miércoles, 29 de junio de 2011

Ayuda al desarrollo



Ayer estuve en Madrid, para asistir a la presentación de un libro sobre ayuda al desarrollo al que he aportado una pequeña colaboración. Me siento ahora bastante confundido y con la urgencia de expresar aquí algunas de las razones de esta confusión. Sigue la lista, tal y como me ha ido saliendo, sin un orden lógico o causal:


A).- Para empezar, confundimos pobreza con miseria. La miseria, que pone en peligro la vida y carece de esperanza, debe erradicarse. Pero la pobreza es un concepto muy relativo; consideramos pobres del mundo a todos los que no son ricos como nosotros.  Además, en nuestro esquema mental la pobreza no se diferencia mucho de la miseria, también debe erradicarse, y hacerlo en nuestra dirección específica de progreso tecnológico y sociedad de consumo. Creo que empezamos a darnos cuenta de que esto es un inmenso error.


B).- El desarrollo para conseguir el cual  queremos ayudar a los pobres del mundo no debe ser el que nosotros concebimos. Nuestra ayuda tiene que empezar por comprender cómo quieren desarrollarse los pobres, cuáles son sus prioridades, para a continuación ayudarlos a conseguirlas. Es decir, tiene que empezar por convivir, escuchar y comprender. Por hacernos pobres con ellos y ver su pobreza desde dentro.


C).- En general, la ayuda al desarrollo funciona en base a proyectos. Pero un proyecto, por su propia naturaleza, tiene una vida efímera. Una mayoría de ellos termina fracasando por falta de continuidad en su mantenimiento y porque el contexto problemático en el que el proyecto se inserta no ha cambiado. Si calculáramos cuánto del dinero invertido en ayuda al desarrollo no cumple con sus objetivos finales nos llevaríamos una sorpresa mayúscula. La ayuda debería funcionar en base a la creación de lazos permanentes con las sociedades y las personas a las que queremos ayudar. En esto han dado un ejemplo de lo que debe hacerse la iglesia católica y otras iglesias cristianas con sus misiones.



D).- El territorio principal sobre el que se vierte la ayuda al desarrollo es, hoy día, el África subsahariana, porque todo el mundo es consciente de la urgencia y gravedad de sus problemas. Pero los organismos que administran la ayuda eluden en lo posible la colaboración con las autoridades de estos países, dado el alto nivel de corrupción imperante. Y por eso mismo intentan mantener el control y la dirección de los proyectos de ayuda.
 Lo malo de esta actitud es que el desarrollo del África subsahariana nunca será posible si no es protagonizado por los propios subsaharianos. Para escándalo de los progresistas, defiendo la tesis de que las instituciones que está mejor preparadas en muchos países subsaharianos para enfrentarse con sus problemas de supervivencia son las Fuerzas Armadas. No sugiero golpes militares. Pero en muchos países, conozco el caso de Mali, el Ejército ocupa más o menos efectivamente el territorio y dispone de la capacidad para construir caminos, abrir pozos, levantar presas pequeñas para acumular agua para el ganado, cosas así. Además está motivado para hacerlo. La colaboración con este tipo de instituciones podría ser más eficaz que la acción a nivel de aldeas y pequeñas comunidades.



E).- Los problemas que enfrentará en este siglo el África subsahariana no tendrán solución sin una emigración masiva de subsaharianos desde sus países de origen hasta Europa. Una parte importante de la ayuda al desarrollo se emplearía mejor atendiendo a estos movimientos migratorios, procurando además que los países de origen saquen de ellos el mayor provecho posible. Ayudarlos, no yendo a ellos para salvarlos, sino trayéndolos para que además nos salven a nosotros.






2 comentarios:

Anónimo dijo...

Olo, desde mi perspectiva, el mejor motor para salir de la extrema pobreza es la educación, si tu tomas un niño que vive en la miseria y lo pones a estudiar en una escuela, de nivel de excelencia, con profesores capaces, bien pagados y motivados, se genera un salto de proporciones que producirá la posibilidad de cambio que esa comunidad necesita, y serán estos niños " educados", los que provoquen el cambio para sus propias comunidades.
Pero surge otro problema, hacia qué tipo de sociedad enfocamos esa educación, el tema es si queremos transmitir nuestros valores y forma de vida, respetar la de ellos, y provocar la pérdida su cultura y tradiciones.

olo dijo...

Respecto al primer párrafo, estoy de acuerdo en parte. Para “rescatar” de la miseria a un niño su educación puede ser un buen motor. Para “intentar rescatar” de la miseria a una comunidad hay que ayudarla a cambiar sus condiciones materiales de existencia (marxismo), de modo que recupere la esperanza, y con ella sus valores culturales propios. Si se da el caso de que vivir se ha hecho imposible en lo que ha venido siendo su territorio (desertificación, guerras, cataclismos, etc), hay que ayudarla a emigrar y reeducarla para vivir en otro ambiente (urbano, extranjero, etc).
En cuanto al segundo párrafo, creo que es importante distinguir miseria de pobreza. A una comunidad rural pobre pero con valores culturales propios, hay que ayudarla a que recorra el camino de desarrollo que elija voluntariamente. La experiencia indica que estas comunidades suelen saber lo que quieren. También abrirle respetuosamente ventanas al mundo, para que pueda descubrir nuevas opciones. Por último, protegerla de “invasores” con intereses propios.
Ya sé que todo esto es muy complicado, además no me considero con autoridad en el tema. Creo que lo fundamental (también lo más difícil) es el compromiso con estas comunidades: vivir con ellas siendo a la vez foráneos que tienen contactos con el mundo rico, de modo que pueden prestarles una voz para que se hagan oír y conseguirles puntos de apoyo, con la defensa de los valores propios de estas comunidades como objetivo prioritario.