domingo, 22 de mayo de 2011

Revolución en España

Acampados hoy en la Puerta del Sol de Madrid

Pues sí, revolución, con todas sus letras, en España. El que ya se llama Movimiento 15 de Marzo, o 15M, se ha ido consolidando a lo largo de estos días, se ha mantenido activo, aunque respetando la ley, durante la jornada de reflexión, y ahora, cuando ésta acaba de terminar, tiene las plazas mayores de todas las ciudades importantes de España  llenas con una multitud poseída por ese espíritu jubiloso y rebelde que es característico de todas las revoluciones que están empezando.

Resumiré a efectos didácticos la génesis de lo que está pasando:
Capítulo 1º.-  Durante los últimos diez años,  Allan Greenspan, como presidente de la Reserva Federal norteamericana, mantuvo bajísimas las tasas de interés del dólar. Como una consecuencia inmediata, el dinero aumentó su velocidad de circulación en todo el mundo. Uno de los efectos fue que los bancos norteamericanos concedían muy fácilmente hipotecas para comprar viviendas.Los grandes bancos de inversión, no más de cuatro o cinco gigantes para todo el mundo, compraban a los bancos los derechos de estas hipotecas y utilizaban sofisticadas herramientas financieras para combinarlas con otros valores más sólidos, sintetizando así productos derivados que ofrecían en los mercados como seguros y dotados de una rentabilidad interesante, aunque no eran sino burgers, incomparables con los buenos bifés argentinos que eran los valores verdaderamente sólidos. Esta actuación estaba próxima a la estafa y resultó, cuando finalmente se descubrió el pastel (consecuencia de que empezaron a subir los tipos de interés y muchos yankis de a pie no pudieron pagar sus hipotecas), en la famosa e inolvidable quiebra del gran banco de inversión Lehman Brothers.

Capítulo 2º.- Durante todo este tiempo, en la Unión Europea, Alemania, la gran potencia industrial y exportadora, generaba excedentes de capital que tenía que invertir en algo. Una parte importante la invirtió en los valores basura sintetizados por Lehman Brothers et all. Otra la prestó a países periféricos de la Unión Europea, como Irlanda, Portugal, Grecia, España, necesitados siempre de inyecciones de capital exterior para crecer. Los bancos españoles cogieron mucho dinero de estos préstamos alemanes, y lo dedicaron a conceder hipotecas para la construcción de viviendas. Como había grandes cantidades de dinero disponible para esto, la demanda de viviendas y de suelo urbano para construirlas aumentó extraordinariamente. Los bancos españoles concedieron muchísimas hipotecas con dinero que en su origen era alemán. La industria española de la construcción creció espectacularmente, así como el valor del suelo urbano y la venta de pisos. Las municipalidades ingresaron muchísimo dinero derivados de los impuestos ligados a la construcción de estas nuevas viviendas. Todo esto llevó a la formación de una burbuja  inmobiliaria que crecía y crecía.



Capítulo 3º.- La quiebra de Lehman Brothers puso en marcha un gigantesco círculo vicioso. Los bancos alemanes tuvieron que soportar grandes pérdidas cuando las burgers que había comprado como bifés empezaron a valer lo que una burger semipodrida. Tuvieron que apretarse el cinturón. Ya no renovaban los créditos concedidos a los bancos españoles, con lo que estos tuvieron que cerrar el grifo de los que habían concedido a las constructoras para hacer casas y a los particulares para comprarlas. La burbuja española de la construcción estalló.

Capítulo 4º.- La industria española de la construcción se vino abajo. El sector se vino abajo. Muchas industrias auxiliares quebraron. Muchos trabajadores de éstas quedaron en paro y empezaron a cobrar los correspondientes subsidios, pagados por el Estado español. Se puso en movimiento un gigantesco círculo vicioso. El valor del suelo y de las viviendas nuevas se vino abajo. Muchos propietarios y muchas constructoras no pudieron pagar sus deudas con los bancos, que se hicieron dueños de los suelos y las viviendas de aquellos, ahora con una valoración mucho más baja que la inicial. El paro aumentó, más empresas siguieron quebrando, el Estado tuvo que endeudarse para pagar los subsidios de paro que crecían exponencialmente. Así, el círculo vicioso giraba a una velocidad cada vez mayor y con un radio de giro más amplio. Parecía un tornado cada vez más potente que iba succionando y lanzando a los espacios exteriores toda la riqueza del país.

Todo esto coincidió con un gobierno en España particularmente incompetente, el de Rodriguez Zapatero, que   de entrada no supo ver la crisis a tiempo de imponer medidas correctoras, luego no quiso verla y finalmente hasta engañó a los españoles sobre su gravedad.  Unido a ello, un fracaso de toda la clase política, el principal partido de la oposición, el PP, y algunos grandes partidos regionales, que no fueron capaces de obligar a Zapatero a unirse todos en un gobierno de concentración (como hizo Alemania) que hubiera cogido el toro de la crisis por los cuernos mucho antes.

La consecuencia de todo esto ha sido la ruina de muchísimas empresas pequeñas y el paro de hasta un 44% de los jóvenes menores de 25 años. Los bancos, por su parte, dedican el escaso dinero de que disponen a comprar deuda del estado para aliviar el defícit público, y no dan los indispensables créditos a muchas empresas pequeñas y medianas de todos los sectores, que como consecuencia de ello, están cerrando. Lo más probable es que España termine saliendo de esta crisis, pero tardará bastante, y lo hará a costa de mucho sufrimiento de los ciudadanos.

Estos son los determinantes de la revolución que se está produciendo. Muchos españoles, liderados  por los más jóvenes (20-30 años) están en la calle, pacíficamente y en silencio, para mostrar su convicción de que hay que cambiar radicalmente el sistema financiero y el sistema político español. Es precisamente por esto por lo que estamos ante una revolución: la gente no quiere reformas menores, sino un cambio radical de las reglas del juego. Como en todas las revoluciones, la gente no tiene claro cuál puede ser la solución. Solo manifiesta su convicción de que no se puede seguir así, y que el sistema político y el financiero tienen que cambiar. También como en todas las revoluciones, se está en una fase inicial, magmática, entusiasta, con ese entusiasmo que manifiesta el que estando ya muy agobiado e indignado se ha atrevido por fin a decir ¡basta! Todo puede quedarse en nada, lo que veo difícil, o terminar en una advertencia seria a políticos y bancos para que se espabilen, lo que es probable, o derivar en una nueva forma de hacer política desde la calle y las redes sociales, lo que es posible.

En cualquier caso, y de momento, muchísimos españoles, entre los que se encuentra muchísima gente conservadora y, por así decirlo, de orden, ve lo que está pasando como una bocanada de aire fresco. ¡Ya era hora!, se dicen, ya ha llegado el momento de que la partitocracia que gobierna España como mandataria de un sistema financiero internacional que es el sumo sacerdote de ese dios nuevo al que llaman mercado, se convierta en una verdadera democracia.



1 comentario:

Anónimo dijo...

muy bonitas las fotos que ha puesto de Sevilla