Hay un momento cada día en que no puedes evitar ponerte frente a ti mismo. Por la mañana, cuando te lavas los dientes ante el espejo del cuarto de baño, te ves, te observas y muchas veces hasta te enjuicias. Casi siempre que lo haces tu veredicto es favorable: te gustas, al menos te comprendes, justificas tus comportamientos, para los que siempre tienes tus motivos íntimos, secretos. Algunas veces pueden llegar a preocuparte los levísimos, pero significativos, signos sobre tu rostro del paso de tu tiempo de vida. Pero sabes que eso no es culpa tuya, de modo que lo asumes sin turbarte.
Pero esta mañana me he tropezado con un acontecimiento excepcional. Por unas décimas, quizá centésimas, de segundo, he visto sobre mi hombro izquierdo, que aparenta ser el derecho en mi imagen especular, una especie de mono pequeño que me miraba con sus ojillos brillantes.
¿Lo he visto o lo he imaginado? Es igual. Enseguida he comprendido que el monito en cuestión era uno de mis demonios particulares, uno de esos diez o doce que integran la parte mala o malvada o maligna de mí mismo. Temo que se haya dejado ver para burlarse de mí y, a la vez, hacerme comprender que nunca podré librarme de su presencia.
He reflexionado. Lo peor de ti mismo está tan íntimamente encarnado en tu persona que te es casi imposible verlo, ¿quién puede verse su propio ojo? Solo lo consigues cuando, como esta mañana, decide demostrarte su autoridad.
Eso malo de ti mismo adquiere muchas formas distintas, aprovecha muchas oportunidades insospechadas, te tiende trampas, te sorprende o te engaña. No se atiene a reglas fijas.
Pero puede afirmarse que hay un componente que siempre está presente en su forma de actuar, que es la tuya, no lo olvides. Cuando tienes que elegir, lo general siempre toma precedencia sobre lo particular, lo abstracto sobre lo concreto. Al menos en tu caso, cualquier maldad necesita para justificarse de una generalización.
Aunque no sea nada más que por esto, ten muchísimo cuidado con las abstracciones, piénsatelo bien antes de dejarte llevar por ellas.
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