Chiloé es una frontera que separa el espacio terrestre dominado por los humanos del que todavía pertenece a la naturaleza. Al norte está el Chile civilizado, al sur la Patagonia chilena y las soledades magallánicas. Desde esta frontera es fácil ver lo esencial de cada uno de esos dos mundos que luchan entre sí, en una guerra planetaria donde los contendientes son heterogéneos, los frentes numerosos y las batallas confusas. Pelean humanos contra humanos, pero también contra cielos, nubes, glaciares, volcanes, placas tectónicas, océanos. Y contra virus, microbios, plantas, animales. Todos estos pelean a su vez entre sí. El conjunto enmarañado de luchas diversas es la fuente de la vida y la muerte, como siempre ha sido, pero desde Chiloé, por su condición de tierra todavía de nadie, el significado de esas luchas innumerables puede verse con claridad suficiente como para sacar consecuencias. Por eso vale la pena, más aún, es un privilegio, estar aquí.
Chiloé es también una tierra bellísima, de bosques, lluvias, arcoiris, mares, fantasmas, sueños. Muchos tesoros que en otras partes del mundo ya se perdieron pueden encontrarse todavía en esta isla grande o en el rebaño de islitas que la ciñen por el mar interior, arracimadas éstas tras la larga falda de aquélla, como si fueran sus hijas. Basta con buscar esos tesoros con paciencia y cariño. Se encuentran a veces semienterrados en las playas de arenas grises, otras escondidos en el espeso sotobosque que duerme bajo la gran bóveda del bosque nativo, otras más en los rincones oscuros de las viejas casas de madera. Eso cuando no se escapan con el humo que sale continuamente de las cálidas cocinas de leña, o con la niebla que empapa los campos, o con las espumas de las olas que rompen furiosas sobre las rocas de las orillas.
Finalmente, Chiloé es un país de hombres y mujeres, niños y ancianos, blancos y amerindios, brujos y espíritus, personajes mitológicos y santos cristianos, supersticiones y creencias. Todavía la gente tiene una personalidad trazada con rasgos robustos y únicos, también mucho que contar, tanto de lo cierto como de lo imaginado. Todavía te encuentras personas irrepetibles, interesantes, autosuficientes, a las que merece la pena escuchar.
De estos asuntos, de batallas, tesoros y héroes, escribiré ahora, en este segundo tema de mi blog.
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