"Esther" (1982) Lucian Freud |
Lo queramos aceptar o no, los humanos llevamos el mundo incorporado a nuestro equipaje de caminantes, como un caracol lleva su concha. Quiero decir que el mundo que percibimos es siempre una mezcla entre el que probablemente existe ahí fuera y el que proyectamos desde lo hondo de nosotros mismos. Nuestros sentidos funcionan en una doble dirección: vemos, oímos, sentimos, lo que nos viene desde fuera mezclado con lo que nos sale desde dentro. Esto dificulta pero también enriquece extraordinariamente nuestras vidas.
Un día, sin que te lo esperes, te llega la tristeza, con los mismos pasos y apariencias con que puede llegarte un resfriado. ¿De dónde viene esta tristeza, de dentro o de fuera? Viene de los dos lados, siempre es así, con la tristeza y con todas las emociones, la naturaleza humana es ambivalente, dividida, compleja. Todo lo que somos, hacemos y sentimos tiene siempre una doble causa, interna y externa.
En el caso de la tristeza… nunca sabes cuánto va a acompañarte a lo largo de tu tiempo de vida, pero estás seguro de que antes o después terminará cansándose y tomará un atajo para acecharte en otra revuelta del camino. Por eso aprietas los dientes o silbas o miras para otro lado, intentando disimular que estás triste. Ya pasará. Y si no pasa pronto, se irá disolviendo poco a poco en melancolía.
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