miércoles, 17 de septiembre de 2014

SERENIDAD



La serenidad es la fuente, el fundamento del valor.

Te encuentras en una mala racha, te está pasando a ti en tierra firme lo que a los navegantes en la mar, que las malas olas nunca vienen solas. Las tres Marías, así las llaman ellos, porque esas olas enormes que pueden hundir tu barco suelen venir en grupos de tres. La primera te sorprende, la segunda te asusta, con la tercera tienes que hacer un gran esfuerzo para contener tu pánico y no echarlo todo a perder.

Aguanta hombre, aguanta hasta que pasen estas olas, porque pasarán. Y luego vuelve a apreciar tu vida y el transcurrir de tu tiempo hasta la próxima vez que se te pongan las cosas feas, quién sabe cuándo será, quizá nunca. Aguanta, que la vida es así y tú no tienes ninguna posibilidad de cambiarla. Sé torero.

Ese es el valor sereno, el verdadero valor, hecho de una mezcla de fatalismo y determinación. Extraña esta mezcla, en verdad. El fatalismo es resignación, la determinación rebeldía, una y otra frente a la desgracia. Opuestas como los dos costados de tu barca, esa en la que navegas por tu vida, estribor y babor, resignación y rebeldía, dándose mutuamente la espalda.

 Pero sosteniendo entre ambas tu proa, tu dirección, tu camino, el que tú estás haciendo, como quería el poeta.


Aguanta, hombre, que hasta los peores vendavales terminan amainando. No seas cobardón.

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