lunes, 25 de abril de 2011

Machis de Chiloé



La foto es una vieja postal tomada de Wikipedia. Representa a tres machis mapuches y puede haber sido hecha  a comienzos del S. XX. Las tres mujeres posan con el tambor y los cascabeles ceremoniales, en dos de los tambores el cuero está pintado con el emblema característico. Machis muy parecidas a éstas siguen estando presentes hoy día en toda la Araucanía. También las hay en Chiloé, aunque quizá menos abundantes y más escondidas.

Este tema de las machis me parece interesantísimo y de enorme significado cultural. Creo que debería ser investigado a fondo antes de que nuestra civilización tecnológica acabe diluyéndolo en sus banalidades, como ya ha hecho en otros muchos lugares. Intentaré explicar mis razones.

En lo poco que yo sé, las machis chilotas o mapuches tienen tres habilidades más importantes:
1).- Conocimientos en el uso de hierbas, hojas, cortezas y otros materiales naturales para la curación de enfermedades.
2).- Capacidades extraordinarias, es decir, muy superiores a las del común de la gente, para conectar con realidades espirituales, entendiendo por éstas las que están más allá de lo que podemos percibir por nuestros sentidos y que pueden influir sobre nosotros.
3).- Poderes de adivinación, que quisiera dejar reducidos a capacidades telepáticas, es decir, de adivinar el pasado o la situación presente de alguien por transmisión telepática.

Intento abordar el tema con un espíritu científico, o por lo menos racional. No entro en si las tres habilidades anteriores tienen una base real o no, me limito a definirlas operacionalmente, es decir, las acepto en cuanto a que existen testigos de ellas. Por poner un ejemplo referido a las habilidades telepáticas: un amigo chilote me contó que en una ocasión fue a visitar a una machi famosa, que vivía por los alrededores de Tenaun, muy lejos de donde él tenía su casa. Mi amigo no creía en el poder de las machis, lo consideraba pura superstición, pero su mujer sí, y fue ella la que insistió e insistió para que fueran a verla por unos dolores de espalda que ella tenía. Al fin él cedió; para el día que la machi les dio cita su camioneta estaba averiada, así que tuvo que alquilar otra para desplazarse. Cuando la machi los recibió, lo primero que hizo fue preguntarle a él qué hacía allí. Confuso, no supo qué contestar. La machi insistió: ¿qué hacía él allí, si no creía en sus poderes ni en la medicina que practicaba? Así que le ordenó que saliera de su casa y esperara fuera, lo que mi sorprendido amigo tuvo que hacer.

Evaluando ahora las tres habilidades de las machis:
Los conocimientos en medicina natural son fáciles de aceptar desde una perspectiva racional, no en balde están en el origen y la base de la farmacología científica.
Lo mismo sucede con los poderes espirituales, que podrían interpretarse como capacidades extraordinarias de sugestión.
Pero ante la adivinación/telepatía, todo intento de comprensión racional, en el estado actual de nuestros conocimientos, se derrumba. Habría que postular que existen unas misteriosas ondas de naturaleza desconocida que transmiten información desde el paciente a la machi; pero este postulado, si no viene acompañado de una hipótesis y de experimentos que puedan ponerla a prueba, no tiene valor científico alguno, es decir, no sirve para nada.

Hay una disciplina que investiga estos temas utilizando el método científico, la Parapsicología. Durante una parte del S. XX las mejores universidades del mundo tuvieron equipos científicos que hacían investigación parapsicológica, destacando el del profesor Rhine, en Duke University, North Carolina, USA.  Pero fueron incapaces de encontrar algo con valor probatorio, por ello la Parapsicología ha desaparecido prácticamente del mundo académico. Lo que intentaron los parapsicólogos fue demostrar que las habilidades telepáticas demostrables experimentalmente en poblaciones humanas son estadísticamente significativas. No lo consiguieron, principalmente porque sus experimentos no eran suficientemente reproductibles, quizá porque el ruido de fondo de sus montajes experimentales era muy alto (o lo que es lo mismo, las señales telepáticas eran muy débiles).

Hago ahora un paréntesis para traer mi experiencia personal en este asunto de las capacidades telepáticas, a las que también se da el nombre de poderes paranormales. Hace años estaba yo escribiendo un libro sobre la gente de la mar del Sur de España, quiero decir los pescadores de altura, gente que se pasaba meses en alta mar, metidos en sus pequeños barcos, capturando tiburones o peces espada. Había algunos pueblos a lo largo de la costa cuyas flotas pesqueras se dedicaban en exclusiva a estas actividades. Curiosamente, cada uno de estos pueblos tenía su propio perfil cultural. Predominaba una u otra de dos alternativas: o todos los pescadores de un pueblo eran ateos , o todos eran muy religiosos y supersticiosos. En cuanto a estos últimos, no salían a la mar sin haber consultado antes a una adivina, que además les preparaba amuletos para llevar en sus barcos. Los pescadores de uno  de estos pueblos, entre los que yo tenía algunos buenos amigos, consultaban en su mayoría a una adivina que vivía en una ciudad próxima. Le pedí una cita a esta señora y fui a verla. Me presenté como lo que era, un escritor que quería saber algo de cómo era su relación con los pescadores. Ella, que ya estaba preparada para echarme las cartas del Tarot, dejó la baraja a un lado y lo que hizo fue contarme su vida. Era hija única de una pareja de clase media en una ciudad de provincias. Su padre ejercía como abogado. Ella empezó a mostrar capacidades paranormales a los cinco años, con ocasión de la muerte de una vecina muy querida por su familia , que ella percibió a distancia y despertó llorando a sus padres, anunciándoles la noticia. Desde entonces este tipo de episodios paranormales se le presentaba de vez en cuando. Sus padres estaban aterrorizados, no podían aceptar aquella anormalidad en su hija, que les hacía verla como una bruja. De manera que la mantuvieron durante toda su infancia totalmente reprimida, prohibiéndole que ni siquiera mencionara el tema. Así llegó a los diecisiete años, totalmente frustrada porque había algo importante dentro de ella que se veía obligada a negar. Hasta que un día dejó la casa de sus padres y se fue a Londres; allí estudió en una escuela de Parapsicología y consiguió darle forma a sus poderes. Volvió al cabo de algunos años a España, donde empezó a ejercer como adivina.
Esto fue, entre otras cosas, lo que me contó. El caso es que toda su actitud me pareció razonable, y no vi el menor indicio de que me estuviera mintiendo ni de que se tuviera engañada a ella misma.
Tengo, por otra parte, aquí en España, un buen amigo gitano. Los gitanos son una etnia que hacia los S. XIV o XV emigró desde la península indostánica hacia Europa, llegando hasta su extremo occidental. Han mantenido bien su aislamiento genético, puede decirse que mi amigo es un gitano de pura raza. Los gitanos son considerados gente supersticiosa. Mi amigo lo es. Hablando de este tema de los poderes paranormales, me dijo un día que se daban con cierta frecuencia en los gitanos, más en las mujeres que en los hombres. Y que había bastantes jóvenes gitanas que “tenían poderes pero habían sido obligadas a olvidarse de ellos por la presión ejercida por sus padres”. Todo ello como consecuencia de que, durante varios siglos, en toda Europa se practicó la caza de brujas, y decenas de miles de mujeres  acusadas de brujas, quizá muchas de ellas con poderes paranormales, fueron quemadas en terribles hogueras “purificadoras”.

Hecho este paréntesis, vuelvo para terminar a la corriente principal de esta entrada. Creo que hay una ciencia capaz de enfrentarse con el problema de investigar la base real, si es que existe alguna, de  las capacidades telepáticas. Esta ciencia es la genética, pero me refiero a la genética clásica, a la mendeliana, no a la molecular de nuestros días.  La genética mendeliana es una ciencia dialéctica, que no estudia las cosas en sí, sino las relaciones entre las cosas. Mendel descubrió y Johanssen nombró a los genes, unos entes abstractos que eran los responsables de la herencia de los caracteres adquiridos, tan materiales estos como el color de las flores o la rugosidad de los guisantes. A partir de aquí, en una línea continua de investigaciones, se llegó al descubrimiento del DNA como material hereditario.
Un abordaje mendeliano podría usarse para estudiar si las capacidades paranormales de las machis son heredables, analizando, mediante test sencillos, las habilidades telepáticas de linajes familiares de machis.

Lo que no sé es si un proyecto así, que considero oportuno científicamente, lo sería también desde un punto de vista ético. Por dos razones: la primera, lo que supondría de intromisión en el mundo personal de las machis; la segunda, ¡ay!, lo que podría hacer la tecnociencia con las aplicaciones de una telepatía mejorable y controlable técnicamente.

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