Hay veces que los acontecimientos se disponen en coincidencias sorprendentes, que nos visitan y nos dejan regalos como podrían hacerlo los reyes Magos o San Nicolás. Cuando estuve anteayer en Madrid, además de cumplir el objetivo principal de mi viaje, pude hacer otras tres cosas que me salieron redondas.
1).- Ese día se inauguró en el museo Thyssen-Bornemiza una exposición antológica de Antonio López. Conseguí entrada para la escasa ventana de tiempo que tenía disponible. ¡Allí estaba todo! Las esculturas del hombre y la mujer, a las que casi pude mirar con ojos de miope (aunque lo mío es la presbicia), habría podido tocarlas, magníficas, inmensas, merecedoras de estar contemplándolas durante un tiempo indeterminado… Algunos cuadros muy interesantes, como el retrato de sus padres, la mujer en el baño, algunas naturalezas muertas, otros dibujos y también bocetos de algunos cuadros mayores, la escultura de la cabeza del niño, inmensos también todos… Y los grandes cuadros hiperrealistas de paisajes del Madrid urbano, de los que verifiqué lo que decía en mi entrada sobre Antonio, que te acercas y el detalle minucioso, aparentemente fotográfico o pixelado, se te descompone en pinceladas analógicas llenas de amor e inspiración, casi impresionistas… Verifiqué en estos grandes cuadros de paisajes algo muy interesante, que el tamaño de una pintura está muy estrictamente determinado por su contenido; estos paisajes tienen un gran tamaño, quizá, escribo de memoria, 3ms x 2ms. Y el hecho de que el tamaño sea “el que tiene que ser” liga de una forma misteriosa al cuadro con el humano que lo observa, porque el tamaño se hace, en sí mismo, una parte importante del diálogo que el cuadro establece con su observador.
2).- Almorcé precipitadamente antes de la presentación del libro y me fui a FNAC, una gran librería multinacional que, entre otras muchas cosas, tiene una abundante colección de comics. ¡Allí encontré y compré dos comics de Miguel Brieva, el de “Dinero” y otro que es la “Enciclopedia Universal Climón, Bienvenido al Mundo”, genial y desternillante. Publicaré en el blog algunos de sus dibujos-textos en entradas próximas.
3).- A primera hora, nada más llegar a Madrid en el tren, me fui a una librería de viejo (sabiendo adónde iba) y encontré un ejemplar de “Estampas Cartujanas”, un libro sobre la vida de los monjes cartujos con fotos magníficas de Ortiz Echagüe, que fue un gran fotógrafo español. Este libro se publicó en los 1950’s. Yo compré una copia en los 1960’s, siendo universitario en Madrid, y a consecuencia de su lectura viví una experiencia maravillosa de quince días en la Cartuja de Miraflores, en Burgos. Pero entre los muchos libros que he comprado y mudanzas que he hecho perdí esta copia. La necesitaba para escribir sobre mi siguiente tema en el blog, el que emprenderé cuando termine el de las machis de Chiloé, que tratará precisamente de los Cartujos.
En fin, un viaje redondo, respecto al que todavía siento la euforia del afortunado.
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