Mucho he tenido que agrandar la imagen, tomada con la cámara de un celular, para que pueda verse. Es de Venus en el crepúsculo, que se presenta como un punto brillante en el centro, ampliado en un inserto situado en el margen inferior derecho.
Acabo de tomar esta foto en el curso de mi diario paseo vespertino con mi perro Curro, aproximadamente a las 7 PM hora española, con el Sol ya puesto y Venus bastante baja sobre el horizonte occidental. Aun así, destacando como un punto brillantísimo en el cielo de la tarde. Hacia mediados de febrero alcanzará su máximo brillo en este 2017, unas 170 veces más brillante que una estrella de primera magnitud.
¿Por qué todo esto? Finalmente, por lo mucho que echo de menos a mi querido Chiloé. Pero me explicaré.
Vivo en una zona ajardinada de Sevilla, hermosa pero hija de la acción humana. El mar me queda a unos 100 kms. En estas circunstancias, mi encuentro con esa naturaleza que tan maravillosamente me envuelve y me integra cuando estoy en mi rincón de Duhatao, aquí en Sevilla tengo que hacerlo a través del cielo.
Venus brillaba esta tarde, desafiando a una luz solar todavía presente, sola en el cielo, con una belleza infinita.
Para mí era como una ventana que se abría a todos mis recuerdos de Chiloé, permitiéndome asomarme a ellos. Al viento, a las rocas, al fragor de las olas y a los colores siempre cambiantes del mar, a la oscuridad de la noche, al miedo y las sombras, a la alegría del amanecer, a mis queridos Tiuques que todavía estarán preguntándose por mi ausencia.
Al silencio, al misterio, a la libertad.
Desde esta nostalgia, vaya un abrazo solidario para todos los chilenos que se están enfrentando ahora con terribles incendios forestales. Fuerza. Sé que lo superarán.
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