Nelson (1758-1805) |
(Publicado por Olo en el Nickjournal el 9 de Junio del 2007. Traido ahora aquí porque tiene alguna relación con la entrada anterior).
En tiempos en que las sociedades humanas se sentían más inermes que hoy ante la naturaleza y el azar, los héroes eran personajes destacados, a los que se veneraba como a semidioses. Defino a un héroe como un individuo atrapado en una encrucijada de fuerzas que lo superan y que, a pesar de que estas fuerzas se le oponen y pueden destruirlo, no cede en sus propósitos. Todas las grandes naciones imperiales, y España e Inglaterra son ejemplos típicos, han sido, de necesidad, productoras de héroes, porque su gente ha ido de conquista muy lejos y por caminos muy arriesgados. Pero hoy el concepto de héroe se nos ha quedado perdido en el desván. ¿Quién sería capaz de escribir en cinco minutos una lista de los quince héroes españoles que considera más destacados? Y no es que nos falle la memoria de esas personas, es el propio concepto el que se nos encasquilla en los repliegues del cerebro, sin encontrar salida. En mi caso, el último héroe militar que recuerdo, con todos sus avíos mitológicos, ni siquiera es español, sino inglés: el almirante Horacio Nelson, que en aquella mañana de Octubre de 1805, frente a Trafalgar y a una flota francoespañola muy superior en número de barcos y armamento a la suya inglesa, se obstinó en vestirse con todos sus entorchados de almirante, contra la opinión de su estado mayor, que sabía como él que los fusileros de los barcos enemigos acechaban en las gavias el momento del
abordaje para
disparar selectivamente contra los oficiales que identificaban, tanto más
encarnizadamente cuanto mayor graduación ostentaban. Y así le partieron la
espalda de un balazo a poco de empezar el combate, y murió antes de que terminara, sin ver
su victoria. Pero él tenía la convicción de que aquel combate había que
ganarlo, como casi todos, desde el ejemplo de los mandos, y quería ser
coherente con el mensaje que las banderas señaleras de su navío estaban ya
lanzándole a toda la flota: “Inglaterra espera que cada uno cumpla con su
deber”.
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En tiempos en que las sociedades humanas se sentían más inermes que hoy ante la naturaleza y el azar, los héroes eran personajes destacados, a los que se veneraba como a semidioses. Defino a un héroe como un individuo atrapado en una encrucijada de fuerzas que lo superan y que, a pesar de que estas fuerzas se le oponen y pueden destruirlo, no cede en sus propósitos. Todas las grandes naciones imperiales, y España e Inglaterra son ejemplos típicos, han sido, de necesidad, productoras de héroes, porque su gente ha ido de conquista muy lejos y por caminos muy arriesgados. Pero hoy el concepto de héroe se nos ha quedado perdido en el desván. ¿Quién sería capaz de escribir en cinco minutos una lista de los quince héroes españoles que considera más destacados? Y no es que nos falle la memoria de esas personas, es el propio concepto el que se nos encasquilla en los repliegues del cerebro, sin encontrar salida. En mi caso, el último héroe militar que recuerdo, con todos sus avíos mitológicos, ni siquiera es español, sino inglés: el almirante Horacio Nelson, que en aquella mañana de Octubre de 1805, frente a Trafalgar y a una flota francoespañola muy superior en número de barcos y armamento a la suya inglesa, se obstinó en vestirse con todos sus entorchados de almirante, contra la opinión de su estado mayor, que sabía como él que los fusileros de los barcos enemigos acechaban en las gavias el momento del
Agonia de Nelson a bordo del Victory, en plena batalla de Trafalgar. |
Hoy los jóvenes pueden seguir viendo, como lo hicimos nosotros, la estatua de Nelson en todo lo alto del Trafalgar Square londinense, pero estoy seguro de que a la mayoría no les dirá nada. Sin embargo, creo que todavía hay sitio en nuestras sociedades para los héroes y que estos, por lo tanto, siguen existiendo. Aparentemente no son como los antiguos, pero les caracteriza la misma abnegación obstinada, o abnegada obstinación, por resistirse a fuerzas que se oponen a sus convicciones. ¿A sus qué? Sí, a sus convicciones, es decir, a aquello en lo que creen aunque no se haya demostrado todavía que sea cierto, y por cuya defensa, conscientes de que un individuo no es, en definitiva, gran cosa, están dispuestos a llegar hasta donde haga falta.
Los héroes modernos no suelen estar en los campos de batalla o en las regiones inexploradas, sino en la ciencia, la política, el activismo, incluso el comercio. Traigo aquí el recuerdo de dos héroes científicos, uno de los cuales todavía vive: Alfred Wegener y Steve Prussiner.
Alfred Wegener (1880-1930) |
Teoría de la deriva de los continentes de Wegener |
Dorsales oceánicos. El del Atlántico separa la placa tectónica Sudamericana de la Africana. |
El otro héroe científico que todavía vive es Steve Prusiner, nacido en Iowa en 1942, descubridor de los priones como agente etiológico de enfermedades cerebrales degenerativas, de las que son ejemplo la de las vacas locas o el síndrome de Creutzfeldt-Jakob, bien famosas a través de la prensa de hace algunos años. Era un bioquímico joven al que la casualidad lo llevó a encontrarse estudiando en San Francisco otras
Stanley Prusiner (1942- ) |
También hay que decir aquí que la ciencia oficial nunca le cerró totalmente sus puertas a Prusiner. No le faltaron valedores científicos de su apuesta, pocos pero comprometidos, ni se le negó un sitio en las páginas de revistas prestigiosas, porque los trabajos que enviaba a ellas eran rigurosos. Pero tuvo que soportar la presión de los escolásticos, los partidarios del orden establecido, esos que toda institución que quiera persistir en el tiempo necesita para que no la destrocen en poco tiempo los locos y los oportunistas, pero que también pueden aplastar a los innovadores y los héroes.
Así es la condición humana, incluso la de los científicos, que tienen vísceras como cualquier hijo de vecino. Y porque es así, y así va a seguir siendo, siempre necesitaremos a los héroes que, estoy absolutamente seguro de ello, nunca nos faltarán. Y si no al tiempo.
(Escrito
por Olo)
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