domingo, 17 de agosto de 2014

Cumpleaños

                                      73

No todos los días se cumplen años. Yo lo hice ayer y fueron nada menos que 73 desde que nací y 45 desde que me casé.

Por más que intentes evitarlo, que no lo intentas, el día de tu cumpleaños tiene mucho de especial y se te llena de recuerdos. El paso del tiempo se te pone de manifiesto con toda su agudeza, sientes el vértigo de la velocidad, consciente por unas horas de que estás navegando por el espacio a casi 1800 km/h en tu rotación diaria con la Tierra sobre sí misma y a 108.000 km/h en tu traslación anual con ella alrededor del Sol. Este movimiento es tiempo, el de tus días, tus años, en definitiva el de tu vida. Y cuando acabas de cumplir 73 te das cuenta de que, te pongas como te pongas, lo pienses como lo pienses, ya no te queda mucho más. Expresándolo en términos relativos: has consumido la mayor parte del que va a corresponderte vivir. Esto no te enerva ni te entristece ni te alegra, simplemente te maravilla.

Sí, exactamente eso, te maravilla. No tienes espacio mental para recordar maldades y miserias, te abruman todas las bellezas y sorpresas absolutamente extraordinarias que has vivido. Te das cuenta de que cada una de ellas ha sido un encuentro tuyo con algo que te ha llegado de fuera y que no esperabas. Tú has puesto la capacidad de acogida, y lo que te ha llegado la generosidad de la entrega. La vida es barata, casi me atrevería a decir que gratis, está llena de oportunidades, es generosa, derrochadora, alegre, exagerada, luminosa. Es una explosión de alegría. Sí, eso es la vida, a pesar de todas las sombras y miserias que solo están ahí para darle hondura y perspectiva a la luz.

Por lo demás, el día de mi cumpleaños me gusta jugar un poco con la magia de las cifras. 73 es un hermoso número primo formado por la conjunción de otros dos números tan primos como él y muy especiales: el 3, símbolo del amor pues en él de 2 nace 1, y el 7, símbolo ancestral de la totalidad, aquél que usó Jesús para expresarle a Pedro cuántas veces debería perdonar al que lo ofende: “No te digo siete, sino hasta setenta veces siete”. No volveré a encontrarme con otro número primo hasta que llegue a los 79, si es que llego.

Todo esto y mucho más me obliga a celebrar muy especialmente esta fecha. Así que, con los que me quieren, me digo a mí mismo: ¡feliz cumpleaños!

En cuanto a los 45 que han pasado desde que me casé, me llega con ellos no solo la evocación del pasado sino sobre todo la expectación del futuro. Ya lo expresé líneas arriba: 
Si tuviera que cualificarse la vida con una sola palabra, la más adecuada sería: ENCUENTRO.                                        

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues por muchos años, hombre!
Un saludo
Jordi