La frase la pronunció así, en su lengua materna y el 9 de junio de
1873 , el catalán D. Estanislao Figueras, presidente de la I República Española.
Reunido con su Consejo de Ministros, el buen hombre no podía soportar más la
ingobernabilidad de una España que, incluyendo a su Cataluña natal, se había
vuelto loca. Lo que dijo, o mejor gritó, en catalán, se traduce así al castellano:
<<Señores, ya no aguanto más. Voy a serles
franco: ¡ESTOY HASTA LOS COJONES DE TODOS NOSOTROS!>>
Y
dicho esto dejó una carta de dimisión en su despacho, se fue a dar un paseo al
parque, cogió el tren y no paró hasta llegar a Paris.
|
D. Estanislao Figueras, presidente de la
I República Española
|
Un mes
después el cantonalismo triunfaba en España, que de esta forma se deshacía en
pedazos. El 30 de junio el Ayuntamiento
de Sevilla se transformaba en República Social, el 9 de julio la pequeña ciudad
alicantina de Alcoy se declaraba independiente, a continuación muchos
municipios a lo ancho de todo el país se proclamaron como cantones, de los que
el más famoso fue el de Cartagena.
La borrachera no duró mucho tiempo. En enero de 1874 el general
Pavía entró con sus tropas en el Congreso, ominoso precedente de lo que también
hizo el teniente coronel Tejero en 1981. Y en diciembre de 1874 el general
Martínez Campos se levantó en armas e impuso la restauración de la monarquía
borbónica. De este modo, el primer intento republicano en España se dio por terminado.
En noviembre del 2012 España se encuentra en una situación que
presenta analogías preocupantes con la que tuvieron que soportar don Estanislao
Figueras y los españoles de su tiempo. Como entonces, hay una profunda crisis
económica que al empobrecernos hace cada vez más difíciles las soluciones
políticas. Y empiezan a brotar los independentismos, destacando estos días el
propuesto por Arturo Mas respecto a Cataluña, pero empezando a asomar las
orejas, gracias a la presencia en el parlamento vasco de los que apoyaron el
terrorismo de ETA durante treinta años, el de las Vascongadas.
¿Por qué todo esto? ¿Cuál es la naturaleza de la maldición que
parece afectar a España, amenazándola periódicamente, poniéndola en cuestión
cada treinta o cuarenta años, dándole así la mala fama en el mundo entero de
ser una nación inmersa en un proceso irreversible de decadencia?
Don José Ortega y Gasset desarrolló en su “España Invertebrada”,
allá por los años 1920, el siguiente modelo de los ciclos de vida de las
naciones:
1).- Las naciones no se forman como consecuencia de las conquistas
que un núcleo fundador va agregando por la fuerza, mediante el sometimiento de
los conquistados, sino por la integración
de intereses y metas de una serie de tribus, feudos o pueblos, que convergen y
van así amalgamándose en lo que termina siendo esa nación.
2).- Las corrientes integradoras, formadoras de naciones, no son
permanentes. Antes o después, las fuerzas de la historia cambian de signo y las
metas comunes que justificaron la existencia de una nación dejan de ser
válidas. Sucede entonces que a lo que fue un movimiento de integración le sigue
otro de disgregación, que puede
llevar a la segregación de alguna de sus partes o hasta la disgregación total de la entera nación afectada.
Pasa pues en la historia lo mismo que en la naturaleza, donde la
mayoría de las fuerzas puestas en juego tienen cinéticas ondulatorias. Los
reinos nacen y mueren, las naciones se integran y disgregan, los imperios
emergen y se hunden. La historia está tejida como una sucesión de mareas que
hacen y deshacen, construyen y destruyen, de manera que por debajo de guerras y
revoluciones, son estas fuerzas básicas, estas mareas, las que explican y
fundamentan el devenir histórico.
España es una de las naciones y uno de los reinos más antiguos de
Europa, a la vez que construyó uno de los imperios más longevos del Mundo. Tan
vieja es España que ha sufrido a lo largo de su historia varias de estas mareas
integradoras/disgregadoras. Haciendo un repaso que tiene que ser rápido y por
ello superficial:
.- La primera marea creciente de integración se la dio a España
Roma, que fue capaz de crear una Hispania todavía romana, sí, pero ya española.
La cual fue mucho más que una simple colonia, pues parió dos emperadores, Trajano y
Adriano, y muchos romanos ilustres, como Columela y Séneca. Cabe añadir que en
aquellos tiempos, lejanos pero no tanto, toda la Europa del Norte, esa misma
que hoy mira a los europeos mediterráneos por encima del hombro, era tierra de
bárbaros semisalvajes.
.- La primera marea vaciante de disgregación nos llegó con la
monarquía visigoda. Estos visigodos, bárbaros recientes al fin y al cabo,
aunque fueron capaces de crear un reino de España que poco tenía ya que ver con
Roma, perdieron la fe en esta su España visigoda a la que abandonaron en manos
de los árabes del califato Omeya de Damasco.
.- La segunda marea creciente de integración nació de estos mismos
árabes y duró cuatro siglos del VIII al XI, en los que los hispanoárabes fueron
capaces de crear su propio califato en Al Andalus, abarcando la mayoría de la España
actual y con capital en Córdoba. Fue una época de esplendor cultural y
económico, en la que el saber griego fue transmitido por Al Andalus al
Occidente cristiano.
.- La segunda marea vaciante de disgregación empezó con la ruptura
del califato en reinos de taifas y culminó con las invasiones de bárbaros procedentes del Sahara
o del Atlas, los almorávides y almohades, fundamentalistas en lo religioso y
sin más cualidades que las guerreras.
.- La tercera creciente de integración se inició en un pequeño
reino cristiano del Norte, Asturias, que nunca se incorporó al califato
cordobés y que aprovechando las debilidades de los Taifas y la falta de
capacidad integradora de Almorávides y Almohades, inició la Reconquista
cristiana de España, culminada en el S.XVI con la unión de todos los reinos
cristianos de España en uno solo, el de los Reyes Católicos.
.- La tercera vaciante de desagregación empieza como una continuación
de la pleamar de integración que une a España bajo los Reyes Católicos. Ahora
dos nuevos procesos de integración, en los que España intenta formar parte de
una unidad superior, transcurren simultáneamente. Por una parte, la aspiración
del César Carlos a formar un imperio multinacional europeo, que tras un par de
siglos de guerras terribles entre católicos y protestantes, fracasa. Por otra,
la construcción del imperio hispanoamericano, un largo y difícil proceso en el
que España gasta buena parte de sus energías vitales. Para comprender hasta qué
punto la España europea pone todos sus recursos humanos en la conversión de las
Indias en la España de Ultramar basta considerar el caso bien estudiado de la
familia de Santa Teresa de Jesús. Fueron once hermanos, tres hembras y ocho
varones. Las tres hembras vivieron y murieron en España. De los ocho varones,
uno fue militar en España y murió en las guerras de Africa. Los otros siete
emigraron a América, de los cuales solo dos volvieron a España, los otros cinco
murieron allí.
El caso es que la España que llega a finales del S. XVIII está
agotada y apenas ha participado en la revolución intelectual que en otros
paises europeos ha dado paso a la Ilustración. En estas circunstancias, la
invasión de España por Napoleón lleva la tercera vaciante de desagregación a su
punto más bajo. España queda deshecha, el pueblo por un lado y la clase
ilustrada por otro, tachada de profrancesa. La España del Ultramar continental
se independiza, perdiéndose para siempre el imperio.
A partir de aquí, las mareas integradoras y desagregadoras ya no
tienen la magnitud de las anteriores, España será, en lo sucesivo, un pais
mediano más, sin grandes oportunidades por delante. Pero estas mareas siguen
existiendo y sucediéndose unas a otras. Una
bajamar desagregadora clara es la de la I República con su cantonalismo, esa
que hizo desesperarse al presidente Figueras según describía yo al comienzo de
esta entrada. Otra bajamar desagregadora, quizá la más dolorosa para los
españoles, coincide con la Guerra Civil, tras la cual solo puede mantener a
España integrada una dictadura militar, la de Franco.
Una pleamar integradora tiene lugar a comienzos de los 1980, con
la muerte de Franco y la vuelta de España a la democracia bajo una monarquía
constitucional. Toda España está unida, quizá con la excepción de las
Vascongadas que viven sometidas al terrorismo de ETA, y vibra llena de
esperanza en el futuro, porque además se sube al carro de otra marea creciente
integradora, la de la consolidación de la Unión Europea, de la que entra a
formar parte.
Pero las cosas son como son, la cinética ondulatoria de la historia
no perdona. A la espléndida pleamar que se ha venido prolongando durante diez
años la ha seguido una marea vaciante de inusitada intensidad, que nos ha
llevado a donde hoy estamos. Han concurrido las siguientes circunstancias:
.- Una clase política española inexperta y mal preparada, falta de
una tradición democrática suficientemente larga, que ha sido incapaz de
construir, proponer e implementar estrategias a largo plazo para España y,
todavía peor, de unirse en gobiernos de concentración para enfrentar las crisis
más graves.
.- Una clase política europea que, en sus componentes más
decisivos como puede ser Alemania, ha dejado de creer en el proyecto europeo
tal y como lo configuraron sus fundadores y no desempeña el liderazgo común que
sería imprescindible.
.- Una crisis financiera global nacida en USA que ha puesto de
manifiesto las debilidades del Euro como moneda común de un conjunto de países
con circunstancias macroeconómicas muy diferentes, lo que está resultando en dificultades
económicas sin precedentes, inciadas en los países más débiles de la eurozona
pero que terminarán afectando al conjunto.
|
Artur Mas, Presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña |
En estas difíciles circunstancias, otro presidente catalán, no de
España como lo fue Figueras, sino de la Comunidad Autonómica de Cataluña,
Arturo Mas, ha repetido aquel grito pero significativamente modificado, pues ha
venido a decir ESTOY HASTA LOS COJONES DE TODOS VOSOTROS, y ha cogido el tren para la tierra de "nadie sabe dónde",
pero que él pretende que sea Europa, queriendo llevarse con él a toda esa
parte de España que hoy y desde hace muchos siglos es Cataluña.
Lo que Mas pretende es conducirnos a todos los españoles, catalanes
o no, a otra bajamar disgregadora. Puede que lo consiga o puede que no, en
cualquier caso espero que lo que termine sucediendo sea respetando las leyes y
el espíritu democrático.
Lo que está claro para mí es que el significado real de la
propuesta de Mas no es liberar a Cataluña de la opresión española, sino
disgregar España, arrancándole una parte muy importante de ella misma. Y que de
esta disgregación, si finalmente acontece, saldrán una España y una Cataluña
mucho más débiles y menos capaces de navegar con seguridad por los mares
procelosos que las rodean.
Por eso lo que yo espero es que la propuesta disgregadora de Mas
no sea sino el punto de arranque de una nueva corriente de marea integradora,
de la que salgan una España con Cataluña mucho más centrada en sí misma y
confiada en sus propias fuerzas.
Claro que esto depende de la voluntad de todos los españoles, catalanes o no.