sábado, 26 de mayo de 2012

¿Dónde estás?

Si uno es capaz de reflexionar, siempre encontrará una explicación racional para cualquier problema, por difícil que éste parezca. Para eso hay que estar dotado y tener además valor, sí, pero otra cosa es que la explicación, además de racional, sea completa.

Uno duda.

En momentos así echo de menos el encanto de lo religioso: evoco las ninfas cuya presencia invisible he presentido a veces en mitad del bosque, cerca de los arroyos rumorosos o las pequeñas lagunas escondidas, esas deliciosas ninfas que son el tejido básico del animismo. Añoro la presencia del Dios inmenso de mi infancia, que lo llenaba todo de bondad y sabiduría. Deseo intensamente volver a sentir el calor del corazón que me daba hace ya muchos años mi fascinación infantil por Jesús, aquél héroe enorme y a la vez íntimo amigo, capaz de hacerme olvidar el miedo a las amenazas que enturbiaban mis tinieblas juveniles.

Todo esto se me ha ido yendo.

¡Maldita sea la falsa lucidez que se ha apoderado del mundo! Lo religioso es mucho más que un mecanismo de domesticación, que un opio del pueblo, del mismo modo que una madre no es solamente la que educa castigando, sino la fuente de un amor incondicional.

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