La Unión Europea tiene los ojos llorosos y la nariz atascada. Tose, siente escalofríos y le duele la cabeza. Lo que no sabe todavía es si se trata de los síntomas de un resfriado o una gripe, incluso de algo peor, una de esas gripes matadoras que se lleva por delante a medio mundo, o todavía peor, un tumor que avanza inexorable pero lento, porque la Unión Europea es vieja, o una enfermedad degenerativa que con los remedios de hoy se hace crónica, prolongando una agonía inevitable en una vida un poco más miserable cada día.
Irlanda y Grecia están ya en la Unidad de Cuidados Intensivos, Portugal a sus puertas, España empieza a tambalearse. ¿Qué pasará con Italia, ese milagro permanente? Alemania no comprende lo que está pasando y se enfada. Inglaterra, hoy más que nunca, intenta evitar el contagio desde su insularity. Francia consigue de momento mantener sus problemas dentro del arca, pero no sabemos por cuánto tiempo.
En algunos casos la enfermedad se ha agravado a causa de complicaciones secundarias, como en España, por la tremenda, insólita, increíble, incompetencia política de su actual presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero. Pero la etiología de esta enfermedad europea tiene poco que ver con la incompetencia de los políticos. Se trata sencillamente de que la Unión Europea vive por encima de sus posibilidades, de que gasta más de lo que gana. Y si una familia gasta más de lo que gana, antes o después se topa de narices con la realidad, que es la de los mercados, la del toma y daca, tan viejo como la historia. Tanto tienes tanto vales, eso es todo. Si no tienes apártate, deja paso a los que tienen, eso es terriblemente todo. También lo fue cuando la Unión Europea mandaba en el mundo, no debemos olvidarlo.
Una enfermedad así se manifiesta antes en los miembros más desnutridos de la familia. Alemania tardará más en caer que España, pero el proceso patológico no perdonará a nadie. ¿Dónde está el origen de este mal, cuál es el mecanismo que lo ha puesto en marcha?
Mi humilde opinión es que se trata de un proceso muy sencillo. Lo expresaré en palabras también muy simples: la Unión Europea es incapaz de competir con China. El modelo competitivo chino integra una férrea dictadura política con un eficaz capitalismo económico y un moderado consumismo social. Todo ello sobre una sociedad sabia y antigua que quiere recuperar el tiempo perdido. La Unión Europea no tiene fórmulas para competir contra una fuerza tan potente, manteniendo a la vez su opulencia, sus derechos humanos, su democracia y su estado del bienestar.
¿Es contagiosa la enfermedad europea? Creo que sí. Toda sociedad que mantenga como modelo la combinación de democracia política con capitalismo económico y con bienestar social está amenazada. En primer lugar, USA, después toda América Latina, o al revés.
¿Hay alguna solución a la vista? No hay más que tres salidas posibles. La más clásica es el enfrentamiento, que terminará tomando la forma de una gran guerra. La más utópica la desaparición de las fronteras, con la aproximación de los modelos chino y occidental y su integración final en un modelo único, el del mundo del futuro, el de mis nietos y los niños de todo el mundo. La más probable el aumento de las tensiones sociales en algunos países y del esfuerzo en educación e innovación tecnológica en otros; la tensión social podrá llevar a un populismo sin salida, la mezcla de educación e innovación a una especialización en alta tecnología y en servicios muy sofisticados a nivel mundial. Lo difícil es que estas soluciones tan distintas, que unos y otros países europeos adoptarán según sus posibilidades, sean compatibles con la supervivencia de la Unión Europea.
Dejo para el final a la madre de todas las preguntas: ante un mundo donde a lo largo del S. XXI la población puede llegar a alcanzar los 10.000 millones de personas y muchos recursos básicos se habrán agotado como el petróleo o estarán muy disminuidos como el suelo cultivable, ¿qué modelo está mejor preparado para afrontar el futuro, el europeo o el chino?
A pesar de todo lo que ha escrito gente como Popper o Hayek, la democracia tal y como la conocemos hoy en Occidente tiene un futuro difícil. Hay que luchar por ella, pero con mucha inteligencia y poca codicia. Ambiciosa mezcla.
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