73
No todos los días se cumplen
años. Yo lo hice ayer y fueron nada menos que 73 desde que nací y 45 desde que
me casé.
Por más que intentes evitarlo,
que no lo intentas, el día de tu cumpleaños tiene mucho de especial y se te
llena de recuerdos. El paso del tiempo se te pone de manifiesto con toda su
agudeza, sientes el vértigo de la velocidad, consciente por unas horas de que
estás navegando por el espacio a casi 1800 km/h en tu rotación diaria con la
Tierra sobre sí misma y a 108.000 km/h en tu traslación anual con ella
alrededor del Sol. Este movimiento es tiempo, el de tus días, tus años, en
definitiva el de tu vida. Y cuando acabas de cumplir 73 te das cuenta de que,
te pongas como te pongas, lo pienses como lo pienses, ya no te queda mucho más.
Expresándolo en términos relativos: has consumido la mayor parte del que va a
corresponderte vivir. Esto no te enerva ni te entristece ni te alegra,
simplemente te maravilla.
Sí, exactamente eso, te
maravilla. No tienes espacio mental para recordar maldades y miserias, te
abruman todas las bellezas y sorpresas absolutamente extraordinarias que has
vivido. Te das cuenta de que cada una de ellas ha sido un encuentro tuyo con
algo que te ha llegado de fuera y que no esperabas. Tú has puesto la capacidad
de acogida, y lo que te ha llegado la generosidad de la entrega. La vida es
barata, casi me atrevería a decir que gratis, está llena de oportunidades, es
generosa, derrochadora, alegre, exagerada, luminosa. Es una explosión de
alegría. Sí, eso es la vida, a pesar de todas las sombras y miserias que solo
están ahí para darle hondura y perspectiva a la luz.
Por lo demás, el día de mi
cumpleaños me gusta jugar un poco con la magia de las cifras. 73 es un hermoso
número primo formado por la conjunción de otros dos números tan primos como él
y muy especiales: el 3, símbolo del amor pues en él de 2 nace 1, y el 7,
símbolo ancestral de la totalidad, aquél que usó Jesús para expresarle a Pedro
cuántas veces debería perdonar al que lo ofende: “No te digo siete, sino hasta
setenta veces siete”. No volveré a encontrarme con otro número primo hasta que
llegue a los 79, si es que llego.
Todo esto y mucho más me obliga a
celebrar muy especialmente esta fecha. Así que, con los que me quieren, me digo
a mí mismo: ¡feliz cumpleaños!
En cuanto a los 45 que han pasado
desde que me casé, me llega con ellos no solo la evocación del pasado sino
sobre todo la expectación del futuro. Ya lo expresé líneas arriba:
Si tuviera que
cualificarse la vida con una sola palabra, la más adecuada sería: ENCUENTRO.
1 comentario:
Pues por muchos años, hombre!
Un saludo
Jordi
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