En
las entradas 1 y 2 de esta serie he considerado los aspectos cuantitativos de
las crisis demográficas que vienen. En esta tercera entrada trataré, para
terminar con lo demográfico, los aspectos cualitativos.
En la entrada anterior de esta serie se vió que las pirámides de población cambian en su
composición interna a medida que evolucionan. Así, en una
población que crece exponencialmente abundan de necesidad los niños y jóvenes,
mientras que en otra estacionaria o en decrecimiento abundan los viejos. En un
país como China, que ha mantenido durante 35 años una política de natalidad que
obligaba a una gran parte de la población a tener un solo hijo, se ha producido
por razones socioculturales un desequilibrio muy elevado en las proporciones de varones y
hembras.
El planteamiento general de la
entrada es el siguiente: en una población siempre hay conflictos entre sus
distintos componentes. Dos de estos conflictos son y seguirán siendo
determinantes en el cambio de época que se está produciendo: los dependientes
de la edad y los dependientes del sexo. Es decir: conflictos entre viejos y
jóvenes y conflictos entre hombres y mujeres.
Esto conflictos se exacerban
cuando se producen cambios rápidos y drásticos en la composición de las
pirámides de población.
Pero antes de entrar en materia
dediquemos algunas líneas a lo que pueden mostrarnos las pirámides de
población.
Desde un punto de vista
cualitativo, las pirámides de población pueden verse desde dos perspectivas
distintas:
1).- Verticalmente.
Cuando comparamos las
proporciones de individuos de distintas edades. Observemos las dos pirámides
que se representan en la figura, correspondientes a España en los años 1900 y
2007. La de 1900 es una pirámide progresiva. Aunque las pirámides de población
representan solamente proporciones relativas (%), en esta pirámide de 1900 hay
mucha población joven, en edad reproductiva o en preparación para la misma, lo
que lleva a un elevado crecimiento de la población en términos absolutos. La de
2007 es una pirámide regresiva, en la que la población está envejeciendo
cualitativamente y si mantiene esta tendencia empezará a disminuir
cuantitativamente.
Cuando comparamos las
proporciones de individuos de distinto sexo. Así, en 1900 todavía no se había
puesto de manifiesto tan claramente como en 2007 la mayor longevidad de las
mujeres respecto a los hombres.
En un cambio de época como el que
se avecina, pirámides con una proporción elevada de jóvenes todavía no productivos y de mujeres
dedicadas a la procreación/cuidado de la familia, van a ser sustituidas por
pirámides con una elevada proporción de viejos obligadamente productivos y de mujeres que trabajen fuera
de casa.
Examinaré aquí los conflictos
derivados de esta situación durante el cambio de época.
(1).- Viejos contra jóvenes.
Konrad Lorenz, uno de
los fundadores de la Etología o ciencia del comportamiento animal, escribió en
1973 un interesante libro que en 2011 se tradujo al español con el título “Los ocho pecados mortales de la humanidad
civilizada”. Estos ocho lo eran en el siguiente orden :
- Superpoblación.
- Cambio climático y deterioro ambiental.
- Hiperconsumismo.
- Hedonismo.
- Involución genética.
- Conflicos intergeneracionales.
- Fatalismo político.
- Preeminencia de la fuerza sobre la razón.
Será el 6º en orden de importancia el que voy a tratar aquí hoy.
Pero quiero hacer antes un comentario breve sobre Lorenz y esta clasificación suya.
Konrad Lorenz en su granja de Altenberg (Austria) donde realizó muchas de sus ob- servaciones sobre el comportamiento animal. |
En cuanto a Konrad Lorenz, es uno más de esos vieneses ilustres (desde Freud hasta Popper, pasando por Wittgenstein y muchos más) que parió el Imperio Austrohúngaro en su última agonía como tal. Lorenz no era judío y vivió la II Guerra Mundial dentro del ejército alemán, adscrito al partido nazi como muchos otros alemanes y pasando cuatro años como prisionero de guerra en la URSS. Su pasado está limpio, como demostró su plena aceptación por la comunidad científica internacional, así como la concesión del Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1973, junto con el holandés Timbergen y el también vienés von Frisch por sus estudios sobre el comportamiento animal.
Quizá la más trascendente aportación de Lorenz a la Etología fue su descubrimiento de que el comportamiento animal no era un fenómeno exclusivamente cultural, es decir, adquirido a través del entrenamiento aportado por los padres, sino que tenía claros componentes genéticos. Ese descubrimiento lo hizo Lorenz trabajando con ocas salvajes y domésticas.
Observó que las ocas recién salidas del huevo adoptan como madre/padre al primer animal que se mueva cerca de ellas y propuso que este comportamiento es genético, es decir, reside en genes contenidos en los cromosomas. La prueba fehaciente fue que las ocas recién nacidas en su granja de huevos incubados artificialmente lo adoptaron a él como papá/mamá. A este fenómeno le dio el nombre de imprinting, y tiene una trascendencia que desborda lo etológico para entrar en lo sociológico humano, porque contradice la teoría en boga durante mucho tiempo de que todos, en nuestros comportamientos, somos el resultado de la educación que hemos recibido, cuando según Lorenz posiblemente no es así y hay también componentes genéticos. Pero no es este el momento de tratar este intricado e importante asunto.
Lorenz, papá/mamá adoptado de sus felices ocas. |
Una cerda Saddleback con su camada |
Solo añadir como anécdota que soy testigo de la realidad de este imprinting animal. Cuando yo era pequeño mi padre tenía una granja en la que se criaban, entre otros animales, cerdos y ovejas. A veces una mamá no era capaz de criar a toda su camada, en el caso de las cerdas, o simplemente moría en el parto, en el de las ovejas. Por eso en más de una ocasión criábamos en nuestra casa de la ciudad algún cerdito o corderito, hasta que ya no necesitaba biberón. Nunca he olvidado a una cerdita Saddleback a la que le salvamos la vida a base de biberones en casa. Cuando pasaron los años y ya era una cerda adulta, enorme y reluciente, cada vez que íbamos a la granja salía corriendo de la piara donde estaba con las demás cerdas y venía a saludarnos. No nos había olvidado.
¿Por qué mi interés por Lorenz? Porque de los ocho problemas (pecados mortales) que cita Lorenz al menos cuatro, la mitad, que son:
3.- Hiperconsumismo.
4.- Hedonismo.
6.- Conflictos intergeneracionales.
7.- Fatalismo político.
están relacionados con un fenómeno emergente en la Humanidad que todavía no ha llegado a su clímax: la urbanización, la concentración creciente de más y más humanos en ciudades, primero pequeñas, luego grandes, después megaciudades y finalmente áreas enormes con una gran concentración de población en un mosaico de subzonas megaurbanas y periurbanas. En mi conocimiento, la mayoría de los autores que tratan el cambio de época no consideran estos problemas que son más psicosociológicos que técnicos, y a mí me gustaría incluirlos en esta serie. De ahí, vuelvo a repetir, mi interés por Lorenz.
El significado de la
expresión conflicto intergeneracional creo que está claro. Es el que se produce
entre dos sectores claramente diferenciados en el sentido vertical de la
pirámide poblacional. Uno que está muy claro es el conflicto entre jóvenes y
viejos, entendiendo por jóvenes aquéllos que todavía no están plenamente
situados en la sociedad, y por viejos los que claramente lo están, y esto no
solo desde el punto de vista socioeconómico, también del cultural. Los viejos
han aceptado los valores culturales de lo que ya es pasado, mientras que los
jóvenes, aunque no sea más que por definir mejor su identidad, buscan valores
culturales nuevos.
Lo primero que Lorenz
afirma es que este conflicto jóvenes/viejos no tiene por qué ser una desgracia,
sino que de hecho es, en la mayor parte de las situaciones, evolutivamente favorable.
La historia corre, la tecnología cambia, se produce continuamente un progreso
socieconómico que introduce y exige cambios culturales. Lo importante para la
estabilidad socieconómica es que la velocidad de estos cambios esté bajo
control. En estas situaciones, es bueno que los jóvenes exploren el cambio a la
vez que también lo es que los viejos cuiden lo establecido. En esta dialéctica,
tenderá a conservarse lo bueno del pasado y a introducirse lo bueno del futuro,
mientras que lo malo del pasado se erradicará y lo malo del futuro se
rechazará.
El verdadero conflicto,
es decir, el problema, se presenta cuando la velocidad del cambio tecnológico y
socieconómico es demasiado rápida. Entonces se produce una crisis, que puede
ser un encontronazo o un desapego. Los
jóvenes se ven obligados a exigir
cambios radicales y los viejos a encastillarse en posiciones conservadoras. El
conflicto puede explotar. Lorenz escribe literalmente que llega a producirse un odio
de los jóvenes contra los viejos, que puede derivar en revolución pero que en
la mayoría de los casos incluye desde luego una radicalización social y
política de los jóvenes, que trae consigo violencia por parte de unos y otros.
La conclusión que me
parece interesante retener aquí es que en la medida en que el cambio de época
traiga consigo cambios tecnológicos, ambientales, sociales o económicos
demasiado radicales, el conflicto jóvenes/viejos es seguro. Ya lo estamos
viendo con los cambios rapidísimos en tecnologías de la información, Internet y
otras que vendrán detrás, que están haciendo que jóvenes y viejos vivan en
mundos distintos, que padres e hijos no se entiendan en sus respectivos
lenguajes, que la frontera entre jóvenes y viejos empiece a cambiar de un
puente que hay que cruzar a un muro infranqueable. Hay otros ejemplos muy
vivos: la incapacidad de la sociedad española para dar trabajo a los jóvenes e
incorporarlos así como miembros activos está induciendo en estos un radicalismo
político que tendrá muchas ramificaciones y no es bueno para el país. Si el
tardocapitalismo financiero en que vivimos acaba entrando en otra crisis
global, el cambio climático se acelera o se vuelve al enfrentamiento militar
frío entre dos bloques, si todo esto, que bien puede suceder, lo hace deprisa,
la radicalización de los jóvenes es segura. Ejemplos destacados del pasado son
el Mayo francés del 68, íntimamente ligado al conflicto militar de la lucha por
la independencia en Argelia, y la rebeldía de la juventud universitaria
norteamericana como consecuencia de la intervención de USA en Vietnam en la
segunda mitad de los 1960.
(2).- Hombres contra mujeres.
Los cambios
cualitativos en los dos lados de las pirámides de población han estado en la
base de los conflictos hombre/mujer, en cuanto a que, a partir de un cierto
momento y en las economías industrializadas, las mujeres han empezado a cambiar
su rol social desde el de madres/amas de casa al de trabajadoras en el mercado
laboral, entrando así en competencia directa con los hombres. Esta tendencia
pudo comenzar en los albores del siglo XX, con la etapa del capitalismo de la abundancia y los
comienzos de la producción en masa (Ford Modelo T, 1908), pero se exacerbó con
el comienzo de la II Guerra Mundial, cuando la mayoría de los hombres estaban en la guerra y las mujeres eran necesarias para mover la industria, habiéndose alcanzando un equilibrio en los
últimos años.
Datos referidos a USA.- Las curvas representan, independientemente para hombres y mujeres, el % de cada uno de los dos grupos que trabaja fuera de casa. |
A un nivel político y sociológico, el movimiento anterior se ha
asociado con la ideología feminista, que ha venido demandando iguales derechos,
primero políticos, después laborales, finalmente sociales, entre la mujer y el
hombre. Un segundo factor tecnológico que ha facilitado la incorporación de la
mujer al mercado laboral en igualdad de condiciones con el hombre ha sido el
desarrollo de métodos anticonceptivos a partir de los años 1960.
(3).- Redefinición de
los sexos.
Pero más que hablar de
conflictos hombre/mujer, que en una medida importante están superados ya en los
países avanzados, aunque no todavía, ni muchísimo menos, en amplias regiones
del mundo, por causas tanto económicas como culturales, habría que referirse
pensando en el cambio de época que viene a una revolución en los hábitos
sexuales, que puede generar cambios importantes en el espectro de relaciones
hombre/mujer.
En la base de esto está también un cambio tecnológico, la
aparición de Internet, que ha permitido la libre difusión de todos los posibles
comportamientos sexuales entre humanos, estén o no convalidados por las
costumbres imperantes. No solo eso: la
libre difusión de imágenes y textos pornográficos
ha permitido un mejor conocimiento por los jóvenes del cuerpo de la mujer
primero, del cuerpo del hombre a continuación, y de las relaciones sexuales
entre ambos. Están apareciendo nuevas formas de entender y poner en práctica lo
sexual, nuevos sexos por así decirlo, así como una mucha mayor promiscuidad y
variedad en las relaciones sexuales entre hombre y mujer. A dónde terminará
llevando todo esto es todavía difícil de discernir, pero que se producirán
cambios profundos en la concepción de la familia como unidad cultural de máximo
significado es indudable. Que estos cambios sean beneficiosos o disolventes en lo que se refiere a la
fortaleza del entramado social está por ver.
No estoy yo en condiciones de tratar con la mínima profundidad exigible estos temas. Quiero simplemente señalar que están ahí y que pueden terminar teniendo una gran importancia en el cambio sociocultural que también formará parte del cambio de época.
3 comentarios:
Apreciado Olo, he leído con atención su posteo... muy interesante. Para referirme apenas a un aspecto bien planteado... es cierto, todo esto trae muchos cambios contundentes; pero así mismo uno sabe que mucha gente sigue siendo, comportándose de acuerdo a unas reglas en las que no inciden los avances en la ciencia, ni en la comunicación. Y ni aúnque las leyes dijeran que lo malo es bueno, como está ocurriendo también en el campo del derecho. Recuerdo a Victor Hugo: "La moralidad es la verdad en todo su esplendor"...
Es cierto lo que dice. Aun así, los cambios de época se producen mediante crisis, casi siempre crisis de valores. Y estas crisis son como los terremotos; da igual que la entera región andina esté sísmicamente tranquila, basta con que se produzca una ruptura muy localizada entre dos placas tectónicas para que estalle un gran terremoto, con efectos muy amplios. Da igual que mucha gente siga comportándose de acuerdo con ciertas reglas, basta con que dejen de cumplirse en ciertas zonas críticas para que todo empiece a arder.
Otra cosa: seguimos convencidos de que el progreso es continuo, siempre en la misma dirección de más y más progreso. Pero la base para suponer que tiene que ser así no es muy sólida, basta con echarle un vistazo al siglo XX. Es necesario, casi diría que urgente, que seamos críticos con el progreso, al menos con el tecnológico. No reaccionarios, sino proactivamente críticos. Intentando tener ideas claras de hacia donde no se debe caminar.
Respecto a la frase de Victor Hugo, con la que estoy de acuerdo, la complementaría con lo que planteó Antonio Machado: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela” En el sentido de que la verdad es una búsqueda, que nunca llega a alcanzarse del todo.
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