MARX (1818-1883) BAKUNIN (1814-1876) |
Una celebración tristona del primero de Mayo en toda Europa.
La crisis sindical es evidente. Tuvo que ser una dama de hierro, la Sra
Thatcher, quien dio el primer zarpazo de muerte al sindicalismo con la derrota
de las Trade Unions británicas, y ahora va a ser otra dama de hierro, la Sra
Merkel, quien dé el golpe definitivo al sindicalismo europeo continental.
Pero detrás de estas damas se esconden las dos fuerzas que
pueden acabar no solo con el sindicalismo, sino con la socialdemocracia y el
estado de bienestar de las democracias europeas. Y que son un capitalismo globalizado y su alianza en China
con una dictadura comunista.
¡Quién lo hubiera dicho! Las clases medias europeas van
dejando de serlo, un proletariado europeo envejecido y una juventud llevada a
las puertas del absurdo, sufren el peso de
un paro monstruoso y la pérdida progresiva de las ventajas sociales y las
esperanzas de futuro… mientras que a la vez China y otros grandes países
emergentes, en Asia y Latinoamérica, aumentan sus rentas per cápita y ven cómo van surgiendo de una pobreza tercermundista un proletariado satisfecho y una nueva
clase media.
Todo esto que está pasando, ¿es bueno o malo? Yo creo que es
bueno y malo. Bueno en cuanto a que la pobreza absoluta va desapareciendo de la
faz del mundo, malo en cuanto a que la alianza de un capitalismo de la
codicia con un comunismo de estado que no respeta los derechos humanos, puede
sumir al mundo en otra larga época de conflictos y catástrofes como la que
ocupó los siglos XIX y XX.
Hacia los años 1990, cuando la democracia postfranquista
española era todavía joven, hablaba yo un día con un viejo sindicalista de la
UGT, curtido en la lucha contra la dictadura y por las mejoras salariales y
sociales. No he olvidado lo que me dijo: “¿Sabe usted cuál es la verdadera
fuerza del sindicalismo?”, me increpó. “Aspirar a lo imposible, luchar por la
utopía. Solo así, con esta determinación radical, pueden irse consiguiendo,
paso a paso, pequeña conquista a pequeña conquista, los grandes progresos”,
terminó.
Contentarse con poco pero no renunciar a nada y tener unas
aspiraciones infinitas. Andar con los pies en el suelo pero con la mirada
puesta en el horizonte y más allá, siempre más allá.
¿Dónde se esconde hoy ese
idealismo a la vez radical y pragmático? Ha desaparecido del mapa. ¿Vive todavía escondido en alguna
parte o ha muerto?
Y si ha muerto, ¿eso es bueno o es malo?
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