La gigantesca discusión sobre el cambio climático, que es una guerra dialéctica, está teniendo lugar en unos términos en que los contendientes intentan conquistar el cerebro de los ciudadanos, pero no llegan a su corazón. Se aportan pruebas y contrapruebas, argumentos y contrargumentos, en favor y en contra de la realidad de un cambio climático que traerá consigo el deterioro ambiental y muchas catástrofes. Pero es mucho menos frecuente hablar sobre las personas que están detrás de esta gran tragedia global, sobre el sufrimiento que puede traer consigo y cómo se va a repartir éste sobre la faz de la Tierra, también sobre la alegría particular de un mundo nuevo y solidario al que se puede llegar, en el que las soluciones violentas a los problemas se hayan quedado definitivamente atrás.
Eso es lo que voy a intentar yo, aquí, hoy. Las personas siempre son concretas. Para comprender bien sus problemas y sus posibilidades hay que poder mirarlas a los ojos. Yo voy a intentar mostrar lo que representa el cambio climático en estos términos, encarnados en lo humano. Para ello compararé su dinámica y sus consecuencias en dos países muy parecidos y a la vez muy diferentes, Holanda y Bangladesh.
Mapas de Holanda (1:1.000.000) y Bangladesh (1:5.000.000). En el de Holanda, todo lo pintado en tonos azules está por debajo del nivel del mar.En el de Bangladesh, todo lo pintado en tonos rojos está por debajo de la cota de5 metros, y por tanto en riesgo de inundaciones desde el mar. Picar con el botón izquierdo del ratón para ver mejor los mapas. Fuentes: Holanda: http://www.swartvast.nl/ahn_voorbeelden.html Bangladesh:http://sedac.ciesin.columbia.edu/wdc/downloads/maps/population/Low_Elevation_Coastal_Zone/ Bangladesh_5m_LECZ_and_population_density.jpg |
Empezaré por las semejanzas. Los dos países son muy similares desde el punto de vista geográfico: ambos son muy llanos; partes importantes de sus territorios están ocupadas por las desembocaduras de grandes ríos, Rin, Mosa y Escalda en el caso de Holanda, Ganges y Brahmaputra en el de Bangladesh; estás desembocaduras se abren en enormes deltas en los que hay muchas superficies por debajo del nivel del mar; ambos tienen altas densidades de población y dependen en cuanto a la producción de alimentos de una agricultura intensiva, muy sensible a las inundaciones.
Los dos países soportan riesgos parecidos derivados del cambio climático. Desde el lado de la tierra firme, los grandes ríos que los cruzan pueden provocar graves inundaciones cuando ha llovido mucho aguas arriba, incrementándose así sus caudales. Desde el lado del mar, grandes tormentas, del Oeste en el caso de Holanda y monzónicas en el de Bangladesh, pueden atacar sus costas, destruyendo sus diques de defensa e inundando sus tierras con un agua salada que las esterilizará y matará a los árboles.
Describiré ahora las diferencias entre Holanda y Bangladesh, que son muchas y hondas.
Holanda es un país desarrollado situado en Europa Occidental, una de las áreas más prósperas de la Tierra. Bangladesh, un país subdesarrollado que padece de superpoblación y pobreza, situado en el Golfo de Bengala, una de las áreas más pobres y desheredadas de la Tierra; la frontera de Bangladesh con la India sitúa al primero a tan solo 80 kms de Calcuta, la capital de la pobreza y a la vez, como la llamó Dominique Lapierre, la ciudad de la alegría.
Dentro del grupo de los países ricos, Holanda es uno de los más generosos en su ayuda a los países pobres. Holanda es uno de los cuatro países del mundo (junto con los tres escandinavos), que destina un mayor % de su Producto Interior Neto (PIN) a la ayuda a los países necesitados , 0,82% en 2009, superando el objetivo del 0,7% establecido por la ONU en su programa Millennium (http://www.oecd.org/dataoecd/17/9/44981892.pdf). La mayoría de estos fondos van destinados al Africa subsahariana, de modo que Bangladesh solo recibe en ayuda al desarrollo el 1,5% de su PIN , mientras que la mayoría de los subsaharianos reciben en ayuda entre el 15% y el 20% de su PIN (http://data.worldbank.org/indicator/DT.ODA.ODAT.GN.ZS).
Holanda sabe de catástrofes climáticas. En 1953, un fuerte temporal del Atlántico rompió los diques que protegían las tierras bajas e inundó de agua marina el país. Murieron cerca de 1.500 personas y más de 25.000 animales domésticos. Fuente: http://cdn.radionetherlands.nl/data/files/images/zeeland2.jpg |
Holanda forma parte del conjunto de países europeos industrializados que, junto con Norteamérica, son responsables de la acumulación de CO2, derivado de la quema de combustibles fósiles, que se ha ido produciendo desde el comienzo de la Revolución Industrial y que es responsable principal del efecto invernadero, el calentamiento de la Tierra y el cambio climático. Incluso hoy día las emisiones de CO2 por habitante son 35 veces superiores en Holanda que en Bangladesh, como puede verse en la Tabla.
Holanda, como país desarrollado, tiene una estrategia bien definida y comunicada a sus ciudadanos acerca del impacto del cambio climático en el país, sus efectos y sus remedios (http://www.rivm.nl/bibliotheek/rapporten/773001037.pdf); el análisis hecho es muy completo, a corto, medio y largo plazo, alcanzando hasta los comienzos del siglo XXII. Bangladesh tiene una estrategia mucho menos elaborada y más débil, enfocada sobre todo en el corto plazo y en la mitigación de los efectos catastróficos de un cambio climático que ya empieza a manifestarse (http://www.moef.gov.bd/moef.pdf).
Dos familias: holandesa (izquierda) y bangladesí (derecha). En la familia bangladesí faltan dos hijas más, que no estaban en el pueblo cuando se hizo la foto. Fuentes: http://ejournal.eumind.net/values3/index.php?action%5B%5D=IArticleShow::showArticle(32283) y http://www.rainmakingblog.co.uk/2010/02/bangladesh-january-2010-abdura-rassak/ |
Finalmente, Holanda y Bangladesh son, en lo que se refiere al asunto de esta entrada, conjuntos de seres humanos, de personas estructuradas en familias. Los holandeses son buena gente; practican la democracia; están abiertos a la inmigración desde los países pobres; preparados, con su pasión por el ciclismo, su desarrollo de los ferrocarriles y su modo de vida sobrio, para un mundo menos consumista y más sostenible. Los bangladesíes también son buena gente; un país de mayoría musulmana que todavía cree firmemente en Dios; una sociedad campesina tradicional, donde los valores familiares y la ética del trabajo son fundamentales; una condición pobre pero no miserable; un flujo emigratorio fuerte, en busca de mejores perspectivas. El cómo se enfrenten Holanda y Bangladesh a los desafíos y las amenazas del cambio climático dependerá, en definitiva, de cuáles sean las actitudes, las esperanzas y los valores de los cientos de miles de familias y los millones de individuos que hay detrás de esos dos nombres.
¿Por qué creo yo que depende de ellos? Por lo que constituye la tesis fundamental que quisiera plantear en esta entrada: si el cambio climático va a poner de manifiesto de una vez por todas que vivimos en un solo mundo que es limitado, donde nuestra concepción del mismo y nuestros modos de vida tienen que cambiar radicalmente para hacerlo sostenible, estos cambios no los conseguirán los gobiernos ni las políticas ni las utopías ni los autoritarismos ni el dinero. Solo podrán llevarlos a buen término los individuos humanos con sus voluntades, sus esperanzas y sus sistemas de valores. Como todo lo verdaderamente importante que hay en esta vida, el éxito estará finalmente en manos de las personas, de su buena voluntad y su reconocimiento mutuo. Por eso, para enfrentarnos con éxito a los problemas derivados del cambio climático, necesitaremos no solo tecnología, estrategias, poder político y económico, dinero, sino también, quizá sobre todo, poetas, cantantes, músicos, novelistas, cineastas, pensadores, internautas… y viajeros, muchos viajeros que recorran el mundo en todas las direcciones, cementándolo poco a poco, sin estridencias, en uno solo. También necesitaremos personas a las que les sea más fácil ser generosas, porque no tengan muchos intereses creados y casi nada que perder. Estos habrá que encontrarlos, sobre todo, entre los jóvenes y los pobres.
Este enfoque en las personas me parece esencial, porque la reacción de los poderes financieros, económicos y políticos al cambio climático pasa por creer que los problemas derivados del mismo los resolverá la combinación de Innovación Tecnológica y Autorregulación de los Mercados. Se olvida así que en muchas ocasiones, a lo largo de la historia humana, se ha llegado a situaciones de bloqueo, en las que ni la tecnología ni la economía eran capaces de solucionar los problemas planteados.
Aunque la afirmación anterior no es del todo correcta. Cuando la situación se convertía en un nudo gordiano imposible de deshacer, siempre estaba disponible una herramienta, la espada o el hacha, con la que cortarlo. Con demasiada frecuencia se olvida o disimula el hecho de que esta solución tecnológica final a la que nunca hemos dejado los humanos de recurrir es la Guerra, que en el caso del siglo XXI y de un cambio climático no mitigado ni contenido, lo será por la apropiación de unos recursos escasos.
Por eso es importante, para evitar ese regalo maléfico que le espera al siglo XXI, su guerra mundial particular, su apocalipsis, que los jóvenes de todo el mundo se comuniquen unos con otros con la mayor intensidad, para conocerse y estimarse, y que los viejos nos arremanguemos y empecemos desde ya a contener el cambio climático (responsabilidad de los países emisores de CO2, como Holanda) y a mitigar los efectos que empiezan a presentarse (responsabilidad de los países más afectados, como Bangla Desh, con la ayuda de los países más ricos, como Holanda).
Un grupo de madres bangladesíes hace cola para recibir alimentos después de una inundación catastrófica. Les dieron los cupones que exhibe la madre de la izquierda el día anterior. En el día en que se tomó la foto, llevaban ya doce horas esperando en la cola y los alimentos no habían llegado todavía. Obsérvese la mezcla de calma y determinación del rostro de la madre del centro. Esto es pobreza, no miseria. Fuente:http://www.genv.net/en-us/taxonomy/term/369 |
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