Y ya no me queda nada más esencial que decir. He llegado al mismo estadio con el que Ludwig Wittgenstein cierra su Tractatus logico-philosophicus:
“7. De lo que no se puede hablar, hay que callar la boca.”
Quisiera simplemente resumir el contenido de estos apuntes: a través de la oración y la meditación nos preparamos para el recogimiento, y una vez en éste, quizá podamos asomarnos a nuestro pozo metafísico y, por qué no, hasta tener el valor de arrojarnos en él, o la suerte de que el misterio tire de nosotros hacia abajo. A partir de ahí, es imposible pensar o decir algo. Pero, casi con toda seguridad, cuando volvamos a nuestro mundo espaciotemporal ya no seremos los mismos.
“7. De lo que no se puede hablar, hay que callar la boca.”
Quisiera simplemente resumir el contenido de estos apuntes: a través de la oración y la meditación nos preparamos para el recogimiento, y una vez en éste, quizá podamos asomarnos a nuestro pozo metafísico y, por qué no, hasta tener el valor de arrojarnos en él, o la suerte de que el misterio tire de nosotros hacia abajo. A partir de ahí, es imposible pensar o decir algo. Pero, casi con toda seguridad, cuando volvamos a nuestro mundo espaciotemporal ya no seremos los mismos.
8 comentarios:
Me ha gustado su blog. Lo he incluído en mis faboritos. Saludos.
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Lo siento, no sé que ha pasado. Primero se me escapa una b y luego me repite el comentario. Hasta otra.
olo, sigo sus entradas, me desbordan y me interesan, el pozo metafísico ¿es la oscuridad de las preguntas esenciales que no sabemos responder o llegar a la placidez por haber podido obviarlas?
Querida Circe, gracias por su interés.
Querido Bose,
El pozo metafísico es en realidad una puerta, pero terrible. Dicho de una u otra forma, el concepto está en todos los místicos de Occidente y Oriente. Oscuro todavía en Platón, casi claro en Plotino y meridiano en los padres de la Iglesia de los siglos II y III, empezando por Orígenes. Estos últimos postulaban una naturaleza humana tricotómica, hecha de cuerpo, alma (lo que anima al cuerpo, lo cognitivo y cerebral)y espíritu (lo trascendente, metafísico e inefable). El pozo metafísico es la puerta que se abre desde nuestro yo (espaciotemporal, corporal y racional)a nuestro espíritu, el cual está en ese territorio (por llamarlo de alguna forma) totalmente ocupado por el silencio. Se trata por tanto de una forma de tratar de describir lo indescriptible o de nombrar lo innombrable. Naturalmente, nada de esto tiene un valor práctico, racional, científico o respetable, en el sentido mundano de este último término. De hecho, todo esto, desde estos puntos de vista, es escandaloso, hasta absurdo.
Entre los místicos del s.xx echo de menos a Thich Nhat Hanh, un maestro zen vietnamita que vive en francia en Plumvillage,cerca de Burdeos.Merece la pena.
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