Hoy es el gran día en que Leiden celebra cada año su liberación del imperio español en 1574. La ciudad engalana sus iglesias y sus canales, las calles se llenan de casetas que sirven comida y cerveza, así como de tiovivos y norias donde se divierten los niños. Hay además dos grandes cabalgatas, una en la noche del dia 2 en la que participa toda la ciudad, volcándose la gente en ese compartir su historia con una alegría ingenua y conmovedora, y otra más formal que será esta tarde.
Ayer tomé algunas fotos que presento aquí.
En la placita a la que se abre la iglesia de San Pedro se ha instalado una pequeña y ruidosa feria de cachivaches, llena de niños que ruedan
y vuelan en los distintos cacharros mientras sus padres y abuelos los miran
divertidos. El contraste entre la severidad de la vieja iglesia y la alegría
multicolor que llena la plaza es notable.
La caseta del vendedor de tiquets para el tiovivo está adornada con toda la fantasía del mundo. Lo que llena ahora la plaza está hecho para divertir a los niños y yo, que soy viejo, no puedo evitar el empaparme de esta atmósfera y recordar las emociones que sentía en la maravillosa "calle del Infierno", durante las fiestas de mi Sevilla natal.
Este perrito estaba amarrado a las rejas de la iglesia. Seguramente sus dueños disfrutaban mientras tanto con sus niños de la algarabía de la pequeña feria. Él se nos ofrece como una imagen viva de la melancolía. Y es que los perros puede que sean irracionales, pero no carecen de sentimientos.
En Holanda siempre está presente el detalle minúsculo, lleno de belleza. Para disfrutarlas plenamente, hay que pasear sus calles con ojos llenos de curiosidad. Como en la foto, unas macetillas pequeñas de las que se derraman flores multicolores son capaces de transformar no solo una pared desnuda, sino tu propio estado de ánimo.
Cuando empezó a anochecer el Canal Nuevo, terminando de prepararse para la fiesta del jueves, reflejaba, convirtiéndolas en latidos, las luces de la ciudad.
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