martes, 26 de julio de 2011

Abusos y maltratos



Un amigo que se dedica al apoyo psicológico de niños con problemas me habla del síndrome de personalidad múltiple en adultos que han sido víctimas de abuso infantil. Lo que me refiere es su experiencia profesional. La mayoría de estos pacientes han desarrollado una doble personalidad, pero hay algunos que llegan a tener tres, cuatro o más personalidades distintas.
Se da este síndrome con más frecuencia en personas que cuando niños han sufrido abuso sexual profundo por parte de sus padres. A esos niños el mundo se les cae encima. Estaban preparados, como cualquier niño, para enfrentarse con las amenazas exteriores, pero contaban siempre para ello con una última barrera protectora, sus padres. Cuando esta barrera se convierte en la amenaza, al niño, que tiene una personalidad en formación, se le hunde todo. La única salida de algunos frente a este terror es desarrollar una personalidad alternativa, o varias, nacidas de su imaginación. Estas alternativas salvadoras siguen vigentes en personas mayores, hasta en ancianos. De pronto, el abuelo que está a tu lado empieza a actuar como un niño inocente que está viviendo una infancia feliz. O la madre de varios hijos se transforma en una sombra vengadora y cruel que quiere redimirse de la tragedia pasada castigándose a sí misma.  O muchas otras alternativas imaginables.

Mi amigo siente una fuerte lealtad personal hacia estas víctimas. Pero además se maravilla, al conocerlas, de la complejidad de la mente humana. Lo que creemos que es el centro de nuestra individualidad, nuestra psique o nuestra alma, puede desdoblarse en varias si las circunstancias la fuerzan a ello.

Me ha hecho pensar. He derivado lo que me ha contado hacia circunstancias menos dramáticas. Cuántos niños no han sufrido alguna forma de abuso, no necesariamente sexual, sino simple maltrato, por parte de alguno de sus padres. No puede haber nada más terrorífico que esto para un niño. Quien tú esperas que te defienda de la injusticia exterior, te maltrata injustamente. Y tu salida para superar este terror es la fantasía. Desplazas tu alma hacia un mundo imaginario en el que no existe esta violencia. Ese mundo imaginario, aunque no llega ni de lejos a convertirse en una doble personalidad, no se separará de ti en toda tu vida, recurrirás a él en muchas ocasiones, lo reencontrarás una y otra vez como el viejo amigo salvador.

Tantas manías caprichosas de tanta gente, tantos impulsos inexplicables, muchas leves excentricidades sin consecuencias mayores, pueden tener su origen en tétricas experiencias de maltrato infantil. En el fondo está esa maravilla imprevisible y complejísima que es la mente humana, de cuya naturaleza profunda lo desconocemos todavía, quizá siempre, ojalá siempre, casi todo. 

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