humanos, aunque no solo nosotros, somos portadores de ella. 
Este espíritu, como quería Hegel, puede ser una cualidad de todo el Universo. Es el mismo espíritu que las culturas amerindias, los mapuches de Arauco y los williches de Chiloé entre otros, han sido capaces de ver en muchas fuerzas de la naturaleza, en los volcanes, los terremotos, el mar, el viento, la oscuridad y la luz.
Sí, ese espíritu misterioso lo tenemos los humanos, pero no lo olvidemos nunca,  no solo nosotros.
Debemos  cuidarlo, abrigarlo, proteger su llamita con nuestras manos de todos los vientos.  No solo en nosotros mismos, sino siempre que lo reconozcamos en otros seres, sea donde y cuando sea.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Navidad 2012: el buen humor y el futuro del mundo


Murillo (1660).- Natividad con el anuncio a
los pastores.
Se acerca la Navidad, en la que los cristianos conmemoramos el nacimiento del Niño Dios. Este acontecimiento pudo ser cierto o falso, nos es imposible dirimirlo con certeza científica, solo nos queda creerlo o no.  Si sucedió realmente, se trata de lo más trascendente que ha tenido lugar en la historia humana. Si es falso que aquel niño fuera Dios, la leyenda de que sí lo es no deja de ser una de las más bellas que la imaginación humana ha sido capaz de concebir. Y ya se sabe que para encontrarle sentido a la vida nunca nos ha bastado a los humanos con el logos (la razón, la ciencia), también hemos necesitado siempre  del mitos (la imaginación, la poesía). 

En cualquier caso, los días que están llegando y que cierran el año son hermosos y nos impulsan a disfrutarlos con una alegría fraternal. Pero no lo conseguiremos sin poner además algo de nuestra parte. ¿Qué es ese algo? En mi opinión, ante todo y sobre todo, SENTIDO DEL HUMOR, ése que nos da la capacidad de apreciar lo humoroso que rodea y llena nuestras vidas.


La manifestación externa de este sentido del humor es más la sonrisa que la risa. Llanto y risa son las dos formas básicas de expresar nuestras emociones con gestos y sonidos. Pero la sonrisa es una risa silenciosa que se dibuja levemente en nuestros rostros cuando descubrimos una contradicción que nos resulta divertida. Es como un hallazgo, algo así como si se nos revelara de pronto un secreto que había permanecido escondido. “¡Ajá!”, nos decimos a nosotros mismos, “menuda sorpresa, ¿quién lo hubiera supuesto?”


Nuestro cerebro razona utilizando la comparación. Comparamos hechos, objetos, premoniciones, experiencias, recuerdos, cualquiera otra clase de ente asimilable por nuestra mente, y a partir de estas comparaciones construimos juicios. A veces, cuando entramos en una comparación, nos encontramos con contradicciones insuperables entre los términos de la misma, que nos impiden emitir un juicio sintético. En algunos de estos casos contradictorios salta finalmente, sorprendiéndonos, una chispa inesperada de humor, que arranca nuestra sonrisa y hasta puede hacerla devenir en carcajadas.


Arthur Koestler (1905-1983)
El gran Arthur Koestler, una de los escritores más lúcidos y brillantes del siglo XX, compuso un hermoso libro, “El Acto de Creación”, en el que postulaba que esas contradicciones estaban en la base no solo del humor, sino también de la creatividad , la invención científica y la sensibilidad artística. Proponía que nuestra mente estaba poblada por numerosísimas “matrices de pensamiento”, así llamaba a conjuntos particulares de representaciones mentales de fenómenos, temas, recuerdos, sensaciones, especulaciones, visiones del mundo, todo eso. Los humanos razonábamos comparando matrices de pensamiento, normalmente dos a dos, pero a veces hasta muchas a la vez. En la síntesis científica o en la invención técnica, dos matrices de pensamiento que inicialmente nos parecían contradictorias se fundían en una sola. En la contemplación artística llegábamos a ver a través de una matriz de pensamiento otra bien distinta que hasta entonces nos había permanecido oculta. Y en el humor, encadenábamos por sorpresa una matriz de pensamiento con otra totalmente contradictoria, lo que podía resultar extraordinariamente divertido.


Este proceso de nacimiento de lo humorístico se ve claramente en algunos chistes sencillos.






El gordito se enfrenta con el problema de su sobrepeso. Lo lógico (la continuación lógica de esta matriz de pensamiento) sería  decidir adelgazar, pero el gordito cambia de matriz de pensamiento, se da cuenta de que también es bajito... ¡y se le ocurre que la solución a su sobrepeso estaría en crecer!...










Una pareja duerme en la intimidad oscura de su habitación. El amante que yacía poco antes con ella tuvo que esconderse precipitadamente en el armario cuando el marido llegó y allí permanece encerrado. Entra sigilosamente un ladrón, que abre el armario sin ruido para empezar a robar... ¡pero se tropieza con el amante! Esta es la narración principal del chiste, una matriz de pensamiento que llevaría a una situación sin salida. Pero entonces cambia bruscamente la matriz, ladrón y amante se reconocen como aliados... ¡y se suplican silencio el uno al otro!...








La mujer de la izquierda ha iniciado un discurso complicado acerca de la dificultad de entender a los hombres.

Si la mujer de la derecha hubiera permanecido en esta matriz de pensamiento, que supone aceptar que los hombres son complicados, le habría contestado con una parrafada similar.

Pero lo que hace es cambiar de matriz de pensamiento. Para ella los hombres no son complicados... ¡sino asombrosa y estúpidamente simples!!...

¡¡GOOOOL!!












La mujer funcionaria de la oficina de empleo se mantiene en su matriz de pensamiento burocrática, atrincherada tras la pantalla de su ordenador.

Pero la mujer inmigrante de la derecha cambia radicalmente de matriz. No está buscando un empleo porque tenga alguna cualificación profesional específica... ¡¡sino porque lo necesita para sobrevivir!!


Mi madre tiene 98 años y con frecuencia me repite que lo que a ella le ha permitido alcanzar esa edad tan avanzada es su sentido del humor. Nunca se toma a ella misma demasiado en serio, de modo que las contradicciones que tiene que superar continuamente entre su pasado y su futuro, cada día más frecuentes,  no solamente no la irritan o deprimen, sino que le hacen gracia. Ya no le tiene miedo a la muerte, solo le preocupa el sufrimiento que pueda venir asociado con ella. Piensa frecuentemente que, cuando por fin muera, su querido esposo, que la dejó hace más de veinte años, estará esperándola en la otra vida. A veces termina esta matriz de pensamiento con un cambio brusco a otra y dice con una sonrisa maliciosa: "aunque quién sabe... a lo peor lo sorprendo allí con otra!!"...

Muchas veces son los que nos rodean quienes nos ayudan a salvar mediante el sentido del humor una situación difícil o irritante.



Trazada en rojo, la ruta de 620 km entre In Salah 
y Tamanrasset. Cliqueando en la imagen
 debería ampliarse.

Eso es lo que me pasó a mí en el año 1981, cuando con mi hermano y otro amigo emprendimos un viaje iniciático a través del Sahara, mochila a la espalda y usando los medios de transporte locales. Me he acordado mucho de esta aventura cuando años después he visto en Chiloé la llegada anual, tambien iniciática, de los mochileros, jóvenes chilenos que caminan incansables hacia las playas y bosques, las lluvias y vientos chilotes, en busca de una magia vital que esta isla grande de Chiloé tiene y para intentar encontrarse a sí mismos. 

En nuestro viaje africano, la primera etapa verdaderamente sahariana era la que nos llevaba desde In Salah a Tamanrasset. Transcurría a lo largo de 600 kms del desierto más puro y duro, a través de una pista difícil marcada por las rodadas fantasmales de otros coches y camiones, muy pocos, que de tarde en tarde, no más de cuatro o cinco cada día,la cruzaban  hacia el Norte o el Sur. Los vehículos de transporte público que hacían esta ruta eran camiones Mercedes con tracción en las cuatro ruedas a los que se había acoplado un gran cajón con ventanillas que hacía de cabina de pasajeros. Eran dos, para que cada día hubiera entre In Salah y Tam uno de ida y otro de vuelta.

Nosotros llegamos a In Salah una madrugada, cuando la nada oscura del desierto se convirtió de súbito en agrupaciones de casas de adobe donde muy de vez en cuando una bombilla iluminaba malamente las calles. El gran autobús que nos había traído desde Ghardaia por una carretera asfaltada hizo su final de trayecto y nos dejó en una encrucijada, perdiéndose para siempre en la noche.  Serían las dos de la madrugada y nos recostamos contra una pared para pasar lo  que quedaba hasta el amanecer. Hacia frio y olia a orines humanos.  En la esquina frente a nosotros un hombre y una mujer apretados el uno contra la otra, envueltos en un manto común sobre el que asomaba el gran turbante negro de él, quizá intentaban dormir, pero de entre ellos salían con frecuencia las toses secas, desgarradas, sin un solo llanto, de un niño que debía estar enfermo. Por primera vez en aquel viaje me sentí un vagabundo. Entonces empezó a llover, Dios mío, en mitad del Sahara lloviendo una lluvia escasa pero capaz de mojarme las mejillas, quizá no lo había hecho antes en varios años. Me pareció un presagio benigno.


El microbús Mercedes que nos llevaría a Tam  no llegaría de allí  hasta por la tarde y no saldría con nosotros  hasta el amanecer siguiente. Así que pasamos el dia merodeando por los alrededores de In Salah, donde se despliega un extenso oasis de palmeras datileras rodeado por grandes dunas.

Ya por la tarde, éramos muchos esperando a que abrieran la ventanilla del despacho de billetes, más de los que podrían caber en el microbús. Merodeábamos por los alrededores, sin saber cuándo llegaría el momento. Cuando por fin la ventanilla se abrió nos precipitamos todos a una sobre ella y se inició un forcejeo extraño, porque era a la vez salvaje y silencioso. Empezó a formarse algo que se parecía remotamente a una cola, pero el forcejeo seguía dentro de ella a nivel local, cada uno intentando apartar a los que tenía delante a la vez que evitando ser apartado por los que tenía detrás. Hubo hasta alguna que otra bofetada. Estábamos allí siete extranjeros, nosotros tres españoles y cuatro italianos. Vinieron unos gendarmes y nos llevaron a los siete hasta una puerta trasera del despacho de billetes, lo que nos permitió comprar los nuestros. Luego, cuando nos reencontramos en la calle a los argelinos con los que habíamos hecho cola, unos radiantes porque habían conseguido su billete y otros tristes porque tendrían que esperar un día más, ninguno tuvo un mal gesto hacia nosotros.

No teníamos dónde dormir, así que lo hicimos en el palmeral, lejos del pueblo, sobre la pendiente suave de una duna y rodeados por palmeras cercanas. Era una noche sin luna y un silencio absoluto lo empapaba todo. Tendido boca arriba y con las botas puestas, tenía sobre mi el magnífico firmamento sahariano. Pasó muy alto un avión volando de sur a norte y yo sentí la nostalgia aguda de mi patria, mi mujer, mis hijos, todo lo que había dejado atrás. Pero enseguida se me impuso la admiración que me producía el cielo magnífico, con miles de estrellas multicolores, desde el azulado hasta el rojáceo pasando por el blanco y las restantes tonalidades del espectro. Nunca antes había visto un cielo así, que es el cielo real, visible allí gracias a la sequedad extrema de la atmósfera en el desierto.


El microbus Mercedes a mitad de camino entre In Salah y Tam. En la foto de la derecha y en primer plano Arrazola, nuestro gran elevador de mochilas. En la foto superior de la izquierda, con camisa blanca y las manos atrás, el compañero que me empujó. Casi en el extremo izquierdo de esta misma foto, con las manos en los bolsillos, un soldado argelino que se autoproclamó generosamente nuestro consejero durante todo el viaje. Entre aquel grupo de gente predominaba un espíritu solidario. En Africa, como en la Europa antigua,cuando la gente se pone en viaje se prepara espiritualmente para hacerlo, porque viajar es mucho más quedesplazarse físicamente. Si no que se lo pregunten a los subsaharianos que hoy se juegan la vida cruzandoel estrecho de Gibraltar para entrar en Europa.

Dormimos poco, a las cinco de la madrugada ya estábamos en marcha hacia el punto de encuentro con el microbús, la misma encrucijada en que nos había dejado un día antes el gran autobús que nos trajo desde Ghardaia. Nos dimos cuenta enseguida de que allí se preparaba otra batalla y nos trazamos un plan. Llegado el microbús, frenó ante nosotros, el ayudante del chofer bajó, abrió la puerta de la cabina de pasajeros y a continuación subió por la escalerilla de gato hasta el techo para recibir y estibar allí los equipajes, en nuestro caso tres mochilas grandes, que pusimos cómo pudimos lo más cerca posible de la base de la escalerilla. Mientras que mi hermano José Mari se quedaba junto a ellas, Arrazola entraba decidido en la pelea por subir escalerilla arriba hasta el techo y yo me sumergía en la melé por alcanzar la puerta de la cabina, entrar dentro de ella y reservar ocupándolos tres asientos.  Con Arrazola ya arriba, José Mari empezó a levantar con sus brazos las mochilas, una a una, hasta que Arrazola pudo alcanzarlas. Estos movimientos tenían lugar en el seno de un caos en el que todos luchábamos contra todos. Cuando yo estaba intentando acercarme a la puerta de la cabina apartando a otros, alguien me dio un golpe fuerte en la espalda tratando de echarme a un lado. Me volví bastante cabreado y topé con un hombre más pequeño que yo, con un bigotito negro muy fino y una toalla blanca anudada al cuello como bufanda. Ya lo conocía de la pelea en la oficina de billetes. Lo sorprendente fue que aquel hombre me miraba sonriente, como si estuviéramos jugando un partido amistoso de rugby. Esa sonrisa me desarmó, súbitamente comprendí lo que estaba pasando allí. Aquello no era una pelea, nadie pretendía hacerle daño a otro, de hecho la fuerza de los golpes y  empujones era llevada hasta el mismo límite de lo inofensivo usando lo que, paradójicamente y a pesar de las apariencias,  era una exquisita cortesía. En ese momento hizo su aparición dentro de mí, como un relámpago, lo humoroso, lo festivo. Todo lo que estoy contando sucedió en unos pocos segundos. Dándome cuenta de lo imbécil que había sido al indignarme, enseguida me vi empujando con entusiasmo festivo a los demás para alcanzar la puerta de la cabina, lo que al fin conseguí sin ser ni el primero ni el último.

A poco estábamos los tres españoles sentados en dos asientos, como los demás pasajeros, rumbo a Tam, satisfechos de estar por fin allí, mirándonos unos a otros con una indisimulable simpatía y llenos de ese bienestar corporal del que acaba de hacer su cotidiana gimnasia matutina. Sólo nos faltaba, y no la tendríamos por muchos días, una buena ducha tibia.

Me he acordado muchas veces de esta anécdota conduciendo mi coche por las calles infartadas por el tráfico de una gran ciudad. ¿Por qué nosotros, la gente civilizada (eso es lo que nos creemos) de los países occidentales, nos comportamos como un educado Dr. Jekyll cuando caminamos por la calle y como un furibundo y ridículo Mr Hyde cuando detrás del volante de nuestro coche intentamos abrirnos paso entre los demás? La respuesta es sencilla: no tenemos el suficiente sentido del humor. Ese que nos haría comprender, con paciencia y una sonrisa, al joven que acaba de obtener su carnet de conducir o al anciano al que empieza a fallarle la vista o no tiene ya los reflejos suficientes, o al conductor avezado que sin embargo está cansado o distraído por algún problema, o al que sencillamente tiene más prisa que nosotros.

En general, en nuestras sociedades individualistas y mercantilizadas, hacinados en ciudades donde tropezamos continuamente unos con otros, nos falta el sentido del humor que nos permitiría ejercer la indispensable tolerancia. Esto no se reduce a un problema de tráfico, cala más hondo y nos va haciendo cada día un poco más insolidarios y alienados

Yo quiero aprovechar esta fiesta navideña, tan amorosa y entrañable, para pregonar con una sonrisa la necesidad del sentido del humor. Terminaré mi entrada con una sentencia muy sabia de aquel gran humorista que fue el italiano Pitigrilli:

¿EN QUÉ CONSISTE LA BUENA EDUCACIÓN? PUES EN COMPORTARNOS DELANTE DE LOS DEMÁS COMO SI ESTUVIÉRAMOS SOLOS, Y CUANDO ESTAMOS SOLOS COMO SI ESTUVIÉRAMOS DELANTE DE LOS DEMÁS.

Si los humanos fuéramos capaces de aplicar esta fórmula, el mundo tendría un futuro mucho más decente e interesante. También mucho, muchísimo, más divertido.

¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS! 





miércoles, 14 de noviembre de 2012

Sevilla y Chiloé, tan lejos y tan cerca

Calle de la Virgen de
la Alegría en el barrio
  de San Bartolomé

Las ciudades con mucha historia tienen la capacidad de permitirte soñar cuando las paseas. Me gusta cruzar las estrechas calles del barrio de San Bartolomé cuando tengo que ir al centro de Sevilla. Este barrio fue el principal enclave judío de la Sevilla medieval, y ha conservado intocado su plano de calles, muchas de ella estrechísimas, tanto que apenas permiten el cruce de dos personas. Cuando las paseo me gusta recitar unas cuantas veces  el Shema Israel, ese bello trozo  del Deuteronomio: “Escucha Israel, el Señor es tu Dios, el Señor es Único”, que sigue formando parte de la liturgia judía cotidiana y que rezado en aquellas callejas suena auténtico, porque debió rezarse mucho allí. Recoge lo más esencial del monoteísmo, ese “tu Dios” que tiene dos direcciones, Él es tuyo y tú eres de Él, y ese “Único” que expresa la permanente aspiración humana a distanciarse de lo mundano, ya que el Dios único no tiene semejanza en nuestro mundo.

Columnas del templo
romano en la calle
 Mármoles
Saliendo ya del barrio de San Bartolomé y cruzando por su extremo noreste el de Santa Cruz, también de origen judío, me gusta entrar por la calle de Los Mármoles y detenerme unos segundos frente a las tres columnas que quedan en pie del que fue el primer templo romano de Sevilla; contemplándolas es fácil evocar no solo lo romano, sino también lo griego clásico. Desde aquí me voy acercando a la catedral por la calle de los Francos y luego la de los Alemanes, que se llaman así porque en el siglo XVI, cuando Sevilla era el único puerto europeo que enlazaba con las Indias, vivían en una y otra los mercaderes de origen francés y alemán, respectivamente. Termino mi paseo frente a frente con la enorme catedral gótica y su bellísima torre árabe, la Giralda, “torre como ninguna, amiga mía”, que así lo dejó escrito el gran poeta que fue Antonio Adelardo.

Giralda y Catedral desde
la calle de los Alemanes
En toda esta zona antigua de Sevilla predominan las viviendas tradicionales, hechas de un bajo y dos plantas, estructuradas alrededor de un patio central. La puerta que da a la calle, con dos hojas de madera, se cierra solo de noche y da acceso al zagúan (del hispanoárabe istawan, que significa `pasillo) un espacio cubierto que formando ya parte de la casa es todavía calle durante el día. En el lado casero del zaguán permanece cerrada la cancela, una puerta de hierro labrado pintado de negro, verde o blanco y que da acceso al patio, haciéndolo visible.

De niño viví en una de estas casas. El patio, por pequeño que sea, suele tener una fuente en el centro y está lleno de macetas de plantas de sombra, con sus grandes hojas frescas de color verde esmeralda. A través de él se establece una corriente de convección que aspira en el zaguán el aire de la calle y lo enfría a la vez que lo va elevando hasta la altura de la azotea.

Patio en la calle
Caballerizas
El verano en Sevilla es tórrido, alcanzándose muchos días temperaturas de más de 40ºC, por eso el patio es, en definitiva, un útil sistema de acondicionamiento natural del aire doméstico. Tradicionalmente, la familia que habitaba una de estas casas vivía durante el invierno en la primera y segunda plantas y se mudaba durante el verano a la planta baja, habitando ahora las habitaciones mucho más frescas que rodeaban al patio. Algunas noches extraordinariamente calurosas los niños subíamos con nuestros colchones y nos acostábamoss en la azotea, directamente bajo las estrellas, pudiendo así soñar dormidos o despiertos.

Patio en la calle del
Vidrio
Recuerdos entrañables de infancia que nunca olvidaré y que, en aparente paradoja, me traen también el recuerdo de mi querida y añorada isla de Chiloé. Porque el contraste entre Sevilla y Chiloé es enorme, sí. En Sevilla prevalece la historia, en Chiloé la naturaleza, una y otra exponiendo aquí y allí sus mejores valores. En Sevilla brilla con toda su fuerza una cultura de lo urbano, en Chiloé otra de lo campesino/marinero, ambas llenas de sutilezas y honduras, complejas y bellas. Sevilla es soleada, seca y ardiente, pero fresca y umbrosa en sus patios. Chiloé es lluviosa, misteriosa y fría, pero cálida y llena de humanas fantasías en sus cocinas de leña, que juegan en las cabañas chilotas el mismo papel central que los patios en las viviendas sevillanas.
  



De este modo, Sevilla y Chiloé no se oponen, sino que se complementan. Tan lejos por fuera una de la otra…y tan cerca por dentro.


Bellísima puerta labrada que da entrada a patio señorial en
calle Pajaritos

viernes, 9 de noviembre de 2012

Eterna juventud


Hablando en términos muy generales, el camino de los humanos por la vida lo es desde lo más concreto hasta lo más abstracto. El niño vibra con el sinfín de sensaciones que el mundo le ofrece, el adulto se esfuerza por convertir sus ilusiones en realidades, el viejo escucha los murmullos de su cerebro cansado, hechos de recuerdos lejanos.

Pero este camino hacia la abstracción no lo recorren solo los individuos, también lo hacen las agrupaciones de humanos y sus instituciones. Pondré el ejemplo de las empresas. Una empresa nace con la invención de un producto, crece con la venta de este producto y envejece con los beneficios obtenidos de esta venta. Quiero decir que en una empresa cuando es joven dominan los técnicos, cuando va madurando lo hace la fuerza de ventas, cuando empieza a envejecer el departamento de marketing y cuando está vieja la dirección financiera.

En contraposición a lo que sucede con los estados, que suelen durar siglos, las empresas tienen ciclos de vida cortos, en la inmensa mayoría de los casos muy inferiores a cien años.  Pero hay algunas empresas que parecen haber bebido el elixir de la inmortalidad, un elixir que en su caso consiste en integrar lo técnico con lo comercial con lo financiero en un equilibrio armonioso, sin que ninguna de estas partes domine sobre las otras. Este puede ser el caso de algunas grandes multinacionales, como Unilever o Nestlé o Shell, marcas bajo cuya predominancia nacimos y probablemente moriremos yo, mis hijos y mis nietos. A Shell me la definieron una vez en plan jocoso como “una empresa formada por contables escoceses e ingenieros holandeses”; era una definición certera, que mostraba el equilibrio entre el poder financiero y el técnico como el punto más fuerte del gigante petroquímico.

Con los estados pasa también algo parecido. Un estado suele nacer como consecuencia de una revolución o un acontecimiento militar, no hay nada más material que la sangre y el fuego. Luego crece gracias a la fuerza de la política, es decir, mediante la construcción de un cuerpo de leyes nacido del acuerdo entre  los humanos que lo pueblan. Finalmente, envejece cuando se produce un divorcio entre lo legislado y la realidad subyacente, que convierte a las leyes en inaceptables para muchos, obsoletas o incluso letales para la propia supervivencia de ese estado.

Cabe mostrar lo anterior con algunos ejemplos.

La Unión Europea está vieja porque el cuerpo legal que la ordena dificulta muchísimo el proceso de integración de los 27 países que la forman. El imperio USA envejece porque con todo su poder material no tiene el poder legal y político que le permitiría liderar al mundo, y al no tenerlo, se va haciendo cada vez más aislacionista y menos imperial. España envejece porque sus leyes le impiden reformar con profundidad y rapidez ese estado autonómico que se dio hace treinta años y que hoy es difícilmente sostenible.

Latinoamérica es joven porque tiene todavía muchas leyes que promulgar para alcanzar el nivel deseado de equidad y muchos procesos de integración supranacional que llevar a cabo. Asia es joven porque, a pesar de lo muy ancestral de sus culturas, tiene una mayoría de población joven que necesita hacerse, es decir, construirse, fabricarse, su sitio en el mundo. Con mayor razón y por lo mismo es joven Africa.

Un estado será tanto más longevo cuanto más capaz de retornar desde sus decadencias seniles a la fuerza y el empuje de su juventud, combinando lo ya acumulado con lo que espera su oportunidad de expresarse. 

Dicho lo cual, me quedo con la sensación de que en este mundo en que vivimos, Occidente no podrá resistir el empuje de Oriente si no hace por rejuvenecerse. Este rejuvenecimiento tiene que ser demográfico y cultural y está sometido a un condicionamiento geográfico, porque transcurrirá entre el Sur y el Norte. Como en una partida de ajedrez próxima ya a terminarse, solo le quedan a Occidente dos movimientos posibles: la integración de Suramérica con Norteamérica, que ya se ha iniciado por cierto, como demuestra el peso decisivo del voto latino en la elección del presidente Obama. Y la integración de Africa con Europa, a la que los europeos nos resistimos con una obstinación que podría llegar a ser suicida.

¿Dejaremos que se nos acabe el tiempo?

Lucas Cranach el Viejo (1547).- Fuente de la Eterna Juventud
A la izquierda, mujeres viejas, casi en el límite de sus fuerzas, son llevadas por hombres viejos hasta una fuente presidida por Venus y Cupido y de la que, tras bañarse, salen por la derecha completamente rejuvenecidas, para ser acompañadas por jóvenes caballeros a vestirse de fiesta y a disfrutar del placer de la juventud.
Para mí, con el hecho de que solo las mujeres viejas de la izquierda  se bañen y no lo hagan los hombres viejos que las acompañan, Lucas Cranach quiere sugerirnos que la eterna juventud no se lleva en el cuerpo sino en el alma, y que es sobre todo una cuestión de cómo ve uno al mundo y se trata con él. 


sábado, 3 de noviembre de 2012

Final de camino


De pronto te has dado cuenta de que el camino que llevabas no conduce a ninguna parte. Te has sentido sobrecogido y hasta avergonzado, ¿qué puedo hacer ahora?, te has preguntado, porque has perdido todas las referencias del camino que habías venido haciendo durante años, tan a fondo te habías metido por esta ruta sin final. Sabes que no puedes volver atrás, de hecho esa utopía de volver a vivir en alguna de las páginas anteriores de su vida no existe para nadie, porque el transcurrir de una vida es tiempo y el tiempo pasado solo puede existir como un recuerdo, atrincherado en las memorias.

¿Qué puedo hacer ahora?, te lo repites una y otra vez, pero esta insistencia no es sino una manifestación de tu desconcierto.

Aún así, tanto volver obsesivamente sobre lo mismo te ha llevado a algunas consecuencias prácticas.

La primera es que, por desesperanzadas  que sean tus circunstancias, que además no lo son tanto, porque exageras… siempre puedes recordar lo que ya has vivido. Aunque tú no consigas encontrar el camino que anduviste, has dejado huellas, siempre se dejan. Estas huellas, que las llevas grabadas dentro, las caminastes con otras personas. Recordar tu pasado no debiera ser acordarte de ti, sino de aquello gente que convivió contigo y a la que no le fuiste indiferente, que incluso te amó y hasta mucho. ¡Diablos!, cuando haces este ejercicio te das cuenta de que tu vida ha estado tan llena de significado que no te importaría morirte ya.

La segunda es que si te paras un momento para recobrar el aliento y dejas de mirarte a ti mismo en el espejo que te has instalado como si fueran gafas delante de tus ojos, si haces todo esto bien hecho… si además tiras ese espejo a un barranco y miras alrededor de ti, primero de reojo para no deslumbrarte y después con más y más firmeza… encontrarás miradas amigas, brazos que se extienden hacia ti prestos para soportarte si empiezas a caerte, manos que están deseando estrechar las tuyas, ojos humildes que no dejan de vigilarte para cuidarte y para los que tú no eres, de ninguna manera, indiferente.

La tercera es es que si superas con un éxito razonable las dos barreras anteriores, deberías darte cuenta enseguida de que la vida se te hace inmensa si, en vez de mirarte a ti mismo, te dedicas a mirar, cuidar, abrazar, consolar y fortalecer a los demás, esos que caminan junto a ti por un camino que creías que no llevaba a ninguna parte.
 
En verdad, eso lo acabas de descubrir, estabas en lo cierto desde el principio de esta reflexión, el camino que estás haciendo ahora no tiene un final. Dicho de otra forma, no tiene un futuro. Ya eres viejo y has hecho todo lo que se esperaba de ti. Ya no tienes futuro, por eso debes  cuidar el presente, no el tuyo, que ya se cuida él solito de si mismo, sino el de los que confían en ti o te necesitan. Pero estos no son fantasmas ni espíritus abstractos, no son ideas, sino humanos de carne, hueso, corazón y cerebro, próximos a ti o perdidos en lo hondo del mundo. 

Siempre palpitantes. 

Gente, en definitiva, como tú.

Toulouse-Lautrec:- Bateaux

martes, 30 de octubre de 2012

Huracanes y cambio climático

El huracán Sandy hace 6 horas, encima ya de Washington
y Nueva York.

Nueva York , en muchos aspectos la capital del mundo, vive en estos momentos horas dramáticas a medida que el huracán Sandy se le acerca. Acordándose quizá de la catastrófica destrucción de Nueva Orleans hace siete años por el huracán Katrina, las autoridades norteamericanas están tomando medidas preventivas extraordinarias para que la tragedia no se repita. Quizá la más espectacular es que en cuestión de horas se están evacuando unas 350.000 personas de las zonas bajas de Nueva York. Pero el Sandy afectará con sus vientos y lluvias, destrucciones e inundaciones, hasta una tercera parte de los EEUU, y las compañías de seguros estiman ya unos daños de decenas de miles de millones de dólares.

El huracan Katrina el 28 de agosto del 2005,
acercándose a Nueva Orleans, a la que
terminó destruyendo.
¿Son estos huracanes, Sandy, Katrina, una consecuencia del cambio climático? Los científicos no se atreven a establecer una relación directa, pero por razones que en su fondo no son científicas, sino semánticas. El cambio climático es un fenómeno que se desarrolla a una escala temporal de decenas y hasta centenas de años, mientras que un huracán es algo que transcurre en pocas semanas.

Pero esos mismos científicos sí se atreven a afirmar que el cambio climático trae consigo un calentamiento general de la atmósfera, que resulta a su vez en un calentamiento de los mares, es decir, una acumulación creciente de energía en las aguas marinas, energía que alimenta mediante la evaporación de estas aguas el desarrollo de grandes tormentas, entre las que destacan los huracanes. Resumiendo, los científicos sí afirman que a largo plazo, estadísticamente, podrá probarse una correlación significativa entre el calentamiento global resultante del cambio climático y el aumento en la frecuencia de grandes huracanes, así como de otras grandes catástrofes: olas de calor, sequías, lluvias torrenciales, inundaciones, etc.

Además, los científicos también se atreven a advertir a la sociedad en general y a los políticos en particular que tienen que tomarse en serio este asunto del calentamiento global , limitando por todos los medios posibles el aumento en la concentración del CO2 atmosférico.

Pero la sociedad esconde la cabeza como dicen que hacen los avestruces para no ver el peligro, y los políticos no hacen nada por neutralizarlo.

El semanario New Yorker se escandaliza en su último número de esta situación, haciendo notar que ni Obama ni Romney han hablado del cambio climático en sus campañas electorales .

Yo me hago la siguiente reflexión: las predicciones electorales son que los dos candidatos, Obama y Romney, van a estar en una situación de casi empate, lo mismo le pasó por cierto a Bush y Gore, como viene pasando cada vez con más frecuencia  en los procesos electorales de los grandes países democráticos, donde el candidato que gana suele hacerlo por una diferencia mínima. 

Ayer, un papá con su hijo en brazos veían llegar las olas producidas por el huracán Sandy, todavía lejano, a una playa de South Carolina.  Pasado, presente y futuro.

Lo que para mí significa que los políticos que se enfrentan en un proceso electoral lo hacen diciendo más o menos lo mismo y ofreciendo soluciones muy parecidas, quizá porque no tienen el poder suficiente para afrontar con valor y franqueza los problemas de fondo que amenazan a los ciudadanos, o las oportunidades que los ilusionan. Esto genera estupefacción y escepticismo en los electores. La consecuencia probabilística es el casi empate, los electores no saben a quién elegir, porque ninguno de los candidatos les inspira suficiente confianza, y votan como si jugaran al cara o cruz, influidos por el mismo marketing de guapo y bueno frente a feo y malo que se utiliza para vender automóviles o detergentes.

Es bien trágico que la cosa política funcione así, como lo es que pasen los años y ningún político eminente sepa cómo afrontar de una vez los problemas del cambio climático, la crisis financiera global, la desigualdad, las enfermedades de los pobres, el envejecimiento demográfico, el terrorismo o la guerra, que entre todos afligen al mundo. Quizá sea porque la mayoría de estos problemas son globales y exigen soluciones globales, imposibles de aplicar por políticos inevitablemente locales.

domingo, 28 de octubre de 2012

¡¡¡ESTIC FINS ALS COLLONS DE TOTS NOSALTRES!!!


La frase la pronunció así, en su lengua materna y el 9 de junio de 1873 , el catalán D. Estanislao Figueras, presidente de la I República Española. Reunido con su Consejo de Ministros, el buen hombre no podía soportar más la ingobernabilidad de una España que, incluyendo a su Cataluña natal, se había vuelto loca. Lo que dijo, o mejor gritó, en catalán, se traduce así  al castellano:

<<Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡ESTOY HASTA LOS COJONES DE TODOS NOSOTROS!>>

Y dicho esto dejó una carta de dimisión en su despacho, se fue a dar un paseo al parque, cogió el tren y no paró hasta llegar a Paris.

D. Estanislao Figueras, presidente de la 
I República Española

Un mes después el cantonalismo triunfaba en España, que de esta forma se deshacía en pedazos.  El 30 de junio el Ayuntamiento de Sevilla se transformaba en República Social, el 9 de julio la pequeña ciudad alicantina de Alcoy se declaraba independiente, a continuación muchos municipios a lo ancho de todo el país se proclamaron como cantones, de los que el más famoso  fue el de Cartagena.

La borrachera no duró mucho tiempo. En enero de 1874 el general Pavía entró con sus tropas en el Congreso, ominoso precedente de lo que también hizo el teniente coronel Tejero en 1981. Y en diciembre de 1874 el general Martínez Campos se levantó en armas e impuso la restauración de la monarquía borbónica. De este modo, el primer intento republicano en España se dio por terminado.



En noviembre del 2012 España se encuentra en una situación que presenta analogías preocupantes con la que tuvieron que soportar don Estanislao Figueras y los españoles de su tiempo. Como entonces, hay una profunda crisis económica que al empobrecernos hace cada vez más difíciles las soluciones políticas. Y empiezan a brotar los independentismos, destacando estos días el propuesto por Arturo Mas respecto a Cataluña, pero empezando a asomar las orejas, gracias a la presencia en el parlamento vasco de los que apoyaron el terrorismo de ETA durante treinta años, el de las Vascongadas.

¿Por qué todo esto? ¿Cuál es la naturaleza de la maldición que parece afectar a España, amenazándola periódicamente, poniéndola en cuestión cada treinta o cuarenta años, dándole así la mala fama en el mundo entero de ser una nación inmersa en un proceso irreversible de decadencia?

Don José Ortega y Gasset desarrolló en su “España Invertebrada”, allá por los años 1920, el siguiente modelo de los ciclos de vida de las naciones:

1).- Las naciones no se forman como consecuencia de las conquistas que un núcleo fundador va agregando por la fuerza, mediante el sometimiento de los conquistados, sino por la integración de intereses y metas de una serie de tribus, feudos o pueblos, que convergen y van así amalgamándose en lo que termina siendo esa nación.

2).- Las corrientes integradoras, formadoras de naciones, no son permanentes. Antes o después, las fuerzas de la historia cambian de signo y las metas comunes que justificaron la existencia de una nación dejan de ser válidas. Sucede entonces que a lo que fue un movimiento de integración le sigue otro de disgregación, que puede llevar a la segregación de alguna de sus partes o hasta la disgregación total  de la entera nación afectada.

Pasa pues en la historia lo mismo que en la naturaleza, donde la mayoría de las fuerzas puestas en juego tienen cinéticas ondulatorias. Los reinos nacen y mueren, las naciones se integran y disgregan, los imperios emergen y se hunden. La historia está tejida como una sucesión de mareas que hacen y deshacen, construyen y destruyen, de manera que por debajo de guerras y revoluciones, son estas fuerzas básicas, estas mareas, las que explican y fundamentan el devenir histórico.

España es una de las naciones y uno de los reinos más antiguos de Europa, a la vez que construyó uno de los imperios más longevos del Mundo. Tan vieja es España que ha sufrido a lo largo de su historia varias de estas mareas integradoras/disgregadoras. Haciendo un repaso que tiene que ser rápido y por ello superficial:

.- La primera marea creciente de integración se la dio a España Roma, que fue capaz de crear una Hispania todavía romana, sí, pero ya española. La cual fue mucho más que una simple colonia, pues parió dos emperadores, Trajano y Adriano, y muchos romanos ilustres, como Columela y Séneca. Cabe añadir que en aquellos tiempos, lejanos pero no tanto, toda la Europa del Norte, esa misma que hoy mira a los europeos mediterráneos por encima del hombro, era tierra de bárbaros semisalvajes.

.- La primera marea vaciante de disgregación nos llegó con la monarquía visigoda. Estos visigodos, bárbaros recientes al fin y al cabo, aunque fueron capaces de crear un reino de España que poco tenía ya que ver con Roma, perdieron la fe en esta su España visigoda a la que abandonaron en manos de los árabes del califato Omeya de Damasco.

.- La segunda marea creciente de integración nació de estos mismos árabes y duró cuatro siglos del VIII al XI, en los que los hispanoárabes fueron capaces de crear su propio califato en Al Andalus, abarcando la mayoría de la España actual y con capital en Córdoba. Fue una época de esplendor cultural y económico, en la que el saber griego fue transmitido por Al Andalus al Occidente cristiano.

.- La segunda marea vaciante de disgregación empezó con la ruptura del califato en reinos de taifas y culminó con las  invasiones de bárbaros procedentes del Sahara o del Atlas, los almorávides y almohades, fundamentalistas en lo religioso y sin más cualidades que las guerreras.

.- La tercera creciente de integración se inició en un pequeño reino cristiano del Norte, Asturias, que nunca se incorporó al califato cordobés y que aprovechando las debilidades de los Taifas y la falta de capacidad integradora de Almorávides y Almohades, inició la Reconquista cristiana de España, culminada en el S.XVI con la unión de todos los reinos cristianos de España en uno solo, el de los Reyes Católicos.

.- La tercera vaciante de desagregación empieza como una continuación de la pleamar de integración que une a España bajo los Reyes Católicos. Ahora dos nuevos procesos de integración, en los que España intenta formar parte de una unidad superior, transcurren simultáneamente. Por una parte, la aspiración del César Carlos a formar un imperio multinacional europeo, que tras un par de siglos de guerras terribles entre católicos y protestantes, fracasa. Por otra, la construcción del imperio hispanoamericano, un largo y difícil proceso en el que España gasta buena parte de sus energías vitales. Para comprender hasta qué punto la España europea pone todos sus recursos humanos en la conversión de las Indias en la España de Ultramar basta considerar el caso bien estudiado de la familia de Santa Teresa de Jesús. Fueron once hermanos, tres hembras y ocho varones. Las tres hembras vivieron y murieron en España. De los ocho varones, uno fue militar en España y murió en las guerras de Africa. Los otros siete emigraron a América, de los cuales solo dos volvieron a España, los otros cinco murieron allí.

El caso es que la España que llega a finales del S. XVIII está agotada y apenas ha participado en la revolución intelectual que en otros paises europeos ha dado paso a la Ilustración. En estas circunstancias, la invasión de España por Napoleón lleva la tercera vaciante de desagregación a su punto más bajo. España queda deshecha, el pueblo por un lado y la clase ilustrada por otro, tachada de profrancesa. La España del Ultramar continental se independiza, perdiéndose para siempre el imperio.

A partir de aquí, las mareas integradoras y desagregadoras ya no tienen la magnitud de las anteriores, España será, en lo sucesivo, un pais mediano más, sin grandes oportunidades por delante. Pero estas mareas siguen existiendo y sucediéndose unas a otras.  Una bajamar desagregadora clara es la de la I República con su cantonalismo, esa que hizo desesperarse al presidente Figueras según describía yo al comienzo de esta entrada. Otra bajamar desagregadora, quizá la más dolorosa para los españoles, coincide con la Guerra Civil, tras la cual solo puede mantener a España integrada una dictadura militar, la de Franco.
Una pleamar integradora tiene lugar a comienzos de los 1980, con la muerte de Franco y la vuelta de España a la democracia bajo una monarquía constitucional. Toda España está unida, quizá con la excepción de las Vascongadas que viven sometidas al terrorismo de ETA, y vibra llena de esperanza en el futuro, porque además se sube al carro de otra marea creciente integradora, la de la consolidación de la Unión Europea, de la que entra a formar parte.

Pero las cosas son como son, la cinética ondulatoria de la historia no perdona. A la espléndida pleamar que se ha venido prolongando durante diez años la ha seguido una marea vaciante de inusitada intensidad, que nos ha llevado a donde hoy estamos. Han concurrido las siguientes circunstancias:

.- Una clase política española inexperta y mal preparada, falta de una tradición democrática suficientemente larga, que ha sido incapaz de construir, proponer e implementar estrategias a largo plazo para España y, todavía peor, de unirse en gobiernos de concentración para enfrentar las crisis más graves.

.- Una clase política europea que, en sus componentes más decisivos como puede ser Alemania, ha dejado de creer en el proyecto europeo tal y como lo configuraron sus fundadores y no desempeña el liderazgo común que sería imprescindible.

.- Una crisis financiera global nacida en USA que ha puesto de manifiesto las debilidades del Euro como moneda común de un conjunto de países con circunstancias macroeconómicas muy diferentes, lo que está resultando en dificultades económicas sin precedentes, inciadas en los países más débiles de la eurozona pero que terminarán afectando al conjunto.

Artur Mas, Presidente de la
Comunidad Autónoma de
Cataluña
En estas difíciles circunstancias, otro presidente catalán, no de España como lo fue Figueras, sino de la Comunidad Autonómica de Cataluña, Arturo Mas, ha repetido aquel grito pero significativamente modificado, pues ha venido a decir ESTOY HASTA LOS COJONES DE TODOS VOSOTROS, y ha cogido el tren para la tierra de "nadie sabe dónde", pero que él pretende que sea Europa,  queriendo llevarse con él a toda esa parte de España que hoy y desde hace muchos siglos es Cataluña.

Lo que Mas pretende es conducirnos a todos los españoles, catalanes o no, a otra bajamar disgregadora. Puede que lo consiga o puede que no, en cualquier caso espero que lo que termine sucediendo sea respetando las leyes y el espíritu democrático.

Lo que está claro para mí es que el significado real de la propuesta de Mas no es liberar a Cataluña de la opresión española, sino disgregar España, arrancándole una parte muy importante de ella misma. Y que de esta disgregación, si finalmente acontece, saldrán una España y una Cataluña mucho más débiles y menos capaces de navegar con seguridad por los mares procelosos que las rodean.

Por eso lo que yo espero es que la propuesta disgregadora de Mas no sea sino el punto de arranque de una nueva corriente de marea integradora, de la que salgan una España con Cataluña mucho más centrada en sí misma y confiada en sus propias fuerzas. 

Claro que esto depende de la voluntad de todos los españoles, catalanes o no.