martes, 10 de enero de 2017

Mis viejos libros

Una de las cosas que hacen interesante la vida es que pocas de tus expectativas terminan siendo como tú esperabas o anhelabas o temías. El futuro, eso que existiendo no lo hace todavía, está lleno de sorpresas.

Ayer envié de vuelta a España 113 kg de libros, casi tantos como los que traje de allí hace siete años. Aquí ha quedado toda la colección que he ido comprando de textos relacionados con Chiloé o Chile, así como casi todos los que traje relacionados con la Naturaleza. Entre los que se han ido de vuelta están muchos de los que he venido leyendo desde que era joven y que han significado algo importante para mí.

Los traje para que me acompañaran en una aventura que me ilusionaba muchísimo. Apenas los he releído aquí, me ha faltado un tiempo que he dedicado a conocer la Cultura de Chiloé, impregnarme de su Naturaleza y escribir. Más de medio millón de palabras son las que he escrito durante mis estancias aquí, que son muchas, muchísimas palabras. En la pila enorme de chatarra literaria que forman tiene que haber, forzosamente, algunos tesoros escondidos.

Así de desmantelada ha quedado mi querida biblioteca.
Yo he sido también, durante toda mi vida, un buscador de tesoros, y algunos he encontrado entre ese montón de viejos libros que ahora retornan a su antiguo hogar. Cuando los leía los subrayaba sin respeto alguno, con esa furia que tienen los jóvenes, como si fueran tierra que yo estuviera arando para sacarle fruto. Ahora la cola que un día los encuadernó está tan seca por el paso del tiempo que si no los trato con cariño se despedazan entre mis manos. Viejos y venerables como son, importantísimos como han venido siendo para mí, no quiero de ninguna manera separarme de ellos.

¿Puede haber algo más digno de respeto que ese libro que llega a ser capaz de hacerte descubrir en ti mismo, en tu experiencia de la vida acompañada por tu reflexión, alguna de las grandes verdades que vuelan a baja altura sobre el mundo? No lo creo.

Ese libro que llega a ser tu amigo entrañable, tu compañero de viaje, tu bastón y hasta tu alimento.


Libros así existen y seguirán existiendo siempre. A pesar de toda la parafernalia electrónica e informática, tan útil por otra parte, tan universal, tan potente. Libros que son como la fortaleza tras cuyas murallas tú mantienes abrigada la parte más preciosa de tu intimidad.

2 comentarios:

Paola Arciniegas dijo...

También les pasa el tiempo!

olo dijo...

Verdad. Por cierto que una de las cosas que siempre me ha gustado es rebuscar en las librerías de viejo, en Madrid las hay bastante buenas, y en Sevilla hay todos los años una Feria del Libro Antiguo que es una gozada. Claro que en esto sí que se está notando la presencia de Internet. En el portal de Iberlibro puedes encontrar lo que quieras en libros en español. Y en el portal de Internet Archive muchísimos libros antiguos en español, inglés y hasta francés y aleman, digitalizados a .pdf.